El otro día escuché a alguien que me decía:

Jorge Amado Yunes
3 min readFeb 8, 2016

-Lucho todos los días por orar, por buscar a Dios.

Me quede pensando.

¿Está bien luchar (pelear, insistir, esforzarse, reñir) para buscar a Dios?

A la luz de la vida de Jacob y su «lucha» con el ángel diríamos que si, encaja perfecta la frase.

Pero hay una diferencia en la lucha. Jacob lucho contra un ángel, y muchas veces nosotros luchamos contra nosotros mismos. Son dos peleas muy distintas.

Una de las cosas que estoy aprendiendo en el ayuno, es que no se trata mucho de luchar, sino de rendirnos en su presencia.

Estoy descubriendo que mi mayor enemigo soy yo.

Mi mayor pelea es contra mí mismo. Es por eso que todos los días necesito levantar la bandera blanca de la guerra y decirle a Dios: -Me rindo! Yo no puedo más con mi vida. ¿Podrás hacer algo vos?

Hace años que vengo luchando con la comida. Más específicamente con la ansiedad en la comida y es un gran problema en mi vida. Como por ansioso, sin disfrutar de la comida. Puedo decirte que el año pasado luche mucho contra ese tema, hice dietas, salí a correr con mi hermano, fui a la nutricionista, hice todo para luchar en mis fuerzas.

A comienzo de este año, en Su presencia, aprendí a saborear la comida, antes la tragaba. El 15 de enero fuimos a cenar con Ni a un muy lindo lugar en Palermo, y como las porciones eran tan pequeñas pero tan deliciosas, pude comenzar a saborear. Ojo, no digo que haya llegado, sino que todavía lo sigo trabajando, pero la comida es un gran enemigo en mi vida intima.

Hace poco, un amigo me mostró un fragmento de El secreto de sus ojos y me encanto.

Si Campanella me permite, voy a tomarle prestado ese momento, para explicar que las luchas continúan, y aunque la injusticia siga tocando a mi puerta, yo me rindo a Él. No quiero luchar más contra mí mismo, soy muy malo en esa pelea. Si seguimos luchando con el pasado, estamos luchando contra nosotros mismos. Yo me ahogo en esa pelea. No encuentro ningún significado en mi historia, más allá de que Su misericordia en mi vida.

Simplemente necesitamos dejarnos caer en sus brazos y permanecer en silencio, hasta que alguna promesa del Señor nos levante.

En el proceso de dejar de luchar y rendirnos es menester que nos perdonemos todo el tiempo a nosotros mismos. En la intimidad con Dios, debemos ordenar nuestro lío interior. Nuestra vida es una sucesión de etapas y en muchos momentos acumulamos rencores y temores que nos atan. Luchamos contra ideas que nosotros mismos hemos instalado como verdades. Cuando Dios te muestra alguna, detente ahí mismo, en el lugar donde te encuentres, y te sugiero que le pidas a Dios que te ayude a perdonarte y a soltar la soga de nuestro yo.

El proceso de dejar de luchar necesita silencio. La batalla más difícil se libra en el silencio de nuestras vidas.

Andrés Corson dice que hasta que no nos encontremos cómodos en el silencio, no vamos a poder escuchar la voz de Dios. El problema reside en que somos esclavos del relato que nosotros mismos nos contamos. Aun las buenas experiencias en el pasado pueden ser de tropiezo para conocer mejor a Dios.

Las estrategias que han funcionado para los que nos precedieron pueden ser un obstáculo. Fíjate lo que paso con Saúl cuando le ofreció a David la estrategia que había funcionado hasta ese tiempo. La escudería real. David rechazó esa estrategia y tomó sus piedras y su honda. De la misma manera, nosotros hoy necesitamos una nueva estrategia para seguir adelante.

Josue estaba cansado del relato del Pueblo.

Habían pasado 40 años con Moises y ahora le tocaba a El. Dios le dio ánimo y fortaleza para enfrentar su propio relato y el del pueblo. Al igual nosotros estamos cansados y agotados de luchar en nuestras fuerzas.

Precisamente es por eso que nuevamente hoy, necesitamos rendirnos.

--

--

Jorge Amado Yunes

Nieto, hijo, esposo, papá, hermano, amigo. También… mediador y escritor, el resto lo podes googlear — Conflicto Resueto https://www.amazon.com/dp/B077XMGKDG