Palacio El Badi

Jesús Pérez Jiménez
4 min readSep 15, 2017

--

Completado en 1593 tras veinticinco años de obras, fue un encargo del sultán Ahmad al-Mansur. El coste del mismo se sufragó en gran medida con el rescate que la nobleza portuguesa tuvo que pagar tras su derrota en la Batalla de Oued al-Makhazin, también conocida como la de los Tres Reyes, así como el caudal de oro que supuso la posterior conquista de Tombuctú. Gran parte de los obreros que trabajaron en ella eran soldados que no pudieron reunir el precio de su libertad.

Además de los prisioneros de guerra, se contrató a cientos de obreros y artesanos de todo el norte de África e incluso Europa.

El palacio disponía de 360 habitaciones, un enorme patio y una piscina central junto varios pabellones adornados con oro, mármoles, onyx….

El visitante poco informado, cuando llega al lugar suele preguntar qué desastre causó su ruina. ¿Una invasión? ¿Un terremoto? Lo cierto es que fue algo más prosaico: tras el ascenso al poder de la nueva dinastía alauita, el sultán Ismail Ibn Sharif deseaba tener un palacio en su nueva capital de Meknes que causase admiración y reflejase el poderío de su gobierno. Por desgracia, Marruecos ya había empezado su larga decadencia, por lo que tuvo que recurrir a destripar los materiales y mobiliario del Badi para la construcción de su nuevo centro.

La joya de los Saadíes es ahora una ruina donde cigüeñas y gatos campan a sus anchas. Hay que destacar el esfuerzo realizado por las autoridades para su mantenimiento. El coste de la entrada es ínfimo, pero sirve para evitar que junto con los visitantes entren también los buscavidas que se ganan la vida acosando al turista.

Cámara: Fujifilm X-20

--

--