Democracia participativa y real para el fortalecimiento de las instituciones
El sistema político mexicano está configurado bajo la forma de una democracia representativa. A través del voto popular la población decide cada tres años el escenario de quiénes ejercerán la función de la deliberación legislativa y quiénes administrarán lo público desde los gobiernos, tanto el nacional como los subnacionales. Las distintas ideologías políticas sobre las que la ciudadanía deposita su confianza están representadas en los partidos y las candidaturas independientes; éstas como resultado de la crisis de representatividad que los partidos tienen.
Este texto no tiene el fin de criticar la efectiva representatividad de los ideales que agrupan tanto a los partidos como a las las candidaturas independientes.De hecho este texto estará muy lejos de abordar la política electoral. La provocación de estas líneas es la apuesta por la participación de la ciudadanía como mecanismo para la trascendencia de los proyectos políticos en el ejercicio del poder.
Democracia participativa y real
El 2 de Julio del año 2000 celebramos que México por fin había entrado a una democracia madura. A través del voto popular se habría logrado sacar al PRI de Los Pinos después de setenta años ininterrumpidos y vaticinamos un México próspero y justo para el nuevo milenio. A partir de entonces cada que existe una jornada electoral nos enaltecemos al decir que ganó la democracia, y la prueba contundente que nos ofrece es la alternancia de partidos gobernando los distintos espacios del país.
Sin embargo, y a la distancia, creo que en esta narrativa existen dos grandes falacias de esta fantasía electoral. La primera es la electoral. Desde mi punto de vista nunca hemos sacado al PRI de Los Pinos, y mientras no exista una reestructuración profunda del Estado no lo haremos. El sistema político mexicano y sus reglas con las que actualmente jugamos son las que el PRI diseñó, e incluso casi la totalidad de los líderes políticos que encontramos actualmente en cualquiera de los distintos partidos iniciaron su carrera en el PRI. Si acaso lo que se ha logrado a la fecha es reconfigurar los contrapesos de los partidos para el acceso al poder, sin que esto signifique necesariamente una democracia para la ciudadanía. Ya lo decía la Senadora Beatriz Paredes en su intervención de los “Diálogos”, organizados por el Senado y el ASPEN Institute México: “Lo que es muy importante es desterrar la tentación de la restauración del modo priísta de conducir el país, es una enorme tentación porque muchos han sido priístas, esa es su cultura política”, y remató diciendo “… ojalá no comprobemos en este tiempo de la historia de México que todos llevamos un pequeño priísta dentro” .
La segunda falacia son las elecciones democráticas. Éstas sólo son un mecanismo de la ciudadanía para la reconfiguración de las mayorías y minorías dentro de los poderes representativos, las elecciones no son en sí una solución a los distintos problemas del país. Ésta reconfiguración periódica de las ideologías políticas gobernantes permite que se planteen distintas soluciones a las problemáticas de acuerdo al ideario político que representan, que de ser acertadas, permitirán que el partido gobernante en turno pueda seguir ejerciendo el poder hasta el momento que sus propuestas dejen de ser relevantes para las necesidades de la población.
Lo anterior me permite plantear el significado de la democracia participativa y real como el acceso pleno de cualquier ciudadano para ejercer sus derechos políticos a través de sus representantes y las instituciones. No es un reto sencillo, comenzando porque en el México actual ejercer los derechos políticos es un privilegio al que pocos pueden acceder. Basta observar las últimas mediciones del CONEVAL donde 8 de cada 10 mexicanas y mexicanos presentan condiciones de vulnerabilidad o pobreza. Más trágico aún el 49% de las y los mexicanos se encuentra por debajo de la línea de pobreza por ingresos, es decir, la mitad de la población tiene que decidir entre comer, pagar la renta, el transporte, acceder a la salud o cubrir otras necesidades básicas, porque su ingreso no le alcanza para cubrir todas ellas. ¿Cómo es que esperamos que la población pueda ejercer sus derechos políticos si ni siquiera tiene acceso a sus derechos mínimos para subsistir como persona?.
