De cómo me quedé sin poder votar en las autonómicas de 2015

Irene Serrano
4 min readApr 26, 2015

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Este es el relato de cómo pese a seguir todos los pasos que me fueron indicados, no podré votar en las elecciones autonómicas de 2015.

Vivo en Montreal, Canadá, desde finales de 2011. Estoy registrada en el consulado de la ciudad como residente de larga duración desde mediados de 2012, con la consecuente pérdida de derechos en España como la seguridad social o el voto en las elecciones municipales. Aquí, en Montreal, obviamente no puedo votar y tengo acceso limitado a la seguridad social. Me he convertido en ciudadana de segunda en mi país por el hecho de tener un visado temporal en otro país en el que no tengo derechos. Pero eso es otra historia.

Con vistas a las elecciones de 2015, en noviembre de 2014 me pasé por el consulado para comprobar que estaba registrada en la dirección y el censo correctos. Todo estaba bien, me aseguraron, el siguiente paso a seguir era rogar el voto en abril para votar por correo o en el consulado en mayo.

A principios de abril regresé al consulado con una fotocopia del pasaporte con la idea de que podría rogar el voto allí. Después de esperar dos horas de cola, me dijeron que no, que en el consulado sólo pueden rogar el voto los españoles que están de paso, no los residentes de larga duración. Me explicaron que este año los residentes podíamos rogar el voto por internet si teníamos un certificado digital, del que yo no dispongo, o con un número que me llegaría en una tarjeta a casa por correo. Las otras opciones para rogar el voto consistían en enviar un documento que me entregaron allí y la fotocopia de mi pasaporte o DNI por correo o por fax. Me dijeron que esperase a que me llegase la tarjeta con el número para votar por internet y que si se retrasaba mucho, mandase un fax con los documentos. Me escribieron en un post-it los números de la oficina del censo electoral que me corresponde a los que podía enviar el fax:

El documento que me entregaron dice: “si desea votar en las elecciones que se celebrarán el día 24 de mayo de 2015 debe solicitarlo antes del 26 de abril de 2015 (…)”. Entendí entonces, que el último día para rogar el voto era el sábado 25 de abril. Esta forma de enunciar la fecha tope me resultó confusa, pero, de nuevo, esa es otra historia. Esperé hasta el 24, viernes, a que me llegase la dichosa tarjeta con el número para rogar el voto por internet. Por supuesto, nunca llegó. Curioso, dado que en el buzón recibo continuamente libros, ropa, zapatos (soy compradora compulsiva por internet) e incluso cheques de la universidad en la que trabajo. Nunca he tenido problemas con el correo.

Ayer, sábado 25, viendo que no podía contar con la tarjeta y el ruego por internet, me dispuse a enviar un fax. Como no tenía ni idea de dónde se puede enviar un fax en el Montreal de 2015, primero lo intenté por internet. Después de probar con varios servicios, MyFax Free me envió el siguiente email:

“Esto de mandar un fax por internet es un timo”, pensé, y decidí buscar un sitio con máquina de fax (!!!). Me acordé de que en España Correos ofrece ese servicio y se me ocurrió que Canada Post quizá contase también con estas curiosas retro-máquinas. Acerté. Intenté mandar varias veces los documentos a los dos números que me dieron en el consulado. “Pas de réponse” (sin respuesta), dijo la máquina. Le pregunté al chico de la oficina de correos que qué podía significar eso, que si hacía falta una persona al otro lado de la línea para poder enviar un fax. Me contestó que posiblemente la otra máquina se hubiese quedado sin papel, que lo intentase otra vez el lunes. Lo que no sabía el chico es que me quedaban exactamente 4 horas para poder rogar el voto.

Y así fue como por tarjetas con números secretos que no llegan y máquinas de fax sin papel, me quedé sin poder votar en las elecciones autonómicas de 2015.

P.D.: El verano pasado fueron elecciones generales en Colombia. Mi chico, colombiano, sólo tuvo que registrarse en el consulado e ir a votar allí el mismo día de las elecciones para poder participar. Ay, el Tercer Mundo.

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