La tesis, la vida

Josep Martínez Polo
17 min readDec 20, 2019

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Aprendiendo a investigar a los 50

Foto de Alexander Milo en Unsplash

He iniciado los trámites para el depósito y la evaluación de mi tesis doctoral tras recibir el visto bueno de mis directores. Es decir, he depositado la tesis, que es el término coloquial. Falta defenderla. Eso sería en marzo-abril 2020.

Os voy a contar cómo ha sido el proceso desde que en su momento (2014) decidí embarcarme en esta aventura con final, espero, feliz.

Empezamos.

En 2007 me incorporé como profesor asociado a la UCAM. En aquel momento mi perfil profesional era muy válido para los estudiantes de Periodismo y Publicidad de la Facultad de Comunicación. Teníamos en casa una pequeña consultora digital en la que asesorábamos en la creación de contenidos online. Podía explicar en clase el proceso de creación, desarrollo y evolución de un espacio en internet: webs, blogs corporativos o personales, tiendas virtuales, microblogging, aplicaciones para móviles y tabletas, redes sociales y gestión de la publicidad online. De todo.

Estuve tres cursos yendo a Murcia a impartir una asignatura a alumnos de Periodismo. Sin preocuparme por investigar ni por publicar. La dolce vita.

En 2011 junto a mis compañeros José Manuel y Marimar publiqué mi primer libro: Redes sociales para estudiantes de Comunicación: 50 ideas para comprender el escenario online.

Ese año nuestra pequeña consultora fue absorbida por una empresa más potente y me vi con más tiempo pero no pensé en dedicarme a la docencia a tiempo completo. Me gustaba más el mundo de la empresa. Pero, ay, la crisis.

En 2013, intentando encontrar más sitio en la universidad, fui responsable de lanzar una unidad MOOC que tenía como misión crear en la comunidad universitaria un entorno ágil (en el diseño y contenido de los cursos), internacional (en inglés y en español) para ofrecer cursos online masivos y abiertos.

En febrero de 2014 mi compañera Marimar Grandío se incorpora como profesora en la Facultad de Documentación y Comunicación de la UMU y me ofrecen en la UCAM pasar de ser profesor asociado a profesor con dedicación a tiempo completo. Me gusta dar clase. Me gusta aprender cosas y luego contarlas. Me pareció una buena idea.

Ahí empezó todo.

Un año antes ANECA había aprobado el nuevo doctorado en Ciencias Sociales de la UCAM que se inició en septiembre de 2014 así que me matricularía en el nuevo plan y no tendría que correr. Mi tesis no entraba en la avalancha de defensas que se preveía (y ocurrió) para 2016. Tuve una reunión con mi vicedecano en la que me explicó los pasos a seguir y me tranquilizó en cuanto a los plazos. En aquel momento mis hijos tenían 12, 6 y 2 años. Trabajar, hacer el doctorado y criar. Esa iba a ser mi vida los próximos años.

Así que ese 2014 me matriculé en un máster oficial que diese acceso al programa de doctorado. Elegí cursar el Máster de Formación del Profesorado. Un año antes había hecho un amago e inicié el proceso de matrícula en el DirCom. Fui aceptado y llevé todos los documentos para matricularme. Finalmente no lo hice. Ahora soy profesor en ese máster. La vida.

En julio de 2014 me tomé el primer café (de los cientos que vinieron después) con mis futuros directores de tesis. Lo tenía muy claro en aquel momento todo. La ignorancia y el atrevimiento.

Quería que mis directores de tesis fuesen mi vicedecano y mi director de departamento. Además, eran mis compañeros y habíamos comenzado una incipiente amistad. ¿Qué podía salir mal? En aquel momento mi idea era que mi objeto de investigación fuese Google como agencia de publicidad. Llevaba cuatro años impartiendo clase a periodistas y acababa de empezar a dar clase en Publicidad e incorporarme al grupo de investigación ADPURE así que parecía lógico. Parecía.

En mayo de 2015 publiqué mi segundo libro: Marketing Digital, guía básica para digitalizar tu empresa.

