El «Apruebo» y la violencia

Cristian Mancilla
54 min readAug 15, 2020

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He planteado el argumento de que la alternativa del «Apruebo» para el plebiscito de Chile — agendado en un principio para el 26 de abril, pero ahora para el 25 de octubre de 2020 — está vinculada con la violencia desatada por el levantamiento terrorista que comenzó el 18 de octubre de 2019. Cuando recibí la acertada crítica[2] de que no existe una relación verificada entre ambos fenómenos, noté que hace falta respaldarla con una argumentación suficiente para que resulte verosímil y, más aún si cabe, indubitable. Este nivel de convicción puede resultar difícil de alcanzar, pero es el grado que yo y otros que respaldan la alternativa del «Rechazo» mantenemos. Los argumentos que interpondré son seis: cada uno demuestra por sí solo mi tesis, de manera que la combinación de todos debería resultar más persuasiva aún que la presentación de cada uno por separado. Mi análisis tiene una naturaleza filológica antes de que cualquier otra y, en este sentido, aplicaré el criterio propuesto por Werner Jaeger: «El observador científico no llega a sus conclusiones sumando impresiones sueltas de mayor o menor significación, sino guiándose por una impresión unitaria fundada en muchos detalles»[3]. Quiero comenzar, no obstante, explicando el ejercicio lógico que dio origen a esta reflexión.

Existe una dificultad conceptual básica para vincular la violencia callejera con una alternativa política en virtud de que no todos quienes respaldan tal alternativa utilizan la violencia para promoverla y no resulta posible verificar tampoco si acaso respaldan o no las acciones violentas de quienes sí recurren al vandalismo o al terrorismo. Me parece de suma importancia destacar que, como he aventurado anteriormente[4], la presunción sobre las intenciones u otros aspectos subjetivos es propia de corrientes políticas totalitarias. Observamos acciones violentas sin atribución política y otras con atribución: estas constituyen terrorismo por cuanto este consiste, precisamente, en cometer un delito o crimen con el fin de arrancar o inhibir decisiones en las autoridades — esta mera intención implica el «terror» tanto de la población cuanto de la autoridad de acuerdo con la ley 18.314. El carácter terrorista de la violencia contra personas ejercida con fines políticos está reconocido, además, por el Consejo de Seguridad de la ONU[5]: debe quedar claro que la violencia, según el Consejo de Seguridad, está dirigida a personas, no necesariamente civiles, puesto que explica «including against civilians», y que tiene el propósito de arrancar o inhibir decisiones. Para evitar que cualquier ladrón o secuestrador sea tachado como terrorista, yo especificaría que el terrorismo es la vulneración de un derecho con un propósito que no sea de mero interés personal. En tanto que haya ejemplos concretos de terrorismo, pues, y en tanto que estos ejemplos sean conocidos públicamente, podemos presumir que existe una relación entre la violencia y la alternativa política respaldada por los terroristas. No podremos saber si estas acciones terroristas son toleradas por los sujetos no violentos que respaldan la misma alternativa política; pero sí podremos presumir con algo de certeza (en virtud de que los actos terroristas han sido difundidos e informados tanto por la prensa cuanto por los usuarios de redes sociales) que algunos de ellos al menos toleran el terrorismo, puesto que han decidido mantener su intención de voto a pesar de que saben que hay terroristas amenazando la vida y la integridad de quienes tienen la intención de votar en contra de su alternativa. Cuando enfrentamos un dilema en el que se involucra una amenaza, no podemos elegir con libertad. Ceder a la amenaza no significa nunca que nos libraremos de ella, sino que nos internaremos en una ruta de amenazas cada vez mayores, puesto que se sumarán otras sobre la primera y una salida resultará cada vez más difícil. La alternativa superior tanto moral cuanto prácticamente es la de rechazar la amenaza: esto nos permitirá que, aun si hemos optado por una opción que no respaldamos, podremos elegir con libertad después. Escoger la alternativa de quienes están amenazando, en cambio, les dará validez a las amenazas como método de negociación y poder a quienes las utilizan, de manera que cada vez resultará menos verosímil que podamos negarnos a sus exigencias — incluso si los apoyamos en el pasado. En consecuencia, el mero examen lógico de la cuestión nos obliga a rechazar siempre cualquier alternativa que esté acompañada por el uso de la violencia — el Apruebo en el caso del plebiscito — porque la presencia de amenazas y de terrorismo demuestra que el asunto decidido ya no tiene que ver con una discusión política, sino con la conservación de la capacidad para decidir libremente.

1. Rayados callejeros

Los rayados callejeros con mensajes amenazantes no son un fenómeno localizado, sino una constante histórica. Desde que apareció Internet, estos mensajes han sido reproducidos también en grupos de noticias, listas de correo y páginas web. Durante este siglo, se incrementaron durante los años 2006, 2011 y 2019 en Santiago, coincidiendo con los levantamientos terroristas orquestados por la extrema izquierda[6] para imponer su agenda política al gobierno de turno. Castillo y Mejías[7] registraron una muestra importante de ellos entre julio de 2014 y enero de 2018: su análisis revela que el contenido de muchos de estos mensajes no resulta meramente retórico — aun cuando este sí es el caso para la mayoría de ellos — , sino que reflejan tanto hostilidad cuanto amenaza reales. Mauricio Villegas alcanzó conclusiones similares desde las observaciones que registró en su desaparecido perfil de Facebook, si bien él tiene una interpretación espiritual católica sobre el asunto y esta interpretación coincide tanto con los ritos satánicos[8] ejecutados cerca de Plaza Baquedano cuanto con los sacrificios de animales en barricadas[9]. Estamos acostumbrados, por cierto, a leer «ACAB» en las calles: este acrónimo es considerado como meramente retórico por Castillo y Mejías, en efecto. Pero no solamente hay otros que sí reflejan amenazas reales[10], anticipando incluso el ataque masivo contra el Metro[11] o llevando a un plano más gráfico las numerosas amenazas de muerte dirigidas al presidente[12], sino que nuestro propio acostumbramiento a los mensajes no tan explícitos pavimenta el camino para otros verdaderamente preocupantes y, aún más, para acciones violentas reales. Se trata de una estrategia más o menos consciente para normalizar comportamientos terroristas, de manera que la población no los repela o los ignore o los respalde o, incluso, se sume a ellos. Digo «más o menos consciente» porque resulta sano asumir que no todo el que raya lo hace con un fin estratégico[13]. Si asumimos un fin comunicativo en un cien por ciento de los casos (en vista de que este objetivo resulta inescapable), me parece sensato presumir la aplicación del Principio de Pareto en cuanto al fin estratégico, de manera que solo un veinte por ciento de los ejecutores podría contemplar esta meta. Los rayados callejeros, por ende, se constituyen en amenaza de dos maneras: 1) en virtud de que expresan una hostilidad e intención explícita o 2) de que normalizan, por medio del copamiento y la saturación, un discurso de violencia.

Desde el 18 de octubre de 2019, este fenómeno ha tenido lugar en prácticamente todo el país, si bien el lugar más afectado ha sido la Plaza Baquedano y sus inmediaciones — varias cuadras a la redonda. El desafío aquí está en vincular la multiplicidad de rayados, muchos de ellos testimoniados durante años, con la alternativa del Apruebo en el plebiscito de octubre. ¿Cómo podemos tener la certeza de que estos rayados callejeros están siempre vinculados con el Apruebo? En efecto, ¿cómo podrían vincularse con el Apruebo los rayados que fueron hechos incluso antes de que se propusiera la idea del plebiscito? Y, aún más, ¿cómo podríamos otorgarles la caracterización de «violentos» a un grupo de mensajes incapaces de ejercer violencia física contra ninguna persona o bien? Podemos responder esta última pregunta con cierta facilidad, por cierto. El 28 de diciembre de 2019, el gobierno de Chile calificó como un «ataque» un conjunto de rayados que aparecieron en una sede del Movimiento de Liberación Homosexual. La prensa informó también el hecho como un «ataque», es decir, como un hecho de violencia. Parece claro, pues, que un rayado sí puede constituir un acto violento. El discurso propio de las políticas identitarias afirmará que esta acción en particular resulta violenta porque está dirigida hacia un grupo históricamente oprimido o invisibilizado, pero esta explicación no parece salir a flote desde el mar de la retórica hueca. Así que deberemos confirmar la constatación de que los rayados constituyen ataques de acuerdo con la opinión popular — prensa y gobierno. Afirmar que un ataque verbal resulte violento parece más difícil, no obstante. En lo personal, jamás podría considerar discurso alguno como violento. Esta caracterización, que es el pan de cada día para las políticas identitarias, se encuentra reñida con el sentido común. No obstante, sí resulta posible herir a una persona con palabras, especialmente si se utilizan ataques sostenidos a lo largo de un periodo de tiempo o abrumadores en virtud de su volumen — como en el caso de un copamiento o una saturación del canal de comunicación.

En cuanto a la vinculación de los rayados con el Apruebo, esta se puede verificar por la constatación de que ambos fenómenos, aunque independientes, apuntan en un mismo sentido político. Castillo y Mejías observaron, por cierto, que los rayados políticos de Santiago comparten un trasfondo político común, aun cuando en ellos subyacen discursos ocasionalmente enfrentados entre sí. Este trasfondo político es de raíz marxista — cómo no — y habitualmente etiquetado como «anarquista», aun cuando aspira a un control bastante estricto sobre el comportamiento de las personas. Me encargaré luego de demostrar el carácter marxista del Apruebo. Por mientras, quiero hacerme cargo del argumento según el cual el hecho de que tanto los rayados cuanto el Apruebo compartan una dirección política no implica que exista una relación entre ambos, puesto que, en efecto, cada fenómeno podría existir sin la presencia del otro. Y, aun cuando esta misma afirmación resulta discutible, quiero concentrarme ahora sobre el hecho de que los rayados callejeros añadieron mensajes relativos al plebiscito desde cuando este fue planteado, de manera que el plebiscito fue percibido como un fenómeno relevante por los actores que están detrás de los rayados. Además de esto, ambos comparten una apariencia nebulosa. Mientras que el Apruebo aparece como un mero plan de acción cuyos resultados resultan inciertos, los rayados suelen ser difíciles de leer tanto porque están rodeados de muchos otros cuanto porque están escritos con tipografías complejas. Para volver ahora sobre la presunta independencia de ambos fenómenos, propuse este contrargumento hipotético en virtud de que resulta lógicamente verosímil, pero también es débil por cuanto el plebiscito fue la consecuencia de un proceso político previo del cual formaba parte el rayado callejero. En efecto, los rayados tienen la apariencia de existir con independencia de la política nacional, pero esto no explica por qué aparecen o por qué resultan tan visibles ni por qué se multiplicaron desde el 18 de octubre de 2019. El hecho es que los rayados funcionan como codiscurso, no meramente resonante aunque sí coincidente, con los sectores que han asumido estrategias «antisistémicas» — aun cuando su meta no es destruir el sistema, sino solamente reemplazarlo — u horizontales, que crean e instrumentalizan la mayor cantidad de organizaciones civiles. Estos sectores se encuentran representados en el Congreso por la Unidad para el Cambio (el PC), el Frente Amplio (FA) y la Convergencia Progresista (NM) — coaliciones de izquierda. En este sentido, el Apruebo aparece como un producto de tal discurso, no como un fenómeno independiente (esto no impide que reciba respaldo desde políticos de centro). Así, el Apruebo resulta un efecto de otro fenómeno integrado por los rayados callejeros, aun cuando el PC haya votado en contra del plebiscito en el Congreso. Esto ocurrió, por cierto, como correlato de las oposiciones que Castillo y Mejías observan en los rayados callejeros. Mientras el FA y la NM vieron el plebiscito como una oportunidad para adelantar sus objetivos, el PC lo entendió como una derrota, por cuanto él aspiraba a la instalación (sin plebiscito de por medio) de una Asamblea Constituyente.