Aquella minoría que pudiera tener las posibilidades para participar se enfrenta ante una gran crisis de confianza hacia las instituciones con las que podría interactuar, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) 2019 muestra a la Cámara de Diputados y Senadores y a los Partidos políticos como las instituciones que menos confianza inspiran a la ciudadanía.
La democracia participativa es una aspiración lejana para México, y está muy lejos de la concepción común de democracia que tenemos como el uso legítimo del poder validado por una votación. Ya no es tiempo de hablar a nombre de los cientos o miles de votos recibidos, debemos de voltear a ver cómo es que estamos representando de manera efectiva la voz de aquellos que depositaron su confianza en nosotros a través del voto, y más aún, cómo es que ejercemos la representación de aquellos a quienes no logramos que lo hicieran o quienes no tuvieron las condiciones estructurales para ejercer ese derecho.
El fortalecimiento de las instituciones
Uno de los Objetivos del Desarrollo Sostenible promovidos por la ONU hacia el 2030 refiere a la Paz, Justicia e Instituciones Sólidas. Fuera de los órganos concebidos desde la Constitución, las instituciones son creadas primordialmente como resultado de la implementación de una política pública del gobierno en turno, o bien, desde la propuesta y deliberación legislativa para resolver algún tema urgente de la agenda pública. En cualquiera de los casos quienes diseñan dichas instituciones son representantes populares que desde la ideología propia de la fuerza política desde donde emanan, pretenden diseñar soluciones que sean efectivas y que puedan trascender los periodos para los que fueron elegidos.
Una institución que trascienda gobiernos, y que perdure su existencia aún y cuando se presente una alternancia de la fuerza política gobernante, es sin duda deseable para poder alcanzar los resultados de largo plazo para los cuales fue diseñada, pero además representa un gran capital político para quienes la propusieron. De esta manera podemos decir algunos ejemplos como que tenemos un Instituto Electoral y un Sistema Anticorrupción gracias al PRI, y un CONAPRED o un CONEVAL gracias al PAN. Así mismo existen instituciones que con el paso de los gobiernos son rediseñadas y que su trascendencia definirá si dichas apuestas de transformación fueron apuestas acertadas como la extinción del Seguro Popular para dar paso al INSABI, o la desaparición del Instituto de la Mujer de Jalisco para convertirlo en una secretaría. En un futuro dichas transformaciones podrán generar o decrementar capital político para quienes las impulsaron.
¿Cómo podemos garantizar la trascendencia de las instituciones creadas desde las distintas apuestas políticas?. Definitivamente no hay una garantía para ello, inclusive la realidad está en constante cambio y exige que se replanteen las políticas para atender cada momento histórico. Sin embargo, diseñar instituciones donde la ciudadanía pueda ejercer sus derechos de participación política facilitará su apropiación y defensa, y por lo tanto, una trascendencia de las mismas. Así lo enuncia inclusive una de las metas del objetivo mencionado: “Garantizar la adopción en todos los niveles de decisiones inclusivas, participativas y representativas que respondan a las necesidades”.
Fortalecimiento institucional a través de la participación ciudadana
Una vez establecida la importancia de la participación ciudadana como un ejercicio pleno de la democracia y una herramienta de fortalecimiento, propongo los siguientes puntos que desde mi perspectiva se deben cuidar en todo diseño institucional para su fortalecimiento desde la ciudadanía:
1. Marcos normativos fuertes. Las instituciones deben tener leyes y reglamentos que les permitan realizar de manera efectiva su propósito para el cual fueron creadas, además de armonizar todas aquellas que faciliten las rutas de interacción y de incidencia efectiva hacia sus contrapartes. Como ejemplos poco deseables tenemos cantidad de recomendaciones emitidas por las Comisiones de Derechos Humanos a las que se les dio trámite administrativo, pero que no desencadenaron en las acciones necesarias para establecer las garantías de no violación y no repetición.
