Rap y Masculinidades: Una conversación con Santiago Cembrano

Luisa Maria Cardona
11 min readMay 12, 2020

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ilustración: re_ilustrador

Como muchos otros, yo descubrí el rap en años recientes por el crecimiento que se ha dado en la escena colombiana de la última década. Viéndolo en retrospectiva, para mí hubo tres momentos que me acercaron al rap colombiano: la película Las Tetas de mi Madre, película colombiana cuya música fue realizada por Crack Family, el lanzamiento de Servicios Ambulatorioz de Alcolyrikos, y haber vivido con Simon (Fintas), pasando tardes escuchándolo hacer rap con Ricardo (Oro Negro) y Maiky. De ahí se abrió para mí todo un mundo de rap latinoamericano, estadounidense, español, etc.

Siendo feminista me cuestiono constantemente por el papel de los hombres en los nuevos paradigmas que son resultado del movimiento. Creo que, en vez de pretender militar desde el feminismo, su prioridad debería estar en pensarse a sí mismos. Lo que han llamado “nuevas masculinidades”. Entre más escuchaba rap y todas estas historias que se cuentan desde el dolor, tan personales y carnales, pensé que el rap podría ser una buena herramienta de introspección para los hombres que, en términos generales, han sido alejados de entender sus emociones. Sí, el rap históricamente ha estado lleno de misoginia e hipersexualización de la mujer (como todos los géneros), pero acá no quiero discutir lo que es evidente, si no ver cómo resignificarlo.

Con esta idea en la cabeza, quise conversarlo con alguien que sabe mucho más de rap que yo y pensé en Santiago Cembrano, quien se ha posicionado desde la antropología y el periodismo como una voz influyente del rap colombiano (entre otras cosas), y es el escritor del libro La Época del Rap de Acá. Santiago y yo estudiamos antropología juntos, y aunque nos conocíamos principalmente por ser compañeros de carrera, nos acercamos por nuestro compartido amor por el rap.

Santiago estudió antropología y ciencias políticas en la Universidad de los Andes. Realizó su práctica académica en la Escuela de Periodismo de El Tiempo, donde eventualmente entraría a trabajar como escritor para el segmento de cultura. El principio de su trayectoria se dio por sus escritos en El Tiempo, Cartel Urbano y Noisey, además de haber participado en el canal de YouTube El Enemigo, y la publicación de su primer libro en agosto del 2019.

Así pues, Cembrano y yo nos sentamos una tarde en un parque por la 106 a hablar sobre rap, sobre el cambio en la escena colombiana, la importancia de hacer rap que tenga calidad, las diferencias entre la historia del rap en Estados Unidos y en Colombia, y como todo esto ha tenido influencia en cómo se hace rap, se escucha rap, y se siente rap. Hablamos de varios de los raperos que él ha entrevistado en su carrera y cómo ellos reflexionan sobre sus propias vidas desde el género, de cómo lo ha influenciado a él personalmente, y finalmente, creo, logré convencerlo que de podría ser utilizado como una herramienta de introspección intencional.

Ya que llevas en esto un rato ¿qué cambios has visto en los últimos años? ¿Por qué crees que se está dando? La gente pues está escuchando rap y rap colombiano, además. A mí me parece muy particular que lo que esté pegando no haya sido necesariamente lo estadounidense, lo europeo, sino lo de acá. Como bien se llama tu libro.

Sí, exactamente, tipo 2012–2013 empezó a darse el cambio. Yo creo que hay varias cosas. Se liberó una presión de: por un lado, hablar de la calle y de crimen y de tal, pero sobretodo, grupos como Alcolirykoz son importantes en poner atención a la estética. Esa belleza del lenguaje creo que captura al que la escucha, nosotros igual hablamos esa lengua, entonces cuando esas historias fueron pegando y se fueron sumando además a cada vez mejores instrumentales, mejores beats, con samples chimbas, así medio jazzeritos o que uno podía escuchar y eran bacanos.

También supongo que fue en un tiempo en que Colombia fue dejando el prejuicio un poco al lado — no está todavía del todo de lado - pero pues sí, el rap ya no es música para matarse ni nada, es música para hablar de lo que estás viviendo. Obviamente tiene una raíz y es importante que se mantenga para mí, en situaciones de dolor y pobreza en barrios negros de EEUU. Pero lo que es en verdad, es bueno ¿qué piensas tú de lo que estás pensando? Habla tu vida, cuenta tu realidad. Para mí eso es el rap.

El rap se volvió la voz de una generación en ese sentido que quería rapear por un lado, pero sobretodo que querían creer en ellos mismos. Como que el rap es una música muy anti empresas, anti establecimiento, cree en ti mismo y haz tu vuelta por tu lado. Siento que cada vez más gente de nuestra edad no quiere trabajar para empresas, prefiere ganar menos sueldo si tiene más tiempo libre, en fin, el rap es muy eso. Entonces, siento que mucha gente encontró en el rap esa música no de rebeldía como tal, pero sí que se identificaba con lo que estaban viviendo.

