Enseñar la historia cultural

Luisomarmontoyaarias
7 min readAug 5, 2022

Enseñar la historia cultural

Luis Omar Montoya Arias

“Debemos hablar, gritar contra las injusticias, tener confianza, pero no tener miedo”.

Miguel Agustín Pro, SJ.

Resumen

Justo Serna define a la historia cultural como una forma aplicada de hacer historia que se ocupa de lo cotidiano, de lo que hacemos y de cómo lo hacemos. Su objeto de estudio es la cultura, entendida como marco de referencia a partir de la cual obran los seres humanos. La historia cultural piensa, históricamente, las actividades humanas reconocidas como culturales. Habla de las experiencias cotidianas. Se encarga de estudiar la literatura, el arte, las tradiciones y el pensamiento mágico. La historiografía trata de la historia, de la investigación y de la escritura de la historia; de la profesión y de las normas que siguen los historiadores. La historia se escribe para ser leída. El historiador restituye lo pretérito: lo ordena, lo conecta y lo compara. Algunos de los historiadores culturales más importantes a nivel global son: Peter Burke, Roger Chartier, Carlo Ginzburg, Robert Darnton y Natalie Zemon Davis.

Palabras clave: historia cultural, música popular, historia científica, investigación.

Planteamiento del problema

¿Por qué es importante escribir sobre la enseñanza de la historia?

Soy historiador desde la licenciatura hasta el doctorado. Me resulta interesante la lucha entre los liberales y los conservadores mexicanos del siglo XXI. El siglo XIX mexicano se revitaliza. El momento histórico que transita México, justifica la existencia de artículos académicos que analicen la enseñanza de la historia.

En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, como en ningún otro del siglo XXI, la historia es factor decisivo en la construcción del Estado-nación. Es desde la historia que el tabasqueño y sus rémoras, administran a México. Todo es historia. Durante la primera semana del mes de febrero del 2022, autoridades educativas federales de México, expresaron que es necesario erradicar de la práctica docente y del modelo educativo, conceptos neoliberales como excelencia y competencias.

Durante los tres primeros años del Gobierno Federal de México encabezado por Andrés Manuel López Obrador, hemos sido testigos del cambio de nombre de la Avenida Puente de Alvarado por Avenida México-Tenochtitlán; de la conversión del árbol de la noche triste por el árbol de la noche victoriosa, y por supuesto, de la irrupción de la glorieta de la mujer indígena en el lugar donde antes despachaba el monumento de Cristóbal Colón. Detrás de estas decisiones, está Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente de México, doctora en teoría literaria por la UAM.

Amén de la formación académica de la Dra. Müller, hay que centrarnos en los usos públicos que de la historia ejerce la 4T de López Obrador. En el fondo de esta rebatinga que para muchos mexicanos resulta superflua, está la punga ideológica entre liberales y conservadores, entre colonizados y descolonizados. La propia Gutiérrez Müller argumentó en Twitter que la 4T busca descolonizar la historia. La administración del pastor evangélico nacido en Macuspana, Tabasco, gobierna desde la historia. En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, todo es historia.

En los días que siguieron al escándalo nacional provocado por la exclusión del monumento a Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma en la CDMX, personalidades de la farándula nacional como Paty Chapoy, retomaron una estrategia publicitaria que, en su momento, posicionó Librerías Gandhi: “Leer evitará que…”. De acuerdo con actrices y comunicadores de las grandes televisoras mexicanas, “leer evitará que creas que quitando una estatua cambias la historia de México”. En realidad, sí. Por supuesto que desde el espacio público también se deconstruye a la historia. El mensaje de las meretrices derrama su profundo desprecio por la historia. Tenemos a un gobierno que administra desde la historia y a una oposición ignorante.

Entre el 15, 16 y 17 de septiembre del 2021, ocurrieron muchos eventos, históricamente relevantes, en México. El presidente azteca invitó a su homólogo cubano a los festejos patrios. Díaz-Canel agradeció al régimen lópezobradorista por los regalos y el tabasqueño destacó la importancia de las mujeres adineradas del siglo XIX, como financiadoras de la guerra de independencia mexicana. AMLO también enumeró los adjetivos con los que la Iglesia católica y las autoridades novohispanas etiquetaron al Dr. Miguel Hidalgo y Costilla, luego del grito de Dolores. El acercamiento de la administración pejista con sus pares socialistas [Cuba, Venezuela y Rusia] se gestó, abierto y contundente. ¡Fuera máscaras!

El 24 de septiembre del 2021, el Banco de México anunció la impresión de 300 millones del nuevo billete de 20 pesos. El inédito papel-moneda conmemora a la consumación de la independencia de México: muestra la representación de la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, el 27 de septiembre de 1821. Banxico contó con la participación del INAH en el diseño histórico del nuevo billete. Es Agustín de Iturbide, criollo conservador nacido en Morelia, el protagonista.

No debemos leerlo como un hecho aislado y anecdótico. La historia está en el dinero. La política también se construye desde espacios simbólicos. Es una respuesta de los conservadores del siglo XXI contra el liberal presidente de México nacido en Tabasco. Obrador venera a Juárez. Benito es liberal. Agustín de Iturbide es el primer máximo caudillo del ala conservadora mexicana. Estampar a Iturbide en el billete de 20 pesos -el de mayor uso y circulación en lo cotidiano- no fue una decisión de Andrés Manuel López Obrador. Los conservadores del siglo XXI se están defendiendo. Como historiador, el fenómeno me resulta fascinante.

