¿Cómo ‘Radical Candor’ ha ayudado en mi vida profesional? (Primera parte)

Gustavo Santillán Gordillo
7 min readFeb 5, 2022

--

Una de las últimas lecturas que he completado es ‘Radical Candor’ de Kim Scott, un libro que recomiendo totalmente y quería dedicar este primer artículo al por qué y cómo ha abierto mi perspectiva del liderazgo de muchas formas.

Una de las ideas fundamentales de todo el libro radica en ser genuinamente humanos en nuestro día a día en el trabajo, lo cual implica entender y empatizar con nuestros equipos en todo lo que estén viviendo: personal y profesionalmente. Con esto, aceptar que cada persona que tiene una historia detrás y varias situaciones en casa, familiares, relaciones, aspiraciones que lo rodean y claro está que pueden influenciar a actuar de ciertas maneras. Esto rompe totalmente con algunos mantras tradicionales que seguramente has escuchado o has vivido en alguna empresa los cuales señalan que uno debe “tragarse” eso y solo trabajar, porque para eso es que a uno lo han contratado. Aquí hay una cita del libro que lo refleja perfectamente:

“Part of the reason why people fail to care personally is the injunction to ‘keep it professional’. That phrase denies something essential. We are all human beings, with human feelings, and even at work, we need to be seen as such.”

Como líderes, nosotros somos responsables de entregar resultados. Y nosotros no hacemos eso solos, no nos cargamos el trabajo de todos (si lo haces, no estás yendo por un buen camino y vas a dirigirte a un buen burnout), sino guiamos a un equipo de personas para hacerlo realidad. Bajo ese precepto, ¿Cómo piensas lograr resultados si tienes un equipo desmotivado — que está pasando por miles de situaciones en casa, enfermedades, etc — y tú demuestras que ni siquiera te importa?

Quiero ahondar un poco más en esto por las experiencias pasadas que yo tuve, no como líder, sino del otro lado y contarles cómo esto ha influido en mí.

Viendo desde otra perspectiva: Mi primer líder

En el 2017 ingresé a Belcorp como practicante con muchísima emoción por pertenecer a una gran corporación y en un área muy retadora. Al ser de mis primeras experiencias laborales, tenía pánico de hablar en público a foros donde habían jefes o gerentes (incluso internacionales, ya después les contaré un poco más de cómo logré vencer esto). Eran foros en los que yo tenía que liderar toda la presentación, y que reconozco totalmente que no los hubiese podido llevar bien si no hubiese sido por el soporte y acompañamiento de mi jefe, quien actualmente es de mis grandes y más queridos amigos.

Un pequeño ejemplo de cómo podía verme en una de estas reuniones. Imagen de iStock

Cuando me lo presentaron, muchos compañeros hablaban de lo “buena gente” o “buen tipo” que era, yo la verdad estaba bastante emocionado y a la vez confundido por estas referencias tan positivas. ¿Qué significa ser “buena gente” en el trabajo?¿Acaso no me exigirá nada? ¿Es súper relajado? ¿Realmente velará por mi crecimiento o solo le importará ser el bueno entre todos?

Obviamente estas dudas no las trasladé a nadie, pero rápidamente noté algo característico de él. Para iniciar muchas conversaciones que teníamos, siempre escuché por parte de él un sincero: ‘Hola Tavo, ¿cómo estás? ¿cómo va todo en la Universidad?’. Creo que ante esto, la respuesta automática que muchos hacemos es un ‘Muy bien, ¿y tú?’ Y realmente lo tomamos más que nada como un formalismo. Sin embargo, a diferencia de muchísimas personas, siempre noté la verdadera preocupación por una respuesta sincera a esa pregunta, él se quedaba esperando y mirando atentamente mi respuesta. Créanme, para mí era complicado porque nunca había tenido una experiencia así, había pasado por una empresa donde mi jefe solo sabía mi nombre y dónde había estudiado (sí, incluso son datos que solamente se los dije o vio en mi entrevista). Poco a poco fue que terminé confiando mucho de mi vida — aspiraciones y preocupaciones — a mi jefe.

Dentro de las primeras conversaciones que tuve hablamos acerca de mi plan de carrera: responder a qué quisiera lograr en este año y de aquí a unos años. Como practicante, lo que siempre esperaba era crecer en la misma empresa para ser asistente y luego analista, esa parte yo la tenía clarísima. Pero algo que también transmití, es que yo quería liderar equipos en unos años y claro está, no quería que mi issue de comunicación sea bloqueante para eso.

Desde ahí trazamos un plan, en el que él se comprometió a exponerme a espacios en los que podía “soltarme” un poco más y poner más en práctica la seguridad al momento de comunicar para que no haya dudas cuando se abriera una posición para crecer en el equipo. Incluso, me recomendó un par de talleres (pero esto lo dejaremos para luego). Lo que siempre valoré fue que me acompañó a varias reuniones y siempre al final de las reuniones me comentaba cómo le había parecido mi presentación — una práctica que hasta ahora, también sigo para con las personas con quienes trabajo. Pero lo mejor es que sabía que podía ser yo y me sentía en plena confianza para no quedarme callado cuando algo no me parecía, o incluso cuando sabía que las cosas no estaban yendo vs. el esperado, porque el mismo entorno me fomentaba a hablar y así poco a poco “soltarme” más.

