De manera natural tendemos a sobrerreaccionar ante las pérdidas, el castigo emocional que nos causa extraviar $1.000 es superior al placer de encontrarlos sorpresivamente en nuestra cuenta bancaria. Esto se acentúa con aquello que casi fue nuestro, por ejemplo, en las máquinas tragamonedas, dos cerezas y !casi una mas¡, sentimos…