La ridiculización del lenguaje inclusivo

La decisión política de intervenir el lenguaje molesta, y mucho. Para algunas personas es una herejía insoportable que debe ser desterrada: una idiotez sin sentido que no sirve para nada, pero indigna mucho. ¿Por qué indigna tanto?¿por qué la necesidad de ridiculizarlo?

Mariano Eloy
6 min readJul 18, 2018

Una de las mejores cosas que tiene el lenguaje inclusivo, o dicho de otro modo, la forma en que algunas personas intervenimos al lenguaje, es que esa intervención no es una imposición obligatoria. Cada quien lo interviene cuando quiere y como quiere (de hecho esto sucede en el lenguaje todo el tiempo, y no solo con la decisión política de mostrar el androcentrismo del lenguaje español y la acción de transformarlo mediante la práctica inmediata). Estas intervenciones tienen la finalidad de incluir, de mencionar lo que hasta ahora se invisibiliza, sentar una posición política, y de plantear una discusión sobre todo esto.

También vale decirlo, de incomodar -y esto parece funciona-.

A quienes no les parece útil ni necesario, o peor: una política posmoderna para dividir a la clase obrera y romper las organizaciones revolucionarias o “al pueblo” mediante la “ideología de género”, pueden perfectamente no utilizarlo, nadie les obliga. De hecho, tampoco nos obligamos entre quienes lo utilizamos: algunas personas utilizamos el *, la E o la X, la @, o diversas estrategias de redacción. No lo hacemos siempre, ni siempre de la misma forma, ni ante cualquier persona. El poema de Mauro Cabral “¿por qué el asterisco?” puede ayudar bastante a comprender este punto.

¿“Es solo un chiste”?

Cuando intervenimos el lenguaje, muchas veces se desencadenan distintas reacciones, tanto por derecha como por izquierda. En el fondo (o a veces claramente en la superficie y a la vista) esto se debe a la fortaleza del machismo que tenemos internalizado que nos impide ver la necesidad política de mencionar al resto del mundo que no está en ese “todos”.

Este machismo estructural la mayoría de las veces viene acompañado de un desconocimiento sobre el lenguaje inclusivo y la cuestión de género. Por ejemplo en esta imagen de arriba, se interviene a modo de burla el verbo “querer”, cuando lo que se suele hacer es utilizar al lenguaje inclusivo al referirse a seres vivientes, o grupos de personas… no a verbos.

Algunas personas lo aplican también a sustantivos, como “cuerpa”, y aplicarlo a verbos sería posible ¿por qué no? pero realmente nunca lo he visto hasta la aparición de este meme. Sin este uso forzado el chiste no tendría sentido ya que no habría confusión.

¿Se puede criticar al lenguaje inclusivo? ¡Claro que sí! Sobre todo no es una imposición usarlo, por eso lo que llama la atención es la ridiculización y la obsesión con algo que ni siquiera parece terminar de comprenderse su lógica, ¿de dónde viene esta necesidad de ridiculizarlo?

Es muy parecido a quienes se ríen del feminismo, del marxismo o del socialismo -por poner algunos ejemplos clásicos- sin comprenderlos, y mezclan todo repitiendo lugares comunes o ignorando la complejidad y la discusiones que existen al interior de, y en torno a esos temas. Es una broma que funciona gracias al sentido común dominante de una época, el cual como mecanismo defensa ridiculiza aquello que lo desafía, y la inmensa mayoría de las veces sin comprenderlo ni hacer el menor esfuerzo por ello.

Otras personas apoyan la utilización del lenguaje inclusivo, pero se preocupan por una posible normalización en la cual nos “acartonaríamos” volviéndonos vigilantes de un rígido código que otra vez delimitaría nuestras prácticas y nuestra posibilidad transformadora. Es algo interesante para pensar, ya que si nos pusiéramos a censurar algunas utilizaciones del lenguaje inclusivo (como la expuesta en este meme) y a marcar qué vale y que no, qué es correcto y que no, no podríamos seguir sosteniendo que cada quien lo utiliza como quiere. Desde este punto de vista no tiene nada de malo reírse del lenguaje inclusivo, y así el humor nos sirve para avanzar en la discusión, y no para reírnos de la opresión.

El tema es que los memes son armas de doble filo -y esto es quizás una de sus mejores virtudes- ya que dependiendo quien lo publica y en qué contexto, puede significar y generar cosas muy distintas.

El desconocimiento.

Es muy comprensible que la primera vez que veamos un “todxs” nos sorprenda e incomode. Sin dudas llevará un tiempo comprender cómo funciona y empezar a preguntarse el porque, ya que nos enseñan desde el principio que el “todos” ya incluye a todas las personas, y no solo a los varones, aunque por el contrario el “todas” es solo para mujeres, y con que haya un solo varón ya es necesario decir “todos”.

Como reflejo de las luchas políticas por la igualdad de género, en los años pasados apareció el “todos y todas”, y también puede llevarnos un tiempo comprender que quizás no es suficiente, porque está reproduciendo una lógica binaria y excluyente -también parte del español- que divide al mundo en dos y no refleja la inmensa diversidad que realmente existe, y donde hay muchas personas que no se hayan incluidas. Por estas cosas, somos muchas las personas a las cuales por diferentes motivos y con diferentes tácticas nos parece útil y necesario intervenir al lenguaje, e incluso llega un punto en que sale automáticamente, y cuando no nos sale nos cuesta mucho decir “todos” cuando hay incluidas otras personas que no son varones.

Podríamos compararlo con lo que sucede al tomar la decisión de dejar de decir “negro de mierda”, “puto” como insulto, o “la puta que te parió”. Son costumbres estigmatizantes y contradictorias que es mejor dejar de reproducirlas, y superarlas al transformarlas lo antes posible suma y no acarrea ningún problema más que una decisión y la práctica.

Por supuesto -es necesario aclarar- nadie piensa que solo con esto estamos resolviendo la desigualdad, pero sí pensamos que es importante, suma, y de ninguna manera excluye la lucha por conquistas materiales, leyes y derechos: pensamos que una cosa no quita la otra.

Poder revisar nuestras prácticas.

Un punto interesante a tener en cuenta, es que es muy poco probable que veamos a alguien increpando a otra persona por no utilizar lenguaje inclusivo, cuando sí es bastante frecuente que veamos lo contrario, y con ridiculización incluida.

“hablá bien enfxrmx dx mixrdx”

Es lo esperable que en un primer momento no lo entendamos, ya que no es una discusión lingüística sino política, pero poco a poco va despertando más interés en muchas personas y ya parece una discusión superada en algunos ámbitos. Claramente no lo está con el resto de la sociedad ni con todo el activismo que toma la cuestión de género, porque hay una parte que ve una especie de “conspiración posmoderna pequeño burguesa reformista culturalista fanática antimarxista y elitista”, y otra parte que sigue pensando que diciendo “todos y todas” ya está, y en la practica sigue perpetuando el binarismo.

Pienso que la aparición de estos memes de humor reaccionario, y el aumento de la inquietud entre cada vez más personas, es señal de que la discusión avanza, y en el fondo que el lenguaje inclusivo funciona, porque molesta, incomoda, interpela, y eso siempre pasa cuando se cuestiona al statu quo, aunque más no sea, solo del lenguaje: ese conjunto de palabras, reglas y oraciones que pensamos y estructuran lo que decimos (y lo que no) todos los días de nuestras vidas.

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