juanRa Martín
1 min readAug 26, 2016

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Qué bueno! Para mi gusto, el concepto de la Ingeniería de la Belleza que pusiste sobre la mesa en la sesión del máster a la que te invitamos, se me queda frío. Es fascinante, pero creo que incompleto. Los efectos de lo que diseñamos sobre los públicos que emplean nuestros objetos tienen que ver con cómo funcionan y, naturalmente, con cómo los vemos. Con qué ojos los vemos. Bajo mi perspectiva el Wabi Sabi pone sobre la mesa dos cuestiones fascinantes: la imperfección y la belleza de la naturaleza, de las cosas naturales, con sus imperfecciones. Es esa belleza que hace bellos los rostros de las personas y sus cuerpos y que está lejos de la simetría pura, como comprobamos cuando jugamos con un simple programa como Photo Booth. Pero bajo el triángulo que se dibuja entre la ‘ingeniería de la belleza’ (un poco fría), el ‘wabi sabi’ (muy natural) y del ‘emotional design’ (directo al corazón) que propone Norman (conjugando ese aspecto funcional, reflexivo y puramente visceral) se plantea un horizonte lleno de desafíos y que propone unas grandes posibilidades también para reducir la brecha digital y hacer que el diseño permita acceder a la tecnología (y a la belleza) a gente que hoy en día está excluida. Dejo aquí un paper relacionado que presenté en un congreso sobre Comunicación Positiva, hace casi dos años, y que arranca en la página 61. Lo siento, está en pdf y tiene un lenguaje muy académico. Pero abre otra perspectiva bien interesante: http://positivecom.org/wp-content/uploads/2015/12/PositiveCom-Proceedings.pdf.

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juanRa Martín

Periodista de formación y profesor de Diseño en @fcomsalamanca (España). Entre el diseño de identidad y el editorial. Ahora volcado en diseño de interacción.