Quiero detener brevemente mi análisis para discutir el carácter marxista del Apruebo, puesto que sus defensores suelen decir, con una candidez impostada, que el Apruebo no tiene una definición política en virtud de que no conocemos el eventual resultado de una hipotética Convención Constituyente. Para empezar, la iniciativa del Apruebo se opone a la actual constitución política de Chile. La actual Constitución define un sistema político democrático presidencial y con garantías sobre derechos básicos como vida, libertad o propiedad. Con justicia, pues, se puede afirmar que se trata de una constitución liberal a pesar de las críticas injustificadas sobre el plebiscito con el que se aprobó su texto original (del que poco y nada queda), las cuales son apropiadamente desmentidas por Jaime Guzmán cuando señala que «las mesas receptoras de sufragios, al menos en las grandes ciudades, estuvieron vigiladas por personeros que la oposición organizó al efecto, quienes constataron el secreto del voto y la seriedad de los escrutinios»[14]. La iniciativa del Apruebo, por ende, implica derribar esta constitución liberal y reemplazarla con otra que no sea liberal ni democrática. Las alternativas son, básicamente, una constitución monárquica o una constitución socialista. Resulta obvio, según me parece, que la iniciativa por el Apruebo apunta hacia una constitución socialista. Vale la pena señalar por qué el PC se opuso al plebiscito e insistió (e insiste hasta hoy) sobre la necesidad de una Asamblea Constituyente «autoconvocada». El PC no solamente desprecia la democracia, aunque admite instrumentalizarla para alcanzar el poder, sino que ha apostado por una estrategia alternativa para alcanzar el poder total. Esta estrategia consiste en crear o copar espacios de representación ciudadana — cuya representatividad no es tal, pero ha sido asumida como real por la burocracia — a los que Alexis López[15] se refiere como «soviets» y utilizarlos en movilizaciones, huelgas, eventos, protestas y «funas». Como la burocracia asume de antemano la representatividad de estos comités o sindicatos o consejos, ellos existen en prácticamente cada repartición e institución del aparato estatal: en las municipalidades, en los hospitales, en los ministerios, en las escuelas y liceos, etc. La estrategia de una Asamblea Constituyente «autoconvocada» consiste en utilizar el conjunto de comités y sindicatos y consejos ciudadanos, que están saturados con miembros o simpatizantes de las coaliciones de izquierda, como representantes «legítimos» que ocupen la totalidad del espacio disponible en una Asamblea Constituyente. Esta estrategia resulta crucial particularmente para el PC, cuyos resultados electorales han mantenido a sus partidos políticos al borde de la existencia legal desde que volvimos a tener elecciones cuando terminó la Transición (1990). No tienen los votos, pero han utilizado una estrategia alternativa que les permitiría ocupar el poder total por medio de los comités y sindicatos y consejos ciudadanos que aportarían los representantes necesarios para levantar una Asamblea Constituyente «autoconvocada» sin importar el número de miembros. Entonces, no se trata solamente del resultado del método de omisión, sino que de una estrategia política para derribar la constitución democrática y liberal que les impide capturar el poder. Esto explica, además, por qué el PC favorece una Convención Constitucional sobre una Convención Mixta, puesto que aquella incluirá más representantes de la «sociedad civil», es decir, de los soviets.

2. Francisco Vidal

«Cada molotov es* un voto menos para el Apruebo». Esta afirmación le es atribuida a Francisco Vidal por Fernando Villegas[16]. Francisco Vidal integra la NM y está, por supuesto, esforzándose por conseguir la victoria del Apruebo en el plebiscito. La NM ha obtenido resultados electorales mucho mejores que sus aliados FA o PC. Sus resultados electorales han sido tan buenos, de hecho, que esa coalición ha liderado cinco (de siete) gobiernos desde el fin de la Transición hasta hoy y ha disputado la mayoría del Congreso con la actual coalición de gobierno (Chile Vamos, CV) desde entonces. Para la NM, por ende, resulta mucho más realista hacer una buena campaña comunicacional y conseguir los votos necesarios que apostar por los métodos alternativos del FA y el PC, el cual incluso ha facilitado sus instalaciones[17] para el almacenamiento de armas para las protestas de los encapuchados. Estas tres coaliciones están unidas en virtud de que comparten las metas de derogar la constitución liberal y de sancionar una constitución socialista, pero difieren en cuanto a la manera de conseguir tal objetivo. Aún así, tanto la democrática NM cuanto los revolucionarios FA y PC están más que dispuestos a cosechar los frutos producidos por el método de sus aliados. Así, la NM les regaló sus votos (omitiendo la presentación de un candidato) en varios distritos o circunscripciones a los candidatos del FA y del PC, los cuales no habrían resultado electos si la NM hubiese presentado algún candidato en estos mismos territorios. De manera similar, la NM acogió con gusto las concesiones políticas del gobierno ante el levantamiento terrorista de 2011 y el más reciente de 2019, si bien no perdió la oportunidad de calificarlas como insuficientes, según acostumbra matizar Fernando Villegas. Por esto mismo, pues, la NM no tuvo ninguna objeción a la hora de respaldar la idea de un plebiscito: esta idea fue el clamor del gobierno para que la izquierda pusiera fin al levantamiento terrorista que acabó con algunas vidas, produjo muchas heridas (principalmente en Carabineros) y destruyó millones de dólares en propiedad tanto pública como privada. Así que, aun cuando los aliados de la izquierda tengan diferencias en cuanto a los métodos, estarán siempre dispuestos a sacar provecho de los resultados.

La afirmación de Vidal, pues, de que «cada molotov es un voto menos para el Apruebo» confirma este principio. El PC no firmó la rendición del gobierno, también conocida como «Acuerdo por la Paz», el 15 de noviembre de 2019, de manera que se entendió eximido del compromiso de poner fin al levantamiento terrorista: no es una organización pacífica, pero sí mínimamente honesta. Este evento marcó, pues, una separación estratégica más definida. La NM está dispuesta a cosechar el fruto del terrorismo practicado por sus aliados del FA y el PC, pero no quiere que este mismo terrorismo arruine la elección con la que cuenta para conseguir la meta compartida de ellos, que es reemplazar la constitución liberal con una constitución socialista. Y esta separación ilumina una diferencia entre los aliados de izquierda en cuanto al resultado perseguido, puesto que la NM prefiere una constitución democrática mientras que el FA y el PC apuestan por una constitución «soviética», esto es, controlada por los comités y sindicatos y consejos «ciudadanos». El hecho de que el terrorismo influya sobre el resultado del plebiscito señala, sin duda, que existe una relación entre el Apruebo y la violencia, puesto que ella está invariablemente vinculada con esta alternativa: no con el Rechazo. Vidal, pues, como integrante de la NM, no está dispuesto a transar la democracia ni los votos detrás de ella por una legitimidad «popular» fundada únicamente en los actos vandálicos y homicidas de sus aliados: significaría un sacrificio excesivo, en efecto, porque la base del poder de la NM no está en el terrorismo, sino en los votos, y porque esta coalición, en el fondo, sostiene que la legitimidad del poder se funda en las preferencias mayoritarias y no en las amenazas o extorsiones. Digo «en el fondo» porque necesito matizar el hecho de que, a pesar de esta convicción democrática, la NM no se niega a cosechar el fruto del terrorismo, por manchado de sangre que se encuentre. Este matiz no es extraño, por cierto, al orden democrático moderno en general, puesto que este mismo descansa sobre las miles de cabezas cortadas durante la Revolución Francesa, uno de las más trágicos y deleznables a la vez que grandiosos actos de terrorismo y de genocidio en la historia de la humanidad. Vale la pena señalar la NM nunca renunció a la revolución, sino que aplicó una estrategia dinámica y adaptativa del socialismo con el fin de «profundizarlo, depurarlo de sus errores de praxis y volver a implantarlo en las sociedades»[18], de manera que el levantamiento terrorista no es una revolución propiamente dicha, aun cuando los elementos antisistémicos sostienen que sí[19], sino la etapa violenta de una sola y misma revolución que se está desarrollando en Chile desde la caída del régimen de Allende. La retórica de izquierda alternativamente justificará y negará la violencia, afirmando que solamente así se consiguen los cambios «necesarios» para la sociedad o acusando «montajes» de Carabineros o del gobierno: y esto marca una diferencia fundamental con su opositora derecha ciudadana (conservadora o libertaria), puesto que esta también considera «necesarias» sus metas, pero no pretende quemar el país completo para conseguirlas ni recurrir a la violencia si no es en virtud de la legítima defensa. La supuesta espontaneidad, en consecuencia, no es más que un ejercicio retórico que integra la estrategia de saturación con el fin de que la población normalice y legitime esta etapa de la revolución así como ha aceptado las anteriores.

Los resultados de las elecciones se asemejan a los índices de la bolsa de valores, por cuanto reflejan sensaciones volátiles e impresiones cuyo fundamento puede resultar cuestionable. Esta relación forma parte de la trama de la película Limitless (Dixon et al. 2011), en la que Eddie Morra aprovecha las extraordinarias facultades que el otorga la droga NZT-48 para especular en la bolsa primero y para incursionar en la política después. Francisco Vidal, en su condición de experimentado especulador sobre las preferencias de los votantes, prevé que el terrorismo afectará de manera negativa los votos del Apruebo y pondrá en riesgo, por ende, su estrategia democrática para derribar la constitución liberal y reemplazarla con otra socialista. Sabe que sus aliados aspiran a un orden soviético en lugar de democrático y está utilizando su experiencia como respaldo para hacerles la advertencia de que ellos ponen en riesgo todo el éxito de la operación si insisten en utilizar sus métodos violentos y homicidas. Pero el FA y el PC decidieron ignorarlo: están apostando con fuerza por una constitución soviética e incluso han planteado las posibilidades de ignorar el resultado del plebiscito[20] si gana el Rechazo o de aprovecharlo para instalar una Asamblea Constituyente autoconvocada y plenipotenciaria[21] si gana el Apruebo. Quizá la advertencia de Vidal no haya sido más que un intento por controlar el terrorismo, porque teme que la estructura de poder sobre la que actúa su coalición se puede derribar, y no el resultado de un análisis honesto sobre la situación política actual. La advertencia de Vidal, cierta o no, adelanta un enfrentamiento entre la NM, por un lado, y el FA con el PC, por el otro, puesto que estos pretenden reemplazar el orden democrático que ha beneficiado tanto a aquella, sin el cual la NM dejaría de existir como fuerza política. Vidal debe reconocer, en efecto, que su coalición está tomando un riesgo importante al haber escogido y al haberles dado poder a sus aliados: sabe que ellos derribarán la democracia en cuanto puedan y lo dejarán a él y a sus correligionarios no solo marginados de la burocracia, sino que posiblemente como imputados del ancien régime. La NM ha tomado este riesgo de manera calculada, sin duda, pero no hay alguien en el mundo que pueda predecir el futuro. De manera que la advertencia de Vidal revela no solo el vínculo innegable entre la violencia y el Apruebo, sino también el conflicto interno de la alianza anti-liberal.

