Cajón de lecturas

Joseba Louzao
6 min readNov 10, 2017

--

Francia vs. Alemania. Faltan 19 días para que podamos disfrutar de la versión española de El euro y la batalla de las ideas (Ediciones Deusto), escrito por Markus K. Brunnermeier, Harold James y Jean-Pierre Landau. Libro que, por cierto, me recomendó, su traductor , Ramón González Férriz, en una conversación por Twitter hace unos meses. Los autores son, por este orden, un economista, un historiador especializado en relaciones internacionales y un ex-vicegobernador del Banque de France. Su ensayo está avalado por las buenas críticas que han cosechado en publicaciones como The Economist o el Financial Times. ¿Y qué han pretendido? Conseguir comprender la crisis del euro desde todas las dimensiones implicadas. Pero lo hacen a partir de lo que consideran las dos principales tradiciones de pensamiento político-económico europeo. Por resumirlo en trazos gruesos, nos encontraríamos ante la tradición francesa y la tradición alemana.

Con una mirada optimista, para muchos comentaristas quizá demasiado esperanzada, este particular trío intenta demostrar que la fusión de ambas tradiciones puede ayudarnos a salir del atolladero en el que nos encontramos. Si la tradición francesa pone el acento en la solidaridad, la germana lo hace en la responsabilidad. Así se ha demostrado en sus diferentes planteamientos, por ejemplo, en los enconados debates que se reprodujeron a la hora de valorar los rescates dentro de la zona euro. Este tipo de dicotomías han sido constantes a lo largo de la historia de la construcción de la Unión Europea hasta el presente: solvencia-líquidez, reglas-flexibilidad, keynesianos-no keynesianos.

A lo largo de sus más de 550 páginas El euro y la batalla de las ideas nos permite descubrir que el consenso sobre las posibles vías de reforma de la moneda común será díficil. El binomio sigue existiendo y está más vivo que nunca. Franceses y alemanes continuarán dando la batalla en el campo de las ideas. Es decir, hoy en día el Rin es algo más que una frontera natural. Tampoco debemos ser derrotistas, se pueden construir puentes. Jean Monnet ya avisó: Europa se forja en las crisis.

Pueden ver una presentación de la obra en este enlace.

**********************

Torre del Aire. La editorial Trotta acaba de anunciar la creación de una nueva colección dentro de su interesante catálogo. El nombre ha sido elegido por las tan conocidas como misteriosas torres del aire (o, en persa, bâgdir) iranias. Unas construcciones, que todavía se mantienen en uso en Irán o Bahréin, con las que se puede recoger el aire fresco para refrescar las viviendas cercanas. La colección, por lo tanto, buscará publicar aquellos libros que tienen vocación de continuidad y de resistencia pese al paso del tiempo.

A finales de este mes, la Torre del Aire se inaugura con dos títulos atractivos: un clásico indiscutible del estudio del hecho religioso: Variedades de la experiencia religiosa. Un estudio de la naturaleza humana de William James (que contará con una introducción del filósofo de la religión Manuel Fraijó) y los Tratados de Prisciliano de Ávila. Nos quedamos con este último trabajo por su novedad e importancia para el avance del conocimiento del cristianismo antiguo. De hecho, será la primera vez que el lector español podrá acercarse a los once tratados que le han sido atribuidos. La labor de traducción, comentario y edición ha recaído en Manuel José Crespo Losada, especialista en literatura cristiana en la Facultad de Teología de la Universidad San Dámaso de Madrid.

