El paraíso de los perros
En el paraíso de los perros no hay prohibiciones. Hay vía libre para que cada uno haga lo que le hace feliz.
Hay colas que se mueven y perros que corren de acá para allá. Hay juguetes, comida y felicidad.
Los miércoles va el piletero y el jardinero. Les podes ladrar. Nadie te va a encerrar y el paraíso va a estar protegido por vos.
Tal vez no te acuerdes, pero de cachorro rompias medias, remeras y camisas. Vas a tener todas esas cosas también.
En el paraíso los problemas no existen y gracias a eso vas a poder correr de nuevo. Asustar pájaros o correr a perras como Balanta. Ella no va a estar pero te vas a divertir igual.
Va a haber muchos alambrados puestos a tu disposición para que los rompas, los saltes o los evadas a tu manera. Al día siguiente estarán arreglados para que vuelvas a hacerlo.
El amor no te va a faltar, porque en el paraíso cada uno recibe lo que da. Y siempre diste amor.
Vas a tener mucho queso, pero sin remedios adentro. Al igual que todos los domingos un encargado que te haga un asado, de esos que a vos te gustan.
Nadie se va a enojar si te metes a la cocina y te comes un kilo de milanesas crudas, sí rompes adornos con tu cola o si haces un pozo. Vas a hacer lo que vos quieras.
El paraíso es la mayor muestra de libertad posible, y vos sos un perro que siempre buscó ser libre. Tal vez lo encontrabas de a ratos. Pero volvías a estar encerrado entre 4 rejas porque no te dejábamos escapar.
Probablemente nuestro mayor miedo era que te vayas y encuentres en la libertad una mejor vida.
Ya no vas a tener que escaparte. Vas a ser libre. Y por suerte, vas a ser muy feliz.
No más agujas, ni pastillas. Andá Enzito, disfruta de la libertad y volvé a correr como cuando eras un cachorro que ya nada ni nadie te lo va a poder impedir.
24/03/19