Hay una parte, no estoy segura me puedes corregir, en una entrevista que hiciste con Gambeta que dice “el rap es un género con historias que no te pasan a ti, pero te sientes identificado” más o menos lo dice así; hace una analogía con el cine. ¿Qué pensaste en el momento que él te dijo eso? ¿Cómo te resuena ahorita?

Yo soy consciente de mi privilegio de clase, yo no soy millonario, pero estudié en Los Andes, nunca tuve un día que me acostara con hambre ni que no tuviera donde dormir; derechos básicos que en Colombia resulta configurándose como algo a lo que acceden poquitas personas. Pero a mí me gusta la analogía que él hace con el cine, uno ve una película de los años 30 y de cómo la preguerra española e hizo tal vuelta o tal y uno no vivió eso y uno se identifica.

Siento que la humanidad tiene eso de bonito y es esa empatía y es que una historia bien contada te permite establecer similitudes con la historia. Entonces cuando Gambeta habla de pararse y derrotar los obstáculos de pronto yo no tengo una vida como la que él tuvo cuando era joven, pero pues yo también tengo obstáculos yo igual puedo sentir que es tener miedo frente a algo y no saber cómo vencerlo.

Además, en un país en el que se necesita mucha empatía, ¿no?

Sí, el rap cuenta la historia que ningún otro género cuenta. Entonces yo siento que me permite conocer todas esas realidades. A mí me gusta conocer gente hablar con gente y tal y el rap me permite eso, yo cierro los ojos y le pongo play y me lleva a otros mundos, a otras mentes y eso es bonito.

Me gustaría saber qué piensas sobre lo que puede dar el rap a eso mismo, a reconocer esas otras realidades, en un país tan estratificado y racista, las está mostrando el rap, porque viene desde contextos precarizados.

Parce, una canción como Fruco y sus Presos de Alcolirykos, es demasiado política, te está contando cómo vive un barrio y cómo ven la vuelta, te están contando que están cansados de que con los impuestos el barrio no mejore, sino que pongan helicópteros a vigilarlos, que extrañan a la gente que está en la cárcel del barrio, que crecen sin mucha comida y que a punta de peleas se hacen fuertes. Eso me parece que tiene más poder que casi que cualquier etnografía que se haga, porque una etnografía no va a llegar tanto a la gente como puede llegar una canción.

Pero, admito desde mi privilegio de clase, yo no escucho rap porque me vaya a ser mejor persona o me vaya a salvar la vida sino porque me gusta, lo disfruto. Primero que todo es un placer estético, luego lo examino y me doy cuenta de que tiene más valores, pero primero que todo es un valor estético.

En ese sentido, igual me parece importante que se hable [de violencias]. Por ejemplo Ali Aka Mind sacó una canción hace dos años que se llama El Atraco que cuenta un atraco desde la perspectiva del ladrón y desde la perspectiva del atracado, y a mí me parece muy brutal porque es empatía una vez más, pues porque la perspectiva de atracado uno la vive más porque yo no he robado a nadie, pero la perspectiva del atracado es, uy gonorrea yo no he comido hace tres días qué putas hago, pues nada me tocó robar a alguien, y no es porque qué chimba sino pues qué putas hago.

Creo que el poder está en el cómo se cuentan las historias, en poder contar cosas que otra gente no vive.

Leyendo varias de tus entrevistas, me llamó la atención que hay algo en común, todos hablan de que están escribiendo desde sus sentimientos. El vocabulario académico está empezando a entrar a esas zonas, decir “es machista no hablar de esto”, también reconocer cómo se ha escrito del amor, por ejemplo, que es lo más común de hablar desde la música y que han sido machistas. Hablemos de eso, a eso voy cuando digo que siento que hay un cambio en los hombres, porque son personas que están diciendo "hablemos de nuestros sentimientos".

Yo creo que sigue siendo igual para muchos hombres que es un tabú hablar de los sentimientos, pero al menos el rap al darse tanto para hablar explícitamente de las vueltas, como que tienes que llenar esa vaina de palabras, permite explorar más el contenido. Eso lo decía Ali en una entrevista que le hice en el libro, de pues guevon ser real también es amar a la mamá y estar triste. Antes la idea era la del rapero malo que solo vendía droga y mataba gente, que es un estereotipo pero que caló en la sociedad y en algunos raperos. Hoy la temática es mucho más libre y siento yo que se puede hacer una canción de lo que sea con tal de que sea ingeniosa.

Por ejemplo, Camino Solo de Anyone/Cualkiera, es una canción de decirle a la exnovia, suerte ya no estamos más, pero está lleno de frases que son muy personales. Tú escuchas esto y dices esto lo escribió alguien que lo vivió. Siempre fue Invierno de Luis7Lunes también es de desamor.

En una entrevista de Rapiphero, habla mucho de temas de muerte. También ha abierto otras puertas para hablar de cosas difíciles, de salud mental, de cosas que antes tampoco se habían hablado.

El rap abre el espectro mucho, hay canciones que yo creo que solo se pueden hacer en el rap porque otros géneros no tienen el espacio suficiente para las palabras, meterle mucha letra daña la canción, si uno empieza a cantar muchas palabras en una canción pop es otra vuelta. Muy la vuelta de Changó cuando Alcolirykoz dice “entonces le digo a la muerte, no seas mujer pa’ no tener que comprometerme”, si hay reflexiones así de finitud, y eso está en el rap muy presente.

