En la cancha se sufre menos

Newellsletter (Javier Acuña)
5 min readApr 7, 2023

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En la cancha se sufre menos. Debe ser porque uno tiene el panorama completo y entonces sabe si el que está por recibir el pelotazo en profundidad efectivamente se va solo hacia el arco o si puede llegar primero algún defensor que la cámara de televisión no muestra o el relator de radio omite a propósito para cagarte la vida en nombre de la emoción. También ayuda un poco ver las caras de los que tenés al lado. Hay algo del entorno tribal que permite socializar la tensión y hacer catarsis colectiva con algún insulto, lamento o cantito improvisado. Siempre hay a mano una válvula de escape que impide la acumulación nociva de adrenalina en el cuerpo. Es cierto que también podés gritarle al televisor en el living de tu casa o ensayar macumbas frente a una radio, pero a riesgo de perder el respeto de tu familia.

Me acuerdo del clásico del 6 de mayo de 2007. Estábamos limpiando el patio y el paraguayo Cardozo metió el gol mientras mi hija de cuatro años llenaba un balde con el agua que metía primero en una botellita vacía de champú. No era lo más práctico para acelerar la limpieza pero cuando Furchi dio penal para Central le exigí que volviera a la canilla y repitiera el procedimiento ante la negativa de la madre. Me puse firme y Villar le terminó atajando el penal al Kili González. No solo eso, el rebote le quedó servido a Belloso y la tiró por arriba del travesaño.

Ese día no estaba dispuesto a repetir la claudicación de mi papá del 7 de octubre del 83, cuando volvíamos a casa en el Citroen naranja desde Ibarlucea y Ciraolo metió dos goles en dos minutos y puso el clásico 3 a 3. Faltaban diez, lo podíamos ganar y mi papá lo sabía, por eso pidió que nos quedáramos todos ahí adentro aunque ya hubiéramos llegado a destino. Pero mi mamá le dijo que se meaba, se bajó del auto y subió al departamento. Por supuesto, el partido terminó empatado.

También fue la responsable del empate del Puma Rodríguez el 28 de febrero del 93. Lo ganábamos en el Parque 1 a 0 y a ella se le ocurrió que era buena idea bajar de la platea unos minutos antes de que terminara el partido para poder llegar más rápido a encontrarse con mi papá que estaba en la otra punta de la cancha con los empleados del club. Con mis hermanos la desobedecimos responsablemente y nos quedamos firmes en nuestras plateas aunque eso no impidió que Scoponi saliera al pedo a cortar un pase para el muerto del uruguayo Aguerre, que se lo llevara puesto y le cobraran penal. Mientras mi mamá llegaba al encuentro de mi papá, el tiro del Puma Rodríguez le pasaba por debajo del cuerpo al Gringo Scoponi.

Ahora faltan cinco minutos para que empiece el clásico de esta tarde y no sé qué hacer. Lo de la observación de los pájaros ya lo tengo descartado porque nunca me funcionó y encima tuve soportar la humillación del 27 de julio de 2015. Como veníamos de tres derrotas consecutivas, durante el partido salí con la bicicleta hasta San Jerónimo por un camino rural para evitar cualquier contacto con la civilización. Sabía que con un pedaleo sostenido podía estar de vuelta en Funes a las dos horas, con el resultado ya puesto. Y así fue. Llegando a la garita 18 vi que venían tres adolescentes con camperas de Central, se me aceleró el corazón pero bajé el ritmo de la bici para mirar mejor la gestualidad de cada uno. Caminaban despacio, se hablaban poco y tenían las manos en los bolsillos. Sonreí confiado y solté el manubrio para acomodarme el auricular en la oreja y prender la radio. “Hubiera sido una injusticia que lo empatara Newell’s en la última con el tiro de Maxi que pegó en el palo”. Pendejos de mierda, ganan tres clásicos seguidos y ya no festejan más, lo toman como algo natural.

Tampoco me da para verlo por futbolparatodos.online porque el vecino de al lado tiene cable y todo lo que pasa en la pantalla de mi computadora lo escucho treinta segundos antes en el televisor de él. Pero me parece que hoy no está, no se advierten movimientos en la casa. ¿Habrá ido a la cancha como el 23 de octubre de 2016, cuando ganamos 1 a 0 con gol de Maxi en el minuto 93? Esa día también éramos visitantes. Pongo futbolparatodos.online y mientras la tiene Panchito González me acuerdo que la última vez que lo vi por streaming fue el 2 de mayo de 2021 y perdimos 3 a 0. Intento convencerme de que esa vez fue porque el burro de Burgos lo puso a Sforza de 11 y lo mandó a Nadalín de stopper para marcarlo a Ruben. Igual apago la computadora.

Tendría que ir a un bar a verlo, como el 6 de noviembre de 2005, que lo perdíamos uno a cero y lo dimos vuelta con un penal de Ortega y un gol con la espalda de Ezequiel Garay. Pero donde pasan los partidos ya dijeron que esta vez no iban a poner el clásico porque en el anterior hubo algunos que festejaron el gol del triunfo de Juanchón García revoleándole una silla a un grupito en el que tenían camisetas de Central.

Si empezó a horario, ya van 29 minutos. Deben estar 0 a 0 porque no se escuchó ningún grito de los de la esquina. Cada vez que viene un grito de la esquina me quedo tranquilo porque sé que son los Sánchez, que son de Newell’s. En realidad, todos en la cuadra somos de Newell´s. El único de Central es mi vecino de al lado: éste, el anterior y el anterior. Catorce minutos me llevó tomar la decisión de mirar cómo vamos. Agarro el teléfono, voy a Promiedos y, como imaginaba, sigue 0 a 0. No, gol de Central. 1 a 0. La puta madre. Ahora todos le van a caer al pobre pibe que tenemos de arquero porque era un cabezazo fácil. Pero la culpa es mía, quién mierda me manda a mirar Promiedos.

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