2. Consejos ciudadanos vinculantes. La participación de la ciudadanía generalmente se pretende solventar mediante la creación de consejos ciudadanos honoríficos con voz. Los consejos ciudadanos deben ser vinculantes, que sus observaciones tengan un efecto directo y que sus omisiones tengan consecuencias. La convocatoria para su integración debe de ser amplia, diversa, y no excluyente. Las sesiones del órgano deberán de realizarse por los medios y en los horarios que permitan la participación de cualquier ciudadano sin importar su situación geográfica, laboral o cultural.
3. Diseño participativo de programas. Los programas y soluciones que la institución genere deberán de ser diseñadas en conjunto con la población que será usuaria y beneficiaria de los mismos, la imposición de políticas desde el despacho estratégico poco se identificará con la vida diaria de las personas.
4. Rendición de cuentas. Más allá de la transparencia exigible por ley, cada institución deberá de hacer ejercicios de rendición de cuentas donde expliquen a la ciudadanía cómo es que cumplen con la tarea que tienen encomendada, con información focalizada de las actividades y resultados realizados, así un ejercicio constante de divulgación del conocimiento, siempre con un lenguaje y formatos que puedan ser comprendidos y sean accesibles por la ciudadanía.
5. Uso de datos abiertos. Toda la información generada deberá de estar disponible en datos abiertos, sin agregaciones (en su detalle más desglosado existente) y de fácil acceso. Su consulta debe de estar debidamente documentada detallando el formato de la información disponible, su frecuencia de actualización y su historial de versiones. Se deberá de buscar si existen estándares internacionales para la configuración de los datos, o en su caso procurar su creación. La implementación de APIs (Advanced Programing Interface) para la lectura de sistemas externos hacia las fuentes de datos es deseable, en este sentido el INEGI cuenta con distintas implementaciones que pueden servir como ejemplo .
6. Perspectiva de género. La perspectiva de género debe de ser transversal en el diseño de la institución, sus reglamentos y procedimientos, programas, informes, datos generados, política interna, distribución de recursos, transparencia, etc. Además se deberá de cuidar la paridad en todos los niveles jerárquicos, en los foros, mesas y talleres que se organicen, y en los espacios formales de participación ciudadana. Una institución sin perspectiva de género deja de lado al 51% de la población.
7. Máxima publicidad. La propia existencia de las instituciones no es suficiente, se debe de dar a conocer ampliamente y de manera constante su existencia, sus programas, recursos, beneficios y formas de participación, así como cuidar que toda la información generada para tal propósito sea entendible para la población.
8. Descentralización. Una institución debe de servir a todo el territorio para el cual fue creada, si su incidencia es estatal se deberá de cuidar cómo es que sus programas y apoyos lleguen a todo el estado, pero más aún, cómo es que se va a garantizar que las personas de todo el territorio puedan a participar en los consejos, mesas, foros y los distintos espacios.
9. Internacionalización. La participación en foros y los acuerdos con organismos internacionales, además de ser un método para importar las mejores prácticas, obtener conocimiento reciente y acceder a fondos, permitirá que la institución tenga un reconocimiento de su trabajo y sea un referente desde otros países, asegurando que exista una preocupación internacional por sus resultados y subsistencia.
10. Asignación presupuestal suficiente. Los recursos con los que cuente la institución deberán de ser los suficientes para poder ejercer de manera efectiva el propósito para el cual fue creada, cumplir con todas sus obligaciones y ejecutar estos puntos propuestos para la participación plena de la ciudadanía.
Estos diez puntos son sólo una primera provocación para la transformación de las instituciones hacia espacios en que las personas puedan encontrar una forma de ejercer sus derechos políticos. Derivado de su implementación seguramente se descubrirán nuevas puntualizaciones y ajustes necesarios que desde una perspectiva de democracia participativa, y contribuirán a tener instituciones sólidas que respondan al contexto actual.
Texto publicado en la revista Nobis, número 04, Año uno. Mayo - Agosto de 2020.