Abriendo caminos: Cómo impulsar una inversión de impacto más inclusiva en América Latina.

Latinnova
6 min readJun 17, 2024

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Hace casi 20 años, el término “inversión de impacto” fue acuñado e impulsado con la promesa de generar un impacto social y ambiental positivo junto con un retorno financiero.

Sin embargo, de acuerdo con el informe sobre Financiamiento Sostenible 2024, la brecha global de financiamiento para el desarrollo va en aumento, llegando a los 4.2 billones de dólares anuales frente a los 2.5 billones de dólares antes de la pandemia. Este gran desafío nos invita a reflexionar sobre la necesidad de ir más allá y explorar nuevos caminos para superar las barreras que aún frenan al sector de impacto para crear un ecosistema de inversión verdaderamente inclusivo y efectivo.

En los primeros años de la “inversión de impacto”, organizaciones como Impact Management Project (ahora Impact Frontiers), el Global Steering Group for Impact Investment (ahora GSG Impact), Toniic, Aspen Network of Development Entrepreneurs (ANDE), entre otros, fueron creadas para impulsar el flujo (proveedores de capital) y el uso (emprendimientos y organizaciones) del capital de inversión para contribuir a mejoras medibles en la calidad de vida de las personas y la salud del planeta.

Casi 20 años después, muchos de ellos se han replanteado un camino que va más allá de la inversión de impacto para centrarse en una narrativa más amplia del impacto. Por ejemplo, recientemente, el GSG Impact ha priorizado la transparencia a través de la armonización de los estándares del impacto para enfrentar las barreras que frenan al sector. Para ello, ha decidido enfocarse en dos barreras principales: la falta de incentivos para que los tomadores de decisiones y organizaciones optimicen el impacto, y la falta de know how para implementar el impacto por parte de los emprendedores y las empresas.

Nosotros creemos que la revisión del “impacto” en lo que conocemos como “inversión de impacto” es relevante y necesaria. Sin embargo, argumentamos que también existen barreras latentes en la parte de “inversión” que merecen evaluarse para que esta inversión de capital llegue a alcanzar los objetivos que el sector se planteó hace 20 años, y sobre todo, para que su crecimiento sea más accesible e inclusivo.

En este sentido, identificamos tres barreras principales en la “inversión” de capital para el impacto:

  1. El tamaño de la inversión de impacto es aún bajo, principalmente en el Cono Sur, lo cual conlleva a una oferta limitada de inversiones que se ajusten a las diversas necesidades de los emprendedores;
  2. Aún existe poca interacción entre inversionistas y emprendedores, y una desalineación de expectativas entre “impacto-retorno financiero”, y
  3. Hay pocos instrumentos financieros que se adecuen a los contextos específicos de los emprendedores, diseñados según los países, las economías y las comunidades donde estas empresas surgen.

Si bien hay diversas muestras de cuestionamientos sobre la necesidad de replantearse la narrativa de impacto y de inversión a nivel global, América Latina (LatAm) no debería ser la excepción.

Primero, en Latinoamérica existen muchos emprendedores con ideas innovadoras que buscan alcanzar objetivos sociales o medioambientales, o simplemente buscan brindar soluciones a la población de las comunidades en donde operan. Sin embargo, para materializar estas ideas en productos o servicios específicos o para escalar el tamaño de estos negocios, y así aumentar la población atendida, requieren de capital pero no de cualquiera ni del más común.

Muy frecuentemente, el capital al que estos emprendedores tienen acceso o del que tienen conocimiento, principalmente capital de riesgo (usualmente fondos de venture capital) y opciones de deuda (usualmente microfinancieras), no se adapta a sus necesidades o a las de su negocio, a pesar de que sean negocios sanos, con potencial de crecimiento y que brindan soluciones efectivas a sus comunidades.

Segundo, A diferencia de los inversionistas que tienen una variedad de opciones donde invertir, diversificando así su riesgo, es muy probable que los emprendedores hayan utilizado todos sus ahorros y dedicado la totalidad de su tiempo a crear un solo emprendimiento que al final puede ser o no exitoso. Esto resulta en una posición de riesgo y negociación desigual, lo cual, desde un punto de vista social, dista mucho de alcanzar un mundo más equitativo y así reducir la brecha de la riqueza.

Tercero, uno de los principales problemas radica en que el modelo de negocio predominante en la narrativa de inversión de impacto, principalmente el de venture capital, consiste en encontrar el “unicornio” o home-run que pueda apalancar el retorno financiero del portafolio del fondo. Esto, combinado con las obligaciones fiduciarias que en muchos casos restringen la flexibilidad para que los instrumentos financieros se adapten a las necesidades reales de los emprendimientos y de los contextos en los que estos operan.