3. Alexis López

Alexis López describe[22] el levantamiento terrorista como una revolución molecular disipada en virtud de que pequeños focos de destrucción y de violencia son aglomerados y disueltos de manera dinámica a la vez que veloz (en el lapso de pocas horas). Identifica, no obstante, objetivos unificados detrás de estos focos: 1) derribar el gobierno y 2) instaurar una dictadura democrática. Vale la pena preguntarse, pues, cómo López establece el vínculo entre lo que él mismo reconoce como una revolución acéfala y unos objetivos bien definidos. López no solamente identifica estos objetivos unificados, los cuales explican por qué el «Acuerdo por la Paz» no pusieron fin al levantamiento terrorista, sino también estrategias unificadas: la propia revolución molecular es una de ellas. Otras son la equiparación subjetiva de las fuerzas en conflicto (encapuchados terroristas contra Fuerzas Armadas y de Orden), que incluye la exigencia de proporcionalidad y la utilización de menores como potenciales víctimas[23], el copamiento y la saturación. Aunque no lo explicita en su mensaje del 18 de noviembre de 2019, López seguramente apunta hacia esta coincidencia estratégica y hacia la coordinación o, al menos, simultaneidad de los ataques terroristas, que no se detuvieron ni siquiera cuando el gobierno empezó a satisfacer las presuntas «demandas ciudadanas» del levantamiento terrorista y prometió satisfacerlas por completo al suscribir el «Acuerdo por la Paz». En efecto, resulta difícil describir como espontáneo un fenómeno con tantas coincidencias.

Según sus apreciaciones[24] sobre el «Acuerdo por la Paz», este inicia un proceso con seis escenarios posibles, de los cuales solamente uno garantiza que el conflicto incoado por el levantamiento terrorista se resuelva de manera pacífica, aun cuando no exento de violencia. Este único escenario de resolución pacífica equivale al establecimiento de una Asamblea Constituyente y al triunfo de la izquierda en las elecciones. López resulta un tanto vago al referirse al vínculo entre estos escenarios y las amenazas de violencia: en su mensaje[25] del 31 de diciembre de 2019, afirma que «esos sectores, como han sido y son incapaces de ganar a través de los votos el legítimo respaldo para sus ideas, decidieron realizar una insurrección revolucionaria que, desde el pasado dieciocho de octubre, ha venido destruyendo el país a través de la violencia y el caos». El críptico «esos sectores» se refiere, evidentemente, al PC y al FA, puesto que ellos son los que pretenden instaurar un orden soviético pero no cuentan con los votos para conseguirlo. Aclarado el vínculo entre la violencia y los escenarios que López prevé para el proceso anticonstitucional, resulta obvio que él considera que los actos de violencia no han sido necesariamente coordinados, pero sí impulsados por la izquierda soviética. Si nos preguntamos acerca de la evidencia empírica que respalde tal vínculo, López declara que «quienes propugnan este modelo han dicho pública y notoriamente que su pretensión es, precisamente, fundar un “nuevo Chile”». De esta manera, él señala hacia la evidencia, pero no nos la muestra. Destaca el «pública y notoriamente» como una forma de hacernos recordar o de enviarnos a buscar las declaraciones a las que se refiere. Este tipo de omisiones, enteramente naturales y justificadas, son las que aprovecha el hombre de izquierda para desacreditar el vínculo entre la violencia y el Apruebo. Conviene, por lo tanto, recordar algunos ejemplos: el más notable, en mi opinión, es la declaración pública[26] del PC del 18 de octubre de 2019. Esta declaración se refiere a desórdenes ocurridos en varias estaciones del Metro de Santiago, los cuales consistieron en obstruir el libre tránsito de pasajeros, impedir el tránsito de los trenes y destruir torniquetes de acceso hacia los andenes. Al respecto, el PC afirmó que estos atropellos contra los DDHH constituían «una forma legítima de protesta ciudadana». La intención mencionada por López de «fundar un “nuevo Chile”» fue expresada por Jaime Mulet (PC) apenas tres días después de que hubo comenzado el levantamiento terrorista cuando declaró que, «como Unidad para el Cambio, estamos convencidos [de] que tenemos que hacer e iniciar desde ya un cambio a la Constitución a través de las modalidades que hemos expresado una y otra vez, vale decir, a través de una Asamblea Constituyente».

No me queda claro, de todas maneras, cuáles son los seis escenarios posibles a los que se refiere López. Explica que el único con una resolución pacífica es aquel en el que se establece una Asamblea Constituyente y la izquierda triunfa en las elecciones, pero no menciona los demás. Imagino que otro debe ser el triunfo del Rechazo y el fin del proceso constituyente. Fuera de este, están los que se deducen desde el triunfo del Apruebo: uno con Convención Constituyente y otro con Convención Mixta, ambos sometidos a ratificación por medio de un plebiscito al final del proceso, de manera que aquí hay cuatro posibilidades. Así, suman cinco. ¿Cuál es el sexto escenario? ¿Se refiere, quizás, a la instalación de una Asamblea Constituyente «autoconvocada»? Su predicción, no obstante, de que cualquier escenario que no implique una victoria total de la izquierda soviética queda demostrada con el «Acuerdo por la Paz» de noviembre, primero, con el abortado «Acuerdo por la Democracia» de febrero, después, y con el «Gran Acuerdo Nacional» de junio, por último: cada uno de estos acuerdos comprometió a las fuerzas políticas del país a condenar la violencia, pero la violencia no fue condenada por ellos y, en los hechos, continuó de manera apenas interrumpida por la pandemia de la pneumonía de Wuhan. Algunos incluso rumorearon sobre un plan para forzar la salida del presidente[27] después del plebiscito programado originalmente para abril, en vista de que no habían conseguido ni su renuncia en noviembre ni su destitución en diciembre de 2019. Guido Girardi (NM) intentó, no obstante, sacar provecho de una falsa tregua[28] para perjudicar la imagen del presidente Piñera, lo cual respalda la inefectividad de las estrategias de este para contener el efecto del levantamiento terrorista sobre la gobernabilidad del país. Creo que la tendencia ya resultaba evidente[29] antes de que los dos últimos acuerdos hubieran sido propuestos. Esto prueba efectivamente que el levantamiento terrorista no cesará por completo hasta cuando la izquierda soviética haya obtenido una victoria hegemónica, si bien la liberación de las municipalidades de Curacautín y de Victoria nos da la esperanza de que sean los propios ciudadanos quienes aniquilen el levantamiento terrorista por medio de la legítima defensa.

4. Levantamiento terrorista

El fenómeno ocurrido desde el 18 de octubre de 2019 en Chile ha sido bautizado como «crisis social» o «estallido social» por la prensa, como «estallido delictual» por algunos comentaristas independientes, o como «revolución molecular disipada» por Alexis López. Este me parece el más apropiado, por cuanto es el más preciso en términos técnicos. Prefiero, no obstante, el más coloquial «levantamiento terrorista», que también resulta apropiado en lo técnico y que es más breve y que describe con la crudeza apropiada la base tanto intencional cuanto inmoral de este fenómeno político (que no social). Se trata, en efecto, de un levantamiento, por cuanto tiene la intención de capturar el poder político, de manera que los cuerpos armados que lo articulan se levantan contra el poder actual para reemplazarlo. Y es terrorista, además, porque se vale de acciones delictuales y criminales con el fin de conseguir o de inhibir decisiones desde las autoridades políticas: esta descripción puede encontrarse en el artículo 1ro de la Ley Antiterrorista, si bien prefiero caracterizar el terrorismo como la violación intencional de un derecho con un propósito que no coincide con el beneficio personal. Considero, con todo, que lo más relevante de este nombre es que pone de relieve la disposición de quienes lo articulan de matar a cualquier persona y a tantas cuantas sean necesarias con tal de conseguir la meta de capturar el poder. Me parece, asimismo, importante destacar que quienes respaldan el levantamiento terrorista están de acuerdo con que estos homicidios sean perpetrados de manera impune, puesto que los consideran justificados en función de que la república democrática sea reemplazada con un régimen soviético. Estas no son lucubraciones hipotéticas, sino exigencias lógicas: si alguien afirma que respalda el levantamiento terrorista, pero se opone al asesinato de personas, él enfrenta una contradicción.

¿Cómo relacionamos, pues, la violencia del levantamiento terrorista con el Apruebo? Básicamente, el plebiscito guarda una relación de determinación con el levantamiento terrorista. Esto ocurre porque, en efecto, el plebiscito no habría sido planteado sin la ocurrencia previa del levantamiento terrorista. Cuando observamos estas condiciones y concluimos que el plebiscito solamente pudo ser planteado gracias a la violencia ejercida por el levantamiento terrorista, notamos que entre ellos existe una relación de determinación en la que el plebiscito es el elemento variable o determinante (t’) y el levantamiento terrorista es el elemento constante o determinado (t). En efecto, el levantamiento terrorista pudo comenzar y habría continuado sin la concurrencia del plebiscito, pero el plebiscito solamente pudo ser propuesto y aprobado con la concurrencia del levantamiento terrorista. El plebiscito podría haber sido propuesto en otras circunstancias y, de hecho, era una idea que la izquierda soviética ha venido proponiendo desde hace varios años en Chile, pero su realidad actual solamente ha podido concretarse en virtud del levantamiento terrorista. De todas maneras, la meta de la izquierda no es el plebiscito mismo, sino la instalación de una Asamblea Constituyente «autoconvocada»: por esto hicieron una campaña con el lema «Marca AC» en las elecciones de hace unos años y no con el lema «Marca Plebiscito». Incluso hubo una coalición llamada «Nueva Constitución para Chile» en las elecciones de 2013 cuyos partidos ahora integran el FA. La izquierda soviética, pues, representada políticamente por PC y FA, ha aceptado a regañadientes el plebiscito: su verdadera meta es la Asamblea Constituyente. Esto explica por qué el PC y algunos sectores del FA no firmaron el «Acuerdo por la Paz» que define el plebiscito. De hecho, incluso han planteado la posibilidad de omitir el plebiscito para «evitar un gasto innecesario» y pasar, de inmediato, a elegir a los miembros de una Convención Mixta o Constituyente. En lo que se refiere al plebiscito, empero, respaldan la alternativa del Apruebo. Si volvemos sobre la relación estructural entre levantamiento terrorista y plebiscito, notamos que este no condiciona el comienzo de aquel, pero sí pudo haber condicionado su continuidad o su fin. De hecho, el gobierno tenía esta intención: que la institución del plebiscito pusiera fin al levantamiento terrorista. Es evidente que resultó un fracaso. Como cité arriba, Alexis López nos ilumina sobre este asunto aclarando que el levantamiento terrorista solamente puede terminar si la izquierda soviética logra instalar la Asamblea Constituyente, que López llama «Instituyente» porque rechaza que ella pueda constituir nada nuevo, y los representantes políticos de ella, PC y FA, resultan favorecidos en las elecciones. Estas condiciones equivalen, en efecto, a las metas del levantamiento terrorista explicadas por el propio López: 1) que el gobierno actual caiga (y sea reemplazado con la Asamblea Constituyente «autoconvocada») y 2) que se instaure una dictadura democrática (por medio del órgano soviético de la Asamblea Constituyente). Estos objetivos no solo se hacen evidentes desde los rayados callejeros y desde el comportamiento de los manifestantes terroristas, sino que han sido explicitados en manifiestos como un video del Colectivo Matapacos y una editorial de la revista digital El Porteño[30]: «Hemos salido a luchar y no dejaremos las calles hasta derribar al Gobierno y hacernos de él» o por medio de declaraciones como las de Betsabé Carrasco[31]: «esta serie de protestas tienen que agudizarse y tienen que mantenerse durante el tiempo porque ningún cambio estructural se va a poder hacer en dos o tres meses de movilización». La izquierda intentó desestimar[32] la verosimilitud del video, pero este producto no constituye una extravagancia en sus formas de comunicación: basta recordar los dibujos[33] por los cuales el diputado Hugo Gutiérrez (PC) está siendo sometido a proceso en el Tribunal Constitucional, o el otro video en el que se representa la decapitación del presidente Piñera[34], o un registro en el que un muñeco del presidente es quemado[35], para darse cuenta de que el video concuerda perfectamente con el discurso y con la iconografía de la izquierda.

