Cambiar el dial para sintonizarse con la paz

Jonathan Beltrán
7 min readMay 24, 2024

--

Por: Jonathan Beltrán

Entre el sonido de disparos, gritos de alerta y aviones de guerra que sobrevolaban como mosquitos alrededor de su cabeza, Marcela, como le decían sus camaradas, cargaba a cuestas los equipos con los que se emitía Voz de la Resistencia, la emisora clandestina de la extinta guerrilla de las FARC. Transistores, micrófonos y cables hacían parte de la carga de más de 40 kilos que ella y otros 14 integrantes de la compañía Beatriz González debían movilizar entre lo que para el resto de los colombianos era selva y para ellos fue casa.

En los micrófonos de la Cadena Radial Bolivariana, Marcela invitaba a los miles de oyentes de la emisora a que se unieran a la lucha armada de la que fuera la guerrilla con mayor envergadura a nivel nacional. Una lucha orientada por un proyecto político que ella nunca terminó de entender pero que, como a muchos, la sedujo tanto que, a sus 17 años, cambió los zapatos de colegio por las botas de caucho.

Hoy ella, con su nombre propio, integra el equipo periodístico de la Emisora de Paz de Mesetas. Un municipio en el que, tras décadas de confrontación armada, los habitantes se sintonizan con la paz. A través del dial 94.0 FM, se difunden las ondas de la Emisora para la Convivencia y la Reconciliación que opera en ese municipio desde hace más de dos años. El numeral 6.5 del Acuerdo de Paz, que está orientado a definir las herramientas de difusión y comunicación, establece un total de 20 emisoras que emiten sus contenidos radiofónicos desde los territorios más afectados por el conflicto armado en Colombia.

Tras su paso por la Emisora de Paz de Ituango, la segunda estación radial implementada tras la firma de los Acuerdos de La Habana, Adriana se trasladó a Mesetas, para hablarles de paz a sus coterráneos. Sin embargo, aún hoy le cuesta reconocer que hizo parte de un grupo armado ilegal que le causó tanto daño a las familias de quienes hoy son sus oyentes.

“Evito hablar de lo que fui. Aun cuando sé que esa experiencia hace parte de lo que soy. Allí aprendí a leer, escribir y locutar. Pero, sobre todo, aprendí a reconocer el valor de la paz y la reconciliación”, dice Adriana en el estudio de su emisora de interés público que, como el resto de Emisoras para la Convivencia y la Reconciliación, es administrada por RTVC Sistema de Medios Públicos.

Juan Ricardo Pulido, excoordinador de las mayormente conocidas como Emisoras de Paz, recuerda la primera entrevista de selección que les realizó a cada uno de los miembros de los equipos que conforman las 16 emisoras que están al aire. En Mesetas, se encontró con un territorio profundamente golpeado por el conflicto armado, en el que las dinámicas de violencia habían permeado por completo los lazos entre ciudadanos. En cierto sentido, era este un rasgo común de los municipios que hacen parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) que orientan el establecimiento de las emisoras. No obstante, Pulido no esperaba que la propia Emisora de paz de Mesetas constituyera un espacio de encuentro entre quienes empuñaron las armas y aquellos que sufrieron el impacto de las disputas.

Las emisoras se conformaron con periodistas locales que conocían las necesidades de sus territorios. Esto incluía profesionales de las emisoras comunitarias, egresados de universidades locales y, por supuesto, firmantes del Acuerdo de Paz. “La Emisora de paz de Mesetas es una de las pocas en las que quienes en otro momento fueron miembros de las FARC-EP y víctimas de delitos como el desplazamiento forzado por esa guerrilla trabajan colectivamente por la reconstrucción del tejido social. Eso es hacer paz desde los micrófonos”, señala Juan Ricardo Pulido, quien insiste en recordar que se trata de un proyecto único en el mundo, que nace a partir de unos escasos lineamientos presentados en menos de una página y media del Acuerdo Final.

Mauricio, un personaje del que nunca supe su apellido — quizá porque todos le dicen ‘Mauro’ o porque a las malas lo han apellidado como ‘El técnico’- tuvo que dejar su territorio por un largo período por cuenta de la compleja situación de orden público que se presentaba debido a los enfrentamientos entre el Ejército Nacional y el frente oriental de la extinta guerrilla de las FARC. Dejar su territorio fue una de esas decisiones voluntarias que de voluntarias tienen poco. “Salir del pueblo es salir de todo; es salir hasta de uno mismo, de lo que era”, me diría mientras juntos recogíamos un racimo de plátano, que un campesino fiel oyente de Del Campo a la Radio llevó al estudio de la emisora minutos antes de que iniciará el programa que se emite cada sábado desde las seis la mañana.

