Yo no me enamoro

Mario Celano Meyer
3 min readDec 12, 2013

Cuenta la leyenda que para aprobar la tesis doctoral Larry Page y Sergey Brin desarrollaron un motor de búsqueda en Internet mucho más rápido y eficaz que AltaVista, el cual era el mejor de su época. Cuenta también que ambos estudiantes no sabían qué hacer con su invento y que lo primero que se les ocurrió fue ir hasta las oficinas de Yahoo, portal de publicidad líder por esos años, intentando venderles la herramienta de búsqueda recién inventada. Como la gente de Yahoo no se mostró interesada en lo más mínimo Larry y Sergey decidieron entonces crear su propia empresa, una empresa que quizás Uds. conozcan y que se llama Google…

No sé si lo anterior realmente fue así, pero a mí me la contaron así y no dediqué mucho tiempo en buscar (justamente en Google) para confirmar si esta leyenda era cierta o no. No le dediqué tiempo porque me encanta así como está, así como me la contaron.

Pero les cuento otra más corta y esta vez de una empresa uruguaya. La leyenda dice que cuando la gigante Microsoft comprendió el concepto de lo que era GeneXus y su cambio de paradigma en el desarrollo de software, ofreció a sus fundadores una irrechazable suma de dinero por la empresa. Fue en ese momento que los creadores del software uruguayo GeneXus, sin dudarlo un segundo dijeron que no.

Tampoco sé si esta historia es cierta, y tengo en este momento a Nicolás Jodal (uno de los creadores de GeneXus) a un chat de distancia, pero no quiero bajo ningún concepto darle la oportunidad de que me diga “No es cierto Mario, son leyendas urbanas, y dejate de escribir tonterías.”.

Larry Page y Sergey Brin han de agradecer cada día a Yahoo por su falta de visión. Ambos jóvenes han hecho de Google una empresa que de alguna forma ha cambiado el mundo en el cual vivimos. Traído a Uruguay GeneXus ha cambiado para mejor a la industria del software uruguayo, algo que quizás no hubiese sucedido si la empresa se hubiese vendido a Microsoft.

Mientras comparto este texto con una compañera de trabajo antes de mandarlo a El Observador, ella me comenta que Kingdom Rush, otra empresa uruguaya muy exitosa mundialmente tuvo una oferta de compra muy seductora, que también rechazó. Y es ese tipo historias de emprendedores que aman su empresa, que la sienten como a un hijo, que están dispuestos a dedicarle 12 horas diarias durante años para hacerlas crecer, que las definen como parte de su vida, son ellos los emprendedores que me han inspirado. Creo que son personas que cambian el entorno en el cual viven y que mejoran tanto su vida como la vida de los demás.

Por eso cuando leo historias de otro tipo de emprendedores, de aquellos que “no se enamoran”, los mismos que comparten vereda con los que se definen como “emprendedores seriales”, me entran dudas sobre la definición de la palabra emprendedor. Y claro que sé que existen miles de empresas en el mundo que se crean con el único fin de ser vendidas, y está bien. Lo que pasa que a mí me gusta llamarle Emprendedor con mayúsculas a aquellos que crean empresas a las cuales también aman y ven crecer día a día, año tras año.

A los demás emprendedores los veo más bien como personas que solo hacen negocios, y eso es algo que no me inspira y no me contagia nada. Porque si algo se necesita para crear un ecosistema de emprendedores y una cultura de emprendimiento en un país donde la principal aspiración de los jóvenes sigue siendo un empleo público es justamente eso: inspirar y contagiar. Y para ello es necesario enamorar. Y para enamorar hay que estar enamorado… y mucho.

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Mario Celano Meyer

Juego a que lo mejor está por venir. Sé que no hay mal que por bien no venga. Confieso que para encontrarse, primero hay que perderse.