El guiso de piedras

Y hay un día en el cual uno escucha esas historias que lo dejan pensando, esas historias que nunca sabremos si fueron o no ciertas pero que eso no es realmente lo importante

Cuenta la historia que una vez finalizada la guerra el pueblo quedo destrozado. Las casas incendiadas, las tiendas destruidas y todos los animales habían muerto.

Pero un cierto día llego un hombre. Se sentó en la plaza central con una olla gigante, la cual puso sobre un pequeño fuego y comenzó a mezclar.

Revolvía y revolvía la gran olla como si algo hubiese allí adentro. La gente pasaba y miraba al extraño, sin entender realmente qué estaba haciendo.

Luego de unas horas se acercó a él una señora que inmediatamente preguntó por su tarea. Este le dijo que una gran cena se llevaría a cabo en el pueblo. Que la guerra había terminado y que todos estaban invitados.

Emocionada la señora se retiró de la plaza escuchando al extraño que le decía:

“La Espero hoy a la noche, pero por favor traiga algo de zanahorias y no olvide de avisarle a sus amigos.”

Fue así que la mujer se retiró y le contó a su vecina de la gran fiesta que se estaba preparando en la plaza, del gran guiso y que solamente era necesario llevar algo de alimento.

Poco a poco todos los vecinos del pueblo se enteraron y fueron llegando a la plaza.

Algunos traían una zanahorias, otros lentejas y otros algún trozo de carne.

Llegada la hora de la cena todo el pueblo estaba en la plaza. Festejando. Festejando que la guerra había terminado, que el pueblo se podía reconstruir y que todos estaban comiendo.

El gran autor de este guiso repartió comida para todos y partió luego hacia el valle. Ya había cumplido su misión..

El guiso se había realizado. Solamente hizo falta una olla y fuego. No contó en sus inicios con nada de alimento.

Cada uno de los vecinos, sin darse cuenta, había aportado al mismo la dosis justa de comida que era necesaria.

El resto está en los libros. Cuenta la historia que este fue el primer Emprendedor que el mundo conoció.