Los defensores del levantamiento terrorista han señalado que este reúne una serie de causas y demandas tan diversas que resulta imposible identificar un patrón entre ellas o reducirlas a algún factor común. Esto coincide con la idea de que el conjunto de marchas y atentados fueron espontáneos e inarticulados. Pero lo cierto es que hay una organización detrás de las marchas y de los atentados. No una mera coordinación entre los grupos independientes de terroristas, encapuchados o no, sino una convocatoria y, en algunos casos, una gestión del vandalismo. Sabemos que las aglomeraciones espontáneas son un fenómeno real en Chile porque ocurrieron durante los noventa y los dos mil y los diez cada vez que la selección de fútbol o algún jugador de tenis obtenía una victoria internacional relevante. Sabemos que eran espontáneas porque ocurrían sin una convocatoria previa. Las concentraciones del levantamiento terrorista, en cambio, sí fueron convocadas explícitamente con afiches y publicaciones que circularon por redes sociales. Quizá la excepción haya sido el conjunto de manifestaciones que tuvo lugar durante el 18 de octubre de 2019: aunque había protestas convocadas, resulta verosímil que el número total de manifestaciones haya sido superior al convocado. Farah y Yates ya habían señalado[36] el carácter más espontáneo de lo ocurrido el 18 de octubre; pero también señalan el carácter planificado del levantamiento terrorista, trazando su origen hacia Venezuela. La convocatoria resultaba oscura en un principio porque la institución que la ejecutaba era «invisible»: no firmaba los afiches ni las publicaciones de redes sociales que circulaban ampliamente. Se hizo evidente, no obstante, al poco tiempo que se trataba de la Mesa de Unidad Social en virtud de las reuniones sostenidas entre ella y el PC[37], y del llamado explícito que Guillermo Teillier, líder del PC, a recibir a la Mesa de Unidad Social en el palacio de gobierno como único interlocutor válido[38] de la ciudadanía. Más aún, el PC había señalado la importancia de la Mesa de Unidad Social «en el ámbito de la lucha social y de líneas programáticas convergentes»[39] casi una semana antes de que empezara el levantamiento terrorista. Pocos días después de que hubo comenzado, Paul Walder explicó[40] que «las demandas han iniciado un proceso de orden bajo la Mesa de Unidad Social, que agrupa a las mayores centrales sindicales y organizaciones sociales». Esto significa que, aun cuando haya habido personas con expectativas o demandas particulares en relación con el levantamiento terrorista, el conjunto oficial de demandas sería articulado por la Mesa de Unidad Social y que ella, como organizadora de las protestas, se convertiría, además, en el interlocutor válido ante el gobierno de las demandas presuntamente «sociales»: esta última es la razón por la cual el PC y parte del FA se abstuvieron de participar en el «Acuerdo por la Paz». Estas demandas, a propósito, que son catalogadas de legítimas por Alexis López, se clasifican, en mi opinión, en tres tipos: las de lo absurdo (que la policía sea disuelta), las de lo imposible (que todas las personas tengan abundantes recursos garantizados) y las de lo que ya está dado (que se termine la pobreza) — tal como ocurría con las demandas del movimiento «feminista» de 2018[41]. Con el afán de dotar de legitimidad o, al menos, de justificación racional al levantamiento terrorista, algunos señalan, citando a Jordan Peterson, que las grandes desigualdades causan explosiones de violencia; pero esta explicación no se aplica sobre Chile porque 1) la desigualdad del país está en el promedio de la región[42] y 2) el nivel de desigualdad ha disminuido[43] no un poco, sino que de manera extraordinaria durante los últimos noventa años. Además, también se ocupa esta misma estructura argumental para predecir o explicar escenarios de violencia cuando ocurre alguna migración masiva y se mezclan poblaciones diversas y algo me dice que no todos estarán de acuerdo con limitar la migración para evitar la violencia, así que ¿por qué habríamos de limitar la desigualdad económica (que de todas maneras se ha desplomado desde 1930 hasta hoy) con tal de evitar la violencia? La gestión del vandalismo, por su parte, resulta mucho más difícil de detectar, puesto que sus ejecutores se cuidan de mantenerla en secreto tanto para evitar la persecución penal por asociación ilícita cuanto para evadir la deslegitimación que significaría el descubrimiento de sus planes. Pero estos resultan develados gracias a señales indirectas y evidencia circunstancial. Las señales indirectas son tanto la concurrencia de las barras bravas del fútbol a las protestas cuanto los registros gráficos de personas que dirigían la actuación de los encapuchados. La evidencia circunstancial que he encontrado es un video[44] del grupo musical Illapu que anuncia una peña en Melbourne con el fin de recaudar fondos para los encapuchados: el financiamiento implica, por supuesto, organización centralizada y gestión de recursos con el fin de cometer los actos vandálicos propios del levantamiento terrorista. Otra evidencia circunstancial proviene de una de las muchas capturas anónimas[45] de padres pidiéndoles a las madres de sus hijos que les exijan entregar el dinero que retiren desde las AFP para cubrir los montos impagos por concepto de pensión alimenticia. Como se trata de una fuente imposible de trazar, puede haber cuestionamientos sobre su validez; pero una lectura superficial confirma que el discurso resulta articulado y, por ende, verosímil. Asimismo, la descuidada ortografía, la insistencia sobre las buenas intenciones y sobre el beneficio tanto para él cuanto para ella y el hijo, sumada a la ausencia de distorsiones en la captura (salvo por el subrayado que añadió la persona que publicó la imagen), confirman que el testimonio es confiable. Este hombre, pues, declara abiertamente que recibió dinero por haber participado en las actividades terroristas que tuvieron lugar en la Plaza Baquedano (Providencia) desde octubre de 2019 en adelante. Como el proyecto de ley para permitir un retiro parcial de los fondos de la AFP y la condición relativa a las pensiones alimenticias impagas no fueron aprobados hasta julio de 2020, resulta evidente que la comunicación tuvo lugar durante este mes. Otra señal sobre la gestión coordinada de los desmanes es que los lugares de las protestas atribuidas al hambre producida por la cuarentena en 2020 fueron los mismos[46] que durante los desórdenes anteriores de noviembre y diciembre de 2019. Un exguerrillero salvadoreño tiene la opinión[47] de que la violencia desatada en todo Chile desde el 18 de octubre de 2019 no fue espontánea porque no hubo una represión que la justificara, como suele ocurrir en concentraciones masivas. Una última pieza de evidencia que he recolectado corresponde al testimonio de Juan Díaz[48], quien relata cómo él y otros adolescentes del Centro de Rehabilitación Conductual del SENAME «Tiempo Joven» en San Bernardo fueron reclutados por dirigentes para concurrir a manifestaciones con el propósito explícito de causar desórdenes. De manera que se hace evidente, a pesar de las dudas sobre este último detalle, tanto la organización uniforme del levantamiento terrorista, que es ejecutada por la Mesa de Unidad Social, cuanto la gestión del vandalismo terrorista, la cual debería ser atribuida a ella misma ante la ausencia de más antecedentes.

5. Violencia callejera

El Metro de Santiago es un objetivo tanto estratégico cuanto simbólico de los grupos terroristas. El FPMR dejó una bomba en un vagón, la cual explotó en la estación Tobalaba y mató a Jorge Campos e hirió a otras seis personas, el 16 de junio de 1986. Los ITS instalaron una bomba en la galería comercial «Subcentro» adjunta a la estación Escuela Militar, que hirió de gravedad a cuatro personas y dejó otros ocho lesionados menos graves, el 08 de septiembre de 2014. En 1986, el Metro era mucho más simbólico que estratégico, puesto que representaba el progreso del país después de la caída del régimen socialista de Allende. En 2014, el simbolismo seguía vigente y había sumado el carácter estratégico[49] a causa de la gran cantidad de pasajeros que transportaba a diario. Por esta razón, el ataque terrorista contra ochenta[50] de las 136 estaciones tenía un doble objetivo: el simbólico pretendía expresar desprecio hacia el progreso que ha experimentado el país en su desarrollo económico y humano desde la caída del régimen de Allende mientras que el estratégico pretendía colapsar la movilización de las personas. Este último, en particular, forma parte de las estrategias descritas por Alexis López para el fenómeno de la revolución molecular disipada, la cual se propone obstruir el desplazamiento y derrumbar la moral de las personas, además de normalizar el caos. Además, la insignificante alza del pasaje del Metro, de apenas cuatro centavos de dólar, fue utilizada como una excusa para iniciar protestas y actos vandálicos en algunas estaciones de Metro durante la semana de octubre de 2019 que culminaría con el ataque terrorista más violento que haya sufrido Santiago de Chile en toda su historia. No se trató de la primera vez que el pasaje del transporte público haya sido utilizado como excusa para las protestas, no obstante. El ejemplo más famoso es de la «Revolución de la Chaucha», pero recuerdo otro más cercano para mí: cuando algunos alumnos del liceo en el que estudiaba decidieron sumarse a una protesta de secundarios en virtud de un alza, también de cuatro centavos, en el pasaje de la micro. Cuando le manifesté lo ridículo que me parecía marchar por veinte pesos a uno de los que respaldaban la marcha, me contestó que la manifestación no era contra el alza del pasaje, sino contra el decreto supremo que regulaba las tarifas. Este tipo de giros retóricos resulta habitual entre los hombres de izquierda, por cierto. Resulta curioso, por cierto, que los hombres de izquierda, quienes afirman que «todo es político», ahora hagan la salvedad de que la obstrucción y destrucción de las estaciones del Metro no tiene un carácter ni una meta política, sino que se trata de una expresión espontánea de descontento popular ante una serie de abusos tolerados desde el fin de la Transición. No quiero convertir este ensayo en una reflexión filosófica, pero vale la pena observar esta determinación de la izquierda (desde la más tibia o «amarilla») de ganar a toda costa, incluso si tiene que contradecirse. El principio de no contradicción es el instrumento más elemental en el discurso lógico argumentativo: transgredirlo significa la destrucción de cualquier confianza. Pero la izquierda no está dispuesta a respetarlo. Desde esta transgresión básica provienen otros errores de la izquierda política, como la jerarquía de los derechos o la confusión de los derechos con los fenómenos que ellos etiquetan como tales.