Y es que sobre Prisciliano han corrido ríos de tinta. No son pocos los que creen, aunque con escasas pruebas, que los restos de este obispo y hereje del siglo IV son los que descansan realmente en el sepulcro de la Catedral de Santiago de Compostela. Sánchez Dragó lleva décadas defendiendo esta hipótesis, que saca a pasar en cualquier situación. Sea como fuere, Prisciliano encabezó un movimiento profético, que hoy conocemos como priscilianismo. Prisciliano, inquieto y ascético, consiguió el apoyo de un grupo considerable de cristianos en Hispania y Aquitania — por ejemplo, no se puede entender plenamente el avance del cristianismo en la Gallaecia sin la extensión de las ideas priscilianistas-, lo que hizo saltar las alarmas en los ámbitos de poder de la iglesia. Entre la disidencia eclesial y las disputas doctrinales, Prisciliano fue condenado por herejía y ejecutado en el año 385. El impacto de su muerte fue tal en su tiempo que san Ambrosio llegó a comparar el juicio con el de Jesús ante Pilatos. Los ecos de su teología jamás se han apagado del todo.

******************

Una aventura biográfica. Ayer mismo Jean Claude Juncker aseguraba que el nacionalismo era un “veneno”, que genera fractura y división, para Europa y su futuro. Sea cual sea nuestra valoración sobre estas declaraciones, una cuestión es evidente: los nacionalismos no desaparecerán de la vida política. Uno de los mayores especialistas del siglo XX sobre el fenómeno nacionalista fue Hans Kohn. Sus ideas sobre el nacionalismo desataron la polémica y encontró, casi a partes iguales, detractores y seguidores. Sin embargo, su recepción en España fue tardía y no demasiado considerada (Fondo de Cultura Económica tradujo su monumental Historia del nacionalismo en 1984).

Hans Kohn (1891–1971) nació en Praga en el seno de una familia judía. Como tantos otros, le tocó vivir los principales hitos del siglo pasado. Vivió la desaparición del Imperio austro-húngaro, soñó con el ideal sionista y vivió su madurez en los Estados Unidos de América tras romper con su militancia sionista. El reciente Toward Nationalism’s End. An Intellectual Biography of Hans Kohn (Brandeis University Press) del historiador Adi Gordon (Amherst College) nos acerca a esta compleja figura intelectual. Kohn podría ser un ejemplo paradigmático de un observador participante de la historia (participó en la Gran Guerra, fue prisionero de los rusos durante varios años…).

Especializado en el mundo del nacionalismo, fue uno de los primeros estudiosos reconocidos en la materia allá por la ya lejana década de los cuarenta. Kohn descubrió que éste mostraba diversas facetas según los diferentes contextos y coordenadas temporales. Por esa razón, defendió que el nacionalismo era un fenómeno contemporáneo que no se podía desligar del nacimiento de la sociedad moderna, aunque recogiera elementos del pasado como la lengua, la religión o la genealogía común. Aunque, paradójicamente, señalaba que sus orígenes había que buscarlos en la Grecia clásico y el sentimiento de pueblo elegido de los judíos. Además, fue uno de los primeros en defender la existencia de dos modelos de nacionalismos distintos, lo que podríamos clasificar en categorías actuales como nacionalismos cívicos y étnicos — desde su perspectiva los calificó de occidentales y orientales.

Este interesante trabajo de Adi Gordon, que nos invita a pensar en la turbulenta historia del siglo XX, se construye a partir de las intensas peripecias biográficas de nuestro protagonista. Porque Hans Kohn fue una persona llena de contradicciones vitales e intelectuales: fue un judío de Praga que defendió en su juventud una especie de sionismo espiritual, que en Jerusalén terminó derivando durante la década de los veinte en un “sionista binacional, pero también fue un historiador que utilizó una metodología comparativa para desentrañar las claves del nacionalismo y, en sus últimos años de vida, se transformó en un auténtico War Cold Warrior. Porque en su refugio estadounidense, no lo olvidemos, Kohn sintió que se encontraba el más logrado desarrollo de los valores universales que él creía descubrir en la cultura occidental.

--

--

Joseba Louzao

Profesor del @cucc_educacion (Universidad de Alcalá). Historiador y colaborador habitual de @_nuevarevista, @fronterad y @ABC_Cultural.