Las utopías que acaban mal.

Francisco Galindo
6 min readSep 7, 2023

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Un navegante, en su experiencia de muchos años por diferentes lugares en el mundo, relata que ha visto tanto pero que esta isla que recién encontró no tiene comparación.

Photo by Marek Okon on Unsplash

Ubicada en el Océano Pacifico a unas 200 millas de las costas de América, esta Isla fue creada por sus habitantes quienes por ordenes de su Rey cortaron el istmo que los unía con el continente.

La isla refleja homogeneidad desde la extensión territorial de sus ciudades, y hasta las casas las cuales tienen todas dos puertas. Una que da a la calle y otra hacia el huerto.

En esta isla los habitantes, que son aproximadamente unos 50,000 son todos iguales y viven en armonía. No existen las clases sociales ni la propiedad privada. Todos los bienes son de propiedad común y se distribuyen según las necesidades de cada uno.

Aquí se trabajan solo seis horas al día y el resto del tiempo se dedican a la educación, la cultura y el ocio. No existen las guerras ni la pobreza, y todos los ciudadanos tienen acceso a servicios básicos como la salud.

¿Vaya paraíso no?

Esto que acabas de leer, es una isla ficticia que describió Tomas Moro, en el año 1516 en la segunda parte de su libro “Utopía”. Y es de aquí que surgió la inspiración de varios pensadores, filósofos y políticos para imaginar sociedades perfectas.

Y ahora, cada que alguien hace referencia a una utopía en realidad se refiere a un lugar o situación ideal pero irrealizable. Algo que se antoja pero que resulta imposible, una quimera, un sueño, una fantasía.

Recuerda que el hombre tiene esa capacidad imaginativa incomparable con otras especies. Podemos imaginar por ejemplo cosas que nunca suceden y mientras tanto nos incomodan o estresan. Es decir, eso de imaginar y construir castillos en el aire es inherente a la existencia humana.

Ahora saltemos en el tiempo, un poco mas de 440 años después. Una madrugada del 13 de agosto de 1961 una ciudad es divida por medio de un muro de alambre de púas que posteriormente fue reforzado con bloques de hormigón, torres de vigilancia y minas terrestres que en la historia ha sido conocido como el muro de Berlín.

¿Y porque se construyo el muro de Berlín? Parece una pregunta obvia que pensarías ya fue respondida en el párrafo anterior. Pero la pregunta no tiene respuesta allí. La pregunta tiene origen en el hecho que la división de la ciudad, comenzó al final de la segunda guerra mundial, en 1945, 16 años antes.

Entonces, si ya se tenia posesión sobre una parte de Berlín en acuerdo con otras naciones ¿Porque construir un muro donde nadie te pelea territorio? La respuesta esta en el utópico modelo de gobierno bajo el que vivía la sociedad en la Republica Democrática Alemana (RDA).

En la isla de Utopía al igual que en la RDA, existían pronunciamientos que eran contrarios a la naturaleza humana. Y aunque Utopía como isla vivía aislada del resto, no fue así en Berlín donde sus habitantes pudieron tener una referencia del atropello paulatino que fueron viviendo en comparación con sus vecinos de la Alemania Occidental.

De lado de la Alemania Democrática, no existía libertad de expresión, de prensa y de asociación. Y como se creía que la propiedad privada era la fuente de todos los males, todas las empresas eran propiedad del estado y solamente este controlaba la producción y distribución de bienes y servicios. Generando por supuesto escases de productos básicos como alimentos y ropa.

Así los habitantes en la Alemania Democrática (vaya ironía porque democracia no existía), veían como su vida se deterioraba y muchos optaron por cruzarse al lado occidental. Se cuenta que un poco mas de dos millones de ciudadanos decidieron huir de la utopía democrática y es aquí donde nace la necesidad de levantar un muro físico para evitar que continuara la fuga de sus habitantes, la perdida de mano de obra y recursos para el régimen comunista.

Una vez instalado el muro, vino una restricción mas a sus libertades. La de movimiento.

El resto es historia conocida. El modelo no aguanto mas, 44 años desde que inicio la separación y mas de 20 de la edificación del muro concluyeron una mañana del 9 de noviembre de 1989, ante el anuncio accidentado del gobierno de la Alemania Democrática de que sus habitantes podían viajar libremente sin pasaporte ni visado, la gente se concentro en espacios del muro y comenzaron a cruzar ante la mirada e inacción de los guardias de control.

