Anacrónica de una escena: las noches en CUU

Anacrónicas de Guso
14 min readJan 4, 2015

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12 de diciembre de 2014

Todavía suena “Ósmosis” de II en el auto cuando lo estaciono en la Privada de Corregidora a media cuadra de la Avenida Universidad. Esta noche II, Maw y Matildas se presentan en Don Burro como actos convocados para la posada del sello chihuahuense Futuro de la Economía; aunque de posada lo único que tiene el evento es que se realiza en diciembre. En el traslado al foro escuché alternadamente grabaciones de II y de Maw.

Cartel del evento diseñado por Sebastián Gallegos.

La acera frente a Don Burro está ocupada por personas que fuman y conversan. Seguramente no saben que podrían estar disfrutando sus cigarrillos en la terraza del bar sin tener que dejar encargadas sus cervezas adentro. Esa terraza y trillados comentarios como “¿Vas a salir del clóset o por qué vas ahí?” son el legado que dejaron los años que Don Burro funcionó como bar gay.

En la entrada saludo a Juan Pablo de Maw y a Marco de II. Les llevo doce años de edad, como a muchos integrantes de otras bandas a las que suelo acudir a ver en vivo. Sin embargo, siempre me reciben con cierta festividad. No estoy seguro de lo que soy para ellos: si el viejo sabio de la tribu o el tío borracho y divertido. Quizá sea ambas cosas. Entro a Don Burro y corroboro que la concurrencia está mayormente compuesta por personas como Juan Pablo y Marco, pero también distingo a algunos amigos con quienes ya en 1998 compartí foros –incluso este foro, el Don Burro–, gente “de mis tiempos”, dirían algunos, aunque yo prefiero pensar que el tiempo es uno solo y es el mismo para todos.

Apretones de manos seguidos de choques de hombros, besos en las mejillas con abrazos someros. Invito a Jesús a fumar a la terraza y se nos une un par de amigos más. Lo normal es que en estas fechas estemos apretujados alrededor de un calentón para exteriores, tiritando con los cigarrillos sostenidos entre dedos azulados. Pero este año, y en especial esta noche, el invierno no ha querido calar. Ellos llegaron más temprano y me cuentan que las bandas discutieron por el orden de las presentaciones. Me imagino que hay cosas que no cambian: nadie quiere abrir porque la gente no ha llegado y nadie quiere cerrar porque muchos se habrán ido para entonces. En esta ocasión Maw se quedó con el turno de en medio. II se encargará de cerrar y muchos esperaríamos lo que fuera para verlos, ya que esta misma tarde anunciaron en Facebook que será su última presentación, que se disuelven.

23:10

Se escuchan los ruidos de instrumentos afinándose y sí, uno dos tres, sí uno dos tres, lo que anuncia que Matildas está por iniciar. En realidad no sólo no los he escuchado antes, sino que fue apenas cuando los vi anunciados para este evento que supe de su existencia. Debo llevarles más de doce años.

En Matildas son cinco: dos guitarristas, el bajista, el baterista y el vocalista. El del bajo toca con la mano derecha doblada en un ángulo recto para dejarla colocada sobre el instrumento que lleva prácticamente en el pecho. El vocalista luce pequeño, delicado, pálido. Tiene orejas puntiagudas como duende y lleva una camiseta roja emulando el atuendo de la Mujer Maravilla. Durante la presentación se quita y se pone una chamarra negra de cuero en cuya espalda pegó con cinta una fotografía en blanco y negro de algo que no alcanzo a distinguir. Matildas toca un punk furioso e intenso que me recuerda a Refused. Su ejecución es impecable, algo extraño de encontrar en el género. El sonido del bar es muy nítido y distingo con claridad las líneas de cada instrumento y los alaridos del cantante, quien brinca, se sacude, cabecea y afrenta al público. Pero como muchas otras bandas, Matildas rompe la intensidad de su espectáculo rellenando los silencios entre canciones con saludos y chistes bobos.

