Juan Diego, Hoxha y el POC

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Como con otros políticos de un rango de edad parecido al mío, que estudiaron en los años 1970s en la UCR cuando era una pequeña comunidad en que muchos nos conocíamos, incluyendo a los del otro lado del río, conocí a Juan Diego Castro desde esas lejanas épocas, pues ingresamos a la UCR con solo dos años de diferencia y participamos casi toda la década en el movimiento estudiantil y en la siguiente década ya como graduados en labores académicas o diálogos políticos.

Fue hacia el final de la década que participó en tareas electorales con su partido ‘obrero campesino’ (POC), inscrito en 1977 en Paraíso de Cartago y tuvimos algunas conversaciones, de café, sobre su estrategia y su programa político, claramente de izquierda pero distinto de los otros partidos de la izquierda en CR y me interesó, ya como sociólogo, entrevistarlo largamente sobre temas políticos.

Conversamos sobre la cercanía de sus propuestas y de su partido, con las de un líder de izquierda mundial, el Primer Secretario del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, Enver Hoxha (y me regaló los dos tomos del libro de Hoxha “Reflexiones sobre China”, que conservo, y le agradezco). Mi propia recientemente concluida militancia en el Frente Popular, en 1978, que se asumía cercano al maoísmo, le motivó para que parte de su conversación y su análisis fuera orientada por los planteos de Hoxha, en particular de como los dirigentes de la República Popular China tenían una larga trayectoria “revisionista, antisocialista y antialbanesa”.

Una conversación que recuerdo y recreo en mi memoria pues Juan Diego se inspiraba en el líder albanés y había logrado en un primer intento no solo elegirse como regidor en 1978, sino también porque fue electo Presidente de la Municipalidad del Cantón de Paraíso, lo cual era insólito pues era el único regidor de su partido y logró que lo eligieran los regidores de los partidos tradicionales, lo que decía mucho de su habilidad política y su carisma personal.

Años después nos hemos encontrado muchas veces, incluyendo esos años de la administración 1994/1998 en que fue ministro en tres carteras y yo asesor de la vicepresidenta, así que recreamos nuestras conversaciones de juventud y conversamos sobre diversidad de temas en varias ocasiones. Lo anoto además porque cuando era ministro de seguridad alguna vez nos dijo, a varios, que ya se había encargado de que los archivos de la DIS de los ‘faenos’ (miembros del grupo Faena de la UCR, 1970s) desaparecieran. Lo cual también le agradezco.

He seguido la trayectoria de Juan Diego ya en este siglo, sus discursos y declaraciones tajantes y sus reclamos airados contra los corruptos y por una ética sin tacha. Disfruté su triunfo contra el diario La Nación y me alegra que haya superado su seria enfermedad.

Ha hecho propuestas interesantes en relación con la necesaria transformación del Poder Judicial y la independencia necesaria de las policías judiciales y he visto, con aprensión, sus interpretaciones sobre los derechos de los acusados y presuntos delincuentes, muy cerca de la exigencia de ‘mano dura’ a ultranza en la investigación y la acción policial.

No ha lanzado, Juan Diego, una campaña electoral proponiendo su nombre para la presidencia, pero podría generar, si lo hace, un movimiento fuerte basado en el miedo y la necesidad de mano dura, contra todo lo que designe como corrupto y contra muchos que difieren de una propuesta ética rayana con la persecución y la discriminación, en fin, con el desprecio de muchos derechos humanos básicos… muy acorde con propuestas internacionales autoritarias, aunque ya no como las del señor Hoxha y su desaparecido régimen dictatorial albanés, sino bastante más a la derecha.

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Manuel Argüello Rodríguez, Ph.D.

Doctor en Planificación Urbana/Regional (Geografía) en UCL, Londres. Maestría y Lic en Sociología (UCR), bachillerato en Arquitectura (UCR/UACA).