De qué hablo cuando hablo de correr (una Ultramaratón)

Crónica de la 7ª Madrid-Segovia

Carlos Matallín
6 min readSep 19, 2016

El sábado 17 de septiembre me despertaba a las 2:30 preparado para correr la distancia entre Plaza de Castilla en Madrid y el acueducto de Segovia: 103,5km, mi primera Ultramaratón.

Han sido varios meses de preparación (con parón por vacaciones) que han culminado en unas semanas de competiciones, hasta finalmente completar uno de los objetivos de esta temporada, aunque originalmente no lo tenía planeado.

La idea surgió hablando con mis compañeros del club de triatlón OET team: habían formado un equipo con gente que ya la había corrido el año pasado, y uno de los integrantes finalmente no iba a poder hacerla, así que quedaba un puesto libre. Como digo, a principio de temporada no entraba en mis planes una distancia tan larga —lo más que había corrido era la Media Maratón de Valencia, que fue lo que me animó a entrenar más en serio—, y para este año me conformaba con finalizar la Maratón de Valencia. Pero me encontraba en muy buena forma después de los entrenamientos de triatlón — de los tres deportes es en el que mejor me desenvuelvo — , y me parecía una buena oportunidad para realizar uno de los objetivos que sin duda tenía en mente a largo plazo.

Así que hace unos meses empecé a meter carga de carrera en mis entrenamientos, manteniendo la bici y la natación, sobre todo salidas a la Casa de Campo y alargando los entrenamientos en el Retiro. Para ello ha sido indispensable ser estricto en la rutina de entrenamiento, a pesar de que he llegado al día de la carrera con menos km de los que debería haber entrenado. Para otro objetivo de este nivel o más exigente no me imagino cómo debe ser compaginar trabajo, entrenamiento, y familia.

Durante estos meses, además de los entrenamientos, también he corrido varias carreras de montaña con la intención de llegar preparado para el día de la carrera: saber gestionar la preparación, la hidratación, la nutrición, los ritmos, la psicología… En una de ellas incluso llegué a hacer podium de mi categoría (Senior).

En el aspecto de la nutrición no ha cambiado mucho mi dieta, sí es cierto que tanta carga de entrenamiento se ha hecho notar y he bajado de los 70kg, haciendo famoso el “Matallo come más”, o “Un bocata/puchero/cocido para matallo” entre los amigos y compañeros de la oficina. Durante la carrera he ido alternando geles de las marcas que me han funcionado en los entrenamientos, cada uno con sus características.

  • Geles Wiggle, más concentrados, se digieren mejor al principio de la actividad.
  • Geles Sis, con más cantidad, fáciles de tragar y ricos de sabor.
  • Geles PowerGel, más densos y parece que me dan un punto extra de energía.

Mi regla general en carrera es beber 500ml de agua con comprimidos de electrolitos 2 horas antes de la actividad, consumir un gel cada hora a partir de las 1:30 horas de actividad, y beber 200ml de agua cada 30 minutos.

En cualquier caso me resulta difícil digerir cualquier gel, y parece que se me cierra el estómago causando flato, aunque es cierto que es la mejor forma que he encontrado de mantener el aporte energético.

El día de la carrera

Llegada la semana de la carrera era difícil concentrarse en otra cosa, tenía muchas ganas de que llegase el gran día. Había dejado todo el material preparado, y tenía planificado hasta cuándo tenía que ir al baño (pista: el café del desayuno ayuda). Es importante llegar descansado el día anterior a la carrera (es decir, si es sábado dormir bien el jueves) ya que por muy pronto que te acuestes te va a costar dormir.

A las 3:00 ya me había duchado, había desayunado un café con leche y un trozo de bizcocho, y había revisado de nuevo el material. Cojo el taxi que previamente había reservado, y llego de los primeros a la salida en Plaza de Castilla. Me reúno con el resto de compañeros de mi equipo, y dejamos las drop-bags de Cercedilla y Segovia.

Mi estrategia de carrera era correr aproximadamente entre 6 y 7 min/km en llano y bajadas, y caminar a lo que dieran las piernas en las subidas. Corría con el resto de compañeros del equipo por lo que tendríamos que adaptarnos a un ritmo que pudiéramos llevar todos, ya que teníamos que pasar juntos por los avituallamientos a que nos sellaran el documento de control (al llegar a Segovia nos informaron que no todos los equipos habían cumplido el reglamento).

Salimos de Madrid a las 05:00, y llegamos frescos a Tres Cantos, donde se forma un pequeño tapón en el avituallamiento. Seguimos hasta Colmenar donde aprovecho para guardar el frontal y quitarme la manga larga. Pasamos por el embalse de Santillana y en este punto me doy cuenta que nunca antes he hecho una maratón. Seguimos hasta Mataelpino, más o menos a mitad de la prueba, y escribo a mis amigos y mi novia que me mandan ánimos. Pasamos uno de los tramos más duros de la carrera antes de llegar a Cercedilla, con mucha pendiente de subida. Este mismo recorrido lo he hecho en bici de montaña (pero al revés, desde Cercedilla) y ya entonces me pareció duro.

En Cercedilla hacemos la parada más larga, de unos 15 minutos, para cambiarnos de camiseta, rellenar el Camelbak, reponer geles, y en mi caso quitar piedrecitas y aflojarme las zapatillas. Físicamente me encuentro bien, sin fatiga en las piernas, pero con dolores fuertes en los pies, sobre todo en el pie izquierdo. El dolor va pasando del empeine a la fascia y por momentos se hace insoportable, por suerte aflojar las zapatillas alivió un poco el dolor.

Saliendo de Cercedilla empieza el ascenso al Puerto de la Fuenfría, que se me hace mucho menos duro de lo que esperaba, y una vez superado empezamos a bajar corriendo. Llevo 2 maratones en mis pies, nos quedan aproximadamente 2 horas y media para los últimos kilómetros, y visualizar la llegada nos da las fuerzas necesarias.

La segunda parte del descenso, más pronunciada, ya se ve Segovia a lo lejos. Pese a que el desgaste ya es patente y ahora sí que empiezan a dolerme las piernas tiro más de ganas que de fuerzas. Brevemente antes de la entrada a Segovia nos reunimos para entrar todo el equipo junto, recorremos las calles, y ahí están nuestros amigos y familia en el arco de meta junto al acueducto.

Personalmente ha supuesto una experiencia vital, muy dura, que estoy contento de haber realizado, pero durante la carrera me ha hecho pensar si querría repetir. Recordándola después parece que los buenos momentos y la propia experiencia supera al sufrimiento. Al acabar llegué casi vacío de energía, tuve un bajón de temperatura, y me dolía todo. Tras descansar el resto del fin de semana apenas tengo agujetas, aunque sí he acabado con la espalda un poco dolorida ya que la mochila que llevaba no estaba especialmente preparada para llevarla tanto tiempo. También tengo una pequeña lesión en el pie, en el que he aplicado un vendaje funcional, y puedo andar con normalidad.

En un primer momento decidí no compartir que me estaba preparando para esta prueba aparte de algunas personas cercanas, ya que prefería tomármelo como un reto personal, y entrenar duro. El hecho de correr en equipo para mi ha sido determinante para apoyarnos durante la carrera y en los entrenamientos. Por otra parte me parece un tipo de actividad en el que se tiene que ir a disfrutar: no vas a machacarte corriendo más de 12 horas para encima no disfrutarlo.

Sin duda, cada vez que lo pienso me parece una locura por encima del límite normal de cualquier persona.

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