La salud mental lo veo más en el rap de Estados Unidos que tiene una historia más amplia. En el rap de EEUU había mucho trauma porque era gente que creció vendiendo crack sin papá, perseguidos por la policía, eso a los 25 años ya es mero trauma. Biggie también lo dice “Because the streets is a short stop. Either you’re slinging crack rock or you got a wicked jump shot”. Parce, la calle es cortica o vendes crack o juegas básquet, no hay mucho más por hacer, y eso es demasiado potente.

Entonces, siento que el rap sí ha sido muy terapéutico, y lo digo desde afuera. Para comunidades negras en Estados Unidos que cuentan sus traumas ahí, y acá en Colombia pues todo el mundo con los que yo hablo lo dicen, es como limpiarse los demonios de la cabeza. Nach lo dice “y solo ante el papel puedo eliminar tensión, el me entiende y no me cobra 80 euros por sesión”. Entonces se vuelve un aliado y como es tan verbal puedes decir cualquier mierda.

Lo que a mí me parece áspero del rap es que no es una solución solo es terapia y ya, no busca cambiar nada.

Por eso decía, mucha gente no quiere cambiar la vida de los demás, sino también cambiar su propia vida. Es muy chimba, por eso te decía que es muy personal; eso que no le cuento a nadie más se lo voy a poner al papel y luego lo vuelvo una canción y la gente lo escucha y ya la gente verá que hace con eso. Pero en principio fue una forma de desahogarme a mí mismo, pues fue una terapia.

¿Cómo crees tú, entrando en tus ámbitos personales, que todo este recorrido del rap te ha cambiado, te ha moldeado como hombre, y en la forma en que socializas con los demás?

El rap me ha mostrado el dolor de otras personas que no hablan de eso, más bien me ha mostrado el dolor de gente que se las dan de los más malos -y son los más malos también- pero los más malos también tienen sentimientos. El rap como que me ha permitido más bien entender, no me ha ayudado a afianzar mi masculinidad, pero sí me ha ayudado a entender lo jodidos que estamos.

Pusha T dice como: cuando un amigo muere no lloramos, sino que le ponemos otro eslabón a la cadena y nos tatuamos su nombre en el cuerpo. Entonces es como uish, la gente tiene mucho dolor y solo lo expresa a través de eso. O por ejemplo cuando Castro de Alcolirykoz dice “recuerdo cuando un amigo me dijo qué sintió al matar, no creo que sea peor de lo que sentí al no verlo más”. No estoy rimando, es lo que él dice. Es un man que admitió el dolor que sintió cuando vio que su amigo mataba y luego lo mataron a él. Eso es pura terapia.

No sé de donde yo aprendí a llorar y hablar de las vueltas y a no tener miedo, aunque bueno ahora pensando de pronto sí escuchando, sin darme cuenta, escuchar gente en las canciones de rap hablando de lo que ellos sentían sería un catalizador para yo mismo explorar y ver yo qué sentía. No lo había pensado así pero probablemente sí, pues porque el rap es una música muy personal. Hay canciones de rap que para mí son para escuchar solo y sin nadie, entonces siento que el rap me pone a mí en una posición introspectiva que me permite entender qué estoy sintiendo. Ahí está la respuesta que querías, me demoré en llegar, pero sí, el rap me pone en una forma introspectiva y me muestra, sobre todo, que está bien que un hombre estudie sus sentimientos y muestre su dolor.

El rap es un género que tiene la característica de poder narrar largas historias, tiene un beat, y samples que le dan ritmo, pero es muy cercano a hablar y ese espacio permite decir muchas cosas, a diferencia de otros géneros con vocales y estructuras diferentes. También tiene una historia ligada con dolor, violencia y agresividad, particulares al lugar desde donde se escribe. Además, en general, es un género que se disfruta mejor en soledad: para mi no hay nada como ponerme mis audífonos mientras voy en el metro y dejar que una canción de rap me cuente una buena historia. Estas particularidades del género podrían ser una herramienta para los hombres (y claro, para todas y todes) para acercarse a su parte más emocional, porque no solo permite empatizar con realidades ajenas, pero también propicia momentos de reflexividad. Las mujeres en el rap lo hacen desde siempre, y creo que hay espacio para más concientización del rap. Pero como bien lo decía Cembrano, y yo adhiero, sin caer en la moralización del género, de esperar que los raperos y raperas sean nuestra bandera de coherencia y responsabilidad emocional. Esto no es más que una propuesta y quiero compartirla con ustedes.

Agradezco a Santi por su tiempo; muchísimo respeto por su trabajo y su dedicación. Si quieren comprar su libro La Época del Rap de Acá, aún pueden conseguirlo, contactando directamente a Cembrano en alguna de sus redes sociales. Además, les recomiendo que sigan el resto de su trabajo.

Twitter, Instagram o en su página web https://santiagocembrano.journoportfolio.com/

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