Yumit: 440 días

(y un breve apartado sobre el tiempo)

José Azanza Arias
7 min readSep 9, 2015

Hoy mientras desayunaba me encontré con la enorme y grata sorpresa de ver la publicación de Wired sobre Yumit (acá pueden leer y compartir el artículo original).

Por si algún lector despistado no lo sabe, Wired es una revista mensual creada y distribuida inicialmente en EEUU y según Wikipedia: “Wired trata de reflejar la manera en que la tecnología afecta a la cultura, a la educación, a la economía y a la política”. La versión online de Wired es un punto de referencia para millones de personas de todo el mundo que buscan estar al tanto sobre lo último en tecnología & cultura recibiendo en promedio algo así como 28.000.000 millones de visitas mensuales.

Que un proyecto del que soy parte tenga la opción de tener una porción de ese nivel de exposición me sacudió –en el medio de mi desayuno– y despertó en mí algunos cuestionamientos sobre mi profesión, mi trabajo, la industria publicitaria y un pequeña reflexión personal sobre la noción del tiempo que deseo compartir en mi primera publicación en Medium.

Minutos después y camino a la agencia –después de escribir intempestivamente al equipo para contarle sobre Yumit en Wired– pensaba en todos estos meses llenos de desafíos y barreras que hemos procurado derribar una a una.

Yumit –algunos lo pronuncian Shamit y otros Shumit– tiene algo más de 15 meses de vida ó 440 días desde su creación gracias a un equipo increíble y de una energía imparable.

A lo largo de todos estos meses hemos logrado juntos pequeños –realmente muy pequeños– pero importantes avances y descubrimientos. Nunca, ni un solo día, dejó de ser fascinante esta gran aventura de crear un producto totalmente de cero por personas que quizás no cumplimos necesariamente con “las capacidades y el conocimiento” para hacerlo.

Parece que fue la semana pasada que Rodrigo (A.K.A. El Vasco) y Matias (A.K.A El Chileno) me contaron acerca de la idea de crear un objeto que ayudara a los padres a motivar a sus hijos para que coman todos sus alimentos. También recuerdo el día que entrevistamos a Santiago, un gran estudiante de Diseño Industrial que posee tanto potencial y actitud que asusta (para bien). Y ni hablar de los otros tantos momentos que compartimos con todos los demás colaboradores –las verdaderas mentes brillantes detrás de Yumit ya que sin ellos es probable que este proyecto tan solo sería una buena idea jamás ejecutada o peor aún una idea de relleno en una presentación o un nuevo intento fallido de algo que no pudo ser; habitual para los que trabajamos en publicidad.

Sin embargo, esta mañana camino hacia la agencia, no podía dejar de pensar en todos los meses invertidos, recapitulaba incansablemente todas las horas destinadas en reuniones, en redactar mails, en definir cronogramas, en aprobar diseños, en definir nombres, lograr que todos podamos reunirnos, probar logos, definir la paleta de colores, que el sitio funcione, hacer fotos, editar videos, etc. Durante todo el día esta extraña y por momentos satisfactoria sensación del tiempo que había transcurrido iba ganando terreno en mi cabeza, se apoderaba de mí.

Absorto en esta sensación, recordé una ocasión donde escuché sobre la sorprendente y llamativa visión que tienen los Aymara, un pueblo que habita en los Andes, sobre el tiempo:

Para los Aymara, el futuro espera atrás y el pasado se ve adelante. Ellos poseen un sentido del transcurrir del tiempo que es simétricamente opuesto al que habitualmente tenemos el resto de culturas.

No sé si Einstein llegó a conocer o escuchar acerca de los Aymara, pero él también decía algo así como que el Tiempo es un concepto complicado de comprender y por lo general siempre recurrimos a metáforas para expresarlo, por lo cual siempre lo ligamos a expresiones en términos de distancia o cercanía, que en todo caso son propiedades del espacio físico.

No es mi intención entrar aquí en discusiones teóricas y filosóficas, claramente sería un exceso de mi parte y una evidencia de mi insuficiente autoridad y conocimientos para hablar acerca de esos temas. En definitiva, todo esto me hizo preguntarme que si el tiempo sólo existen en nuestra mente y en nuestro discurso, ¿por qué somos tan propensos a medir los éxitos y los fracasos en base al tiempo que dedicamos a nuestras proyectos? quiero decir, ¿Yumit está logrando cierta exposición en los medios porque invertimos 440 días en su desarrollo?

Todavía no tengo la respuesta definitiva, pero me pareció un gran inicio para revelar poco a poco la gran incógnita que me persiguió durante todo el día. Ahora mismo, bien entrada la madrugada, encuentro una oportunidad única para intentar explicar Yumit no en términos del tiempo transcurrido sino como un punto de partida para un generar una pequeña, sencilla y honesta reflexión personal acerca de la industria publicitaria.

Sin desentenderme de la realidad de que esta industria es un negocio y que hay que pagar las cuentas, me pregunto: ¿es tan absurdo pensar que puede existir un verdadero compromiso –colaborativo– donde el único objetivo sea crear proyectos significativos y donde la vara creativa se mida en términos del impacto y utilidad que generan para la sociedad? ¿será probable que exista la posibilidad de crear un nueva cultura de agencia donde las métricas de éxito no sean los festivales y estén más bien vinculadas estrechamente al grado de involucramiento y pasión que ponen los equipos en los proyectos?

