Cuarta pared: El respiro teatral en medio de la pandemia
L a cuarentena ocupa todos nuestros espacios mentales. En los medios no se habla de otra cosa, las charlas con amigos y familia giran en torno al encierro y a la dificultad de rehacer la rutina desde el aislamiento. Ni hablar de los que no pueden darle continuidad a su trabajo para mantenerse económicamente.
¿Y cómo se establece la comunicación entonces? ¿Cómo se mantiene el contacto con los demás?
“Communication breakdown”, diría Robert Plant. Sin embargo, la tecnología entra en juego una vez más para redefinir la forma en que interactuamos. Las plataformas de videollamadas grupales como Zoom o Google meets ofrecen la posibilidad de que varias personas puedan verse y oírse en simultáneo, simulando una reunión en vivo. Hasta ahí todo muy bien, un recurso para hablar con los seres queridos para no convertirnos en hermitaños. Lo interesante del asunto, es que un grupo de amigos tomó provecho del encierro para darle forma a un proyecto que convoca a actores, guionistas y directores desempleados por la cuarentena. Así nació “Cuarta pared”.
Pareciera que a veces la creatividad y la manija se exacerban en momentos adversos como estos, en los que es esencial mantener la cabeza ocupada para no terminar caminando por las paredes o viendo las repeticiones del programa de Rial a las tres de la mañana. Y cabe resaltar que el mérito de este proyecto no es solamente mantener entretenidos a sus creadores. Hay contenido muy bien producido, divertido, mucha dedicación y un resultado más que notable.
“Cuarta pared” es un emprendimiento que se dedica a escribir y producir escenas cortas de teatro, elige a los actores, los dirige y transmite en vivo las funciones para sus espectadores vía Zoom todos los domingos. Es lo más cerca a poder experimentar el teatro durante la pandemia, ya que todo lo que se ve en las funciones está sucediendo en tiempo real, no hay nada grabado.
Los espectadores acceden a la videollamada mediante un link que envía la producción de “Cuarta pared” y así ingresan a una sala de espera. Hay música de fondo hace que entres en clima, mientras se anuncian las instrucciones a seguir para disfrutar de la experiencia teatral (es indispensable mutear los micrófonos y apagar la cámara de los espectadores). Un presentador enérgico y todo terreno irrumpe abriendo su cámara y da la bienvenida a todos. Verborrágico y con un timing perfecto, introduce a los recién llegados y presenta la obra que se transmitirá a continuación. Pero antes un poco de interacción con el público: Un confesionario en vivo. Un sacerdote evangélico brasilero lee las confesiones de los espectadores y ofrece soluciones prácticas para lavar las penas de sus feligreses virtuales. Después de esto ya está todo listo para que empiece la escena. Los actores prenden sus cámaras y lo integrantes del público de acomodan en sus respectivos sillones hogareños para disfrutar.
Las escenas representadas abarcan una temática amplia que no deja de lado la problemática que todos enfrentamos en tiempos de confinamiento. En “Nunca te pedí nada” se vive un clima de tensión permanente matizado con pequeños momentos de tregua, y un favor final que intenta ponerle fin a una situación que enfrenta a dos amigos cercanos. Por otro lado, en “La no noticia” se pone en juego la dificultad de la tercera edad a la hora de interactuar con la tecnología de los teléfonos celulares. Hay un uso hilarante de las interferencias de la videollamada y una crítica punzante hacia la norma conservadora de las generaciones pasadas. También está “Cortarla”, una situación típica de conversación adolescente entre tres amigas con una gran dinámica, que nos acerca a la dificultad de sobrellevar las relaciones y cómo la tecnología interviene en los vínculos.
Ahora bien, todas estas palabras ayudan a entender de qué va la propuesta, pero no le hacen justicia a la experiencia de vivir las funciones de “Cuarta pared” en vivo. Al finalizar las escenas vuelve a aparecer el anfitrión, lee los comentarios de la gente en el chat y finaliza todo con un gran baile colectivo, en el que tanto los actores como los espectadores se suman a una coreografía espontánea dictada por un tema funky pegadizo que da cierre a la función.
Es clave dejar en claro que el emprendimiento no cuenta con ningún tipo de patrocinadores, sino que todo lo que ocurre es producto del trabajo constante y dedicado de sus integrantes, que mediante reuniones casi diarias y largos ensayos con los actores, logran generar un producto sólido y divertido al mismo tiempo. Es por esto que se invita a que los espectadores hagan una donación para poder seguir dándole vida al proyecto. Se pueden hacer transferencias que luego son destinadas al equipo de producción y los actores participantes. Igualmente, los que están apretados de gastos no tienen de qué preocuparse, pueden ver las funciones sin pagar, ya que son invitados por la producción de “Cuarta pared”.
¿Qué más agregar? Un emprendimiento hecho a pulmón y con mucho amor por un grupo de amigos talentosos. Está en cada uno destinar su tiempo a perderse en el feed de sus influencers o tiktokers favoritos, o apostar a contendio de calidad que permite que los actores, actrices, guionistas y demás participantes del ámbito teatral puedan seguir laburando. Y todo gracias a una vuelta de rosca en el uso de las videollamadas en medio de una pandemia mundial. ¿Qué me contursi?
Para más información y poder participar de las funciones: @cuarta__pared en Instagram