Parece que fue ayer

Deniss
3 min readJan 12, 2020

Solo puedo notar que el pasado es hermoso porque uno nunca comprende una emoción en su momento. Se expande más tarde, y por lo tanto no tenemos emociones completas respecto del presente, solo respecto del pasado.
Virginia Woolf

Recuerdos del ayer (Isao Takahata, 1991) cuenta la historia de Taeko Okajima, una chica de veintisiete años que, durante las vacaciones de verano, decide pasar un tiempo en el campo con la familia de su cuñado. Un plan bastante raro para una mujer de su edad, tomando en cuenta la época y lugar en la que la historia se desarrolla. Taeko es soltera y, como podemos ver en los primeros minutos de la película, también es poco sociable y prefiere hacer un viaje sola al campo en lugar de pasar tiempo con otras chicas de su edad o su familia. De alguna manera, Taeko parece no vivir en el presente, y cuando está esperando el tren que la llevará a Yamagata, comienza a recordar su infancia y es precisamente su yo de once años quien la acompaña durante esas vacaciones.

La cinta transcurre entre ese viaje que realiza en 1982 y los flash backs de Taeko a su vida en 1966. La trama parece simple, y quizá lo es en comparación a otras películas del estudio; no encontraremos aquí brujas, espantapájaros o guardianes del bosque, pero sí una historia que puede llevar a cualquiera al pasado y hacer que nos demos cuenta de cómo y cuánto nos marcó todo lo que vivimos en la infancia y qué tan importante es en nuestra vida adulta. Desde el primer amor y la música de los Beatles, hasta un melancólico episodio que, tantos años después, aún perturba de manera profunda a Taeko, podremos seguir el viaje de este personaje y las relaciones que sus recuerdos de infancia le ayudan a entablar con las personas que conoce en Yamagata, como es el caso de Toshio.

Toshio es un chico que se dedica a la agricultura y con quien Taeko entabla una de esas amistades que llegan pocas veces en la vida. Su relación no es un instalove, crece lentamente como las flores en un jardín y como se recupera el musgo después de que es pisado: poco a poco ambos ofrecen más de sí mismos al otro, comparten lo que piensan, lo que les gusta y lo que sienten, primero con cautela y después con la honestidad que solo es posible cuando encontramos a alguien con quien nos sentimos totalmente cómodos, incluso cuando estamos en silencio y solo vemos el atardecer. Así, Taeko y Toshio compartirán la aventura que ella inició sola hasta que el pasado, el presente y la promesa de un futuro más brillante se mezclan, sin necesidad de un intenso romance o alguna aparatosa tragedia, simplemente con pláticas agradables en las que un atardecer y arrancar hierba fresca son el perfecto fondo para esta sencilla y encantadora historia.

Viendo esta película pasé dos horas en las que la expresión de alguien al comer piña, la memoria de amigos a los que no he vuelto a ver en años, el color de un suéter o la forma en que las cejas de un personaje se levantaban me hicieron sentir. Sentir muchísimo. Recuerdos del ayer no tiene fecha de caducidad, pues al parecer el tiempo parece volar de la misma forma sin importar la época, y ya sea en 1966, 1982, 1991 o 2016, siempre podremos mirar al pasado y pensar “parece que fue ayer…”.

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Deniss

Me gustan los libros, lo que crece en la tierra y lo que vive en el mar.