Una vez nos dijeron que te quedaba poco tiempo, pero decidimos acompañarte y cuidarte hasta que llegue el momento. Cada vez que estuviste a punto de rendirte estuve a tu lado pidiéndote que aguantes un poco más, que todavía te necesitaba conmigo. Una vez estabas acostada en el piso sin fuerzas para levantarte, y decidí tirarme ahí contigo. Pasamos varias horas mirándonos fijo, sin movernos, sin hablar. Después, no sé de dónde, sacabas fuerzas para levantarte y seguir.