En noviembre de 2015 les dije a Jesús y José Manuel que no centraría mi trabajo en Google (me venía grande, no me apetecía y, lo más importante, no encontraba nada interesante sobre lo que investigar, fíjate). Llegué a la conclusión de que prefería investigar sobre participación de usuarios y puse el foco en BlaBlaCar. ¿Por qué? Pues no lo sé, ciertamente. La empresa me llamaba la atención y muchos de mis alumnos la usaban. Igual podía tirar por ahí. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Uno de mis directores, José Manuel, ya me contestó sutilmente diciéndome:

Tranquilo, no será el último giro. Lo importante es encontrar las preguntas a las que va a responder la tesis.

En junio de 2016, la Comisión Académica del Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la UCAM aprobó mi admisión en el programa en el curso 2016/2017 y la asignación oficial de mis directores y tutores. A partir de ese momento debía ponerme en contacto con ellos para organizar mi programa de actividades dentro del doctorado (en adelante la yincana del doctorado en mi cabeza) y preparar un Plan de Investigación que debía presentar ante la Comisión Académica del Programa un poco más adelante. A Churchill se le atribuye una cita: if you’re going through hell, keep going.

Ese mismo mes tuve, en mi opinión, la reunión más importante de todo el proceso. Me senté con uno de mis directores y me planteó lo siguiente:

¿A qué pregunta contesta tu tesis?

La respuesta no la tenia tan clara como pensaba. Así que volvimos a empezar. Me preguntó:

¿Qué título tiene tu tesis?

El título que salió de esa reunión fue: La reputación digital en la economía colaborativa. La confianza como valor de cambio. Toma ya.

Como parecía que la economía colaborativa iba a ser una de las patas fuertes que sostenían la tesis invité en junio de 2016 a Ángel Gordo y a Amaya Apesteguía a que viniesen desde Madrid y nos explicasen la metodología que habían seguido en su estudio sobre el impacto del Consumo Colaborativo en la economía, la sociedad y el medio ambiente elaborado por la Universidad Complutense en colaboración con la OCU. Ese estudio analizaba más de 70 plataformas de consumo colaborativo e incluía Desk Research, un estudio Delphi con 33 expertos internacionales, la aplicación de un protocolo de Etnografía virtual, y un cuestionario de medición de impacto. Estuvo muy bien y vi lo poco que sabía de nada. Ese trabajo ha sido muy importante en mi tesis, eso también. Meses después Ángel nos invitó a participar en un monográfico sobre Economía Colaborativa y publicamos un artículo muy chulo sobre El Salto y su propuesta de periodismo cooperativo. Y Amaya participó en el Delphi de mi trabajo de campo. 👍

Una de las ideas iniciales era que la tesis final tuviese la mención internacional. Para eso hay que estar tres meses fuera de España invitado en una universidad. Así que, en verano de 2016, inicié el proceso y estuve un mes en París (Francia), acogido por la EFAP y alojados en un apartamento de una familia que encontramos en Airbnb. Allí en París, básicamente, comencé por leer cosas (la teoría de usos y gratificaciones, un artículo de Juho Hamari sobre Sharing Economy y Collaborative Consumption, el libro de Cañigueral, el de Botsman y el clásico de Umberto Eco). Lo iba apuntando todo en una libreta de espiral (la de la foto de arriba) y lo iba compaginando todo con asimilar la parte administrativa del doctorado. Por las tardes paseaba con mi familia por París. Fue un gran verano.

Paseando por París con los peques.

De esas fechas es la planificación que tenía prevista (en mi cabeza).

En enero de 2017 tuve la presentación ante la Comisión Académica del Programa de Doctorado de la inscripción del proyecto de tesis. El título y el índice. El título de la tesis por aquellas fechas era El valor de la confianza en los usuarios de plataformas de consumo colaborativo.

Durante ese año cursé el módulo de metodología para la investigación del doctorado que estaba compuesto por cuatro bloques: Metodología y gestión de la investigación, bibliografía científica, difusión de los resultados y estadística aplicada a la investigación. Y también cursé cinco seminarios de investigación (La integración de la evidencia empírica a través del meta-análisis; El estudio de casos en la investigación en Ciencias Sociales; Técnicas de redacción científica; Cómo escribir un artículo científico y Creación y edición de perfiles académicos con Google Scholar).

