Los Elementos del Miedo

Lucialinsol
Psicología del Lenguaje — ugr
6 min readDec 25, 2022

Cuando se trata de crear miedo en los espectadores, no sólo sirve tener una buena trama y hacer un buen uso del maquillaje o los efectos especiales. Cosas tan básicas como la música, el color, la luz o incluso los planos pueden llevarte a una verdadera sensación de terror.

Un claro ejemplo del uso de todos estos elementos que ha dado resultados es el caso de “Laura Hasn’t Slept” es un corto en el que se basa la película “Smile”, estrenada este año, dirigidos ambos, corto y película, por Parker Finn.

En él, lo que vemos nada más empezar es un plano ampliado de la cara de Laura, en el que se ve que tiene una expresión de angustia y susto. Ese plano se va minimizando cada vez más hasta verse que está acostada en un sofá. Además, se oye silencio. Laura empieza entonces a hablar, dirigiendo su mirada a un lado y a otro todo el tiempo mientras que habla. Comienza a hablar de una pesadilla que, según ella, se repite todas las noches. Ahí es cuando se escucha un tono casi imperceptible, pero continuo. El plano se dirige ahora hacia la izquierda, se ve entonces una sala y un hombre, que parece ser su terapeuta, sentado en un sillón. La sala está oscura, la única luz que entra es a través de la ventana, apreciable en un plano que deja la estancia y a los personajes a contraluz. Además, los colores que se observan son tonos fríos, azules, verdes. Se utilizan colores fríos para transmitir esa angustia, miedo, incomodidad, etc. que está sintiendo Laura (montaje tonal).

El hombre está tratando de indagar en lo que sucede en la pesadilla. Laura sigue hablando del sueño, se puede observar que está inquieta, incómoda, se podría decir que no le gusta hablar de ello ni recordarlo. Conforme Laura va contando su sueño podemos ver como todos los tonos, de su ropa, los libros del fondo, son tonos fríos que transmiten una sensación de frialdad y distanciamiento en los espectadores.

A medida en que Laura está narrando los sueños, se observa que esta se va agobiando cada vez más, le dice que se ha pasado las dos últimas semanas manteniéndose despierta porque no quiere dormir para no tener este sueño. Se encuentra cada vez más agobiada y nerviosa, se le saltan las lágrimas.

El terapeuta le pregunta sobre el hombre que aparece en su pesadilla y ella le dice que cada vez que tiene el sueño el hombre tiene una cara distinta. A medida en que ella intenta describirlo, el plano va aumentando, además, se oye un sonido, un ruido que va aumentando conforme ella habla, a la vez ella va elevando cada vez más la voz. Ese sonido, junto con el acercamiento del plano hace que el espectador se meta más y más en la descripción y sea capaz de sentir el miedo que siente Laura gracias a ese montaje intelectual. El sonido para de sonar cuando ella se calla. Vemos cómo la película juega con el silencio y el sonido para aumentar la tensión en los espectadores usando tanto uno como la otra. La música es esencial en el cine para transmitir no sólo sensaciones, sino también las emociones de los personajes que vemos.

Observamos ahora que el plano sigue aumentando hasta que lo único que se ve es la cara de Laura. El hombre le preguntá qué es lo que está haciendo ahí, ella, desconcertada, cabreada y con lágrimas en los ojos les dice que de qué está hablando. Vuelve a sonar la música de fondo y se observa un montaje métrico, ya que se van intercalando planos de corta duración entre Laura y el terapeuta, en los que se observan las expresiones faciales de ambos. La tensión se va intensificando aún más cada vez que va pasando el tiempo, además de por la intercalación de estos planos, ampliados, en los que solo se ve la cara de ambos.

El hombre sigue haciéndole preguntas, una de ellas es que si está segura de que no está soñando en ese mismo momento. Se observa durante esto un montaje intelectual, el inclinado de las escenas del hombre y de Laura representan figurativamente la caída de la máscara del hombre y su falso papel como terapeuta, así como que ese balanceo de la cámara representan el declive del engaño y como toda la falsa situación que Laura creía que era real se viene abajo para desvelarse como la pesadilla que es.

La música crece grandiosamente cuando Laura se da cuenta de que está metida en su pesadilla, se observa un montaje rítmico, con el cambio de escena, la música acompaña a esta. Se ve un cambio en el tono de las imágenes. Se hace uso del montaje tonal, por el que se quiere transmitir los sentimientos de la protagonista. El tono de los colores cae en picado y la oscuridad empieza a crecer. La luminosidad de las escenas es cada vez menor, y se puede ver que, cuando la cámara hace una grabación de toda la habitación, la luz que entra por la ventana parece ser de noche, disminuyendo también su intensidad e introduciendo al espectador en un ambiente de oscuridad y noche que hace que la sensación de miedo vaya in crescendo. El corto hace uso del color psicológico (usa los diferentes colores y modifica sus tonalidades para provocar en el sujeto un estado anímico diferente).

La música desaparece para dar pie a sonidos naturales de la caída de los libros de las estanterías o el crujir de las tablas de estas, y pequeños tonos que suenan y dejan de sonar como si fueran una alarma mientras la habitación se sigue desmoronando. Cuando la cámara se para en él, la música vuelve a sonar, los violines empiezan a sonar de nuevo y el sonido grave que se apreciaba antes vuelve a aparecer para acompañarlos, para luego desaparecer y dejarlos sólo a ellos, sonando de forma aguda y estridente mientras vemos el terror de Laura; sólo cesan para dejar pie a la última frase del falso terapeuta y cuando este se transforma en lo que de verdad es, vuelven a sonar.

Se vuelve a observar un montaje métrico, al intercalar planos entre Laura, asustada y con mucho miedo, y el hombre, sonriendo hasta que le desaparecen las pupilas. Laura comienza a huir del hombre y él la llama y le dice que quiere enseñarle algo, empiezan a sonar violines agudos y agitados, acompañados de instrumentos que emiten sonidos más graves y cortos, mientras el hombre se quita la piel, hasta que Laura se tapa los ojos, de nuevo solo se escucha un leve tono continuo que no varía, que termina por desaparecer cuando el ser la llama para que la mire.

En ese momento la oscuridad termina de sumir la escena, tratando de hacer sentir al espectador la misma oscuridad que siente ella con sus ojos tapados, pero viendo al mismo tiempo su rostro de miedo, para estar totalmente sumido en ese miedo cuando ella se destapa los ojos y camina por la habitación. Se acerca a una ventana, fuera no hay más que completa oscuridad, excepto por pequeñas luces azules que se encienden de forma muy intermitente y débil.

Laura cierra las cortinas, se gira y de repente sale el hombre de antes, con la cara completamente despellejada y ensangrentada, que la asusta, pegando un grito. Inmediatamente Laura grita y se empieza a desgarrar la cara con sus propias manos. Durante estos segundos la música aparece por última vez como un fuerte estruendo, sin anticipaciones, agudo y un poco escondida detrás de los gritos de Laura.

Tras esto, se oye en silencio, ahí acaba el corto.

Escrito por: Alicia Hernández Jiménez y Lucía Lineros Solano.

--

--