Pajaritos y pajarracos*

Ismael Alonso
7 min readApr 17, 2019

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La verdad es que nunca imaginé tener que escribir este texto. Creía que entendía de qué van los medios, los editores y la diferencia entre informar, criticar y promocionar. Pero debe de ser que no, que no sabía nada.

Todo empezó hace poco más de una semana. En mi timeline de twitter empezaron a aparecer multitud de mensajes hablando de un juego: Wingspan. Como la inmensa mayoría de los aficionados al mundo de los juegos de mesa ya conocía la existencia de ese fenómeno. Se había hablado de su aparición, su clamoroso éxito y su futura edición en castellano en múltiples ocasiones y no era, ni mucho menos una novedad para cualquiera del mundillo. Yo mismo había comentado en un podcast bastante tiempo atrás el hecho agradablemente sorprendente de que fuera un juego cuya autoría correspondía a autoras (hace cosa de un año comenté una circunstancia similar con respecto a otro juego y aquello me reportó no pocos comentarios críticos y la expulsión de un conocido grupo de Facebook. Veo que las cosas han mejorado).

El bombardeo promocional coordinado de hace unos días no me pareció ni bien ni mal. Me dio igual. En cualquier timeline es habitual que, cuando se acerca una fecha de estreno o el lanzamiento de un libro especialmente esperado, se llene de ‘publicidad’ por parte de la distribuidora, la editorial o incluso los aficionados. Es lógico, es bueno y mantiene vivo el fandom.

Me chocó, eso si, que fueran tantas las cuentas que se apuntaban a la promoción. Somos un nicho de ocio relativamente menor y que algunas de las las cuentas de los tuiteros más reputados se coordinasen de tal manera me pareció, cuando menos, jocoso.

A raíz de ello tuitée el siguiente comentario. Hice las capturas en 5 minutos a lo sumo, no me costó nada dar con ellas porque -como ya he mencionado- poblaban mi timeline. Ni siquiera me molesté en buscar más; cuando tuve unas cuantas paré. No fue un trabajo exhaustivo ni premeditado. Salió esto:

En seguida empezó a suscitar reacciones. Me di cuenta de que a algunos de los aludidos no les hizo mucha gracia un tuit que más que crítico pretendía ser jocoso. Si no lo conseguí, lo siento.

Hubo no poco feedback crítico al respecto. Alguno fue constructivo, otro no tanto. Hubo apoyos de algunos sectores y otros se lo tomaron más a la tremenda. Pero mucho. Muchísimo, de hecho.

En cualquier caso y en cuestión de horas este asunto se encauzó hacia un aspecto colateral. El hecho de que el juego fuera o no ese en concreto era algo tangencial, una ‘victima colateral’ de todo este asunto. Wingspan era la excusa, el Macguffin, la cuestión de fondo pasó a ser otra.

Hubo discusiones y comentarios acerca de si se cobraba en juegos por hacer reseñas, de si solo se hacían críticas favorables, de si había ‘vendidos’. Ante todo ello quiero hacer constar que yo jamás dije que bloguero o youtuber alguno/a fuera un/a vendido/a. No lo dije porque simplemente me parece ridículo e injurioso. Lo que sí repetí por activa y por pasiva es que creía que había que diferenciar información, crítica y promoción y que últimamente esas barreras se estaban extralimitando en algunos canales de forma que -en mi opinión- se comprometía su reputación como lugares en donde encontrar una reseña honesta.

Abundaré en esta idea más adelante.

Trabajo desde hace más de 20 años en medios de comunicación. Sé perfectamente diferenciar la promoción de la información y ésta de la crítica. He leído comentarios acerca de las llamadas ‘copias promocionales’ que suelen enviar las editoriales o los ‘pases de prensa’ de las productoras cinematográficas. Os puedo decir que conozco bastante el asunto y me he beneficiado de él en no pocas ocasiones (entre otras cosas he cubierto festivales de cine en España, Canadá o Brasil), así que sé de qué hablo cuando os cuento lo siguiente: esas copias, pases o viajes pagados tiene por objeto única y exclusivamente promocionar un producto. Los medios lo saben, los periodistas lo saben. ¿Cuál es el problema, pues? Los y las periodistas son profesionales en el sentido de que cobran por su trabajo. Su salario lo paga el medio para el que escriben, no el producto del que hablan (al menos no directamente, ya me entendéis). A un crítico de literatura de El País o La Vanguardia le paga su periódico no RandomHouse o Planeta, a un crítico de cine de Fotogramas le paga su revista, no Disney o Paramount. De hecho, debido a la globalización muchos medios de comunicación pertenecen a grandes conglomerados y se dan no pocas controversias con respecto a si se puede opinar con sinceridad de determinada película o libro que pertenece a una productora del holding al que a su vez pertenece su periódico o cadena de TV. Hay mala praxis al respecto. Nunca veréis una mala crítica de un lanzamiento estrella de Alfaguara en Babelia (y si lo veis seguramente pasará lo que pasó con el jefe de crítica de ese suplemento, Ignacio Echevarría, cuando osó transgredir esa norma) ni una mala palabra de alguna película distribuída por DeAPlaneta en Atresmedia.

