La Ruta Nacional 40 calchaquí
Otro recorrido en imágenes. Esta vez, entre Cafayate y Molinos, Salta, producto de un viaje en solitario que hice en julio de 2015.
ESTE VIAJE COMIENZA CON LA IMAGINACIÓN. Pueden sentarse en la hamaca de la foto que abre esta página y pensar que viajan por la ruta nacional 40 en los Valles Calchaquíes, en Salta. Acaban de pasar por el siempre nombrado Cafayate y se dirigen hacia San Carlos. En el medio hay un pueblito que se llama Animaná, pero hay que parar antes.
Mientras tanto imaginen que se apaga, de a poco, la luz. Los cerros se disfrazan de otro color. Allá vamos, justo hasta donde está ese cartel que dice: La Armonía. Es una estancia, un lugar turístico…todavía no lo sé. Lo cierto es que cae el sol en las montañas del oeste y hay que esforzar los ojos para mirar a contraluz y descubrir qué es, o que puede ser, para nosotros, “La Armonía”.
Esta es la vista: pastizales amarillentos saturados de luz y cardones como bailarines en pausa, con los brazos alzados. El sol se muere y no puedo capturar la imagen. Sólo me quedaron estas palabras.
NO ES QUE SEA MEJOR O PEOR: viajar solo es diferente. Apenas otra circunstancia. En este caso, la del otoño en Salta: desde Cafayate a Molinos por la RN40. Del asfalto se pasa al ripio, en medio de dunas y un paisaje desértico que va del gris y el marrón a distintos matices de rojo.
Lo decisivo, en cambio, ya lo saben, es el tiempo que nos damos en el viaje.
EL ASFALTO SE TERMINA PRONTO al salir de San Carlos. Comienza el ascenso sobre ripio y arena, pasándole de costado a algunas iglesias. Se cruzan algunos puentes y se asciende hacia la Quebrada de las Flechas, una impresionante geografía desértica que parece irrumpir desde el suelo y elevarse. En el camino, sobre una curva, hay un espejo que no descifré. Que alguien explique.
LA QUEBRADA DE LAS FLECHAS es un paseo en medio de una serie de bloques que emergieron en forma oblicua y con la erosión adquirieron esa apariencia de punta de flechas. Hoy se encuentra dentro de un área protegida y monumento natural Angastaco.
PASANDO ANGASTACO, apenas 7 kilómetros camino a Molinos, aparece la Finca El Carmen. Incluye una vieja capilla (data de 1780) y también un molino de la época jesuita. Desde la hamaca que cuelga de un árbol se observan as riberas fértiles del río Calchaquí permiten el cultivo en esta zona que se llamaba Ciénaga de Angastaco. Después es todo desierto.
Sólo había perros con quien hablar.
MOLINOS SE AVISTA A LO LEJOS DESDE EL CAMINO. Se destaca la iglesia San Pedro Nolasco y una serie de construcciones coloniales, algunas en un estado de ruinas que hoy es casi poético. A unos 20 kilómetros de Molinos, desviándose de la RN 40, se encuentra la Estancia Colomé. En otoño, la tristeza de los colores pardos se alivia con la mirada glacial del nevado de Cachi.