Por esas fechas leí el TFG de mi compañera de trabajo Laura Fernández, que había escrito sobre Economía Colaborativa. Y les preguntaba a mis tutores si llevaban al día el cuaderno de doctorado. Todo un carrusel de emociones.

En junio de 2017 partimos hacia Cork (Irlanda) donde me acogió el Cork Institute of Technology. Allí vivimos en una residencia: Brookfield, que me habían recomendado unos estudiantes de Turismo y coincidí con mi compañera Josefina Sánchez, que estaba de estancia investigadora en la UCC. En esas fechas ya tocaba escribir y dejar de afilar el hacha en la sombra. Me propuse volver a Murcia con 5.000 palabras escritas que pudiesen leer mis directores. Cumplí. También aproveché para hacer una reseña de un artículo de Koen Frenken (Political economies and environmental futures for the sharing
economy
) para el Think Tank Observatorio de las Ideas de Andrés Ortega. Y monté un máster en Marketing Digital. También conocimos una ciudad pequeña, manejable y con un clima en el mes de julio ideal para gruñones como yo que no soportamos bien las altas temperaturas.

Paseando, esta vez por Cork, con los peques.

Ese verano, en agosto del 17 tuve un pequeño susto. Recuerdo que era miércoles, que mi mujer estaba trabajando, mis hijos estaban con los abuelos y yo estaba solo en casa leyendo. Noté un dolor en el pecho y sudor frío. En urgencias me atendieron y me hicieron un electro y una analítica. Todo salió bien y me mandaron a casa. Debió ser estrés vacacional. No he tenido ya más episodios. En casa hacemos la broma de que no debió ser para tanto porque me fui al hospital con el coche tan pichi y me llevé revistas y un par de libros por si tenía que pasarme mucho rato esperando a que me atendiesen. 🤔

Ya a la vuelta al trabajo, en septiembre, estuve leyendo artículos y libros sobre la confianza y la reputación. Y escribiendo. Por aquellas fechas leí la rutina de Cal Newport como investigador y me propuse llevar una libreta (distinta a la de la tesis) y forzarme a leer un artículo a la semana que me parezca relevante para mi trabajo investigador. No lo he conseguido todas las semanas pero sí lo he conseguido muchas semanas. Aquí una muestra:

En enero 2018 retomé los seminarios del programa de doctorado. Hice los cinco que me faltaban: Bases de datos, catálogos e índices de impacto en Ciencias Sociales; Creación y edición de perfiles en ResearchGate y Academia.edu; Diseño y elaboración de cuestionarios en Google Drive; Financiación de la investigación y Claves del proceso de revisión de un artículo científico. Aproveché para leerme el libro de Jon Landeta El método Delphi y el de M. Rosa Berganza Investigar en Comunicación. Antes los tendría que haber leído. Después del de Eco, tal vez tendría que haber empezado por el de Berganza. Y luego el de Wimmer y Dominick. Y el de Malhotra… Sigo sin tener mucha idea de metodología. Soy un pésimo tutor de TFG por ese motivo.

Durante esos meses la escritura de la tesis estaba parada. No me daba la vida: clases, doctorado, lecturas. Comenzaba a arrepentirme de haber elegido un tema (confianza y reputación) del que no tenía apenas conocimientos. Pero bueno, había que avanzar keep going, Churchill. Ojalá hubiese leído este artículo entonces. No es que pensase en abandonar pero tenía la sensación de ser un malabarista todo el tiempo y en algún momento alguno de los objetos en el aire se caería. Como así fue.

El 11 de abril de 2018 noté un dolor en la pierna al conducir camino de la universidad. Cuando llegué al despacho el dolor aumentó y a las pocas horas ya era un dolor muy agudo. Me tuvieron que llevar a casa. Tuve que guardar reposo unos días para ver si me curaba. Esos días terminaron convirtiéndose en semanas. Tuve un pinzamiento que me afectó al nervio ciático. Una ciática. A finales de mayo comencé a recuperarme. Ya casi estoy recuperado del todo aunque no puedo correr y cuando salgo a andar aún noto un pequeño hormigueo. Me sabe fatal no poder salir a correr (me gustaba mucho, hasta presumo de haber corrido dos maratones en mi vida) pero bueno, andar está bien.