Me aproximo al escenario para ver a la banda más de cerca, pero ahí adelante los muchachos se avientan y golpean eufóricamente unos a otros, así que me quedo unos metros atrás. El vocalista dice Eh, cuidado, no le peguen a las morras y luego él le pega a la guitarra de su compañero para hacerla sonar. Pasa a mi lado Izra, a quien conozco desde que nuestras bandas tocaban juntas a finales de los noventa. Esta es mi banda local favorita, me dice antes de perderse entre la gente más adelante. Le envío un mensaje de Whatsapp. El texto dice “El vocalista es el Ramoncito de los Millenials”.

1998

Rojas y Hec habían formado parte de Baas, un grupo con fuertes influencias de Fobia y que muchos pensamos sería la Primer Gran Banda Chihuahuense. En 1998 se preparaban para iniciar su propio estudio de grabación y Hec me llamó una tarde para decirme que iban a grabar a una banda al siguiente día, una banda que estaba haciendo algo que nadie más hacía en la ciudad. La banda era Mammuth y la grabación se llevaría a cabo en el Forasteros, un bar con forma de cabaña campestre casi al final de la Avenida Independencia.

Los bares de día son horribles. Y lo eran más en los noventa: al hedor de cervezas tiradas y miados acumulados en los baños se sumaba el humo encerrado de la noche anterior y los asientos en los ceniceros. Así encontré el Foras con Hec, Rojas y Mammuth adentro. Conformado por Izra, su hermano Tan, Luis, Memo y Ramoncito, el grupo ensayaba sobre el escenario. El vocalista desgarraba gritos que estaban entre el rap y la guturalidad sobre poderosos fraseos de guitarras afinadas en dropped D. Entonces yo todavía no conocía a Deftones ni el movimiento que luego encabezarían Limp Bizkit y Linkin Park, así que lo que sucedía ese medio día en el Foras me pareció salvajemente atrevido.

Mammuth en vivo en Don Burro (circa 1999).

En el bar sólo estaban Hec y Rojas conectando el equipo y yo sentado en la barra vacía mirando, pero Mammuth tocaba con toda su energía y Ramoncito brincaba, gesticulaba y se arrastraba como si estuviera frente a una multitud. Rubio y pálido, a Ramoncito se le notaba el azul de las venas en el rostro enrojecido y los brazos. En los nudillos de la mano derecha se había escrito “punx” con una pluma. En 1998 ninguno de los músicos que yo conocía en Chihuahua tenía tatuajes.

El estudio de Rojas se encargó de prácticamente todas las grabaciones de las bandas de la ciudad desde 1998 y hasta la llegada del Cool Edit.

2013

Matildas finaliza su intervención y obsequian calcomanías, discos y me parece que hasta cortesías para algo. Pido otra cerveza y regreso a la terraza, donde saludo a Meme y le encargo un hot dog. De 1991 a 2005 Don Burro fue administrado por Elder. El lugar era sucio y oscuro y el escenario, cubierto por una tela negra a manera de telón, ocupaba todo el fondo del local. En los noventa casi todos los antros de Chihuahua presentaban música en vivo con grupos que interpretaban éxitos comerciales de La Cuca, Caifanes, Pearl Jam, Guns N’ Roses y hasta Timbiriche. Pero las bandas que se presentaban en Don Burro tocaban su propio material, composiciones originales. Chava, un señor de pelo gris recogido en una cola de caballo, sacaba las caguamas de una hielera inmensa y las repartía sobre la barra de cemento y ladrillo. Cuando el bar cerró en 2005 se escucharon los consabidos Es el fin de una era y demás.

Pero en 2006 Don Burro volvió a abrir: mantuvo el nombre, se agregó un arcoíris al logotipo y a la descripción se le puso “De ambiente”. Esta etapa duró hasta febrero de 2013 y durante la misma el bar se expandió hacia el techo, donde se colocó un tejabán para dar forma a la terraza.

En diciembre de 2013, Meme e Iván, músicos cuyas primeras tocadas habían sido en Don Burro en los noventa, reabrieron el bar y volvieron a dedicarlo al rock.

