“Doña Flor y sus dos maridos”, de Jorge Amado
Publicada en 1966, “Doña Flor y sus dos maridos” es una novela excepcional: refleja las costumbres de la agitada sociedad de Salvador de Bahía, aborda la rígida moral pública que impera en el Brasil de mediados del siglo XX y cuenta una historia de amor y pasión que tiene como protagonistas a Florípedes Guimarães, Vadinho Santos y el doctor Teodoro Madureira.
Doña Flor, mujer encantadora y exuberante, segura de sí misma, desafiante de ciertas costumbres sociales y dueña de la Escuela de Culinaria “Sabor y Arte” se casa -desoyendo el consejo de su madre y sus amigas- con el popular Vadinho, un habitué de los casinos, bares y prostíbulos de la ciudad en la que es conocido tanto por hombres como por mujeres de todas las clases sociales.
Pícaro, haragán, bebedor y libidinoso, Vadinho es, sin embargo, un ser noble que sólo busca disfrutar de la vida aunque esto lo lleve a mentir a los demás, rebuscárselas para tener dinero y atentar contra la tranquilidad de su esposa. Doña Flor, no obstante sus sufrimientos y lamentaciones, es capaz de perdonar a su esposo todos los males causados debido a la intensa vida sexual que llevan, que desconoce de tiempos propicios y lugares adecuados y es satisfecha con total entrega en cuanto surge la pasión.
Víctima de sus excesos, Vadinho muere a los 30 años en medio del desfile de carnaval, hecho que sume a Doña Flor en la incertidumbre de su futuro y en la más profunda de las tristezas por la pérdida del ser amado, pero también en el absoluto e inconfesable temor de nunca más volver a ser feliz en la cama, junto a un hombre.
No obstante, cumplido el riguroso luto que indica la moral occidental y cristiana, Doña Flor se ve renacer a sí misma cuando aparece en su vida el doctor Teodoro, quien es exactamente lo opuesto a Vadinho: soltero y recatado, trabajador y disciplinado, cauto y conservador, dueño de la farmacia más famosa de Salvador y de una posición socioeconómica de prestigio.
El segundo matrimonio dará a la protagonista la seguridad de una vida estable y tranquila a la que, de todas maneras, le faltará lo que al primero le sobraba: sexo. Es que Teodoro es metódico hasta para desnudar a su mujer, y sólo se permite hacerle el amor durante las noches de los miércoles y sábados -único día, además, en el que se lo hará dos veces si el cansancio no lo duerme-.
La monotonía de esta situación llevará a Doña Flor a implorarle a los dioses paganos -que se presentan de a decenas a lo largo de la novela y tienen una presencia permanente en la vida bahiana- que traigan de vuelta a Vadinho, quien para su propia sorpresa volverá al mundo siendo sólo visible por ella.
Es éste el momento en que a Doña Flor se le presenta el gran dilema moral de su vida: entregarse por última vez a Vadinho o serle fiel a Teodoro, siendo que ambos la hicieron feliz y sufriente, aunque por motivos diametralmente distintos.
¿Podrá el respeto por la pareja sobreponerse a la pasión de un reencuentro con un viejo amor? ¿Los deseos deben ser aplacados o satisfechos? ¿A qué precio? Técnicamente, ¿es infidelidad hacer el amor con el fantasma de un marido muerto? Si ocurriera, ¿qué le garantiza a Doña Flor que allí encontrará la alegría vital que siente perdida? Tales serán las idas y vueltas que rondarán por la cabeza y el corazón de la protagonista, quien debe salir de ese trance optando por una de las dos opciones.
Si bien “Doña Flor y sus dos maridos” es una gran novela, por momentos se la percibe innecesariamente larga, sensación que se acrecienta en las últimas páginas cuando el autor -Jorge Amado- parece enfrentarse a la dificultad de cerrar la historia.
El libro tiene un ritmo muy ágil gracias al pulso narrativo de Jorge Amado, quien describe con precisión y adentra al lector a un mundo repleto de personajes -todos tienen su lugar exacto en la historia: políticos y periodistas; ricos, clase media y pobres; empresarios, profesionales y empleados; prostitutas y tarotistas; taxistas y croupiers-. Ante ellos será inevitable que los lectores los referenciemos con conocidos propios o situaciones familiares, lo cual demuestra que pese al correr del tiempo y la evolución de la sociedad hay personas y conductas que se mantienen inalterables.
Clásico de las letras brasileñas, “Doña Flor…” nos invita a encontrar el lirismo en la vida que llevamos y disfrutar de las personas y situaciones que nos rodean, ya que al no saber hasta cuándo rondaremos por este mundo lo mejor será que aprendamos a maridar en dosis justas el relajo de Vadinho, la entrega de Teodoro y la felicidad de Doña Flor.