Reflexiones para la juventud

Henry James Faarup Humbert
7 min readNov 5, 2017

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Tengo el honor de inmortalizar y diseminar un discurso de mi abuelo, Federico Humbert. Tenemos que aprender de la sabiduría de los grandes personajes.

Por: Federico Humbert

Hace unos meses, el colegio al cual asisten la mayoría de mis nietos me invitó a pronunciar el discurso de graduación para los muchachos que ese día recibían su diploma. Me sentí sumamente honrado por esta distinción y por la oportunidad que se me presentó para compartir con ellos algunas reflexiones que consideré podrían serles de valor en esa nueva etapa de la vida que iniciaban.

Luego de finalizado el acto, me sorprendió que algunas personas se me acercaron para solicitarme copia del discurso pronunciado. Por ello, se me ocurrió que tal vez usted, estimado lector, también le interesaría conocer estos pensamientos que, aunque sencillos, provienen de lo más profundo de mi ser y me han servido de guía a través de los años.

“…Esta tarde espero poder compartir con ustedes algunas reflexiones que puedan serles de valor en esta nueva etapa de la vida que inician hoy. Nada más quisiera que mis sencillas palabras entren un poquito en sus corazones y las reciban con el cariño y la honestidad con lo que se las digo.

Han cumplido con el reto que iniciaron hace unos doce años, e inmediatamente inician un nuevo reto en la continuación de su preparación académica, siempre en busca de la excelencia. Alcanzar la excelencia es lograr la plenitud de lo que cada ser humano puede dar de si mismo.

No todos tendrán la misma oportunidad de estudiar en las universidades más famosas, ni la facilidad de alcanzar las mejores calificaciones. Sin embargo, todos y cada uno de ustedes tienen la oportunidad de alcanzar la plenitud personal, tanto en lo material como en lo más importante, que es la plenitud espiritual.

Haberse ganado un diploma de este colegio requirió del esfuerzo y sacrificio de sus padres, la tenacidad y paciencia de sus profesores, y la dedicación de la dirección del plantel. Pero, sobre todas estas consideraciones, obtener este documento que los diploma como graduados de esta excelente academia, requirió de la voluntad de ustedes para llegar a esta coma, ni siquiera un punto y seguido, en su preparación académica.

Esta tarde no basta con decir gracias a sus padres, palabras realmente emotivas de agradecimiento a sus profesores y los abrazos entre compañeros de clase. Con la culminación del evento que celebran hoy, ustedes deben reconocer que han adquirido una excelente educación primaria y secundaria, pero también que han adquirido una gran responsabilidad. Recuerden que las oportunidades y la responsabilidad son inseparables; son como dos líneas en un cuadro estadístico: oportunidad y responsabilidad son líneas gráficas que viajan juntas. Mientras más oportunidades hayan tenido, más es la responsabilidad que cada uno de ustedes adquiere con la sociedad en la que viven.

Desde las lecturas bíblicas se nos enseña que al que más se le ha dado, más se le exigirá. De hombres y mujeres como ustedes la comunidad espera muchas cosas buenas para hacer un mejor país… Estoy seguro que harán honra al diploma con tanto esfuerzo han obtenido.

Como me han dispensado la oportunidad de conversarles unos minutos en esta tarde tan importante en sus vidas, quiero compartir algunas reflexiones que quizás llevadas a la práctica puedan serles de beneficio en el futuro.

Mis reflexiones:

Eviten caer la primera vez. Nos cansamos de escuchar a quienes dicen que en la vida “hay que conocerlo todo”… FALSO. Lo que si hay que conocer es todo lo bueno. Sean receptivos en buscar y encontrar las tantas cosas buenas que Dios pone en nuestras manos, y pongamos a trabajar lo bueno que llevamos en nuestros corazones.

Recuerden que caer la segunda vez es más fácil, y ya la tercera se hace costumbre. Este es el caso del empresario que paga una coima por favores recibidos… la primera vez no puede dormir, la segunda es un… “bueno pues, todos lo hacen”… y la tercera se convierte en la forma habitual de hacer negocio. Igual pasa con el político deshonesto, el esposo infiel y podríamos extendernos con muchos ejemplos del diario vivir.

