Andamiaje al tiempo

Eduardo Medina
4 min readSep 16, 2016

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📸: MathTeacherGuy

Hoy en día se puede trabajar desde la casa, bendición — ¿o maldición? — del internet para algunos. El no tener que ir a una oficina de nueve a cinco, el no estar atado a una agenda de reuniones, eso tiene que ser una especia de libertad del mundo de hoy. Pero es una libertad que viene con un precio, por supuesto. Al tener ese tipo de libertad te vuelves amigo íntimo del señor Tiempo. Agenda abierta: cuatro, seis, ocho horas disponibles al frente mio. ¿Cómo las aprovecho? Eso es más o menos lo que quiero tocar en este escrito.

Cuestión de tratar de organizar y adueñarte de tu tiempo, sin pretender dominarlo en lo absoluto. El tiempo tiene un fluir natural, místico, que se yo, que uno tiene que respetar. Pero usando las herramientas apropiadas, y con un poquito de organización y disciplina, se le puede dar un poco de estructura. Un andamiaje al tiempo. Las herramientas que uso son: calendario, cronómetro, y una libreta. En mi caso, estas tres vienen siendo: Google Calendar, Toggl, y Evernote, respectivamente. Empiezo por reconocer que existen herramientas digitales para tal fin, que no todo lo digital es vicio o detractor de tiempo. Como cualquier otra herramienta, depende del uso que se le dé. Y también existen otras versiones de estas herramientas, parte del juego es descubrir cual funciona mejor para uno.

De nada a objetivos escritos

Todo empieza por tener claro los objetivos y prioridades que tengo. Sin necesidad de ponerme muy filosófico, me pregunto sinceramente qué es lo que quiero hacer. Y aquí entra en juego la libreta: escribo las metas para que queden plasmadas y vivas. Hay algo poderoso en escribir esto es lo que quiero hacer y tener tu meta mirarte de vuelta en la cara, escrito en palabras. El simple hecho de escribir una meta viene siendo el primero paso para realizarla. Las metas tienen que ser sencillas, tangibles, digeribles. Si lo que quiero hacer abarca algo muy grande, entonces tengo que dividirlo en pedazos más pequeños para que se pueda completar paso a paso. Aquí, menos es más.

Yo me guío por una rutina semanal. Divido cada mes en sus cuatro semanas y establezco metas por semana. Esto es lo que quiero hacer esta semana. Creo una pagina nueva de quehaceres cada semana: dejo lo tachado y completado de la semana anterior, y transfiero lo transferible a la semana nueva. Así semana por semana, mes a mes.

De lo semanal a bloques

Ya con objetivos establecidos por semana, organizo mi calendario usando bloques por semana. Me refiero literalmente a bloques de tiempo, con la duración y el propósito que yo decida. Basado en la prioridad y tipo de objetivo, me invento distintos tipos de bloques: #lectura, #escritura, #aprender. Los bloques son muy arbitrarios: son para que los coloque en mi semana y me sirvan de guía o andamiaje. Trato lo más posible de seguir el ritmo de semana que veo en mi calendario, pero si algo aparece — que siempre aparece — entonces lo ajusto y ya. Los objetivos son específicos, digeribles, tangibles; no grandes, abstractos, toscos. Los bloques son ajustables, dinámicos, flexibles; no rígidos, tiesos, tercos.

El solo hecho de poder visualizar mi tiempo cada semana a través de bloques es suficiente para empezar a calentar motores. Me recuerda que el tiempo no espera ni se detiene, y eso inevitablemente me pone a mi en movimiento.

De bloques a minibloques

El tiempo en movimiento es precisamente lo que un cronómetro representa. Siguiendo la linea de dividir metas grandes en partes más pequeñas, dentro de cada bloque trabajo en minibloques de 30 minutos, a lo Pomodoro. Para esto uso Toggl: pongo el tiempo a correr y los segundos transcurriendo me ponen a correr la mente. Toggl incluye la funcionalidad de un Pomodoro programable para el tiempo que sea. Cada 30 minutos suena una campanita, me paro, le doy un par de vueltas al cuarto, tomo agua o lo que sea, y de vuelta al teclado. Invertir tres o cinco minutos aquí representa un gran beneficio, me gusta pensar que mi cuerpo me lo agradece siempre.

No existe el control total

Tratar de darle estructura al tiempo está bien, me ayuda a concretar cosas. Pero nunca se puede controlar al tiempo en su totalidad todo el día, todos los días. Y eso está bien también. Más allá de dejarme atrapar por una rutina, en realidad lo que busco es un rutina que me permita vivir momentos impredecibles.

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