“Con este, son tres los racimos que hemos recibido este mes”, confesó ‘El Profe’, la cuota académica de la Emisora de Paz de Mesetas. Él asegura haber recorrido las más de 60 veredas de su municipio. Lo que afirma resulta verosímil cada vez que en cuanto recorre el casco urbano, todos los mesetenses lo reconocen, y él les devuelve el saludo con nombre y apellido. Además, como buen profesor, les recuerda alguna anécdota jocosa que da cuenta de qué tan disciplinados eran en su clase.

‘El Profe’ vio múltiples diálogos de paz fallidos. El de La Uribe quizá fue el más próximo -de él, no de la consecución de la paz-. Tras el fracaso del proceso de paz con el gobierno de Andrés Pastrana, que en febrero de 2002 abolió la zona de distensión a la que pertenecía Mesetas, el conflicto recobró su agudeza. “Decenas de familias regalaron sus predios. Ahora nuestro municipio es uno de los más visitados de la región. Esta emisora ha permitido contar las historias de quienes perdieron todo en la guerra y hoy le apuestan todo a la paz”, señala ‘El Profe’ mientras se acomoda la gorra negra que parece haberlo acompañado en muchas aulas.

John Sáenz es quien lidera la programación de la Emisora de Paz de Mesetas. Antes de estar en la estación radial del municipio ubicado a más de seis horas de la capital, él trabajó como periodista en la Emisora de Paz de Bojayá. “En ese municipio del Chocó había tres blancos: dos médicos y yo”, señala quien durante horas transitaba por los caudalosos ríos de esa región, a bordo de una lancha vieja cuyo motor amenazaba con fundirse cada 20 metros. Aún hoy, su familia le recrimina por liderar a un equipo que, consideran, está integrado únicamente por combatientes. La ausencia del prefijo “ex” para referirse a los comunicadores corresponde, en parte, a la estigmatización mediática que se generó sobre las Emisoras de Paz desde su establecimiento en el Acuerdo Final suscrito entre el Estado colombiano y las FARC-EP en noviembre de 2016.

Medios con alcance a nivel nacional aseguraron que las “31” emisoras serían controladas por las directivas de esa guerrilla y financiadas en su totalidad por el Estado Colombiano. No sé qué resulta más curioso: que dichos medios hayan sumado 11 emisoras a las suscritas inicialmente o que, por su cuenta, decidieran establecer a quienes coordinarían el trabajo de las estaciones radiofónicas. Las carencias de esos medios en su práctica de la aritmética, y del ejercicio periodístico, puso en riesgo a los más de 90 profesionales que integran las Emisoras para la Convivencia y la Reconciliación; de los cuales apenas tres son firmantes del acuerdo, que han iniciado su tránsito hacia una vida civil poco civilizada.

Pese a la estigmatización, el numeral que establece la puesta en funcionamiento de las Emisoras para la Convivencia y la Reconciliación es uno de los puntos del Acuerdo de Paz con mayor avance en su implementación. De las 20 estaciones radiofónicas establecidas en el escrito, 16 ya pueden ser escuchadas en FM en los municipios, o a través de la aplicación móvil Colombia al aire en cualquier parte del país.

No obstante, a pesar de que constituyen un hito en los procesos de paz a nivel global, las Emisoras de Paz están en riesgo. En 2025 concluyen las licencias de las dos primeras estaciones que, desde hace seis años, han recogido la polifonía de voces presentes en sus territorios. La continuidad del trabajo periodístico y radiofónico que han realizado periodistas como Marcela, ´Mauro´, ‘El Profe’ y John depende del concepto que emita el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTic) sobre la prórroga de las licencias.

Esos encorbatados que toman decisiones desde sus oficinas individuales en Bogotá decidirán, desde su centralismo, el futuro de las emisoras que se han convertido en el medio aliado de campesinos y organizaciones sociales. En el mismo municipio en el que nació hace más de 30 años Voz de la Resistencia, la emisora móvil de las FARC-EP, hoy opera una estación radiofónica que habla de paz, reconciliación y posconflicto. Habrá que ver, o que oír, si quienes históricamente han decidido por las poblaciones más afectadas por el conflicto armado interno en Colombia silenciarán una vez más sus micrófonos o, por el contrario, se sintonizarán de una vez por todas con la construcción de una paz estable y duradera.

--

--