Cuarentena

George Blanco
7 min readApr 30, 2020

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Con los portales y redes sociales re dirigiendo con virulencia posteos desde hace meses acerca de cómo mantener la cordura en tiempos de cuarentena, decidí abrir y mostrar a través de estas fotos de mi novia Sportraits.PH (también hay por ahí alguna que saqué yo) cómo fueron y son algunos de esos días, y qué aprendizajes trajeron y continúan trayendo.

Apreciando el espacio

Mi primera medida de la cuarentena obligatoria fue retomar el concepto de gratitud y re definir qué es la fortuna. Me reconozco afortunado de tener un pequeño espacio para disfrutar en estos días. Se las arregla bien para trotar, el sol da en la cara por la mañana —y entra de lleno en la casa—, los ambientes son confortables y grandes, las plantas y los frutos conviven en sana armonía. Por ese egoísmo que tenemos los seres humanos para con nosotros mismos, a veces, en circunstancias normales de vida social, perdemos la noción de lo importante que es el espacio en donde habitamos. En épocas de confinamiento, el desafío es volver normal también esta sensación que, lógicamente, puede parecer anormal por las circunstancias. El espacio no es sólo lo que hacemos fuera de casa, es también lo que hacemos dentro de ella. No siempre se puede ser positivo y verlo así, pero intentar pensarlo de ese modo cada tanto es un gran primer paso.

Comiendo sano, comiendo real

Si apreciáramos más las pequeñas grandezas cotidianas sin dudas nos iría mejor. Tener alimentos es una de ellas. Comprarlos (ahora, en épocas de delivery, take away o compras con distanciamiento), lavarlos, cocinarlos, ordenarlos en la mesa. Sentarnos en ella, comerlos. Detenidamente o con quien estemos, es una bendición. Mientras más reales y menos conservantes tengan esos alimentos, mejor. Si vienen de la tierra, más todavía y ni que hablar si tenemos la oportunidad de tener nuestra propia huerta. En todas estas semanas en nuestro caso la mayoría de ellos cocinamos, aunque también es bueno -y pasa, simplemente- permitirse esos “bajones” en la alimentación y la rutina pidiendo comida rápida o bien elaborada. Reutilizar y convertir esos momentos en un disfrute, en algo placentero, es una manera también de que pase el tiempo. Hay días en que no hay ganas de cocinar, no hay ganas de lavar más platos, y también está bien sentir eso y salirse un poco de la rutina alimentaria.

Haciendo ejercicios físicos

Cualquier cosa que nos permita pasar el tiempo en la cuarentena supongo que está bien. Leer un libro, usar el teléfono, mirar una serie o simplemente tener nuestros momentos de ocio sin hacer nada (que también son necesarios), son actividades que también ayudan a pasar el rato pero no se asemejan a los beneficios que tiene el ejercicio físico. La actividad física libera dopamina (la hormona de la ansiedad), agudiza el pensamiento, mantiene nuestros músculos en movimiento, nos re oxigena y también nos permite dormir mejor, algo que trascendental en esos días de encierro en donde los horarios del sueño se corren y se interrumpen por la falta de gasto calórico. Haciendo ejercicios el tiempo se nos escurre mientras utilizamos nuestras reservas y las transformamos en energía positiva. Ni hablar de su respuesta a los momentos más difíciles que pueden tener estos días de confinamiento: la actividad física sirve para desechar todo sentimiento negativo y canalizar emociones.

Contacto con la naturaleza

En todos estos días de cuarentena aprendí que la ansiedad no se domina prohibiéndonos de hacer cosas que nos la provocan, sino que se elimina —o apacigua—, con un equilibrado dominio de todo lo que hacemos, desde redes sociales hasta ejercicio físico. Y que el contacto con la naturaleza, ya sea tocar un árbol, hacer huerta, mirar un documental o una película que contengan imágenes de ella, ayuda y mucho. Nos ayuda a entender cómo funcionamos y cuáles son nuestros miedos, a disminuir la ansiedad, a transitar mejor nuestro enojo y por supuesto, a apreciarla un poco más para cuando podamos volver a disfrutarla y a cuidarla.

Trabajando durante la pandemia

La pandemia del COVID-19 tiene otro costado para mi. En mi trabajo regular como responsable de prensa y comunicación del municipio en el que vivo, más que nunca tengo que estar enfocado al 100% en esa tarea, que implica no solo elaborar y aplicar una estrategia de comunicación en medio de la crisis, sino también como ciudadano, a cuidar a mis vecinos con otras tareas que no acostumbraba; y que a su vez ocurre en medio de una situación inesperada, de incertidumbre y con múltiples aristas, desde lo sanitario a lo económico. Intento que estos días pasen de la mejor manera, aceptando la realidad también en este aspecto. Me cuesta mucho poder desconectarme de mi trabajo, pero a base de ejercicios como este, el de escribir, canalizo la presión que esa tarea demanda. No todo es obligaciones: cada tanto puedo escribir o grabar podcasts en mi sitio The Fartlek con la ayuda de Estefania, y eso nos divierte mucho, y ayuda a pasar el rato también.

Resiliencia

Los seres humanos somos animales de costumbre y por más cuarentena que nos impongan o mayor conciencia tomemos de ella, fuimos acostumbrados desde que nacimos a vivir en libertad de espacio, en soledad o relacionándonos con otras personas, tendemos a salir afuera siempre por sobre quedarnos un rato quietos y adentro. Vale la metáfora. Es momento de acostumbrarnos a las nuevas reglas, por lo menos hasta el día en que se levanten (los estudios estiman que el confinamiento parcial y el distanciamiento social durarán por muchos meses en todo el mundo). El proceso puede ser más o menos doloroso según el contexto, las costumbres y la realidad de cada uno, de cada pueblo. Aceptarlo y abrazarlo sin intentar luchar contra ese proceso es un camino efectivo para poder pasar este momento.

Que tu cuarentena sea la tuya y la de nadie más

Todo lo escrito arriba son apenas consejos. Lo importante es que todos descubramos la mejor forma de pasar esos días y eso no necesariamente implica seguir una regla. Más allá de compartir esta cuarentena con mi compañera, cada uno la vive de forma distinta y nos respetamos. Tengo días en los que siento que fluyo, y otros en los que me siento muy ansioso, preocupado, con las emociones a flor de piel y sin poder manejarlas “correctamente” (No hay manual para administrar las emociones). Al comienzo, como nos pasa a la mayoría de los seres humanos, tengo la tendencia a querer ir contra eso, una y otra vez. Luego entiendo una vez más que, al igual que con un maratón o con otra situación complicada en la vida, debo acompañar el momento, que no puedo cambiar nada de lo que no puedo controlar. Para algunos se trata de contar los días que llevamos en cuarentena, para otros la técnica será dejar de contarlos, y así habrá cientos de miles según cada uno. Cada uno lo vive como quiere y como puede.

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George Blanco

Periodista, comunicador político, escritor. Atleta y maratonista aficionado. Abrazo los fracasos agudos para las ganancias crónicas.