Análisis crítico de “Siete verdades demoledoras sobre la Segunda República”

Fernando Ramírez de Luis
7 min readMar 31, 2016

Hace unos días, navegando como suelo por internet, topé con un artículo con un título que sin lugar a dudas llama la atención por su clarísimo carácter lapidario: “Siete verdades demoledoras sobre la Segunda República”. Nada más leerlo, encontré que en muchas ocasiones la información vertida sobre el segundo ensayo republicano era incompleta o inexacta, por no decir deliberadamente manipulada.

El tema republicano siempre es motivo de discordia; no en vano, tanto el antecedente como el consecuente de esta etapa de la Historia de España han dejado un triste recuerdo en la memoria colectiva. A la hora de escribir este artículo he procurado primar razón sobre pasión y ceñirme a criterios claramente históricos; asimismo, en los casos en los que he podido encontrar bibliografía o imágenes aclaratorias, he determinado añadirlas con el fin de que esta réplica no peque de sesgo o de carencia de fuentes contrastadas.

1. La República nunca fue refrendada en las urnas.

Conclusión: neutral.

La historiografía encuentra consenso en los resultados, y sí, gana la monarquía. Según la ideología del autor y el período en que se escribe el texto varía la cifra que se otorga a candidaturas republicanas y monárquicas, pero generalmente ganan estas últimas. Martínez Cuadrado (1969) otorga a candidaturas republicanas 39 568 concejales y 19 035 monárquicos, dejando a 15 198 sin ser alfonsinos, pero adeptos a otras corrientes monárquicas; mientras que Javier Tusell da 40 324 monárquicos frente a 34 688 republicanos. No coinciden, ni mucho menos, con las cifras que el autor cita (22 150 monárquicos y 5 875 republicanos); no sabemos de dónde las habrá obtenido, pero desde luego distan mucho de las que pueden observarse arriba.

Pero hay otro dato clave para interpretar dichos resultados, y en este ya no hay divergencia según la tendencia política del historiador. En zonas rurales todavía imperaba el caciquismo a pesar de los esfuerzos regeneracionistas de políticos como Antonio Maura. Los resultados en el campo eran vistos como ilegítimos por este motivo, y la victoria en 41 de 50 capitales de provincia de las candidaturas republicanas, habida cuenta de que los caciques tenían un impacto considerablemente menor o nulo en las ciudades, dio un impulso definitivo a la proclamación de la República y provocó frustración entre los defensores de la Corona, que veían cómo los votantes de las zonas burguesas votaban en masa a la Conjunción Republicano-Socialista.

Con respecto al marco jurídico, el 28 de junio de 1931 hubo elecciones a Cortes Constituyentes. Dichas Cortes redactaron el texto constitucional en una comisión dirigida por Luis Jiménez de Asúa, de modo que las disposiciones de la carta magna republicana fueron, al menos de jure, consecuencia de la libre elección de los representantes populares. Si bien la elección de la forma de Estado no fue tan explícita como en Italia, donde hubo un referéndum ad hoc, el procedimiento de creación de una Asamblea Constituyente fue idéntico.

2. Defender la Monarquía era ilegal en la Segunda República.

Conclusión: neutral.

La Ley de Defensa de la República fue duramente criticada en su tiempo por juristas, intelectuales y políticos por acabar con las garantías constitucionales del Título Tercero, ya que coartaba muchas libertades recogidas en la carta magna. Entre ellos estaba Ángel Ossorio, quien había sido clave en las labores constitucionales.

Sin embargo, cabe examinar la cuestión desde otro punto de vista: el del propio Azaña, defensor a ultranza de la ley. Un régimen neonato que está siendo atacado por todos los flancos (anarquía, militares monárquicos y alfonsinos de toda clase) necesita a veces incorporar mecanismos que le aporten estabilidad. Este no es el más democrático ni mucho menos el más ético, pero operó, con más o menos tino, hasta que fue derogado el 28 de julio de 1933. Igualmente, para entonces, la autoridad del gobierno de Azaña era nula y España se dirigía a nuevas elecciones que nos llevan al siguiente punto.

La nueva ley, la de Orden Público, tipificó los diversos tipos de estado de excepción; todos los gobiernos hicieron uso de ellos, de modo que nunca se establecieron al completo todas las garantías constitucionales.

3. El primer golpe de estado contra la República lo dio primero la izquierda.

Conclusión: verdad.

Objetivamente, la izquierda dio un golpe de estado contra el poder legítimamente electo el 19 de noviembre de 1933. La Revolución de Octubre de 1934 fue un proceso que deseaba acabar con la República burguesa y lograr finalmente la consecución del Estado socialista.

Esto, sin embargo, no es excusa para justificar el golpe del 18 de julio de 1936, como deja entrever el autor. La autoridad moral de los dos bandos está idénticamente minada, y no aceptarlo es caer en el “y tú más”, un cáncer que corroe nuestra nación. Las dos acciones merecen idéntica condena; tanto “nacionales” como socialistas y anarquistas se rebelaron contra las autoridades legítimas.

