“Alguien me roba”.

Literalmind
4 min readAug 28, 2015

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Esta es la (desafortunada) historia de alguien que descubrió que estaba siendo robado por alguien más…

Sucedió así:

Pop vivía con dos amigos de toda la vida, Tur y Mar. Llevaban mucho tiempo compartiendo piso y hasta el momento siempre les había ido bien. No faltaban las típicas pequeñas disputas de aquéllos que comparten un mismo espacio las veinticuatro horas, pero aun así eso no les impedía seguir viviendo juntos. No por ahora.

Pero un día las cosas cambiaron. Pop se dio cuenta de que le estaban desapareciendo calcetines de su cómoda. “Qué extraño”, pensó Pop. “Juraría que tenía un par de calcetines más. Me faltan los azules… ¡y los amarillos! ¿Habrá sido la malvada lavadora, que siempre traga lo que no debe? Tendré que comprobarlo”.

Así que Pop fue a comprobar si algún calcetín se había quedado olvidado en las profundidades de la lavadora. En cuanto llegó ante ella se detuvo, se puso de puntillas y echó un vistazo en su interior. Se quedó un rato observando… pero nada. Nada de nada. Acto seguido, alzó la tapa de la canastilla de la ropa sucia y buscó decididamente entre montones de camisetas y calzoncillos que evocaban todos los olores menos el del pastel de manzana y el del jazmín… Pero sin resultado. No había ni un triste calcetín entre toda esa ropa.

Pop decidió que o bien los calcetines poseían vida propia y salían de marcha durante la noche y luego olvidaban el camino a casa por culpa de una resaca “calcetinera” o bien alguno de sus compañeros le estaba tomando el pelo y le estaba sustrayendo los calcetines sin que él se diera cuenta.

Ante esta situación, Pop tomó medidas. Pensó que una buena manera de descubrir lo que estaba pasando era permanecer despierto en su habitación toda la noche. Pero necesitaba poder observar sin ser visto. Es decir, no podía vigilar desde su cama mientras fingía estar dormido. Cerrar los ojos y observar atentamente encerraba una pequeña contradicción difícil de ser resuelta, así que…

Tur, Mar, hoy duermo en casa de mi tía Pam, dijo Pop. Y con esa excusa fingió marcharse de casa dando un portazo bien sonoro (¡pam!) para que lo escucharan sus compañeros. Sin embargo, en lugar de salir por la puerta, permaneció allí en silencio y se deslizó hacia el interior de su habitación donde, seguidamente, se ocultó debajo de su cama. Desde allí observaría lo que pasaba durante las noches.

A las doce de la noche, justo cuando Pop comenzaba a sentir la tentación de visitar el País de los Sueños, algo le sacudió ese estado de somnolencia. Era Mar, entrando en su habitación con toda la tranquilidad del mundo y dirigiéndose hacia un rincón de la habitación. Pero, ¿qué hacía? Estaba… estaba… ¡ESTABA HUSMEANDO EN SU CAJÓN DE LOS CALCETINES! Qué desfachatez, ¡qué descaro! Pop se enfadó muchísimo pero permaneció allí debajo. Lo mejor era esperar al día siguiente y pedirle explicaciones a Mar. ¿Por qué tenía que robarle calcetines? ¿Acaso él no tenía suficientes?

Tened por seguro que si los medios de información hubieran estado presentes en casa de Pop, Tur y Mar la mañana siguiente, hubieran abierto los informativos del mediodía con el avance de la Tercera Guerra Mundial. No es que llegaran a las manos. De hecho ni tan siquiera hubo insultos. A decir verdad no se pelearon en absoluto. Simplemente Pop argumentó que esa falta de confianza no era buena para nadie y que debido a eso quería mudarse a una casa nueva donde vivir tranquilamente. Pero le daba pena marcharse solo, así que invitó a Tur a vivir con él. Tur aceptó y Pop asintió. Con un gesto, le instó a seguirle, y justo cuando Tur iba a coger las maletas…

Mar habló. Mar alzó la voz, visiblemente enfadado y molesto, y acusó con malicia a Tur. Dijo: “¿Cómo vas a querer vivir con Tur si él también te coge calzoncillos por las mañanas cuando tú no estás? No tienes otra opción, querido Pop, tendrás que vivir con nosotros te guste o no. Somos tus únicos compañeros y tendrás que ceder en algunas cosas para que las cosas “funcionen”. A veces tendrás que dejarnos tus cosas porque… nosotros las queremos, ¿sabes?”. Al terminar de decir esto, Mar sonrió irónicamente. Tur, aunque fingía estar triste, también sonreía. Hasta que Pop habló.

“Ni Mar ni Tur. Viviré solo. Adiós”.

Y Pop se fue dando un sonoro portazo. Pero esta vez sí salió por la puerta”.

Cada vez que alguien ridiculiza la cuestión independentista con lo de “Espanya ens roba” está cometiendo un error. La independencia no va a solucionar todos los problemas de los catalanes. En absoluto. Pero eso lo sabemos. Sabemos, también, que hay políticos “de casa” que también se aprovechan de la situación y terminan “cogiendo calzoncillos”. Pero eso no convierte la independencia en una mala opción. La independencia es solucionar uno de los muchos problemas que tenemos. La independencia nos permite ser más libres y estar más cerca de la verdadera autodeterminación. ¿Que luego tendremos que lidiar con otros ladrones de ropa interior? Pues lo haremos. Pero de momento ya habremos recuperado nuestros calcetines.

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