A propósito del reconocimiento conservador al criollo moreliano que, por varios años radicó en Irapuato, Guanajuato, la Arquidiócesis Primada de México, invitó a párrocos, rectores de templos, capellanes y fieles laicos a que, el lunes 27 de septiembre del 2021, en punto de las 8:30 de la noche, estuvieran atentos “al repique de campanas a todo vuelo, como muestra de júbilo y agradecimiento a Dios por la vida independiente de México”. Esto en el marco de la celebración de los 200 años de la Triunfante entrada del Ejército Trigarante a la CDMX, acto con el que, simbólicamente, se consumó la independencia de México.

El documento firmado por la Arquidiócesis Primada de México agrega:

“Este año seguimos festejando el jubileo decretado por el Papa Francisco con motivo del 125 aniversario de la Coronación de la Sagrada Imagen de Nuestra Santísima Madre Santa María de Guadalupe; distintivo iconográfico que fue escogido por Miguel Hidalgo como estandarte de la lucha por la independencia y tomada por los Padres de Nuestra Patria como emblema de protección e intercesión de la reciente Nación Mexicana. Roguemos a Dios Nuestro Señor que, bajo la intercesión de Santa María de Guadalupe, protectora y garantía de unión de nuestro México independiente, nos bendiga como nación para que sigamos construyendo, con honestidad y fraternidad, una patria libre, donde la esperanza, la fe y la unidad, sean valores que nos guíen. Carlos Cardenal Aguilar Retes, arzobispo Primado de México”.[1]

Parece que, por fin, los conservadores mexicanos del siglo XXI han entendido que deben combatir al liberal Andrés Manuel López Obrador desde los tablados de la historia. Demoraron 3 años en darse cuenta. Se viene una segunda parte del sexenio interesantísima. Vivimos una remasterización del siglo XIX mexicano.

El remate lo dio el Papa Francisco a través de una carta que envió a Monseñor Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

“Querido hermano. Con motivo del Bicentenario de la Declaración de la Independencia quiero hacerte llegar un cordial saludo a ti y a los demás hermanos obispos, a las autoridades nacionales y a todo el pueblo de México. Celebrar la Independencia es afirmar la libertad que es un don y una conquista permanente, por eso, me uno a la alegría de esta celebración, y al mismo tiempo, deseo que este aniversario tan especial, sea una ocasión propicia para fortalecer las raíces, y reafirmar los valores que nos constituyen como nación. Para fortalecer las raíces, es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país, esa mirada retrospectiva incluye, necesariamente, un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado que han sido muy doloroso. Por eso, en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones y omisiones que no contribuyeron a la evangelización. En esa misma perspectiva tampoco se pueden ignorar las acciones que en tiempo más recientes se cometieron contra el sentimiento religioso-cristiano de gran parte del pueblo mexicano, provocando con ello, un profundo sufrimiento. Pero no evocamos los errores del pasado para quedarnos con ello, un profundo sufrimiento. Pero no evocamos los errores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos en vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuosos entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común, por encima de intereses particulares, las tensiones y los conflictos. El aniversario que están celebrando, invita a mirar no sólo al pasado para fortalecer las raíces, sino también a seguir viviendo el presente y a construir el futuro con gozo y esperanza, reafirmando los valores que los han constituido y los identifican como pueblo. Valores por los que tanto han luchado e incluso han dado la vida muchos de vuestros antecesores como son la Independencia, la unión y la religión. En este punto quiero destacar otro acontecimiento que marcará, sin duda, todo un itinerario de fe para la Iglesia mexicana en los próximos años: la celebración dentro de una década, de los 500 años de las apariciones de Guadalupe. En esta conmemoración es bello recordar, como lo expresó la Conferencia del Episcopado Mexicano, con ocasión del 175 aniversario de la Independencia nacional, la imagen de la Virgen de Guadalupe tomada por el Padre Hidalgo del Santuario de Atotonilco simbolizó una lucha y una esperanza que culminó en las tres garantías de Iguala, impresas para siempre en los colores de la bandera. María de Guadalupe, la virgen morenita, dirigiéndose de modo particular a los más pequeños y necesitados, favoreció la hermandad y la libertad, la reconciliación y la inculturación del mensaje cristiano, no solo en México, sino en todas las Américas. Que ella siga siendo para todo ustedes la huía segura que los lleve a la comunión y a la vida plena en su hijo Jesucristo. Que Jesús bendiga a todos los hijos e hijas de México y la virgen santa los cuide y ampare con su manto celestial, y por favor, no se olviden de rezar por mí. Fraternalmente, Francisco. Roma, San Juan de Letrán, 16 de septiembre del 2021”.[2]

Es importante aterrizar la enseñanza de la historia en realidades concretas. Hay que priorizar discursos inteligibles. Elijo a la música para objetivar la reflexión histórica por ser mi campo de especialidad. Euterpe es la más universal de las artes.

Mi premisa profesional-académica es que la historia se enseña investigando.

La música es por excelencia, un tema y un problema de la historia cultural.

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Luisomarmontoyaarias

Científico-Historiador social y cultural. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.