¿Quién reina en la penumbra?

El salmo 74 tiene una verso que dice: «Tuyo es el día y tuya es la noche, Tú has fijado la luna y el sol».

Es reconfortante pensar que Dios es dueño del día y de la noche. Que el Señor es capaz de reinar, de un modo misterioso, en el medio de las tinieblas más oscuras… ¿acaso la cruz no es precisamente esto?

Pero Dios no es el Señor de las tinieblas, es el Señor de la luz. Reina sobre la oscuridad y está presente entre la bruma aunque nosotros pensemos que habitamos en el reino de la lejanía; permite la existencia de la niebla en la medida en que nosotros la queramos, o nos sirva para reconocer que toda caricia de calor proviene del sol.

También he pensado que Dios no ha dejado la noche privada de luz. La luna es un hermoso y constante recuerdo y reflejo de la luz de sol. ¿Acaso no es la Virgen María aquella luna en las noches del alma? ¿Acaso su maternidad no es la penumbra donde pueden volver a crecer las flores de la esperanza?

Es bueno recordarlo.