La Tromba Marina en las Reducciones
Los armónicos de la selva…
La tromba marina o trompeta marina, es un instrumento monocorde; es decir, posee una sola cuerda. Posee una caja armónica de forma triangular y tiene un puente hecho de metal fundido o hueso (en modelos más refinados, de marfil). El sonido que genera al frotarlo con un arco es muy estridente y penetrante.
La técnica de ejecución de este instrumento no es un secreto preservado entre los «trombistas», se toca apoyando los dedos en cuartas (como en la técnica de los armónicos naturales en los instrumentos de cuerda frotada), generando armónicos, que sirven de soporte en las piezas corales para añadirle una mayor solemnidad. Suena metálico, como una verdadera trompeta.
El origen de la tromba es incierto, se cree que ya se utilizaba en la baja edad media en la música profana (junto a otros instrumentos como los Rabeles, Rabelones, Dulzainas, etc) y dio su salto a la música sacra en el renacimiento.
El gran Michael Praetorius en su tratado «Syntagma Musicum» (1620) menciona a la tromba marina como «Trumscheit» y lo sitúa en la familia de los monocordios.
No se sabe con exactitud cuándo llegó a Sudamérica, es posible que haya llegado allá por el siglo XVIII, con la introducción del estilo Barroco a la música de las misiones. Anton Sepp fue un misionero proveniente del Tirol, Austria, quien trajo en 1691 consigo una partida de instrumentos modernos y en base a ellos se hicieron réplicas exactas (hechas por los nativos) en el taller de luthería de la reducción de Yapeyú.
Por su parte, el misionero Martin Schmid quien fue un gran arquitecto y músico, se encargó de insertar un importante taller de luthería en la región de Chiquitos, Bolivia.
No es de menos destacar al notable Louis Berger, gran bailarín de las cortes francesas quien se embarcó a Sudamérica. Fue un gran maestro de música que se instaló en la reducción de San Ignacio Guasú.
En las obras de Domenico Zipoli se encuentran anotadas líneas melódicas para este instrumento, especialmente en las obras donde se hacen alusión a la Virgen Maria, madre de Cristo.
Los jesuitas fueron expulsados en 1767 de los territorios de la colonia Española tras el decreto de Carlos III, al realizarse el inventario en varios pueblos jesuíticos, este instrumento figuraba entre los catálogos.
Posterior a la expulsión, el instrumento quedó totalmente olvidado. No tuvo inserción en la música folclórica debido a su limitada y estridente sonoridad. Pero aun así los nativos que quedaron en las reducciones seguían (aparentemente) ejecutándolo para mantener la «tradición», de la cual ellos eran muy celosos.
Entre el año 1940 y 1958, se encontraron algunos restos en las reducciones de Chiquitos, Bolivia. Fueron fotografiadas por el musicólogo P. Plattner donde volvió a aparecer este peculiar instrumento.
Tras el hallazgo de los manuscritos por parte de Hans Roth, un equipo conformado por Luis Szaran, Gisela von Thümen, Leonardo Waissman y Jesús Ruiz Nestosa (quien con su cámara inmortalizó los restos de los instrumentos que se encontraron allí) se dedicaron a investigar todo el patrimonio cultural hallado. Entre instrumentos viejos, manuscritos, tallas de madera, etc.
La primera reconstrucción fue hecha por el músico Ricardo Massun (a quien tengo un gran aprecio), quien lidera el ensamble Louis Berger. El mismo se encargó de «replicar» la tromba y otros instrumentos a base de las fotografías tomadas por Jesús Ruiz Nestosa y las medidas tomadas, además de consultar tratados de la época del renacimiento y de observar el interior de los instrumentos viejos (rotos y deteriorados) en Chiquitos.
Él logró una reconstrucción muy fiel a los instrumentos utilizados en las antiguas misiones jesuíticas. Hans Roth mencionó una vez a Massun «Tu completaste la restauración de estas iglesias -las de Chiquitos-, añadiéndole la música».
En el año 2018, la orquesta Sonidos de Paraqvaria fundada y liderada por Luis Szaran pudo construir la segunda réplica (y primera en la historia del Paraguay) de tromba marina siguiendo los modelos jesuíticos y medidas de la época. También en base a un plano de la tastiera y clavija hechos a mano por el propio Hans Roth. Con la mano de obra del luthier paraguayo Guillermo Benitez y aportes de Ian Szaran en cuanto a medidas y soporte histórico.
Se trata no solo de reconstruir rarezas en la historia, sino de rescatar todo el patrimonio cultural que pertenece no solamente a América latina, sino a toda la humanidad.
“Un pueblo que no conoce su cultura ni sus raíces, es un pueblo condenado a la desaparición…”.
Ian Szaran
Bibliografía: Szaran, L. & Ruiz Nestosa, J.. (1999). «Música de las reducciones jesuíticas de América del Sur». Asunción, Paraguay: Fundación Paracuaria.