Repite conmigo: somos cojo…
Empiezo a estar ya cansado de la imagen de desastre total que tenemos los españoles: vagos, corruptos, aprovechados, despilfarradores… Y sobre todo, lo que me tiene más quemado es que quienes difunden estas maledicencias no son insidiosos agentes de gobiernos enemigos empeñados en hundir la reputación de España. Somos nosotros mismos.
Intuyo que se trata de algo enterrado profundamente en el subconsciente del pueblo español, esa sensación endémica de inferioridad y donde todo lo de fuera es bueno que tan bien retrató Berlanga en “Bienvenido Mr. Marshall”.
Si discutimos la trayectoria de un empresario estadounidense de éxito probablemente convengamos que su buena fortuna se debe a su visión, lo esforzado de su trabajo y a su carácter emprendedor. Si hacemos lo propio con un empresario español seguramente asomen a nuestra conversación adjetivos como explotador, mal pagador, aprovechado…. y eso siendo cautos.
El imaginario popular parece considerar que un empresario es una figura surgida de las simas del infierno que, empujado por una profunda codicia, quiere a costa de sus trabajadores y clientes enriquecerse de forma indebida mientras se mofa del vulgo vil.
Y los medios de comunicación no hacen más que echar gasolina al fuego. Los telediarios se llenan de personas deleznables que han delinquido, de políticos corruptos que se quedan con el dinero de los contribuyentes o de empresarios deshonestos que maltratan a sus trabajadores… lo que poco a poco y de forma inconsciente nos hace ver la vida con ese prisma.
Sin embargo, por cada uno de esos corruptos hay miles de servidores públicos que creen en lo que hacen y que se esfuerzan todos los días por trabajar para el ciudadano. Y por cada uno de esos empresarios sinvergüenzas hay miles que pelean por mantener los puestos de trabajo de sus empleados, por servir a sus clientes… y a los que pensar sólo en despedir a alguien les causa un profundo insomnio. Que incluso empeñan sus bienes personales para no tener que echar a un trabajador.
Pero de esa gente nadie habla. No son noticia. Es mucho más fácil echar carnaza al pueblo, alimentar esa sensación de que en este país todo es siesta y pandereta, de que hay que trabajar lo mínimo, ya que los que nos gobiernan son unos ladrones y nuestros jefes unos explotadores.
¿Y eso a qué nos lleva? A una profunda falta de referentes. A que la ilusión de nuestros hijos sea llegar a ser futbolista, tertuliano o cualquiera otro de los lamentables personajes que pululan por los platós de televisión. ¿Y la cultura del esfuerzo?
Pues os invito a la rebelión. A la insumisión mediática. Ha llegado el momento de cuestionarnos lo que nos cuentan, a pedir datos y no opiniones. De reflexionar. Y sobre todo, a recuperar esa inocencia perdida, y admirar a nuestros conciudadanos y buscar referentes.
A regocijarnos con los éxitos de nuestros empresarios, admirando a las personas que se pelean por seguir creando empleo. A dejar los estereotipos de lado, ni todos los funcionarios son vagos ni a todos los españoles nos gustan los toros.
Somos un gran pueblo, creativo, luchador, emprendedor y valiente. Repite conmigo: Somos cojo… sólo nos falta recordarlo.
(Artículo publicado originalmente en VLCNews)
¿QUÉ OPINAS?
Originally published at El Blog de Javier Megias.
