Advertencia para héroes

Joaquín Allaria Mena
2 min readMay 28, 2018

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En Mamá está más chiquita, una familia-barco se transporta entre lo que no hay y sus posibilidades de sanación, memoria y olvido, dolor y reparación. ¿Qué propulsa una embarcación que pierde de vista a su capitana?

Mamá está más chiquita, que como barco navega entre asuntos difíciles, triunfa justamente en no hacer un relato épico del show must go on como estrategia sofisticada de olvido.

Ahijar un hijo por fuera de la ideología de la normalidad debida, cuidar sin descuidar una hija, conjurar un diagnóstico-bruja. ¿Cómo se lleva ese timón? Como se puede. A veces, también cantando, bailando, para avanzar. Aunque el timón controla la dirección en el plano horizontal; poco puede hacer cuando algo empieza a hundirse.

Los lugares en que se componen los personajes son lúcidos: el hijo nunca aparece entontecido, su hermana no está victimizada, la madre no llega a ser (no quiere, no le interesa) heroína. Más aún, el relato está por fuera de la necesidad determinante por su par ausencia/presencia de un Padre. Como casi siempre, es otra vez una mujer la que sostiene todo.

Si las locuras ponen en jaque la relación con el capitalismo, la diversidad de infancias con problemáticas complejas cuestionan la relación con la memoria. ¿Qué se recuerda? ¿Hasta dónde? ¿Qué es un recuerdo preciso — ¡“fiel”! — y uno reconstruido? ¿Hay un recuerdo que no sea inventado? ¿Quién no vive aferrado a un objeto? A propósito: inventar un cuento para decir una verdad, ¿no es lo único que hacemos?

Entre tantas astucias del texto, una favorita: cómo se nombra la ausencia, comprender la muerte no como una desaparición sino como una cuestión de tamaño, un empequeñecimiento en definitiva imperceptible. ¿En qué momento empezamos a confundir presencia con visibilidad? Mamá está más chiquita nos dice: alguien que murió está ahí, sólo que se lo dejó de ver. Como si fuera un viaje en busca del pantalón perdido: quien se ausenta no sólo no se va para no volver, sino que se va para volver de infinitas formas. Poder con eso es uno de los nombres de la aventura.

Llorar no arregla nada porque el llorar no quiere arreglar nada, quiere pasar y caer, entre tanto caído. Porque lloramos para ver que está todo roto, muy roto. Porque no hay nada que arreglar. Llorar no arregla nada no como lección sino como elección: porque sí, porque todo sigue, sin más.

Mamá está más chiquita, de Ignacio Olivera y Juan Pablo Schapira. Con Déborah Turza, Tomás Wicz, Paloma Sirvén, Juan Manuel Barrera Hernández y Beatriz Dellacasa. Dirección: Marcelo Albamonte. Jueves 20:30 hs. en El Galpón de Guevara (Guevara 326 - CABA).

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