¿Resultaría ocioso recordar los asesinatos, la destrucción y las obstrucciones ejecutados por los terroristas que han asolado el país desde el 18 de octubre en adelante? Lo sería, me parece, en cuanto que una enumeración de estos hechos, aunque notables, no establecería un vínculo de ellos con el Apruebo. Es cierto que cada una de estas acciones resulta condenable porque todas ellas tienen la intención explícita de causar daño: de impedir que las personas transiten, de destruir o inutilizar edificios, de herir o matar personas. Con todo, resulta posible que no todas ellas estén inspiradas en colaborar con la meta de derrocar el gobierno e instaurar un régimen soviético, pero lo hacen independientemente de la intención que las haya inspirado. Los ciclistas que obstruyeron el tránsito de las calles que intersectan con la avenida Grecia tenían, en efecto, la intención de causar este daño — que es una violación de los DDHH — , pero no resulta posible afirmar que cada uno haya compartido las metas de derrocar el gobierno y de instaurar un régimen soviético. Sin embargo, la acción colabora con la consecución de estas metas independientemente de las intenciones de cada uno. Quien cobra conciencia de esta relación lógica escogerá, por supuesto, si decide respaldar abiertamente estas metas o fingir que no las respalda o renunciar definitivamente a ellas y, por consecuencia, también a las acciones que colaboran con ellas. Pero el hombre de izquierda puede también optar por la alternativa ilógica de afirmar que se opone a tales metas al tiempo que ejecuta acciones que no hacen sino conducir hacia ellas. Este tipo de comportamiento no nos sorprende en los ciudadanos o políticos de izquierda, si bien inspira desconfianza hacia ellos en virtud de la deshonestidad que exhiben, pero sí excita asombro e indignación cuando los vemos en ciudadanos o políticos presuntamente de derecha. Porque la fuerza del progreso fue impresa sobre el espíritu del hombre por Dios y no hace falta, por ende, que ninguna política lo impulse — ni al progreso ni al hombre. Pero la izquierda, que es una fuerza entrópica de la sociedad, sostiene que el progreso solamente se consigue por medio de las reformas políticas y que estas reformas son y han sido propuestas por ella, mientras que la derecha actúa como una fuerza «reaccionaria» que se opone al progreso. Una buena derecha, en efecto, se opone a las propuestas de la izquierda porque sabe que el progreso se consigue no solamente sin necesidad del estímulo estatal, sino que precisamente gracias a la ausencia de la intervención estatal. Vale la pena, por lo tanto, establecer juicios generales sobre acciones que comparten un mismo espíritu y que, aun sin el propósito explícito de sus ejecutores, conducen unívocamente hacia metas evidentes.

De todas maneras, el espíritu revolucionario de algunas acciones se nota en ejemplos como el de un encapuchado que participaba en el saqueo de una tienda y había tomado para sí un televisor de gran tamaño, el cual, en lugar de llevar consigo, arrojó en una fogata. Se nota también en los múltiples ejemplos de perros o gatos que fueron encontrados calcinados en las barricadas incendiarias. Se nota, sobre todo, en el mero acto de obstruir el paso de las personas. Este gravísimo atropello, lamentablemente normalizado en nuestro país, tiene los efectos de contribuir con el caos en el transporte, de alterar la vida normal de las personas, de impedir que ambulancias y otros vehículos de emergencia lleguen a su destino, de saturar anímicamente a los ciudadanos y de anular la condición humana de ellos en virtud de que resulta aceptable atropellar su libertad de tránsito. El hombre de izquierda contesta, en su confusión o malevolencia conceptual, que obstruir el tránsito no causa daño y es, por ende, aceptable y que el derecho a la libre circulación no es tan importante como los derechos reclamados por quienes obstruyen, de manera que resulta no solamente aceptable, sino más aún justo que estas obstrucciones se lleven a cabo. Y yerran. Yerran enormemente. Yerran fundamentalmente. Yerran en lo más esencial de los derechos humanos. Es tanto una exigencia lógica cuanto una norma positiva que ningún derecho puede nunca — insisto sobre que nunca — ser ejercido para vulnerar otro. El derecho y la vulneración son heterogéneos, es decir, cumplen funciones diferentes en la estructura del sintagma jurídico[51]: mientras que el derecho es el elemento constante determinado (t), la vulneración es el elemento variable determinante (t’). Ellos no son intercambiables y un comportamiento no puede ocupar ambos lugares a la vez, sino que debe definirse como derecho o como vulneración. Aún más, una defensa de tal disrupción aniquila la existencia misma de los derechos, puesto que ellos son conceptuales y dependen de que respetemos la lógica. De esta manera, quien niega un derecho, cualquiera que sea, en otra persona, está negando todos los derechos de esta persona y los suyos propios también[52]. Tal es la fuerza de este principio lógico elemental que incluso fue plasmado literalmente en el artículo 30mo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración». Este artículo no solamente le ofrece respaldo positivo al sintagma jurídico, sino que además niega la doctrina izquierdista según la cual solamente el Estado puede vulnerar los DDHH — otra de tantas mentiras en una lista que parece interminable. La obstrucción del tránsito, vista con inocencia por algunos a la vez que justificada con energía por otros, es la más vil transgresión contra los derechos del hombre: debe ser repudiada por todos quienes creen y sostienen que hay dignidad en las personas. Y esta obstrucción, junto con todo el resto de la violencia callejera, colabora con el caos que conduce hacia el derrumbe de la república democrática y hacia la instauración de un régimen soviético en su reemplazo. Porque hace falta hacerle una concesión a Marx en este sentido: la sociedad, en cuanto sistema, tiende hacia la entropía. Él creía que este proceso integraba un «materialismo histórico» y conducía a la sociedad hacia una causa final perfecta, pero lo cierto es que se trata de entropía social, de un tránsito hacia el caos en el que participan todos los sistemas. Y este caos va a llegar siempre y cuando nosotros no hagamos nada, pero podemos evitarlo: «El mundo se aguanta y sostiene toda vez que reprime el caos»[53]. La obstrucción del tránsito, que es una agresión terrible contra las personas físicas así como contra el espíritu de lo intrínsecamente humano, promueve y acelera el caos propio de la entropía social. Esto lo hacen todas las acciones de violencia callejera: las barricadas, los «peajes», los incendios, las bombas molotov, las piedras o escombros utilizados como proyectiles, la incineración de perros y gatos, los saqueos de tiendas, los golpes contra personas, los asesinatos. Todo esto contribuye con la entropía social que conduce hacia el régimen soviético.

6. Dicotomía de reacción ante Apruebo o Rechazo

El 09 de marzo de 2020, publiqué una historia de Instagram con la siguiente leyenda: «Asumamos que establezco un método lúdico para definir mi voto del plebiscito. En la ventana de mi casa, colgaré un lienzo que diga “Apruebo” o “Rechazo” y lo cambiaré cada vez que alguien arroje una piedra a la ventana, de manera que mi alternativa será la opuesta a la exhibida sobre la ventana el día de la elección. ¿Cuál creen que será mi voto?» Mientras algunos argumentan que los encapuchados no necesariamente respaldan el Apruebo o, incluso, carecen de una alternativa favorita (lo cual puede discutirse efectivamente), los hechos indican que, el 22 de febrero de 2020, una turba violenta atacó con proyectiles y armas una manifestación a favor del Rechazo en la Plaza Baquedano, y dejó nueve heridos, y que, el 14 de marzo de 2020, otra turba atacó y robó a manifestantes del Rechazo en San Bernardo: este ataque incluyó el apuñalamiento de Fabián Durán, quien participaba del evento y sobrevivió al intento de homicidio. Estas agresiones, por supuesto, no están sometidas a la exigencia de proporcionalidad que las organizaciones civiles y las coaliciones PC más FA y NM exigen cuando Carabineros se enfrentan con encapuchados terroristas, sino que son negadas o justificadas — como acostumbra a hacer la retórica de esta izquierda soviética. La exigencia de proporcionalidad o de apego a los protocolos no se limita a la retórica izquierdista, sino que forma parte de la estrategia de copamiento para anular la capacidad defensiva de los uniformados. El aspecto retórico ha sido sumamente efectivo también, puesto que ha conseguido crear la impresión de que los uniformados no deberían utilizar una fuerza superior a la de los terroristas cuando, en realidad, la lógica y el sentido común señalan exactamente lo contrario: que Carabineros y FFAA deben utilizar una fuerza superior a la de criminales y terroristas, puesto que 1) deben neutralizarlos y someterlos efectivamente y 2) están ejerciendo la fuerza legítima del Estado, que debe superponerse a cualquier otra para mantener el Estado de Derecho. Estos ejemplos de ataques no son casos aislados, puesto que los encapuchados concurrieron a otras manifestaciones por el Rechazo en Las Condes con el propósito explícito de agredir a los concurrentes. Este comportamiento había comenzado desde antes del plebiscito o del 18 de octubre. Lo observé en persona cuando Jorge Luchsinger se reunió con un grupo de adherentes frente al Palacio de la Moneda el 27 de agosto de 2015: el grupo de Luchsinger, con el que me encontraba, estaba separado por Carabineros de opositores que llegaron a mostrar su oposición y el respaldo de quienes quemaron vivos a los padres de él. Ambos grupos gritaban consignas y ofensas contra el otro hasta el momento cuando los Carabineros se retiraron y los contra-manifestantes se abalanzaron de inmediato sobre quienes acompañaban a Luchsinger. Tuve la fortuna de que ninguno se haya dirigido contra mí, aunque en ese momento pensé que eran ellos los afortunados al no haber intentado atacarme. En otra situación similar, el 11 de agosto de 2019 atacaron a los asistentes de una marcha contra una ley o proyecto de ley sobre migración. La marcha había sido suspendida, pero hubo personas que no alcanzaron a enterarse y concurrieron a la Plaza Baquedano igualmente. Y también concurrieron encapuchados, como han hecho en otras oportunidades con el fin de amedrentar a quienes no comulgan con sus cosmovisiones[54], y los vi atacando con proyectiles los vehículos de Carabineros que circulaban por la Alameda y por culpa de los cuales casi recibo una ducha del carro lanza-agua frente a la Pontificia Universidad Católica. Cuando ya casi había llegado a la Plaza Baquedano en mi trayecto hacia la misa, una chiquilla de pelo pintado increpó a un hombre mayor a causa de que él llevaba una bandera chilena enrollada en la mano. Tuve el impulso de acercarme para disciplinar a la muchacha insolente, pero el anciano le respondió de una manera que me dejó claro que no necesitaba ningún tipo de asistencia para defenderse de un ataque verbal. Más adelante, me encontré con otro hombre mayor con una herida abierta en su cabeza producto del ataque de los encapuchados: una escena que ya había presenciado el 2015 en Teatinos. El caso de Mauricio Peña, quien sobrevivió a un intento de homicidio justo en frente de su casa el 17 de enero de 2020 por parte de un pequeño grupo de personas que lo identificó erróneamente como Carabinero, confirma otra vez la tendencia. Vale la pena preguntarse qué ocurrirá el día del plebiscito si alguien concurre portando una bandera chilena o una copia de la Constitución legítima y vigente. Estos grupos, pues, han sido los mismos desde hace varios años: la izquierda entrópica que pretende derrumbarnos hacia un régimen soviético y los ciudadanos que se oponen a la demolición de la sociedad. Es un hecho que todo el mundo, cada casa y cada ciudad, se convertiría en un basural si no opusiéramos resistencia por medio del orden y de la rutina y de las labores domésticas. Esta tendencia entrópica, pues, ha sido asumida como lucha política por la izquierda soviética: ella ha elaborado un discurso bienintencionado para publicitar su intervención política que conduce hacia la disolución perpetua del orden y del progreso, como ocurre en la teoría de las ventanas rotas. Este discurso ha recibido la etiqueta de «marxismo cultural» y ella produjo la reacción marxista que considera esta etiqueta como parte de una teoría de la conspiración: la propia Wikipedia afirma que no se trata de más que esto. No obstante, el fenómeno ya había sido reconocido, por ejemplo, aunque sin este nombre, por SS Pío 11mo en Divini Redemptoris (1937). Una de las razones para el rebrote de la etiqueta «marxismo cultural», que gozó de momentos de especial popularidad en 1981, 1999 y, por última vez, en 2017, es la articulación de defensas de la revolución llevadas a cabo por actores famosos[55]. La tendencia entrópica y destructiva de la izquierda soviética coincide espiritualmente con la violencia del Apruebo ante quienes no la comparten, pues ambas están dirigidas hacia los mismos objetivos y hacen uso de las mismas estrategias a la vez que recurren al mismo vocabulario.