00:20

Meme me entrega el hot dog y me acomodo en la barra de cemento y ladrillo, desde donde veo a Maw. Descubro que en esta posición el sonido es superiormente mejor que adelante: hay dos bocinas colocadas en la viga que atraviesa el techo a la mitad del local y la música que de ahí sale es más clara e igualmente potente.

Maw agrupa a casi todos los asistentes alrededor del escenario. Son los mismos asistentes que hace unos minutos se empujaban viendo a Matildas, pero parecen otros: el público de Maw está poseído, son una comunidad reunida para orar. Las cabezas con cabello rizado de Juan Pablo y Elías, guitarristas de Maw, se mueven como meciendo a alguien, a algo. Me gustaría ver más de cerca y apreciar cómo pisotean los pedales para pintar la atmósfera a su alrededor. Al cantar, Elías declama un sermón: levanta los brazos con las palmas hacia arriba, dirige su mirada hacia el público y luego hacia el techo, aunque evidentemente está viendo más arriba todavía. Canta Dicen que vienes de lo alto, que no sabes a dónde ir. La gente alrededor de Maw canta con ellos. Algo que indudablemente ha aportado la Internet a la música independiente es que ahora quienes acuden a las tocadas se saben las canciones. Suena la enérgica “No sé qué pedo con mi alma” y comento que algo que admiro de Juan Pablo y Elías es que, siendo virtuosos de sus instrumentos, se permiten hacer progresiones sencillas de tres acordes cuando eso es lo que la canción necesita, como sucede en este tema.

Maw en vivo en la Posada de Futuro de la Economía.

La música de Maw se logra a través de capas: montan sonido sobre sonido y luego añaden voces sobre voces, todo en armonía y sin dejar de sumar hasta que la canción explota. Agradezco que el equipo de sonido y la ecualización me permitan disfrutar esta noche a Maw como nunca.

01:00

Termina la intervención de Maw y apagan la figura de gato que siempre ilumina psicodélicamente sus presentaciones. Por lo general el gato me molesta, pero esta noche por primera vez me pareció que los visuales aportaron a la presentación. Además, muchos de los asistentes llevan camisetas con el gato de y otros tantos con el logotipo de Et, otra banda de la que Juan Pablo y Elías también forman parte.

De nueva cuenta subo a la terraza y converso con Izra. El tema de la plática es la música pero lo abordado es muy amplio. Hablamos, por ejemplo, de lo difícil que es mantenerse a la vanguardia en música cuando pasas de los treinta años. Mi teoría es que se tiene menos tiempo para dedicarle a la música nueva porque ese tiempo debe repartirse entre más discos entrañables que se han acumulado a lo largo de los años. Hablamos de los nuevos formatos y de cómo ahora es posible descargar cientos de canciones en un par de horas, lo que puede degenerar en una escucha acelerada y desatendida. Recordamos que hace diez años teníamos que leer en alguna entrevista que Thom Yorke recomendaba a DJ Shadow y entonces íbamos a Melómano en la Ojinaga y 5ta a encargarle el disco a Rodolfo –dejando el 50% de anticipo–. Luego de un par de semanas nos entregaban el álbum, cuya música recibía toda nuestra atención durante varios días o incluso semanas. Hablamos también de que madurar en la música es complicado para todos los grupos, en los que tocamos y los que admiramos, ya que por un lado se trata de no caer en vivir sólo de los éxitos del pasado y dejar de producir música nueva, pero también debe evitarse ese lastimero renegar de los temas populares y negarse a tocarlos, como borrando el pasado, como avergonzados de haber escrito un hit. Dije que Metallica se ha convertido en una banda de tributo a Metallica.

La expectativa de vida de las bandas locales es drásticamente más corta que las de Radiohead o Metallica, pero madurar también es complicado para ellas. Matildas acaba de impactarme con la potencia de su presentación e Izra insiste en que son el mejor acto del momento. Yo temo que la intensidad sea cosa de una vez y que podría pasarles lo que a Gay Duo.

