María Tudela Bermúdez
3 min readMar 2, 2024

El silencio no existe.

Empezaré este ensayo afirmando que no existe, si tan solo lo entendemos como la ausencia de ruido, porque aunque subamos a la montaña más alta y remota del mundo, o nos atrincheremos en una habitación insonorizada, aún bajo esas condiciones sordas, aún así oiríamos nuestro latido, que no es otra cosa que ruido, el sonido que hace el movimiento de la sangre al entrar y salir de nuestro corazón.

Sin embargo, cada día amo más el silencio, ese que te obliga a parar, a respirar, y a nada más. Después de estos estos años haciendo fotografía he llegado a la conclusión que con mi cámara ese “nada”, se convierte en todo: en escuchar, en mirar y en ver. Escuchar qué tiene que decirnos la Naturaleza, introducirnos en su vientre, saborearla, amarla, sentir estar en el mundo, confundirte con él. En definitiva, entender el silencio como el marco que posibilita el encuentro con uno mismo, o mejor dicho, como el sonido de nuestra voz interior.

La fotografía ha sido el canal que me ha permitido encontrar ese silencio, quizá todo empezó en aquellas primeras salidas por esos caminos perdidos del mundo, y aunque la pretensión era mucha más simple, se fue gestando ese amor al silencio del todo. Aunque a veces tengo la duda de si ese encuentro, o más bien descubrimiento fue en sentido contrario, y quizá fue el propio silencio el que me llevo directo a la fotografía. En cualquier caso, de lo que no hay duda, es que todo se debe al profundo amor y respeto que profeso a la Naturaleza, a la quietud y sosiego que me despierta.

En esta relación forjada poco a poco entre el silencio, la belleza del paisaje y yo, es muy difícil que mi mirada no sucumba a tal hecho, o que se vea claramente influenciado mi trabajo.

Definir el silencio en una imagen no es tarea fácil, pues no se ve, pero sí lo podemos percibir y sentir, y ahí radica no solo el paradigma, sino la magia de la fotografía. Intento inducirlo a través de elementos y conceptos asociados visuales como la niebla, el vacío, la oscuridad, la soledad, el minimalismo o, la ambigüedad narrativa. No solo pretendo plasmar, imponer o provocar silencio como narración visual en mis imágenes, sino que a veces busco el silencio narrativo.

Terminaré este ensayo con una frase que quizá lo resume todo: “La fotografía me provoca una inmensa y agradable libertad de ser yo misma”

María Tudela

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