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¿Quiénes son los que se oponen al voto electrónico en Argentina?

Javier Pallero

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Algunos comentarios sobre mitos y verdades que se dicen sobre los activistas contra el voto electrónico. Actualizado: Agosto de 2017

(Este artículo contiene enlaces a fuentes de información que completan las explicaciones y ofrecen evidencias sobre lo que se dice. Recomiendo visitarlos. Los invito a investigar y formar una opinión propia.)

Soy un activista de los derechos digitales. Me dedico a trabajar para el avance de los derechos humanos en relación a la tecnología. Uno de los temas en los que estoy trabajando es el proyecto para introducir un sistema de voto electrónico en Argentina. Aquí el dictamen completo que se aprobó en la Cámara de Diputados y que el gobierno nacional argentino insiste en aprobar tras las elecciones primarias de Agosto de 2017.

Hay muchas razones por las cuales la gran mayoría de expertos en materia electoral, criptógrafos, técnicos y organizaciones no gubernamentales nos oponemos a la incorporación del sistema de voto electrónico que promueven tanto el gobierno (Cambiemos + algunos aliados) como algunos sectores de la oposición (FPV). Por lo tanto, la nuestra no es una posición partidista.

Hay razones legales y técnicas que hemos elaborado para fundamentar lo que decimos (pueden verse en los enlaces que incluyo en estos párrafos). Y también hemos recomendado propuestas alternativas, concretas, efectivas y económicas para eliminar los problemas que se señalan en el sistema actual (robo de boletas, voto cadena, lista sábana, lentitud, etc.) Creemos que eso es posible sin violar el derecho al voto secreto y a controlar lo que pasa en las elecciones sin tener que ser un técnico en computación.

Algunos intercambios de opinión generan cuestionamientos sobre nuestras intenciones y sobre la veracidad de nuestras afirmaciones. Mas allá de las opiniones diferentes en el tema (siempre necesarias) hay cuestiones que deben debatirse con pruebas, basadas en conocimiento científico y en hechos comprobables. A continuación, ofrezco algunas respuestas a los cuestionamientos más comunes que recibimos.

“El fallo alemán no dice lo que ustedes afirman”

Hay toda una controversia respecto del famoso fallo de la Corte Constitucional de Alemania. Acá está completo, en castellano, y analizado por expertos en derecho electoral. Si no tienen tiempo, acá hay un buen resumen.

El fallo alemán declara inconstitucional el uso de aparatos de votación que no permitan al elector conocer el funcionamiento del sistema. Es decir, quien vota (y también quienes fiscalizan) deben poder controlar cómo funciona la urna, cómo se emite el voto y cómo se cuenta sin tener conocimientos técnicos especiales. También dice que no alcanza con las auditorías, el sistema debe ser transparente para el votante, pues no debe ser necesario contar con un intermediario para saber cómo se expresa el voto (ver axiomas del fallo).

Es cierto que la sentencia afirma que usar un aparato sin memoria o registro que emita un comprobante en papel y que sea ese papel lo que se cuente podría ser viable a los fines del control de que la opción sea correcta (o integridad del voto, ver #121 bb) pero eso deja sin resolver otros problemas que el propio fallo reconoce. Recuerden que Alemania no volvió a usar voto electrónico de ningún tipo, aún del tipo “boleta única electrónica” (con comprobante papel) después de esta sentencia.

“Entonces, la boleta única electrónica es posible, porque no tiene memoria y emite un comprobante en papel”

Acá es donde el fallo alemán se pone interesante. Es imposible que exista un sistema informático “sin memoria” o registro de algún tipo. En cada caso se trata de computadoras (inclusive las impresoras son computadoras y pueden hacer cosas que no querés que hagan). La “boleta única electrónica” es voto electrónico porque se trata de un sistema de votación mediante computadoras. La máquina que se usa en Buenos Aires y Salta tiene no sólo una, sino dos computadoras adentro. Nunca fueron auditadas públicamente. Y en los casos de auditorías cerradas, se revisaron partes del sistema y no su totalidad.

