Ocho claves para saber por qué preservar el patrimonio arqueológico

Ana Galdós Monfort
3 min readDec 19, 2021

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¿Qué tienen en común un colgante de variscita encontrado en Barcelona, unas pinturas en una cueva de Cantabria, una túnica de lino en Córdoba, una vasija de barro en Murcia o una muralla en Alicante?

Aunque cada uno de estos objetos procede de lugares distintos, todos tienen un factor en común: son piezas que pertenecieron a los hombres y mujeres del pasado. Son nuestro patrimonio arqueológico.

Pintura rupestre

España es un país rico en patrimonio arqueológico. A lo largo de todo su territorio encontramos yacimientos, monumentos y museos donde se conservan variados y múltiples vestigios del pasado. Cada uno de estos espacios alberga un fragmento de nuestra herencia cultural, guarda la historia de los pueblos que han habitado en la Península Ibérica.

Te contamos en ocho claves por qué es importante preservar el patrimonio arqueológico.

1. Lleva un millón de años dejando huellas. Los grupos humanos que han habitado la Península Ibérica, desde la Prehistoria hasta la actualidad, pasando por los romanos, por los visigodos, los musulmanes, los señores feudales han dejado sus huellas. Cada cultura ha fabricado sus objetos, ha construido sus viviendas, sus templos, sus plazas, sus cementerios y ha creado su arte.

Teatro romano

2. Es una puerta hacia el pasado. A través del estudio de las estructuras y de los materiales que han dejado, los arqueólogos reconstruyen cómo vivían los hombres y mujeres del pasado, cómo se organizaban, qué técnicas conocían o qué rituales practicaban. Una pintura rupestre, un acueducto romano, una cabaña visigoda, una mezquita musulmana, un castillo medieval, un pecio hundido desvelan las formas de vida de nuestros antecesores.

3. Aparece en cualquier lugar. Los restos arqueológicos se encuentran en cualquier ciudad, pueblo, monte, tierra cultivada, bosque, cueva, lago, mar. A lo largo de la historia nuestros antepasados han habitado en lugares muy diferentes. En algunos han vivido durante cientos o miles de años. Por eso en nuestras ciudades, cuando construyen edificios de nueva planta, la remoción de tierra saca a la luz vestigios sorprendentes.

Tinaja aparecida en un yacimiento arqueológico

5. Está en peligro. En 2011, el terremoto que sacudió a Lorca dañó parte de su muralla y castillo medieval. En 2018, las lluvias torrenciales que cayeron sobre Málaga destrozaron un monumento del siglo XIII. En 2021, varios expoliadores robaron piezas en un yacimiento prehistórico de Tarragona. Cada año, los fenómenos meteorológicos, el desarrollo urbano, y en mayor medida, los expolios y el vandalismo destrozan nuestro patrimonio arqueológico.

6. Lo protege la ley. Desde 1985, España cuenta con una ley que protege nuestro patrimonio arqueológico. Además, cada comunidad autónoma ha publicado su propia normativa. Su destrucción se considera un atentando contra la sociedad. En cuanto se detecta el destrozo o el expolio de un yacimiento, las autoridades actúan para recuperar el patrimonio y castigar el delito.

7. Es de todos. La sociedad, en su conjunto, es la heredera del patrimonio arqueológico. Ninguna persona en exclusividad tiene derecho a apropiarse de él. Si lo hace, no solo genera un vacío en el conocimiento del pasado, sino que se adjudica una parte de la historia que pertenece a todos.

8. Responsabilidad social. Como herederos del patrimonio, tenemos el compromiso de preservarlo para futuras generaciones. Las leyes lo amparan, aun así, se han de crear estímulos que eviten las acciones destructivas. Es necesario promover investigaciones arqueológicas, crear museos y espacios adecuados para la exhibición de los bienes arqueológicos y accesibles para todas las personas.

Arqueólogo tomando datos en una excavación

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