El riesgo de ser agredido y hasta asesinado a causa del respaldo por el Rechazo marca una alternativa moral clara: no debemos alinearnos con quienes desprecian la vida humana, con quienes creen en derechos jerárquicos (lo cual niega la validez última de cualquier derecho), con quienes promueven el caos en reemplazo del cosmos. Alguno podría oponer que el «otro bando» también incluye personas dispuestas a agredir, pero hace falta hacer dos precisiones con respecto a esta apreciación errada. En primer lugar, las marchas por el Rechazo, que han sido hostilizadas por encapuchados terroristas, comenzaron a ser acompañadas por un grupo de hombres armados con el fin de defender a los concurrentes, en gran medida ancianos y mujeres. Este grupo, conocido como Vanguardia, ha actuado siempre de manera estrictamente defensiva, nunca de manera ofensiva, y ha debido incluso intervenir en defensa de personas que han sido agredidas por ancianos excesivamente entusiastas, si bien no tanto como Patricio Bao, militante NM que agredió con una espectacular patada «voladora» a un Carabinero y acusó «torturas» después de que él mismo se resistió al arresto. De manera que, por un lado, las acciones que han tenido lugar por parte de quienes participan en las marchas del Rechazo han sido siempre defensivas, como yo mismo he constatado in situ y como han testimoniado otros asistentes. Por otro lado, vale la pena aclarar que el conjunto de votantes del Rechazo no constituye un bando en el mismo sentido que lo hacen los votantes del Apruebo. La iniciativa del proceso constituyente provino desde quienes quieren erradicar la república democrática para instalar, en su lugar, un régimen soviético; los votantes del Rechazo no están proponiendo nada ni tienen la intención de hacerlo. La izquierda soviética incluso hace uso de esta tendencia como parte de su discurso para afirmar que, mientras su sector es propositivo, los opositores son simplemente reactivos o reaccionarios que se oponen a una especie de evolución natural de la sociedad. Es en este sentido, pues, que el Apruebo consiste en un bando mientras que el Rechazo no lo hace. El Apruebo se dirige hacia metas precisas, con o sin el consentimiento de todos quienes lo respaldan, mientras que el Rechazo carece de una meta colectiva: simplemente se opone a la iniciativa del Apruebo. Visto así, resulta difícil hablar de un bando en estricto rigor: se trata, más bien, de una reacción en cadena que se diluirá al día siguiente del plebiscito — en tanto que el sector del Apruebo continuará su camino de violencia y de destrucción independientemente del resultado electoral. La ausencia de una meta colectiva resulta una virtud, por supuesto, porque refleja una conjunción de voluntades individuales frente a la ciega adición de esfuerzos conducidos hacia una meta incluso sin conocimiento del participante. En vista de lo anterior, la presencia de elementos violentos entre los votantes del Rechazo o incluso la ausencia de ellos entre los votantes del Apruebo no alteraría de ninguna manera el imperativo moral de esta elección, puesto que el Apruebo está fundado sobre el desconocimiento de los derechos humanos y dirigido hacia el reemplazo de la república democrática con un régimen soviético, lo cual puede traducirse como una entropía social, mientras que el Rechazo solo pretende conservar el orden y el progreso de los cuales hemos gozado desde el fin del régimen de Allende. El levantamiento terrorista no es más que otra etapa dentro del proceso revolucionario: podría verse frustrada, pero esto no acabará con la revolución en sí, la cual ha avanzado tanto sobre el campo conceptual y político que la primera campaña comunicacional del Rechazo no denunciaba los vicios inherentes a las demandas del levantamiento terrorista, sino que proponía «rechazar para reformar», v.g., conceder todo lo que la izquierda soviética pretende, aunque no bajo la inmediatez del levantamiento terrorista, sino mediante un proceso institucional que incluya una elección para validar las decisiones políticas.

Conclusiones

La izquierda soviética se comporta de manera típicamente sociópata en relación con su uso de la violencia: niega que haya recurrido a ella alguna vez al tiempo que la justifica plenamente en otros casos. De esta manera, establece (tal como el sujeto sociópata) una diferencia jerárquica entre ella y el resto de los agentes que la libera de respetar el principio de reciprocidad (imperativo categórico o Regla de Oro) y, por ende, el principio de no agresión. Así, ella niega que los regímenes de Cuba o de Venezuela atropellen sistemáticamente los DDHH, por un lado, pero celebra y justifica el asesinato de Jaime Guzmán (CV), por otro. Esto explica, en parte, por qué alguno pone en duda la evidente e irreductible relación entre el Apruebo y la violencia. Digo «en parte» porque también están los que honestamente dudan de esta relación: estos pueden ser convencidos, puesto que las razones desencadenan procesos reflexivos en su mente. El sujeto sociópata, en cambio, tiene que atravesar un proceso emocional antes de que pueda aceptar cualquier razón o actuar en consecuencia de ella: necesita madurar emocionalmente para comprender, no solo en su cabeza sino que sobre todo en su corazón, que las demás personas son sus iguales y que no puede darles un trato denigrante. Esta madurez emocional se alcanza de manera espontánea por medio del examen y la comunicación de las propias emociones: cada persona reflexiona habitualmente sobre lo que siente y comparte sus hallazgos con otras. El sujeto sociópata no está familiarizado con este ejercicio y puede incluso negarse a practicarlo aun cuando se lo indican, de manera que no puede superar la infancia emocional que lo mantiene al margen de los principios morales de reciprocidad y de no agresión. La izquierda soviética se comporta así, quizá por conciencia de que la madurez emocional la llevaría a desaparecer, quizá por simple convicción política sobre la necesidad de ejecutar sus planes: asumo que podríamos identificar sujetos con ambos perfiles entre sus filas. Yo me dirijo, con este ensayo, más a los sanos que a los sociópatas, de manera que admitan el vínculo irremediable entre el Apruebo y la violencia y voten, pues, por el Rechazo, junto con el resto de individuos que se opone a la entropía social del país. Este tránsito desde el respaldo de la entropía hacia la oposición frente a ella ha sido documentado en más de una oportunidad[56], habitualmente por el uso de la razón.

El último aspecto que debo abordar son las acusaciones de violencia contra Carabineros o Fuerzas Armadas. Y quiero empezar aclarando que el levantamiento terrorista fue, en buena medida, un ataque contra Carabineros y Fuerzas Armadas, puesto que la proporción de heridos es de tres a uno[57] cuando comparamos entre uniformados y civiles. Este solo dato sirve para constatar que el levantamiento no consistió en una serie de marchas pacíficas que fueron dispersadas de manera injusta y arbitraria por Carabineros, sino que se trató, más bien, de un ataque explícito e intencional contra los uniformados a cargo de preservar el orden público y de resguardar la libertad de tránsito y la seguridad de los ciudadanos. Esta conclusión también coincide, además, con el hecho de que prácticamente no hay denuncias por abusos policiales o militares desde abril de 2020 a pesar de que hay toque de queda cada noche con estrictos controles y abundante patrullaje y cientos de detenidos en cada jornada. Como parte de su costumbre retórica, la izquierda no reconoció los ataques contra Carabineros, comparables en magnitud tanto simbólica cuanto proporcional con los ataques contra el Metro o contra los templos[58] o contra centros de salud[59]; al contrario, denunció una serie de ataques presuntamente cometidos por ellos contra la población civil. La más sensacionalista de las acusaciones fue la de que había un centro de torturas funcionando en la estación Baquedano, la cual fue diseminada el día 22 de octubre de 2019 y no fue desmentida hasta el 12 de abril de 2020. Esta acusación todavía es mantenida como real por algunos partidarios del Apruebo, quienes, desprovistos de evidencia, aluden al carácter deleznable que ellos mismos les atribuyen, sin fundamento, a Carabineros para sostener la mentira. ¿Sabe Vd cuántos testimonios respaldaban la denuncia de un centro de torturas en la estación Baquedano? Un testimonio. Nada más que uno. Nicolás Lüer declaró que Carabineros lo llevaron detenido hasta el interior de la estación y lo sometieron a apremios ilegítimos. Pero esto no es nada en comparación con lo que afirmó más adelante: él sostuvo que, en la estación, había cadáveres de personas colgando. Esta imagen me resulta peculiarmente chocante y llamativa: creo que nadie que haya leído el testimonio original podría ignorarla. Por alguna razón, los medios solamente informaron sobre un presunto centro de torturas. ¿Por qué ningún titular, ni siquiera los escabrosamente sensacionalistas de La Cuarta y de La Segunda o los políticamente tergiversados de PubliMetro y de El Ciudadano, sacó provecho de esta macabra descripción? Considero que dejaron pasar una oportunidad irrepetible, sin duda. Esta acusación, pues, la más grave de todas, era falsa. Contaba con un solo testimonio para respaldarla y contenía una imagen bastante explícita de cuerpos sin vida colgados, pero era falsa. De pies a cabeza, falsa: no contenía ni un ápice de verdad. Otra acusación fue la de que había detenidos desaparecidos: se difundió una lista con nombres de los afectados. Carabineros tomó esta lista, concurrió a los domicilios de los afectados ¡y los encontró en ellos![60] Pero la segunda acusación más difundida, también respaldada por un solo testimonio, fue la de Josué Maureira, quien acusó haber sido objeto de abuso sexual por Carabineros mientras lo mantuvieron detenido. Es cierto que Carabineros detuvo a Maureira — y no en una manifestación, sino que lo atraparon robando un local comercial — , pero el peritaje médico descartó que haya existido cualquier abuso sexual. Maureira estudia medicina y sabía que el peritaje descartaría su acusación, pero él igualmente la hizo. ¿A qué podría deberse este comportamiento si no a un desequilibrio mental, que de hecho fue verificado por la abuela del sujeto? ¿No tendrá algo que ver con el hecho de que amenazó y atacó a la carabinero Luna Werchez[61], dejándola herida en la mano izquierda solo para que fuere acusada, más tarde, de haberlo golpeado hasta romperse los nudillos[62]? Esta fue la única denuncia investigada por la Fiscalía, al parecer: todas las otras múltiples acusaciones de abuso sexual no se convirtieron en denuncias[63] ingresadas en el Ministerio Público. Ni una sola. Un caso menos difundido fue el del cabo 2do Juan Carlos Reyes, acusado de haberle disparado a José Miguel Uribe, quien resultó muerto en Curicó a causa de la herida. Por supuesto, esta imputación también resultó ser falsa. Los casos de heridas oculares no deberían ser tratados en conjunto, como si fueran uno solo, sino que por separado, puesto que cada uno ocurrió en un contexto diferente; pero la izquierda soviética ha intentado hacer precisamente esto — tratar todos los casos como uno solo a la vez que exagerar el número de heridos — con el fin de obtener una justificación para su agresión contra el país y contra el orden constitucional democrático. El más emblemático de entre estos es el de Gustavo Gatica, quien estaba encapuchado y arrojando piedras contra Carabineros cuando resultó herido. El primer problema con las heridas oculares es que no tenemos certeza de que hayan sido causadas por Carabineros, puesto que los encapuchados arrojan multitud de proyectiles durante las repudiables obstrucciones del tránsito y los felones ataques contra la fuerza pública: resulta enteramente plausible que prácticamente todas las heridas oculares sean responsabilidad exclusiva de los encapuchados. La única excepción y el único caso creíble parece ser el de Fabiola Campillay, quien recibió el impacto fortuito de una bomba lacrimógena cerca de una protesta violenta. Con todo, al 06 de diciembre de 2019[64], el INDH había constatado que solamente una herida ocular de entre 232 registradas se había debido a un perdigón[65], de origen desconocido naturalmente. Por otra parte, el uso del armamento anti-disturbios está justificado en las protestas violentas y este armamento causa daño en los cuerpos de las personas: no se supone que sea inocuo, pues ¿qué tendría de «disuasivo» en este caso? Si sumamos a esta tendencia de Carabineros atacados y de acusaciones falsas el hecho de que todos los uniformados involucrados en actos de corrupción o siquiera sospechosos de haber estado envueltos en alguno, como el cabo 2do Reyes, quien incluso permaneció detenido mientras se realizaban las indagaciones, fueron desvinculados de sus funciones inmediatamente; no podemos sino concluir que, en general, las acusaciones hechas por los insurrectos son falsas y deben ser tenidas por tales mientras no se demuestre lo contrario. Cuando me refiero a actos de corrupción, no estoy incluyendo el abatimiento de quienes estaban atropellando derechos ajenos (bloqueando alguna calle) o directamente agrediendo a Carabineros con proyectiles: estas personas decidieron incurrir en vulneraciones y la reacción ante estas vulneraciones, que llamamos legítima defensa, puede resultar en perjuicio de quienes decidieron transgredir el principio de no agresión en primer lugar. La izquierda soviética, experimentada en instrumentalizar no solo la democracia, sino también la justicia, encuentra la manera de perseguir a quienes se resisten a su revolución (tanto en sus etapas violentas cuanto no): incluso fingieron haber incoado un proceso contra el presidente Sebastián Piñera[66] a pesar de que él apenas reaccionó frente a la violencia desatada del levantamiento terrorista. Sabemos que tienen la intención de causar daño, sabemos que tienen una animadversión especialmente virulenta contra los uniformados y sabemos que actúan al servicio de una ideología sociópata: estas señales son más que suficientes para descartar de antemano las denuncias[67] que los miembros declarados o conocidos del levantamiento terrorista presenten contra cualquier uniformado.