Por lo tanto, no se puede garantizar el secreto al poner una computadora a la hora de votar. La propia sentencia alemana dice que las auditorías no alcanzan para determinar cómo funciona el sistema y que el rastro en papel es insuficiente para garantizar eso (párr. #120, 123, 125).

Nosotros creemos que el proceso debe ser transparente para el elector. Evidente. La sentencia lo plantea en sus axiomas: la capacidad de control ciudadano en toda etapa, todo el tiempo, sin conocimientos especiales; y -agregamos- no sólo de la integridad -que se soluciona con el rastro de papel- sino también del secreto. En este sentido, creemos que para que la libertad del votante no sea manipulable, debe existir secreto en el momento de votar y el mecanismo del secreto tiene que ser entendible por cualquier persona.

Una tecnología dominada por las mayorías (como el sobre y el papel) no podría usarse para amenazar tán fácilmente como una tecnología que ningún votante puede saber cómo funciona al momento de elegir. Va un ejemplo: acá Nicolás Maduro diciendo que, gracias al voto electrónico, sabe quienes le votaron en contra. Sea verdad o mentira, la opacidad del sistema le permite amedrentar con él.

“Es mentira que el voto electrónico sólo se usa en India, Brasil y Venezuela. Hay más países. ”

Si prestan atención, verán que quienes afirmamos eso siempre dejamos en claro que hablamos de elecciones nacionales. Sólo tres países en el mundo usan el voto electrónico en elecciones generales (nacionales): India, Venezuela y Brasil. Existen algunos casos de voto electrónico a nivel municipal y provincial en otros países (Bélgica, Estonia, Australia, Suiza, etc.) Uno de esos casos es Estados Unidos, que sólo lo usa en algunos estados y está teniendo arduos debates sobre la seguridad de las máquinas a pesar de los años de experiencia que tienen en el tema (las primeras patentes de voto mecánico / electrónico surgieron ahí hace más de 40 años). Incluso este año, siguieron saliendo noticias de hackeos a su sistema electoral. Países a menudo destacados por su tecnologización, como Corea del Sur o Japón, votan con papel y están retrocediendo en pruebas locales de maquinas de votación por temas de seguridad. Hay también opciones híbridas, como el voto asistido por escáneres, que se usan en otros lugares.

“Ustedes defienden / justifican a hackers”

Esto es cierto. Al menos en mi caso y el de mi organización, defendemos públicamente el trabajo de investigadores en seguridad informática, reveladores de información de interés público (whistleblowers) y de cualquiera que defienda derechos humanos de manera justificada, lo que incluye –en algunos casos– a personas que se enfrentan a las reglas de un sistema.

Eso es un hacker. En el ámbito de las ciencias de la computación se trata de alguien que analiza las reglas de un sistema para comprenderlas y cuando está justificado, poder cambiarlas. Los hackers que actúan fuera de la ley y con intenciones destructivas son algo diferente y la propia comunidad los distingue. Hechas estas salvedades, sí. Defendemos hackers. En particular a quienes como Joaquín Sorianello denunciaron vulnerabilidades en las elecciones con voto electrónico en la ciudad de Buenos Aires en 2015 y fueron perseguidos penalmente por ello. Joaquín le avisó a la empresa. Repetidas veces. Su intención era que arreglen las vulnerabilidades y que se debata seriamente sobre los riesgos del voto electrónico. De hecho, ni siquiera forzó el sistema: encontró vulnerabilidades. Por eso (y quizá también por un tema de corrección política) Joaquín fue sobreseído.

Está más que claro, por una cuestión de lógica, que defender ciertas acciones de ciertos actores no significa para nada justificar todo su accionar. Por eso hice hincapié en justificaciones, intenciones y formas de actuar. Para nada estamos de acuerdo en una interpretación ociosa del código penal (o que cada uno haga lo que quiera), pero creemos que deberían existir criterios de oportunidad (como el que exhibió el auto de sobreseimiento de Joaquín o el del artículo 34 inc. 3 del Código penal) o reformas legislativas que permitan el aporte bienintencionado de investigadores en seguridad informática. Más de estas ideas en esta nota y en este post.

