Luis Martinez
4 min readApr 15, 2020

PALABRAS EXTREMAS
LUIS MARTÍNEZ

MADUR - ON LINE

Maduro y su séquito, ese ramillete doloroso e interminable de ineptitud; ese infinito tranvía de ministros, viceministros, vicepresidentes, extra presidentes, secretarios de los vicepresidentes de los suplentes de los vicepresidentes, son tan cínicos y manipuladores, que si yo no viviera en Venezuela, hasta tendría dudas de lo que ocurre en nuestro país. Obviamente, cuando no hay balance informativo, cuando se silencia a las contrapartes, ese ejercicio simple de la duda como metodología para llegar a la verdad, se pierde, y, solo el fanatismo, es el reducto donde puede ocultarse, y defenderse, la realidad virtual madurista, una que no existe, pero que lo maduristas simulan como si existiera. Es una “Matrix” pero con fondo musical de salsa brava, y un bailarín grotesco de telonista.
Hace poco, con esto de la cuarentena, me puse al día con una serie que mi hija me había recomendado en Netflix, “Black Mirror”, una increíblemente poderosa construcción de narraciones independientes que tienen como eje la tecnología, pero con el planteamiento de una “ética futurista”, que causan un efecto indescriptible en el espectador. Para comprenderla, hay que verla, porque toda descripción será muy compleja, al respecto. Es allí cuando, en analogía, entendí, que lo que estamos viviendo en Venezuela es un finísimo guion de manipulación social, un “thriller” de gestión pública, un Estado “on line”, que existe y no existe a la vez. Veamos.
Nuestros estudiantes terminarán el año escolar vía “on line”. Es lógico que en una contención por epidemia, nuestros muchachos no deben ser expuestos a ningún riesgo. Cualquiera que lee lo anterior dirá: “Caramba, qué avanzado en Venezuela, como en otros países, van a terminar el año escolar vía internet”. ¿Cómo es posible que nuestros muchachos, puedan ver clases, on line? Pues muy sencillo, a la manera madurista: Habrá una cadena de radio y televisión, pondrán a un grupo de muchachitos en la aplicación Zoom, mientras una maestra les preguntará sobre las hazañas de Maisanta, y todos harán click a la vez y levantarán la mano para responder con las palabras exactas, la única vaina que les dijeron que les iban a preguntar en la transmisión. Mientras, Maduro junto a Aristóbulo, hablarán de números y el flamante ministro de educación dirá, cuando sea consultado al respecto, que esa es una de las 54 millones de aulas virtuales, compuestas por 30 alumnos cada una, sus respectivos 10 docentes y 60 computadoras de última generación, enlazadas por el satélite Simón Bolívar, a una velocidad de 250 Gb por segundo. Y el público presente aplaudirá, jalará bola gritando “así es que se gobierna”, mientras Maduro dirá “somos ejemplo en el mundo”, pasito de salsa, fin de la transmisión. Yo los conozco, los descubrí. Anoten la fecha. Así será.
Pero como actualmente no tenemos contrapeso para la información, y, dudar es la blasfemia de los maduristas, los fanáticos se lo creerán, sin dudar, ni siquiera porque tienen a sus muchachos en casa, sin preguntarse “¿cuándo fue esa clase de Maisanta?”. Por supuesto, sin pasearse por el ligero detalle de que en su casa no hay Internet, y, si la hubiere, sería más lento que un entierro de perezas, porque Venezuela tiene una de las conexiones más lentas del mundo, y, en América Latina, tenemos apenas más conexiones por habitante que Haití, aunque la de ellos es mucho más rápida. Por supuesto, habría otro detalle, insignificante, si a ver vamos, y es que en la casa no hay computadoras, y esas “canaimitas” tampoco, porque una la vendieron por Facebook, y a la otra, le faltan más teclas que las que tiene. Si por alterar el ritmo de la ceguera les da por preguntarse cosas, se percatarán de que su teléfono es Movilnet, y tan inteligente como Maduro cuando habló de los cinco puntos cardinales. Claro, aún con esa carencia tecnológica, tendrán que reconocer que cuando se recibe un mensaje por una línea Movilnet, hay que sumarle, al menos, dos semanas cronológicas, por tanto, de repente, el mensaje de la clase de Maisanta, le va a llegar en octubre, y concluirá “bueno, ya le sale chamba juvenil”. Alguno que otro curioso, porque los hay aunque escasos y silentes, recordará que el satélite Simón Bolívar se perdió en el espacio, y ahora se encuentra en la misma órbita donde gravitan los pañales “Guayuco”, las bicicletas indias, el Petro, la flota de Conferry, los hipermercados Éxito, la ruta de la empanada, las areperas socialistas, Farmapatria y otras curiosas formas que pueblan, que no el espacio, pero sí, esa parte superior de la tapa de zinc en la morfología del fanático madurista. Siempre, algún crítico chavista no madurista lo dirá, y sabrá que eso de las clases “on line”, lo único que puede pasar, si acaso, será un concluyente examen de heces, por razones obvias y naturales.
Pero no se aflija como representante. Su hijo en su casa, durante este tiempo, ha aprendido más de lo que le pueden enseñar en el mundo de la virtualidad madurista. Tenga en cuenta que hoy los muchachos sometidos a la educación pública de Maduro, reciben clases de gente que dice “suidá” por ciudad, “nadien” por nadie, y, si se les pide a algunos docentes: “diga en voz alta una interjección que denote duda o confusión”, de seguro, al cabo de algunos segundos, responderán “¡júrgote, vos!”, sin saber que acertaron, sin necesidad de consultarlo “on line”.

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Luis Martinez

Comunicador, columnista del estado Yaracuy. Luchador que busca una mejor realidad social y política para todos. Productor de Radio y Televisión.