La situación del país es como la que vivió Mauricio Peña el viernes 17 de enero de 2020. Salió a comprar el pan frente al edificio donde vive en el barrio Lastarria. Estando en la calle, le llamó la atención a un sujeto que lo pasó a llevar a él y a una mujer con unas banderas. Acto seguido, otra mujer gritó «es paco, hay que matarlo» y Peña comenzó a recibir una golpiza que solamente se detuvo gracias a la valiente intervención de dos mujeres: la joven Beatriz Sotomayor, primero, y Angélica Cadavid, la esposa de Peña, después. Quienes golpearon a Peña son los más fieles representantes del Apruebo: una turba mentirosa y asesina que no tolera las opiniones que critiquen su proceso insurreccional. Sotomayor y Cadavid, por su parte, representan al Rechazo. Pero aquí falta el sector del Apruebo que no recurre a la violencia. Ese día, había alrededor de cincuenta personas que presenciaron la golpiza contra Peña y no intervinieron de ninguna manera; cincuenta personas que vieron cómo dos mujeres, cada una actuando sola, confrontaron a la turba, pero no las ayudaron; cincuenta personas que contemplaron con indiferencia impresionante y censurable el intento de asesinato de un hombre desarmado por el solo hecho de ser Carabinero — aunque no lo era. Como ha observado[68] acertadamente Sebastián Izquierdo, la izquierda soviética ha copado el país no con militantes, sino con personas que no se atreven a contradecirla en virtud del miedo que ella inspira a causa de su intolerancia explícita hacia quienes disienten de sus premisas. En efecto, parece tener razón cuando señala[69] que los grupos más intransigentes son los que terminan inspirando temor — de ser despreciado, insultado, funado, despedido, golpeado o asesinado — y aniquilando, por ende, la oposición a sus ideas: es la estrategia que Eduardo Artés confesó abiertamente que ocuparía para gobernar[70], por cierto, y que también aludió como apropiada para alcanzar el poder[71]. Esto lo lleva a concluir (y a mí con él), de acuerdo con el apóstol en Rom 13.4, que un buen gobierno es aquel en el que los malos tienen miedo, lo cual también puede expresarse diciendo que las personas tienen miedo de actuar mal. En la situación actual, los chilenos tienen miedo de intervenir en la golpiza contra un hombre inocente no solo porque los pueden golpear de vuelta, sino también porque los acusarán de «fachos» o «enemigos del pueblo». Creo que resulta importante combatir a los malos, pues: asumir el bien no como una postura neutra, sino como una amenaza efectiva contra quienes practican el mal; como una convicción intransigente que no deja pasar ningún comentario o conducta disidente, sino que exige corrección constante — como la del ama de casa exagerada que no descuida ni deja pasar detalle alguno en la limpieza y el orden doméstico. Tenemos que ordenar y limpiar nuestra casa y mantener este orden y limpieza con rigor para evitar que el hogar termine por derrumbarse sobre sí mismo y ya no haya nada que recuperar: esto lo tiene que hacer cada uno en su propia casa y en su trabajo, pero también en la calle y en la micro. No hay que dejarle espacio a la tolerancia ni a la entropía social, porque es el país entero el que está en riesgo. Hacer el bien no significa solamente ayudar a quien lo necesita, sino sobre todo censurar y corregir al que actúa mal, porque él está destruyendo el mundo por medio del cual todos entramos en contacto con los demás. Todos tenemos que actuar como Mauricio Peña y llamarle la atención al descuidado que pasa a llevar a otro con sus banderas. Y también tenemos que ser como Beatriz Sotomayor y como Angélica Cadavid, levantando la voz e interponiendo nuestros cuerpos ante los que intentan asesinar a un inocente e indefenso. Si no somos como ellos en cada minuto de nuestras vidas, no estaremos haciendo nada valioso ni mereceremos llamarnos hombres de verdad.

[1] Quiero agradecer al dr. Diego Pérez por sus valiosos comentarios sobre el borrador de este ensayo.

[2] <https://www.facebook.com/mancilla.mardel/posts/10221479436352322>.

[3] Werner Jaeger. «Diocles de Caristo, un Nuevo Discípulo de Aristóteles». Aristóteles (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1946), p. 520n14.

[4] Cristian Mancilla. «Soy un conejo» (03–03–2014), <https://respublicaemancillae.blogspot.com/2014/03/soy-un-conejo.html>.

[5] Consejo de Seguridad de la ONU. «Resolution 1566(2004)» (08–10–2004), <https://undocs.org/S/RES/1566(2004)>.

[6] Francisca Martens. «ACES: La asamblea de estudiantes secundarios que organizó el “boicot” a la PSU y que se declara anti “política institucional”» (08–01–2020), <https://www.emol.com/noticias/Nacional/2020/01/08/972773/ACES-asamblea-de-estudiantes-secundarios.html>.

[7] Pablo Castillo y Camilo Mejías. «Análisis de Inteligencia Comunicacional: Determinación de Estructura Discursiva sobre Registro Murales en Santiago Centro 2014–2018» (Santiago de Chile: Universidad Mayor, 2018), tesis de magíster.

[8] Rodrigo Miranda. «La protectora espiritual de la primera línea» (27–01–2020), <https://www.eldesconcierto.cl/libros/la-protectora-espiritual-de-la-primera-linea/>.
<https://www.youtube.com/watch?v=qcnHxEDIALU>.

[9] El Pingüino. «Se encontró animal muerto en medio de barricada» (24–10–2019), <https://elpinguino.com/noticia/2019/10/24/se-encontro-animal-muerto-en-medio-de-barricada>.

[10] <https://www.facebook.com/photo?fbid=1389390054602897&set=a.516322181909693>.

[11] El Líbero. «El plan terrorista para atentar contra el Metro se inició en 2014» (30–10–2019), <https://ellibero.cl/actualidad/el-plan-terrorista-para-atentar-contra-el-metro-se-inicio-en-2014/>.

[12] <https://twitter.com/Cintia_Ratonina/status/1256985441997410304>.

[13] <https://www.facebook.com/102253554640868/videos/488422191838814/>.

[14] Jaime Guzmán. Escritos personales (Santiago de Chile: JGE, 2011), 104s.

[15] Alexis López. «¿Cuántos Soviets hay en Chile?» (2015), <https://es.slideshare.net/AlexisTapia1/cuntos-sviets-hay-en-chile-48996240>.

[16] Fernando Villegas. «¿Predicción para Abril? | E394» (30–04–2020), <https://www.youtube.com/watch?v=JtpCaqwHBaQ>.

[17] Matías Vega. «3 detenidos en sede PC en Calama: advierten porte de líquido incendiario y dirigentes acusan montaje» (26–11–2019), <https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-antofagasta/2019/11/26/3-detenidos-en-sede-pc-en-calama-advierten-porte-de-liquido-incendiario-y-dirigentes-acusan-montaje.shtml>.

[18] José Uribe. «18 de Octubre de 2019, Chile la Revolución Definitiva, parte 1» (18–01–2020), <https://bensonians.blogspot.com/2020/01/18-de-octubre-de-2019-chile-la.html>.

[19] Alejandro Lafquén. «¿Estallido social? No ¿Revolución? Sí» (03–02–2020), <https://rebelion.org/estallido-social-no-revolucion-si/>.

[20] <https://twitter.com/rbcmilenario/status/1216368764004028416>.

[21] Fernando Villegas. «¿Mesina quiere cerrar Congreso? | E355» (28–01–2020), <https://www.youtube.com/watch?v=qVK8K_BWYgc>.

[22] Alexis López. «A un mes del inicio de la Revolución: lo que ha pasado y lo que viene» (18–11–2019), <https://www.youtube.com/watch?v=NNaio5jicS8>.

[23] <https://twitter.com/FrenteInvisible/status/1263909955108769792>.

[24] Alexis López. «1312» (13–12–2019), <https://www.youtube.com/watch?v=KEc0s6_XXZI>.