Y un tiempo después, yo justo estaba a puertas de acabar la universidad y claramente estaba buscando ese ascenso. Siempre en las sesiones 1:1 le preguntaba de esto, y si había escuchado de alguna oportunidad en el equipo o la gerencia donde trabajábamos. Tuve la suerte de participar en uno, donde lamentablemente no quedé seleccionado pero llegué hasta las finales, sin embargo otras personas lo hicieron mejor que yo y pues, por algo pasan las cosas. Sin embargo, unas semanas después se abrieron un par de oportunidades nuevas.

Previo a estos procesos, fuimos a una sala en la que me conversamos sobre el nerviosismo y me dio consejos sobre cómo afrontar procesos de selección, incluso simulamos con típicas preguntas que él ha enfrentado. Una vez que los apliqué, me ayudaron a obtener no solo una, sino ambas ofertas laborales. Mi jefe y yo estábamos muy felices, él personalmente me llamó apenas lo supo porque yo ya estaba fuera de la oficina y no podía agradecer más lo que había significado su apoyo en todo el tiempo. Incluso, tenía miedo porque iba a pasar a tener nuevos líderes, pero sobre eso ya hablaremos en otro artículo.

¿Qué resalto de todo esto?

No es para nada contarles mi historia de ascenso. Sino resaltar el impacto que pude tener y el factor clave que me ayudó a hacerlo realidad: mi líder. Aquí les comparto lo que más resalto de esto:

  • Crea un vínculo de confianza: En este tiempo, algo clave que debes realizar con las personas que tengas la oportunidad de liderar es crear un vínculo de confianza que les permita realmente ser auténticos en el trabajo. No se trata únicamente de colocar ‘Somos auténticos’ como un valor en la cultura de la empresa o del equipo, se trata de vivirlo y fomentarlo también con tus actitudes y comportamientos. En mi caso, esa genuinidad para saber cómo estaba yendo ayudó muchísimo, y es algo que marcó la diferencia. Sin un vínculo adecuado, muchas personas no logran sentir un ambiente en el que podía opinar libremente, y menos compartir con total libertad cuando las cosas no van bien.
  • Co-crea su desarrollo: Con ese vínculo de confianza, vas a poder poder co-crear un plan de desarrollo de la persona, y coloco aquí el co-crear porque no es para nada imponer algo que has leído o visto en algún artículo como el mejor path para cualquier rol. Se trata de escuchar e interiorizar los planes de la persona para encaminarlas hacia su mejor versión y acercarlas a sus metas. Si mi jefe no hubiese conocido a qué aspiraba más allá de ser contratado, no hubiese entendido la importancia que yo le daba a mejorar mi comunicación y no me hubiese expuesto a la cantidad de espacios que tuve. Estoy seguro que sin ellos no hubiese logrado ascender.
  • Retroalimenta al instante: Después de una reunión en la que ves oportunidades, no esperes en dar feedback. No se trata de agendar una sesión 1:1 cada 3, 6 meses o un año para decirle las cosas que has visto hace muchísimo tiempo, se trata de tomarse unos minutos, 2 a 3 máximo, para hablar y ser directo en lo que has identificado y posiblemente, en recomendaciones o un plan de acción en el que ambos estén de acuerdo para solucionarlo. En mi caso, siempre fueron esas conversaciones al final de cada presentación que tuve con mi jefe las cuales me ayudaron a cada vez dirigir y enfocarme más en las debilidades que encontraba.

Si bien es cierto, ahora como Product Manager no soy el “jefe” directo del squad con quien trabajo, me gusta poner en práctica esto para que las personas del equipo se sientan con la entera confianza de ser ellos mismos y ser transparentes en todo momento. Cuando alguien no se siente a su 100%, cuando se les escucha preocupados, cuando algo no les parece sean completamente abiertos a comentarlo. Y esto, sobre todo porque con la virtualidad, hemos perdido ese contacto directo que previamente se podía tener en la oficina donde era más notorio observar comportamientos. Pero esto no quita que puedas tener espacios para conocer a lo que aspiran como personas y así ayudarlas con lo que esté a tu alcance. En mi caso, esto significó más espacios para soltarme, quizás para otra persona sea un nuevo proyecto o responsabilidad que le puedas confiar. Esto, solo puedes saberlo conversando y empatizando con él/ella.

Solo pregúntate:

  • ¿Cuándo ha sido la última vez que realmente te has preocupado por el bienestar de tu equipo? O realmente solo has preguntado en automático
  • ¿Conoces bien a qué están aspirando en adelante? ¿Sus motivaciones de por qué están trabajando en el rol en el que están?
  • ¿Cuándo ha sido la última vez que les has dado feedback?

No soy un experto en liderazgo, solo quería compartir lo que para mí es un perfil de líder que me gustaría seguir y que estoy seguro que muchas personas valorarían. En un siguiente artículo abordaré un poco más de otra dimensión que enseña el libro.

Agradezco a mi novia, Angela Márquez por alentarme a compartir y escribir.

También a Diego Olcese, por haberme facilitado y alentado a completar este libro, sin duda es una joya que espero toque a más líderes para ayudarlos en su día a día.

Y principalmente a Ricardo Morales, por ser ese líder en su momento y ahora gran amigo que me ayudó muchísimo en mis primeros años.

--

--

Gustavo Santillán Gordillo

Fiancé to Angie, father of 2 dogs and Product Manager at Crehana. Always learning and trying to help the world become a better place to live and work.