El oscuro estadista, cargado de pesos y pesares, como una espesa bruma de medianoche, se movía tan lentamente, que ni se quedaba ni se marchaba. (Henry Vaughan, El mundo) Ni pichas, ni cachas, ni dejas batear. Uno de los problemas con los que me he encontrado con algunas personas (oportunistas a mi parecer), es que no cuando llegan a un puesto que les da confort y demás ya no hacen nada más para salir adelante.