Es preciso tener el carácter para evitar esa primera vez… con el uso de drogas, o el abuso del acohol, o con las relaciones personales. A partir de hoy entran en un mundo universitario en el cual más que nunca de ustedes dependerá lo que quieren ser en la vida y está en sus manos el no caer la primera vez.

No desmayar ante la adversidad. Ante un revés o fracaso, acostúmbrense a levantarse con el rugido del león. Se pueden perder batallas, pero no claudicar y perder la guerra. La vida les enseñará que cuando nacimos no se nos ofreció un camino de rosas. Estas rosas siempre se mezclan con las espinas, y cuando estas espinas nos pinchen, lo importante es levantarse, curar los pinchazos y seguir buscando las rosas.

Busquen el verdadero significado de la palabra éxito. El éxito no se mide por el dinero que se gana o se tiene, ni por los títulos o por el poder que se pueda ostentar. Recuerden que estas riquezas materiales son, al final, citando a Eclesiastés, “vanidad de vanidades”. No se dejen engañar. El éxito se mide por la calidad de persona que alcanzamos ser. Una persona que es un éxito en la vida es aquella en la que los valores puestos en la balanza pesan mucho más que las comodidades materiales.

Así como sus padres se honran en ustedes, hónrense ustedes en los padres que tienen. Ofrezcan a sus padres algo más que pedir, pedir y pedir. Pregúntense: ¿Cuándo fue la última vez que se acercaron a sus padres y, sin más allá ni más acá, les dijeron… “ustedes saben que los quiero”, y les dieron un beso? No crean por un instante que sus padres se preguntarán qué le pasa a éste o a ésta. Posiblemente estarán sorprendidos, sí, pero inmensamente felices. Algún día, cuando ustedes sean padres o madres y un hijo se les acerque y les regale un beso, se acordarán de esta graduación y dirán: “a la verdad que el viejo aquel en la promoción del año 2000 tenía algo de razón.”

Sean justos en la vida. Hay quienes se pasan la vida echándole la culpa al prójimo, a la sociedad, al país, al mundo, a todo lo que los rodea. Sean justos con la vida. No piensen que se lo merecen todo porque en la práctica ha sido así. Se merecen lo que se ganan con esfuerzo, trabajo y buena conducta. Ustedes hacen su propio destino. Sean justos en el trato con los demás y no abusen del prójimo porque las circunstancias de la vida se lo permitan.

La vida es bella, si realmente buscamos la belleza de la vida. Regálense de vez en cuando unos minutos para admirar la belleza que nos rodea. Un amancer nuestro… el crepúsculo que espera con los brazos abierto una noche de luna de enero… la inmensidad del mar… las notas de la imaginación de un genio del pentagrama… los pincelazos del artista… Busquen la belleza que adorna nuestro alrededor. Réstenle un poquito de tiempo a la discoteca y al teléfono, y regálense a admirar la belleza de la vida.

Tengan un sueño o una ilusión. Yo tengo un gran amigo que dice que su felicidad la encuentra en tres cosas: al levantarse en la mañana tener una buena esposa que lo acompaña, tener algo que hacer y tener un sueño. Los sueños son ilusiones que incitan a la imaginación y, por qué no decirlo, retardan el envejecimiento. Vivan el presente y sus realidades, pero acojan con cariño y entusiasmo las ilusiones y los sueños.

La vida no es un concurso de popularidad. El mejor ejemplo es el del político que se empeña en quedar bien con todo el mundo, todo el tiempo. Esta clase de hombre público fracasa en su misión de gobernante. Alcanzar el primer puesto en la popularidad casi siempre exige renunciar o pasar a un segundo plano los principios inquebrantables de la ética y la moral. Recuerden siempre, mis apreciados bachilleres de hoy, que los principios no son negociables, aunque esto los sitúe en un escalón no muy elevado en popularidad.

Nunca, nunca, abandonen la amistad y la compañía de Dios. Hagan de Dios su confidente. El es el juez hoy y siempre de nuestros actos. Es a El a quien le tenemos que rendir cuentas algún día. Hoy la rendición de cuentas es a nuestra conciencia, pero al final de este caminar por la vida, será a nuestro Ser Supremo.”

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