[25] Alexis López. «2020 Patria o Caos» (31–12–2019), <https://www.youtube.com/watch?v=vHV2uCb_F-s>.

[26] Unidad para el Cambio. «Declaración Pública Unidad para el Cambio ante situación en Metro de Santiago» (18–10–2019), <http://pcchile.cl/2019/10/18/declaracion-publica-unidad-para-el-cambio-ante-situacion-en-metro-de-santiago/>.

[27] Ascanio Cavallo. «Desde el momento de odio…» (30–05–2020), <https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/columna-de-ascanio-cavallo-desde-el-momento-de-odio/QYYPO3VXPVDKJGQE5PBHR45N4Y/>.

[28] <https://twitter.com/guidogirardi/status/1246282594242699265>.

[29] Cristian Mancilla. «¡Vamos a decir que NO!» (2020), <https://www.celchile.org/post/vamos-a-decir-que-no>.

[30] El Porteño. «El octubre chileno: comienza la revolución» (27–10–2019), <https://elporteno.cl/el-octubre-chileno-comienza-la-revolucion/>.

[31] Emily Avendaño. «El vínculo con el estallido del 18-O del ex mirista que disparó a sangre fría a un guardia de ServiEstado» (03–05–2020), <https://ellibero.cl/actualidad/el-vinculo-del-ex-mirista-que-disparo-a-sangre-fria-a-un-guardia-de-serviestado-con-el-estallido-del-18-o/>.

[32] Felipe Henríquez. «Triste show de diputados de derecha: Difunden video de “colectivo matapacos”, repugnante campaña del terror quemando ‘La Moneda’» (30–04–2020), <https://eluniversal.cl/contenido/11807/triste-show-de-diputados-de-derecha-difunden-video-de-colectivo-matapacos-repugn>.

[33] Emily Avendaño. «Los más de 50 tuiteos que le pesan a Hugo Gutiérrez en su proceso de destitución ante el Tribunal Constitucional» (21–05–2020), <https://ellibero.cl/actualidad/los-mas-de-50-tuiteos-que-le-pesan-a-hugo-gutierrez-en-su-proceso-de-destitucion-ante-el-tc/>.

[34] <https://twitter.com/piensaprensa/status/1205248120021540864>.

[35] <https://www.youtube.com/watch?v=R7vyEEa5-aQ>.

[36] Douglas Farah y Caitlyn Yates. «Turmoil in the Western Hemisphere» (15–04–2020), <https://theglobalamericans.org/2020/04/turmoil-in-the-western-hemisphere/>.

[37] Unidad para el Cambio. «Declaración pública Unidad para el Cambio con propuestas mínimas comunes para una salida razonable a la crisis» (22–10–2019), <https://pcchile.cl/2019/10/22/declaracion-publica-unidad-para-el-cambio-con-propuestas-minimas-comunas-para-una-salida-razonable-a-la-crisis/>.

[38] Partido Comunista. «Declaración pública Partido Comunista» (23–10–2019), <https://pcchile.cl/2019/10/23/declaracion-publica-partido-comunista/>.

[39] Partido Comunista de Chile. «Pleno del Comité Central pone énfasis en congreso nacional 2020 y en proceso unitario para derrotar a la derecha. Conozca informe político, resoluciones y agenda» (13–10–2020), <https://pcchile.cl/2019/10/13/pleno-del-comite-central-pone-enfasis-en-su-congreso-nacional-2020-y-en-proceso-unitario-para-derrotar-a-la-derecha-conozca-las-resoluciones/>.

[40] Paul Walder. «Los tres escenarios probables que se han abierto a partir del 18 de octubre en Chile» (24–10–2019), <http://www.politika.cl/2019/10/24/los-tres-escenarios-probables-que-se-abren-a-partir-del-18-de-octubre-en-chile/>.

[41] Cristian Mancilla. «Feminisno heteróclito y multiforme» (07–06–2018), <https://critica.cl/opinion/feminismo-heteroclito-y-multiforme>.

[42] Tomás Molina. «Banco Mundial: Chile es el décimo país más desigual de Latinoamérica y el segundo con mayor PIB per cápita» (05–11–2019), <https://www.emol.com/noticias/Economia/2019/11/05/966244/Chile-decimo-mas-desigual-Latinoamerica.html>.

[43] Diego Sánchez. «Cae otro mito progresista: la desigualdad en Chile está bajando, no subiendo» (11–12–2016), <https://www.libremercado.com/2016-12-11/cae-otro-mito-progresista-la-desigualdad-en-chile-esta-bajando-no-subiendo-1276588354/>.

[44] <https://twitter.com/JoseMezaPereira/status/1246503878436282382>.

[45] <https://www.instagram.com/p/CDXX6GsFYmc/>.

[46] Víctor Rivera. «Incidentes en Santiago: Interior detecta que se repiten zonas del estallido» (19–05–2020), <https://www.latercera.com/nacional/noticia/incidentes-en-santiago-interior-detecta-que-se-repiten-zonas-del-estallido/HSRQXQ4TUZEOHCU2GS2JUE5ENE/>.

[47] Joaquín Villalobos. «Cuba: Defensa y agonía» (01–08–2020), <https://www.nexos.com.mx/?p=49024>.

[48] Contradiscurso News. «“Nos reclutaba para ir a marchas, nos daban droga” Juan vivió en SENAME» (10–08–2020), <https://contradiscurso.news/2020/08/10/nos-reclutaba-para-ir-a-marchas-nos-daban-droga-juan-vivio-en-sename/>.

[49] Cristian Mancilla. «Un impedimento e infinitas soluciones para la superación del subdesarrollo económico» (2016), <http://critica.cl/forex/un-impedimento-e-infinitas-soluciones-para-la-superacion-del-subdesarrollo-economico>.

[50] Matías Vega. «Metro reporta que 80 de sus 136 estaciones presentan daños por masivas protestas» (20–10–2019), <https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2019/10/20/metro-reporta-que-80-de-sus-136-estaciones-presentan-danos-por-masivas-protestas.shtml>.

[51] Cristian Mancilla. «El sintagma jurídico: derecho + vulneración» (2013), <https://medium.com/@interfectus/el-sintagma-jur%C3%ADdico-derecho-vulneraci%C3%B3n-7fa78862acde>.

[52] Alan Gewirth. «The Epistemology of Human Rights», Social Philosophy & Policy vol. 1, nro. 2, 1984, 1–24.

[53] Eugenio Trías. La edad del espíritu (Barcelona: Destino, 2000), 80.

[54] Rodrigo Norambuena. «Movimiento antifa: una amenaza para la paz y la Seguridad interior del Estado» (30–03–2020), <https://rodrigonorambuena.webnode.cl/l/movimiento-antifa-una-amenaza-para-la-paz-y-el-estado-de-derecho/>.

[55] <https://twitter.com/cincinatochile/status/1245356888834936833>.
Crítica.cl. «Organizaciones sociales y artistas se unen en torno al Estallido Social en Chile» (10–03–2020), <http://critica.cl/derecha/organizaciones-sociales-y-artistas-se-unen-en-torno-al-estallido-social-en-chile>.

[56] Luis Ahumada. «De ultraizquierdista a libertario» (2020), <https://www.economiaysociedad.cl/de-ultraizquierdista-a-libertario>.

[57] Alexis López. «La revolución enferma» (28–03–2020), <https://www.youtube.com/watch?v=TL9CI0lgTYw>.

[58] Alexis López. «El ataque a las iglesias de Chile» (22–01–2020), <https://www.youtube.com/watch?v=6reSXH5ZYbs>.
Comunidad y Justicia. «Vulneraciones a la libertad religiosa en Chile» (26–01–2020), <https://comunidadyjusticia.cl/wp-content/uploads/2020/05/informe-libertad-religiosa-cyj-febrero-2020-1.pdf>.
<https://www.instagram.com/p/B8U210Bn6jd/>.

[59] Felipe Díaz. «Incendian único Cesfam de Pozo Almonte: en Iquique atacaron edificio de Intendencia y comercio» (21–10–2019), <https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-tarapaca/2019/10/21/incendian-unico-cesfam-de-pozo-almonte-en-iquique-atacaron-edificio-de-intendencia-y-comercio.shtml>.
Emilio Lara. «Turba saquea e incendia dependencias del Hospital de Coquimbo» (22–11–2019), <https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-de-coquimbo/2019/11/22/turba-saquea-e-incendia-dependencias-del-hospital-de-coquimbo.shtml>.
Manuel Stuardo. «Saquean y destruyen Cesfam en Melipilla en medio de emergencia por Covid-19: Gobierno se querellará» (31–03–2020), <https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2020/03/31/saquean-y-destruyen-cesfam-en-melipilla-en-medio-de-emergencia-por-covid-19-gobierno-se-querellara.shtml>.

[60] Víctor Rivera. «Las 28 desapariciones informadas por el INDH que fueron aclaradas por Carabineros: 12 nunca salieron de sus casas» (06–11–2019), <https://www.latercera.com/nacional/noticia/las-28-desapariciones-denunciadas-indh-fueron-aclaradas-carabineros-12-nunca-salieron-casas/890580/>.
Tele 13. «INDH aclara denuncias de personas desaparecidas durante manifestaciones» (28–10–2019), <https://www.t13.cl/noticia/nacional/indh-aclara-denuncias-personas-desaparecidas-manifestaciones>.

[61] RUC 1901131948–6 / RIT 3766–2019.

[62] <https://twitter.com/_Meser/status/1188422902934315010>.

[63] Mario Estay. «Fiscalía confirma que no se ha formalizado investigación contra carabineros por violación durante la crisis social» (24–03–2020), <https://www.infogate.cl/2020/03/24/fiscalia-confirma-que-no-se-ha-formalizado-investigacion-contra-carabineros-por-violacion-durante-la-crisis-social/>.

[64] <https://twitter.com/bunster_felipe/status/1229957041684406272>.

[65] <https://twitter.com/bunster_felipe/status/1229955989622939648>.

[66] Gabriela Salinas. «Abogada de la Corte Internacional de Justicia desmiente a Gutiérrez por supuesto recurso contra Piñera en La Haya» (17–02–2020), <https://www.eldinamo.cl/nacional/2020/02/17/abogada-de-la-corte-internacional-de-justicia-desmiente-a-gutierrez-por-supuesto-recurso-contra-pinera-en-la-haya/>.

[67] <https://twitter.com/tbowman3076/status/1219390400269639682>.

[68] Sebastián Izquierdo. «Desde el escondite (Capítulo 12): Violencia, miedo y poder (parte 3)» (06–08–2020), <https://www.youtube.com/watch?v=NcD12YDfR5s>.

[69] Sebastián Izquierdo. «Desde el escondite (Capítulo 10): Violencia, miedo y poder (Parte 1)» (30–07–2020), <https://www.youtube.com/watch?v=URaZf9VpNAs>.

[70] TVN Chile. «Artés asegura que acecharía al Parlamento físicamente si fuera necesario» (07–11–2017), <https://www.youtube.com/watch?v=ZbDk7tOOX6I>.

[71] Fortín Mapocho. «Ex presidenciable, Eduardo Artés, asegura: “Piñera no va a terminar su gobierno”» (29–01–2018), <https://www.fortinmapocho.cl/2018/01/29/ex-presidenciable-eduardo-artes-asegura-pinera-no-va-a-terminar-su-gobierno/>.

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