Mi conclusión es que no existe crítica independiente per se en los grandes medios en España. O existe, escondida en el marasmo de campañas publicitarias camufladas de reseñas y críticas tibias (o blancas, como se han denominado estos días no sin acierto). Son esas críticas de libros, discos o películas raras, desconocidas, que pasan por debajo del radar, que no vienen acompañadas de grandes campañas. Es ahí donde reside el valor del crítico, en descubrir filmes, novelas o álbumes que pasarían a un segundo plano si no fuera por su labor.

Vayamos pues al meollo. ¿Existe crítica independiente? La respuesta es sencilla: sí, la que hacen los aficionados que nada han de perder o ganar con sus elogios o vituperios. Es muy difícil mantenerse independiente y una de las grandes posibilidades que nos ha brindado internet y las rr.ss. es que ya no hace falta estar a sueldo de ninguna empresa para que tu opinión sea leída, valorada y compartida por millones de personas. Esta independencia es el gran valor de los blogueros y youtubers… hasta que dejan de tenerla. ¿Cómo? ¿Estás acaso sugiriendo que recibir copias de cortesía implica perder esa independencia? Bueno, sí y no. Si al recibir esas copias decides, como mucha gente ha estado comentando estos días, no realizar una mala crítica y prefieres hacer un tutorial o, directamente, no publicar nada al respecto sí, estás perdiendo independencia y, en mi opinión, tu reputación como medio crítico (ojo, medio crítico, no medio informativo) queda en entredicho. Si no leemos o vemos malas reseñas de algún lanzamiento ¿Qué tenemos que pensar? ¿Que el juego es malo? ¿Que no han mandado copias? ¿O simplemente que no lo ha probado? No reseñar pudiendo hacerlo es faltar a esa independencia.

Pero ¿Cuál es el responsable de esta situación? Desde luego no creo que nadie vaya a vender el tiempo y esfuerzo que supone realizar ese trabajo y que -insisto- valoro con enorme afecto, por una decena de juegos gratis. Ni por un momento creo que merezca la pena trabajar por tan nimio beneficio, la verdad.

El responsable es la dictadura del posicionamiento y la inmediatez. El hecho de que los medios pueden ver, frotándose las manos, como muchas personas realizan un enorme trabajo de promoción a cambio de una copia que a ellos les sale a precio de coste. Un banner en una web especializada les cuesta mucho, muchísimo más.

Recibir copias de juegos no es malo, tampoco, siempre y cuando pongas muy claro y muy destacado que así ha sido. Hacer un descargo de responsabilidad (disclaimer) al principio de tu ‘crítica’ hará que el lector la sepa enjuiciar con mayor objetividad basándose en tu trayectoria. A mi me parece algo fundamental y deseable que no todos los reseñadores hacen.

Si renuncias a recibir copias y puedes esperar a comprar un juego de tu bolsillo o jugar con la copia de algún amigo o la de un club de juegos puede que tu crítica sea igual de mala o buena, pero al menos eliminarás cierto sesgo no deseado que, al menos a mi, me asalta cuando veo que se realiza ‘altruistamente’ sobre una copia promocional.

Hay una tercera vía. Recibir copias de regalo y que no te tiemble el pulso a la hora de decir que un juego es malo. Esta sería la situación ideal en la que el medio se gana su reputación siendo independiente y la editorial respeta esa independencia no importándole que, de vez en cuando, lea que cierto juego que ha sacado es malo. Creo que aun falta cierta madurez en ambos lados de la ecuación para que esta situación ideal se dé, pero habrá que seguir intentándolo.

Lo que sí me parece poco justificable es promocionar directamente un juego mediante tuits provenientes de cuentas que luego harán su ‘critica’o tutorial, y que caen en un halago digno de ‘club de fans’ adolescente. Eso sí lo critico abiertamente y existe porque todos conocemos ejemplos. Wingspan incluído.

Opinar es fácil, criticar difícil ser justo es imposible. Perdón por el atrevimiento.

*El título de esta parrafada está tomado de una película de Pasolini (Uccellacci e uccellini, 1966), pero solamente por hacer la gracia con el tema tangencial de la misma, un juego sobre ornitología.

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