Acabé el curso 17–18 con algo de dignidad y con la ayuda de mis compañeros y en julio de 2018 comencé mi segunda estancia en Cork. Aproveché para leer profundamente el monográfico sobre Economía Colaborativa de FUHEM y escribir todos los días con la tranquilidad que da no tener que atender el día a día habitual de un profesor: preparar clases, impartirlas, atender a los alumnos o tareas burocráticas. Cork seguía siendo una ciudad pequeña y manejable aunque ese año el verano fue muy caluroso para lo habitual allí. Nos volvimos a quedar en Brookfield pero ese año no estuvo mi compañera Sefi y su familia y lo notamos. Aún así, estuvo muy bien. 👇

Una de mis últimas cervezas. Cohb (Irlanda).

El mes de agosto de 2018 no hice nada relacionado con la tesis. Hice mis cosas: ir a la piscina, leer libros, estar con los peques, pasear, ver la tele. También tomé una decisión personal: no iba a volver a tomar alcohol. No es que bebiese mucho pero decidí no beber nada. Y ahí sigo. Cero, cero.

En septiembre de 2018, cuando volví a Murcia hice un repaso de cómo iba todo y vi que me había centrado en el doctorado y no en la tesis. La introducción no estaba hecha, del capítulo 2 solo había escrito un epígrafe, el capítulo 3 tenía que mejorar mucho al igual que el 4. El capítulo 5 estaba por escribir y había hecho muy poco del trabajo de campo, únicamente el estudio bibliométrico. Inexplicablemente estaba tranquilo. Tanto que le propuse a la Editorial UOC publicar un libro. El libro (Vender en internet) se publicó en julio de 2019 tras pasarme seis meses dedicándole unas diez horas semanales. Un perder el foco de manual.

La yincana del doctorado, eso sí, tocaba a su fin. Prácticamente en esas fechas lo tenía todo. Todo significaba lo siguiente: el módulo de investigación con sus cuatro bloques, los diez seminarios de investigación, una reseña de un artículo científico relevante (la presenté en unas Jornadas de Doctorado que hubo en mayo), la presentación de una comunicación en un congreso nacional (fuí a SEP-Elche en junio del 17), la presentación de una comunicación en un congreso internacional (un par de Cuiciid y un congreso en Lisboa me resolvieron la cuestión). Además terminé un taller obligatorio de elaboración de tesis doctoral dividido en dos partes y la joya de la corona del doctorado, la piñata total: publicar un artículo científico. El doctorando, o sea yo, debía publicar, en inglés y/o castellano, un artículo científico, derivado de parte de sus resultados propios de investigación en el desarrollo de su tesis doctoral, en una revista de reconocido impacto a nivel internacional.

En 2017 había publicado un artículo en una revista rumana pero resultó que la revista no tenía el impacto que se exigía, luego publiqué otro en una revista que en principio parecía que tampoco tenía suficiente impacto aunque ahora sí que sí. Finalmente me embarqué con una compañera y preparamos un estudio bibliométrico sobre reputación digital y economía colaborativa (2004–2017) que nos publicarán en 2020 en la Revista de Comunicación de la SEECI que sí tiene el impacto exigido y que me servía, además, para el trabajo de campo. Por el camino revisé un artículo para Sphera y publiqué un artículo también en Sphera: El fenómeno del consumo colaborativo: del intercambio de bienes y servicios a la economía de las plataformas con entrevistas a expertos en el tema. También hubo un par de revistas que me rechazaron artículos por no adecuarse a la temática o vete tú a saber por qué. No me desanimaba. El juego de publicar es así. Investigas, envías, esperas y o te rechazan o te publican. Si te rechazan, pues aprendes de lo que te sugieren los revisores.