155 kilómetros originales en un muro de 4.3 metros de altura fueron derribados por los propios ciudadanos y hoy solo quedan algunos espacios que forman la mayor galería de arte al aire libre en el mundo.

“Que hayan levantado un muro en Berlín, ha sido mucho mejor que iniciar una guerra”.

Espacio en pie de lo que fue el muro de Berlín. Tomada en agosto de 2023.

La separación de una nación ha sido una historia trágica pero no ha sido la única. En nombre de ambiciones legitimas por las circunstancias de la época: Desigualdad social con altos niveles de injusticia y pobreza que llaman a la acción por un mundo mejor, hemos sido testigos (espero no lo seamos mas) de interpretaciones utópicas particulares y su aplicación en sociedades que terminan siendo victimas de quienes se presentaban como sus libertadores.

Las utopías acaban mal cuando estas caminan en dirección contraria a la conducta humana. Te doy una lista de algunas características para entenderlo mejor:

Somos seres complejos y multifactoriales: La conducta es el resultado de la interacción de una serie de factores, incluyendo factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales.

Somos conductualmente cambiantes: Si los factores que influyen varían a lo largo del tiempo, de igual manera lo hace la conducta.

Somos seres intencionales: La conducta humana no es aleatoria, sino que está dirigida a un objetivo. Las personas actuamos de forma deliberada para alcanzar algo que deseamos y no todos deseamos lo mismo.

Somos seres pensantes: Nuestra conducta es cognitiva y esta se ve influenciada por nuestros pensamientos, creencias y valores que modelan la interpretación de nuestra realidad y por eso vemos el mundo diferente.

Somos seres emocionales: De hecho, se dice que somos seres emocionales que ocasionalmente pensamos, y de estas emociones puede surgir nuestro motivo para actuar.

Somos seres inconscientes: Actuamos muchas veces de forma automática sin procesar nuestras reacciones. Y cuando alguien cuestiona nuestro actuar solemos responder inconscientemente “Es que así soy”.

Con todo esto puedes comprender lo complejo que somos como especie y porque las utopías acaban mal al pensar que todos somos iguales si ya vimos que tenemos diferentes habilidades, talentos y motivaciones.

Sin dejar de mencionar lo grave que es la imposición de las utopías. Y cuando alguien no se ajusta a esta visión utópica, entonces aparece la represión y la opresión de la figura autoritaria como sucedió en Berlín.

¿Pero como es que, ante tanta evidencia histórica, siguen apareciendo propuestas utópicas y la gente va por ellas?

Aquí te expongo algunas razones.

Frustración con el sistema actual: Los ciudadanos pueden estar frustrados con su situación actual de vida y creen que las propuestas utópicas son la única forma de mejorar las cosas.

Desconocimiento de las consecuencias: No somos conscientes de las consecuencias negativas que pueden tener las propuestas utópicas. Por ejemplo, las propuestas utópicas a menudo requieren cambios radicales en la sociedad, que pueden tener consecuencias imprevistas.

Ilusionismo: Creemos que las propuestas utópicas son posibles, incluso si la evidencia histórica sugiere lo contrario. Y aunque la historia está llena de utopías que fracasaron, los ciudadanos pueden creer que sus propuestas utópicas serán diferentes y que sí serán capaces de crear un mundo perfecto.

Pero, a pesar de sus peligros, hay una razón para seguir necesitando la utopía en nuestras vidas. Mira, al igual que podemos imaginar un mañana ideal, la incertidumbre que siempre ha existido de no saber que nos depara en el futuro, abre la puerta para imaginar también nuestros temores, y a esto se le llama distopiá.

La distopía se ha hecho presente en la ficción de una sociedad hipervigilada como lo relato George Orwell en 1984, o en Un Mundo Feliz de Aldous Huxley. O que tal la serie de Black Mirror donde la tecnología invade todos los rincones de la vida cotidiana y nos atemoriza pensar en el futuro indeseable que viene pero que no somos capaces de identificar.

En fin, que la utopía puede ser ese instrumento para pensar la realidad y transformarla. Imaginar como podría ser una sociedad mas justa, equitativa y sostenible.

Pero también para permitirnos seguir soñando, porque como dijo Eduardo Galeano, “Tenemos el derecho de soñar, derecho al delirio” y aunque la utopía siempre estará en el horizonte y nunca habremos de alcanzarla, nos sirve para seguir avanzando.

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Francisco Galindo

Mi afición es abordar eso que es importante pero que casi nadie se atreve a preguntar.