4. La izquierda renegaba de la bandera republicana, que ahora pasea a todas horas.

Conclusión: mentira.

En las cabezas vuelvo a ver esos tres colores.

Una imagen vale más que mil palabras. El hecho de que la propaganda de los partidos no incluyese banderas no implica que la tricolor siguiese siendo un símbolo republicano, mostrado con gran orgullo por las columnas de combatientes y en la propaganda oficial. Es más, como puede observarse en la segunda foto, la izquierda no revolucionaria siguió usando insistentemente la bandera nacional en su propaganda.

La izquierda no revolucionaria siguió incluyendo la bandera legítima en su propaganda. Es el caso de la azañista Izquierda Republicana.

Como curiosidad, los “nacionales” continuaron empleando la bandera republicana hasta que la alta probabilidad de fuego amigo y la presión de monárquicos y tradicionalistas llevó a reinstaurar la bandera bicolor el 27 de agosto de 1936, primero con el escudo de la República y después con el águila de San Juan en su versión primigenia.

5. Los campos de “esclavos” los inventó el gobierno republicano.

Conclusión: verdad.

Los datos que refiere el artículo son verdaderos: los prisioneros eran personas no afectas a la República, traidores y desertores, juzgados en Tribunales Populares. No es secreto que ambos bandos cometieron atrocidades, dentro y fuera del período bélico, que no merecen ser justificadas. El campo de Albatera siguió funcionando bajo control franquista hasta octubre de 1939.

6. La República toleró la quema de conventos.

Conclusión: neutral.

Si la República toleró la quema de conventos inicialmente fue por el temor a que la defensa de los bienes eclesiásticos por las armas llevase a la pérdida de la legitimidad del nuevo régimen de modo automático. Manuel Azaña se erigió en principal defensor de esta doctrina frente al horror de muchos miembros del gobierno que eran católicos, por lo que estas acciones no contaron con un claro consenso.

Más tarde fueron publicadas disposiciones gubernamentales en las que se instaba a parar la quema indiscriminada de conventos, y de hecho la propia izquierda formó Brigadas Cívicas para detener a posibles anarquistas y pirómanos dispuestos a causar desórdenes públicos. En fin, la República intentó, finalmente con éxito, frenar el daño a bienes de la Iglesia en el período del Gobierno Provisional.

El Bienio Social-azañista introdujo las preceptivas reformas con base en la Constitución para imponer el laicismo como norma en el país; sin embargo, éstas se realizaron de un modo radical, con un evidente disenso y sin respetar las creencias mayoritarias de la población. Un proceso más gradual y con diálogo y negociación entre las partes podría haber facilitado la introducción de tales propuestas.

El Bienio Conservador deshizo muchas de estas realizaciones, y a su vez, el Frente Popular deshizo lo deshecho, volviendo a las normas laicas iniciales. Esto evidencia, una vez más, uno de los defectos de la Segunda República: la inexistencia de consenso y la polarización en el asunto religioso.

7. El asesinato de Calvo Sotelo.

Conclusión: mentira.

En el momento que Calvo Sotelo fue asesinado se activó la maquinaria del bando “nacional”, que se alzó el 18 de julio en vez de en agosto, como estaba inicialmente planeado.

El asesinato del líder de la derecha fue la represalia por la muerte del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo, perteneciente al PSOE, a manos de pistoleros de extrema derecha en un clima de enfrentamientos en las calles y polarización total. Este dato es omitido por el autor, que pretende dar a entender (si bien luego afirma, a final de párrafo, que todos tuvieron responsabilidad, de un modo menos contundente) que la izquierda mató a Calvo Sotelo por gusto o mera provocación. Las dos muertes fueron el culmen de una espiral de violencia deplorable e imparable en medio de un panorama de cambios rápidos como resultado de la victoria el 16 de febrero del Frente Popular.

Conclusiones

Dice el autor del artículo al que replico que

«[…] se nos dirán muchas cosas preciosas y falsas de la Segunda República, pero seguro que ninguna de estas verdades desagradables y feas».

Naturalmente, el análisis de todo período histórico debe ejecutarse desde muchos puntos de vista, y debe evitarse la hemiplejía moral de la que Ortega y Gasset hablaba; este autor, si bien dice algunas verdades, se queda en otros casos en medias verdades.

El gran poeta español Antonio Machado nos dejó unos breves pero poderosos versos: «¿Dijiste media verdad?, dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad». Debe aplicarse el autor esta máxima. De haber eliminado el sesgo en algunos de sus análisis, sin duda podría haber sido mucho más convincente y haber hecho un retrato objetivo y bien valorado de las equivocaciones de la Segunda República.

Para el caso de que alguna vez lográsemos avanzar a la República, debemos tener en cuenta algunas de las cosas que este señor dice. Y es que de la Segunda República debemos mantener muchos de sus indudables aciertos; pero también evitar con empeño sus otros muchos errores.

--

--

Fernando Ramírez de Luis

Soy Fernando Ramírez y este es mi rincón en Medium. Stories, thoughts, reviews and even more.