Y llegamos a 2019. Con las pilas puestas. Tenía que ser este año. Ya llevaba 3 años pagando tasas. Me puse a escribir y cerré el estudio de caso de cinco plataformas: Airbnb, BlaBlaCar, Uber, Deliveroo y Traity. La mayor parte del trabajo fue desk research pero tuve pequeñas alegrías como hablar con la PR de BlaBlaCar, Itziar Sagarzazu, o que el founder de Traity Juan Cartagena me pasase un paper confidencial.

¿Se está haciendo largo? Poneos en mi lugar 😀

En enero monté, como buenamente supe y pude, el Delphi. Lo primero que hice fue seleccionar un grupo de personas (10) que me ayudasen en el pre-test. Contestaron 5. Pero bueno, todos tenemos mucho trabajo y que te llegue un mail pidiéndote ayuda es un marrón. Understood. Tras el pre-test seleccioné 50 expertos y les envié un primer mail. Contestaron positivamente 17. Not bad. El Delphi fue avanzando paralelamente a mi vida. En septiembre lo di por cerrado. Da para otro post.

En marzo, una compañera de la Facultad me pidió ayuda con un artículo que tenía ya en marcha y que querían publicarle en la revista Harvard Deusto. Estuvimos un par de semanas retocando cosas y al final quedó una cosita apañada que podéis leer aquí: Estrella Damm y los cortometrajes: Historias visuales que llegan al corazón. Me gustó mucho verlo publicado y ponerlo en el Scholar. Pero, ay, el foco.

En mayo me tocó participar en una movida con el ánimo de incrementar y promocionar la divulgación científica de los estudiantes de doctorado. La escuela de doctorado convocó un concurso: “Mi tesis en tres minutos”, donde los participantes teníamos que enfrentarnos al reto de explicar, en muy poco tiempo, el contenido y relevancia de nuestras investigaciones en un lenguaje sencillo y accesible a un público no especializado. Hubo una fase previa de selección y una fase final en directo en el estudio de TV de la universidad. Estuve liado una semana. No gané (otros lo hicieron mejor) y lo pasé fatal. Nervios, calor y una situación que me resultó incómoda. Supongo que no tengo edad para según que cosas. Supongo que me cabreó no ganar. ⏭

¿Queréis verlo? No tengo el del sarao. Tengo el que envié de inicio, el de la fase previa. Ahí va. No os riáis.

Volviendo a lo importante, tras el análisis bibliométrico, el estudio de casos y el Delphi, decidí que no tenía suficientes técnicas y me animé a pasar un cuestionario a residentes en España, usuarios de internet y de plataformas digitales. La cuestión era cómo conseguir visibilidad. Pero tuve mucha ayuda y mucha suerte. Preparé un tuit para difundir la acción y tuvo una aceptación aceptable. Claro que conté con la ayuda de gente como Wicho, Analía Plaza, Marilín Gonzalo, Benjamí o David Bonilla, entre otros muchos 💛.

Me ayudó mucha gente. Me hizo sentirme muy feliz y comprendido. Al final conseguí 467 encuestas válidas. Supongo que el empujón final para conseguir tantas fue la ayuda de tanta gente y salir en una newsletter muy leída. Causas y azares, de Antonio Ortiz.

En junio asistí a la defensa de la tesis de un compañero de la Facultad, Pedro Luis. Qué bien lo hizo. Puso el listón muy alto. Va a ser difícil superar durante mucho tiempo el buen sabor que dejó su trabajo y su exposición. Ya había asistido a un par de defensas, donde todo había ido según el guión previsto pero esta defensa me impactó.

En julio estuve en Wroclaw a darle el empujón final al proyecto (y lanzar una newsletter porque el foco y tal). Estuve un mes con mi familia invitado por la Uniwersytet Wrocławski a una estancia bajo el paraguas del programa Erasmus+. Las estancias en el extranjero, como decía al inicio, han sido una bendición. Sin esos meses de tranquilidad y estudio hubiese sido materialmente imposible avanzar.

Los helados de Wroclaw, todos bien.

