Réquiem para el Mundial de Clubes (y la Copa Intercontinental)
Soy un enamorado de la Copa Intercontinental, creo que como toda mi generación. No solamente porque me dio un par de mis mayores alegrías como hincha de fútbol, sino también porque era la perfección: el mejor de Europa contra el mejor de América mano a mano definiendo de qué lado del mundo era el mejor club ese año.
Subrayo lo de mi generación, cuando la Intercontinental se había ya establecido en un solo partido jugado en Japón a fines de año, noviembre o diciembre. En lo que a mí respecta, la primera que recuerdo es la del Vélez de Bianchi ganándole al Milan en el 94; un hito que a mi yo niño le demostraba que era posible ganarle a los gigantes europeos. Por eso luego el recuerdo de la tensión de que River pudiera ganarle a Juventus dos años después, y el alivio Alex Del Piero mediante. Y la ilusión y la ansiedad en la previa del 2000, seguido por el festejo incrédulo de los dos goles de Palermo y la sensación indescriptible de sentirse el mejor que al día de hoy todavía tengo dentro mío. La historia de la Intercontinental es mucho más que esto, desde ya, y de hecho hay un libro que necesito conseguir, leer y comentar: When Two Worlds Collide de Daniel Williamson. Menciono solamente esos tres como partidos Intercontinentales formadores de mi ser hincha de fútbol, que me llevaron a duelar la Copa luego del 2004 cuando FIFA se metió y consiguió organizar su Mundial.
Mi niñez del fútbol había terminado y comenzaba la adolescencia. Si bien me resistí al cambio (como es normal) el por entonces nuevo Mundial de Clubes siempre tuvo su encanto para mí, aunque los argentinos nunca la pasamos del todo bien en este campeonato. Como hincha adolescente que incorporaba valores y conocimientos hasta ese momento desconocidos, me parecía justo que compitieran también los campeones de los otros continentes. Defendí entonces este formato como el nuevo ideal a mi gusto, ante reiteradas e incontables críticas. Una muy habitual era la que refería que los otros equipos fuera de Europa y Sudamérica no estaban a la altura, pero eso fue demostrándose errado cuando varias veces los campeones de Libertadores no alcanzaron la final siendo eliminados por norteamericanos, asiáticos o africanos.
A FIFA sin embargo algo no le cerraba. La falta de competitividad por la primacía europea (ellos sí que no faltaron nunca a una final, y no pierden una desde 2012), y la oportunidad de mayores negocios con un torneo más grande con más partidos, fueron los principales motivos para modificarlo. Desde 2016 viene promocionando la idea de un nuevo Mundial de Clubes, con más equipos, cada cuatro años, y que en el calendario del fútbol global reemplazaría a la extinta Copa Confederaciones. Estaba todo dado para comenzar en 2021, pero la pandemia y el ajuste de calendarios que esta hizo necesario le dio una sobrevida inesperada al existente Mundialito.
En estos días está jugándose la que puede ser la última edición de este formato, reuniendo a los campeones del 2022 con un nuevo reacomodamiento del calendario tras el Mundial de Qatar en noviembre y diciembre pasado. De momento no hay una información clara desde FIFA, pero todo indica que en 2025 comenzaría el nuevo Mundial de Clubes y por si acaso ensayo esta despedida. Así como consideraba perfecta a la Copa Intercontinental, me parece justo y preciso el actual formato. Y tal como entonces despedí a la niñez del hincha, esta propuesta de cambio junto con otras que impulsan FIFA, UEFA, Conmebol y las asociaciones nacionales en sus diversas competiciones y hasta en las mismas reglas del juego, implican cerrar una era por completo y enfrentar un mundo nuevo al que no quedará más remedio que resistirme alzando un dedo índice y comenzar diciendo “En mi época…”.
Por fuera de la resistencia generacional, el postulado nuevo formato muy probablemente generará una mayor superioridad europea, ya no solo con campeones del Viejo Continente sino también con ambos finalistas originarios de allá. Desde el Sur de América trabajaremos con todo lo que tenemos para resistir y doblegar esas fortalezas logrando los imposibles que en otros momentos de la historia supimos conseguir. Y si es esta la despedida, espero que el Mundial de Clubes se cierre con un triunfo sudamericano.
Deseo y propongo (?) que no sea una despedida. Que así como en el 2000 con el primer intento del Mundial de Clubes de FIFA convivieron esta competencia con la Copa Intercontinental, puedan co existir el Gran Mundial de Clubes cada cuatro años, con el Mundialito de Clubes anual. Y ya que estamos pidiendo, que regrese también la Intercontinental. No obstante, difícilmente suceda: la colusión de intereses entre clubes, federaciones nacionales, confederaciones continentales y la FIFA, junto con los calendarios cada vez más apretados, harán imposible ese deseo. La novedad y el progreso se impondrán, y la concentración de poder será cada vez mayor. Apelaremos entonces a la nostalgia de lo que conocimos y aseguramos que era mejor. Y hacia el futuro, procuraremos con la garra y el fuego sagrado del fútbol sudamericano quebrar ese poderío.
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Originally published at https://marianoabrach.substack.com on February 7, 2023.