Se requieren instrumentos innovadores de inversión pensados “fuera de la caja” y que encuentren el “cómo sí” para que los emprendedores puedan acceder a opciones de financiamiento que impulsen innovaciones, generen soluciones a sus comunidades y, a su vez, se ajusten a los retornos de inversión requeridos por los inversionistas.

Afortunadamente, existen diversas soluciones financieras que pueden adaptarse y alinearse a los requerimientos y las expectativas de riesgo financiero y de impacto ajustado que capture la oportunidad tanto para el inversionista como el emprendedor. El espectro de estos instrumentos es muy amplio y han sido exitosos en su implementación tanto en LatAm como en el resto del mundo. Entre ellos se incluyen instrumentos como financiamiento basado en ingresos (revenue-based financing), factoraje (supply chain financing), capital accionario redimible (redeemable equity), participación accionaria de los empleados (employee ownership), subvenciones convertibles (convertible grants), incentivos de impacto social (social impact incentives), entre otros.

La elección por parte de un inversionista en ofrecer alguno de estos instrumentos y de los emprendedores de aceptar los términos del mismo dependerá de muchos factores, sin embargo la flexibilidad, la creatividad y la comunicación clara entre ambas partes son factores claves para el éxito de esta implementación. Consideramos que el mayor conocimiento y uso de los instrumentos financieros innovadores pueden traer considerables beneficios tanto a emprendedores como a inversionistas:

  • Los emprendedores pueden tener acceso a un financiamiento que se alinee a sus intereses de control de su negocio y a sus capacidades para tener un financiamiento que no exija un activo como colateral o pagos fijos que puedan afectar la operación de su negocio, contando así con la flexibilidad que se adapte a la etapa de crecimiento de su negocio. Por ejemplo, la implementación de la facturación electrónica en LatAm ha permitido la proliferación del factoraje, con el potencial de reducir las brechas de financiamiento para las pequeñas y medianas empresas.
  • Los inversionistas pueden ampliar y diversificar su portafolio de inversión con este tipo de instrumentos que van más allá de una renta fija o capital. Además ellos pueden contribuir a disminuir los riesgos sistémicos que sus mismas inversiones pudieran crear como la desigualdad de riqueza o el desempleo, al evitar la formación de patrimonio para otros segmentos de la población o presionar a los emprendimientos con deuda excesiva que ponga en riesgo su operación.

Al igual que el GSG Impact, nosotros creemos que para alcanzar un mundo más justo, equitativo y estable, se requieren aumentar los flujos de capital hacia mercados emergentes como LatAm. De acuerdo a su estudio publicado recientemente, la volatilidad presente en los mercados financieros y las alzas en las tasas de interés han puesto mucha presión en los inversionistas que exigen voltear a ver a este tipo de regiones y mercados, que muy probablemente son las que más necesiten una mayor inyección de capital.

Es por eso que para lograr el objetivo de aumentar los flujos de inversión hacia LatAm y su aprovechamiento más distributivo proponemos pensar fuera de la caja, encontrar el “cómo sí” y ser más atrevidos con el uso de instrumentos de financiamiento innovadores que diversifiquen los portafolios de inversión y contribuyan a disminuir riesgos sistémicos en la región.

Quiénes somos

Somos profesionales en inversión para el impacto con más de 30 años de experiencia combinada, comprometidos con reducir las brechas de financiamiento a través de la innovación para un desarrollo más inclusivo en América Latina.

Álvaro Espitia es el director para Latinoamérica de Athena Global, una firma de consultoría especializada en financiamiento de impacto. Álvaro cuenta con experiencia en finanzas innovadoras, desarrollo internacional y emprendimiento social

Alejandra García es especialista en inversión para el impacto con más de 13 años trabajando con organismos multilaterales, venture builders y emprendimientos sociales para crear soluciones que conecten las finanzas innovadoras, el emprendimiento y el impacto social y ambiental positivo. Su experiencia abarca proyectos en el sur de Asia, África occidental y América Latina.

Juan Jardón es Director Asociado de Predistribution Initiative, organización que busca co-crear mejores estructuras y prácticas de financiamiento que compartan mayor riqueza e influencia con trabajadores, emprendedores y comunidades. Su experiencia es una mezcla de políticas públicas, banca de inversión, inversión de impacto y finanzas innovadoras.

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