2010

En 2010 a Chihuahua le sobraban balazos y le faltaban bares. Los foros eran pocos y rara vez contaban con suficiente formalidad como para tener un escenario construido y equipo de sonido fijo. Las bandas tocaban en cualquier rincón de cualquier local, generalmente sólo con sus amplificadores. Aquel verano, Gay Duo se presentó en el patio interior de la vieja casona que había sido adecuada como el bar Bunggalo. El local estaba amueblado y decorado para funcionar como lugar de reunión de señoras, pero en el patio habíamos improvisado un buen espacio en el cual reunirnos a tomar cerveza, fumar y escuchar música. Gay Duo estaba conformado por los primos Machano, en la batería, y Birdy, en la guitarra y voz, así como por un amplificador para guitarra más grande que un frigobar.

El estruendo de Gay Duo venía siempre coreografiado por los desmanes de los primos: Machano golpeaba su batería con odio y Birdy se valía de un cable muy largo para moverse por todo el lugar mientras con los dedos arrancaba furiosas líneas a su guitarra. Aquella noche vimos cómo de pronto Machano se levantó de su banquillo, alzó la base de un platillo y se la entregó junto con una baqueta a una de las chicas que miraba de cerca. La asistente se unió al estruendo golpeando el platillo. De pieza en pieza, Machano fue repartiendo el resto de la batería entre los asistentes. El público gritaba y aplaudía con cada movimiento. Luego, el baterista comenzó a recoger sus tambores y platillos hasta que terminó con la batería nuevamente armada en el extremo opuesto del que originalmente había estado. Retomó la canción que Birdy no había dejado de tocar y la presentación continuó con una euforia pocas veces vista antes entre quienes asistían a las tocadas.

Birdi en la Avenida Independencia (circa 2010).

Semanas más tarde, Gay Duo se presentó en un bar de la planta alta de la esquina de Independencia y Canal. Aunque el lugar ni siquiera era propiamente un bar: era una especie de adhesión que estaban realizando a un lugar de música electrónica. Ahí, en obra negra, sobre el concreto y rodeados de blocs, Gay Duo comenzó su presentación. Hacia la mitad del set Machano repitió la movida de la batería. Desde luego que jamás será olvidada la ocasión en que Gay Duo terminó tocando sobre la Avenida Independencia –que todavía atravesaba el Centro Histórico sobre la superficie– frente a La Casa de las Ánimas, pero el asunto de repartir y reposicionar la batería se volvió rutinario y el entusiasmo que generaba decreció hasta desaparecer. Gay Duo continuó con una fugaz carrera en la que incluso sorprendieron a Austin tocando en las calles durante el South By Southwest.

01:50

Izra sostiene que ha visto a Matildas en varias ocasiones y que el impacto se mantiene. Pero es momento de regresar junto al escenario para alcanzar a la última banda de la noche en la última presentación de su efímera carrera.

El bar se ve lleno pero desolado. Supongo que cien borrachos ocupan menos espacio que cien sobrios. II está sobre el escenario y me coloco en una mesa vacía sobre una especie de templete desde donde puedo ver bien. Quienes hayan ocupado la mesa antes o tuvieron que irse repentinamente porque sus papás los llamaron o se acercaron rápidamente al escenario a ver a la banda: dejaron sus cervezas a la mitad. Desde mi palco aprecio la intervención de II como un padre que disfruta a sus hijos en la juguetería, disfrutando viendo a otros disfrutar. Meme se sienta a mi lado y observa conmigo.

II en vivo en la Posada de Futuro de la Economía.

II llena el bar de sonido. Su intervención es fluida, libre, como una improvisación. Ya que su música es instrumental, podría decir que II es una banda de post-rock. Sin embargo, su intención no es inspirar ni conmover, sino incitar a la fiesta, al baile. Y eso es precisamente lo que hace la gente abajo del escenario: las mismas personas que conformaron el eslam con Matildas y la comuna delirante con Maw ahora se entregan al baile provocado por el rock de II.