Es fácil tentarme por enésima vez acerca de la picardía, por no decir habilidad, que veo en gran parte de esta industria para eludir elegantemente la alternativa que tiene de poder “usar” a sus talentosos y multidisciplinarios recursos de una forma más eficiente. Sigo preguntándome después de decenas de charlas con colegas dentro y fuera de la agencia ¿por qué todos compartimos esta sensación de desencanto que en ocasiones nos hace pelearnos con la profesión que hemos elegido, pero igual no hacemos nada al respecto?

Después de todos estos meses hay algo en esas preguntas que no me cierra, y que no deja de ser paradójico, Yumit es un producto creado por profesionales de esa industria, y es un proyecto donde gran parte de mis inquietudes son respondidas con hechos concretos, ¿eso quiere decir que si es posible cambiar a las agencias?

Hace algunos años ya y junto a uno de los profesionales más fanáticos de la publicidad que conozco, nos dimos cuenta que nuestra misión consiste en motivar a las personas a invertir su talento y tiempo –mientras más mejor– en trabajar en la creación de ideas que puedan convertirse en productos, servicios o plataformas útiles para la gente. Bromeábamos muy convencidos que después vendrían los Wieden + Kennedy para hacernos el mejor comercial para comunicar nuestras creaciones.

Más recientemente considero que además mi misión es que la gente con la que me toca trabajar a diario se conviertan en la primera generación de creativos sin desencantos de su profesión y que pueden trabajar bajo un propósito que pone sus propias inquietudes profesionales antes que todo lo demás, y que mientras crean valor para sí mismos están creando para terceros, y en consecuencia beneficiando a las marcas y por último ayudando a que esta industria recobre un ecosistema sano y fértil para que todas las buenas ideas puedan florecer.

Y eso me trae de vuelta a Yumit, por que siento que nunca fue parte de mi trabajo, nunca fue un pedido, nunca fue una orden formal de trabajo, nunca fue lo que habitualmente podría describir como trabajo; tengo la certeza de que para gran parte del equipo involucrado se sintió igual.

Yumit no es una idea publicitaria, Yumit es un propósito.

Y no hay nada más poderoso que la determinación y las convicciones. Porque es ahí cuando todo el esfuerzo cobra sentido y es inmensamente más gratificante cuando se empiezan a ver los resultados salir a la superficie.

Nada supera ver la emoción del equipo cuando se enteran que su “trabajo” lo votan personas provenientes de todas partes en ProductHunt, o que existe un blog de startups del otro lado del mundo que quiere saber quienes son los creadores, o cuando aparece en un blog de padres que encuentran en Yumit el pretexto para contarnos acerca de sus hijos y la relación que estos tienen con las comidas; o como hoy cuando la historia real de un padre y su hija es el centro de atención del artículo que levanta un medio tan masivo e importante como Wired.

Admiro profundamente a mi equipo porque sé lo que tuvieron que luchar para llegar hasta acá. Me siento afortunado de tan solo tener que seguir guiando y cultivando las ganas y convicciones que ya traen consigo. Mi trabajo se vuelve más sencillo cuando las personas me indican cuál es el camino que quieren tomar, porque son ellos los que saben cómo seguir y solo necesitan mi apoyo y mi ayuda para crearles las condiciones donde ellos sigan creando.

Hay algo mucho más profundo, que solemos olvidar cuando trabajamos en publicidad, y eso es algo más grande que tener buenas ideas, o construir un lindo prototipo o ganar un premio en un festival, resulta que todos los días tenemos la oportunidad de crear cosas con sentido y útiles para alguien más.

Incluso después de todos estos meses y seguramente después de hoy, seguiré creyendo que Yumit es a penas el inicio de un magnífico experimento. Donde pude comprobar, después de tantos cuestionamientos, que es posible dejar de lado los discursos y ponerse a construir un posible nuevo escenario para una publicidad con propósitos.

Yumit, es para nosotros, ese algo que nos va a permitir –aunque sea mínimamente y siga siendo difuso– cambiar de rumbo hacia la dirección en la que deseamos que se dirija nuestro trabajo y ojalá el resto de la industria.

Quiero agradecer a todos los que colaboraron durante el proceso de Yumit por su soporte, talento e inmensa generosidad: Sabrina Pintos, Darío Ventura, Sean Mcalister, Gabriel Martín, Lucas Zubeldía, Pablo Mendoza, Darío Zapata, Pablo Cordero, Francisco Facal, Ernest Riba, María Quinzio, Federico Peiretti, Félix Salotto, Ernesto Castaldini, Daniel Gatto, Fernando Rossini, Yolanda Vazquez Gonzalez, Christian, Pierre, Diego Miola, Angeles Vidal, Gabriela Trabanco, Nicolás Goldstein, Alfonso Cornejo y todo el equipo de Wunderman Buenos Aires.

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José Azanza Arias

Founder IMMIGRANT — innovation studio | Co-Founder NOMADY — flexible workspaces marketplace | Advertising | Entrepreneur | Former ECD @wundermanba @helloyumit