Ya en agosto, a la fresca, le di un repaso a la situación: la intro no estaba hecha pero los capítulos 2, 3, 4 y 5 sí estaban hechos. Solo faltaban los resultados de la encuesta, las conclusiones y repasar la bibliografía. Se vislumbraba el final de la carrera. ¿Os he dicho que he corrido dos maratones? Uno en 2009. El otro en 2016. Ambos en Barcelona. La sensación es muy parecida al camino y a la aventura que supone la tesis. Las dos maratones las disfruté mucho y también las sufrí. Tal cual.

En septiembre, a la vuelta del verano, entregué a mis directores una primera versión de lo que yo creía era la tesis definitiva. Me equivocaba. Tener dos directores está muy bien. Pero también significa el doble de correcciones. Estuve un par de meses dando cera y puliendo cera. Corrigiendo cosas gordas (esto no va aquí, esto debería ir allí) y cosas pequeñitas: cursivas, numeraciones, estilos, tablas, figuras.

Por el camino me dio tiempo a entrar (de suplente pero entrar) en un programa europeo (COST CA18230 — Interactive Narrative Design for Complexity Representations) y presentar una comunicación en el V Congreso Nacional TMIC-AEIC.

En octubre me hizo mucha ilusión recibir (y leer) En defensa de la comunicación de la profesora Leonarda García-Jiménez. Leerlo hizo que mi tesis mejorara y le estoy muy agradecido. Es un libro que se convertirá en fundamental si estudias Comunicación.

Y en noviembre de 2019 más correcciones. Cosas de última hora que no había hecho bien y cosas que se quedan en el tintero. O publicaciones importantes que aparecen a unas semanas de depositar y que dudo entre leerlas y citarlas o no leerlas y ya se verá. También me decido por escribir los agradecimientos (que no son pocos) y un par de epígrafes al inicio del libro. Esas citas las he visto en todas las tesis que he leído y en muchos libros. Si por mi fuera pondría un par de versos o algún fragmento de una novela pero es una tesis. Finalmente me decido por citar al profesor Feynman y al ensayista moderno Harari. El ensayo de Feynman me acompañó este verano y me gustó mucho conocer la vida de un profesor de universidad tan excéntrico. El libro de Harari sobre la historia de la humanidad me gustó mucho también.

Ya tenía título: Confianza y reputación online en los usuarios de
plataformas digitales colaborativas de acceso compartido y bajo demanda.
Todos contentos. Más café.

Con mis directores, Jesús y José Manuel, tomando café.

Llegó diciembre. Mi intención era finalizar todo antes de irme de vacaciones y dejar la tesis depositada antes del 20 si mis directores lo veían conveniente. Les pasé un documento más o menos definitivo. Más o menos significa que he metido todas sus correcciones (las de ambos), que las he metido bien y que el trabajo es digno de ir a defensa. No sé si me pondré muy nervioso para prepararla.

En todos estos años nunca he tenido problemas de ansiedad ni crisis de angustia ni pánico. En mi primera comunicación en un congreso, en Lisboa, pasé nervios. Era completamente en inglés y no sabía a qué me enfrentaba. El susto del verano del 17, la ciática, los nervios de la semana del concursillo de este año. Sí que te preocupas en ocasiones, sientes miedo, incertidumbre, días con síndrome del impostor, momentos puntuales. Suelo ser bastante tranquilo cuando las cosas dependen de mí. Tal vez por eso no haya sufrido excesivos momentos malos durante el proceso. No ha sido una montaña rusa emocional. Ha sido más bien una caminata larga. Hay momentos en los que te paras, momentos que avanzas.

Finalmente, ambos directores me dieron el ok la segunda semana de diciembre y comenzamos los trámites burocráticos, que no son pocos. Seguro que la tesis tiene errores. Seguro que me dejo cosas. Seguro que no está perfecta. Pero la he hecho con gusto, que decía Eco. La he vivido como un desafío. Y me ha gustado mucho todo el proceso y la aventura. Me falta preparar el tribunal, preparar la exposición y preparar la defensa. Y que todo vaya bien. Pero eso lo contaré en otro post. Gracias por llegar hasta aquí. 💙

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