Quitando la pequeña rasta que nace de la nuca del baterista, los de II difícilmente parecen integrantes de una banda de rock. Marco, en la guitarra, es un tipo que sobresale –literalmente– por su estatura, y con su sudadera verde de gorro parece un maniquí de The Gap. El bajista es como el practicante de sistemas de algún despacho de contadores. Pero ambos lucen imponentes con sus guitarra Standard Telecaster uno y su bajo Thunderbird el otro. Se ven y suenan poderosos sobre el escenario.

Atentos a la presentación de II, Meme y yo coincidimos en que es maravilloso cómo las bandas locales ahora tienen fans. Quienes asisten a las tocadas se saben las canciones, llevan puestas las camisetas de los grupos y se aglomeran alrededor del escenario cuando empiezan a tocar. A la vez, cuando estos ídolos terminan su intervención y bajan del escenario vuelven a ser uno más de la comunidad. La sacralización funciona sólo cuando su música está sonando, ya sea en el escenario de un bar o en Bandcamp.

2003

Entre 2001 y 2007 Meme fue el baterista de Roi. El trío lo conformaba con Luis –el de Mammuth–en la guitarra y voz y, en su alineación más recordaba, por Tania en el bajo. La exintegrante de Mafaldas fue luego sustituida por Carlos el de Marcado de Eso y finalmente por Jacobo.

Portada de “Napalm y semen”, álbum de Roi. (Disponible para descarga).

La primera vez que vi a Roi me abrumó la fuerza de su interpretación, haciendo un grunge crudo y con una presencia escénica sincera e intensa. Es común ver en la televisión a bandas golpeando sus instrumentos, cosa que debe ser fácil cuando se cuenta con patrocinio y decenas de instrumentos de repuesto para tocar y destrozar al otro día. Pero ver a Luis y a Tania estrellar los suyos uno contra otro y a Meme tirar su batería causaba un impacto muy diferente. Si hubo una banda que durante la década pasada logró formar un séquito de seguidores que se sabía sus canciones y que pegaba calcomanías de su logotipo, esa banda fue Roi. Pero Meme y yo coincidimos en que jamás nos hubiéramos imaginado ver algo como lo que vemos esta noche.

02:20

En el escenario II está a punto de volar a los bailantes. Cómodamente sentado con los pies arriba de un banco, pido un tequila. Debo ser el único que haya ordenado uno esta noche. II cierra el evento y reparte discos a quienes están más cerca de la tarima del escenario. No quiero desperdiciar la oportunidad y me acerco, pero cuando llego el telón ya fue cerrado. Jalo la tela y grito Marco, ¿te quedan discos? y Marco me entrega un empaque de cartón que por un lado tiene cortado el nombre de la banda y por el otro lleva en relieve el título del EP, Hanam. Al otro día me daría cuenta que ni mi computadora ni mi auto tienen reproductor para discos compactos, así que compré la grabación en Bandcamp. Igual me da gusto haberme quedado con el souvenir.

02:50

En una escena de Fight Club, el narrador menciona que Tyler Durden, líder del club, camina entre la oscuridad formando parte de la multitud sin sobresalir del resto. Así también veo a Amable en Don Burro. El músico y productor chihuahuense se ha convertido en el cabecilla de cierta escena musical en Chihuahua. A través de Futuro de la Economía distribuye la música de diversos proyectos del norte de México y produce eventos que van desde sencillas noches para escuchar música de su computadora en la azotea de un bar hasta ocasiones con organización más formal como esta posada. Antes de salir me despido de Amable, quien me recuerda que el siguiente fin de semana habrá una segunda y tercera posadas con Traplords, Shotgun, Dánala, Et, Parábolas del Bosque y Dromedarios Mágicos.

De regreso en casa escucho un pi permanente en cada oído y mi ropa apesta a humo de cigarro, mientras comienzo a decidir a cual de los siguientes eventos acudiré, si al del viernes o al del sábado.

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