“Ustedes maltratan a quienes defienden el voto electrónico tratándolos de ignorantes o corruptos”

La gran mayoría de los activistas contra el voto electrónico evitan insultar o referirse a la otra postura con ataques personales (ad hominem). Siempre tratamos de presentar evidencia y razones para nuestras afirmaciones. Por supuesto, hay algunos que se expresan así, pero eso es una elección personal.

De hecho, como colectivo, somos nosotros los que hemos recibimos burlas y descalificaciones por parte de funcionarios públicos (nos llaman fantasiosos, nerds, comediantes de stand up, miembros de una secta, nos asocian al kirchnerismo, etc.). También somos difamados.

Del mismo modo, no podemos afirmar que quienes defienden el voto electrónico estén pagados o sean tontos. De lo primero, no tenemos pruebas. Si llegáramos a encontrarlas, las presentaríamos.

Y quienes defienden el voto electrónico no son tontos. Muchos (incluidos políticos) siguen honestamente el consejo de sus asesores o creen que el voto electrónico es una solución viable para los problemas que tiene el sistema actual. Nosotros afrimamos que hay mejores soluciones y siempre las señalamos. Otras personas sencillamente sólo escucharon la versión de la empresa que vende el sistema o de quienes lo implementaron irregularmente. De la empresa que, por su propia admisión, fue hackeada en 2015.

Mucha gente confía en los representantes que votó y eso es bueno. Algunos de esos representantes y sus asesores no conocen los riesgos del sistema. Ignorar los detalles peligrosos de un tema no está mal. Lo que está mal es no asesorarse, abrir el debate y considerar todos los riesgos. Nuestra misión es darlos a conocer. Una vez que los conozcan, como los conocieron los Diputados y Senadores de la mano de expertos que dieron testimonio en las Cámaras, pueden elegir ignorarlos. Y eso ya es un tema de responsabilidad cívica y política.

“No ofrecen alternativas”

Se trata, como dije al principio, de sopesar riesgos y beneficios de un sistema frente a otros. El actual (boleta partidaria de papel) tiene falencias, claro. Es necesario encontrar un balance óptimo que permita el máximo de garantías para los principios electorales y constitucionales (secreto del voto, integridad del mismo, libertad electoral, publicidad de las elecciones, control ciudadano, etc.)

La boleta única de papel es la alternativa más mencionada por los expertos para hacer frente al robo de boletas, listas sábana, boletas falsas, etc. Para mejorar el conteo, control, transmisión y dismiuir errores hay alternativas para incorporar tecnologías baratas y confiables. Aquí hay una lista de las muchas cosas que podríamos hacer para mejorar el sistema electoral. Una vez emitido el voto, ya no hay problema con el tema del secreto, por lo tanto pueden usarse tablets, celulares, escáneres de boleta única, etc. para complementar (nunca reemplazar) el control humano.

“Ustedes cobran sueldos y no sabemos quiénes les pagan”

En este caso, sólo puedo hablar por mí. Pero antes de meterme en eso quiero destacar que muchos expertos y activistas son profesores universitarios, funcionarios públicos (por ejemplo, del poder judicial) o empleados de ONGs independientes y prestigiosas. Es curioso que se pregunte sobre intereses económicos a quienes se oponen a un sistema caro y que beneficiaría a varias empresas aún a determinarse.

En mi caso, cuestiono el voto electrónico desde que era un estudiante y estaba como voluntario en la organización Ageia Densi. Hablamos de esto desde el 2010. Hoy en día trabajo en la organización internacional Access Now. Access Now se financia con donaciones. La lista de aportantes y los montos están aquí.

Gracias por su atención. Los invitamos a trabajar juntos por reformas electorales y tecnologías seguras, transparentes y auditables por la mayoría de los votantes.

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Javier Pallero

Arte, politica y cultura digital. Tratando de encontrar sentido en el caos.