Iouri Syromolotov. Tenista semiprofesional de 20 años de edad nacido en Albolote, Granada. Miembro del top 1100 de la ATP y adscrito a la FAT (Federación Andaluza de Tenis). En el ranking mundial desde el 31 de octubre de 2016. Patrocinado por HSNstore y Joma

“El tenis que se da a conocer en los medios de comunicación se corresponde con un 2% de lo que verdaderamente es”

Miguel Ángel García Rodríguez
23 min readDec 12, 2017
Iouri Syromolotov espera expectante al servicio de su oponente en un partido del circuito nacional. Fuente de la imagen: Iouri Syromolotov

Iouri Santiago Syromolotov Netrebin (Granada, 25/07/1997) nos relata su historia, la de un chico que desde bien pequeño ya sostenía en sus alargadas manos una raqueta y que desde tan temprana edad tuvo claro que su deseo era (y todavía lo es) ser tenista profesional. Es en esos derroteros por los que se halla actualmente. Conseguir sobrepasar la tan famosa barrera entre el semiprofesionalismo y el profesionalismo. Pasar de una condición a otra, encontrarse en un estatus totalmente nuevo y alentador para sus intereses. Los mismos que los de otros cientos de tenistas que viven o han vivido la misma situación que él.

Al menos ese es el objetivo a medio-largo plazo que se establece uno de los principales jugadores de la comunidad autónoma andaluza, puesto que en aproximadamente doce meses la ATP pondrá en vigor una nueva normativa por la que todos aquellos miembros del ranking oficial que no se encuentren en el top 700 no serán considerados profesionales de pleno de este deporte. Si no se cumple esta meta, el de Albolote no se cierra otras puertas. El plan B (el gran plan B -mejor dicho- por la magnitud de las posibilidades que este le ofrece) será disfrutar de una beca universitaria con denominación de origen: Estados Unidos.

Carrera relacionada con lo que más le gusta (el deporte, pues confiesa que cuando era niño practicaba todo tipo de modalidades con igual pasión), tiempo de dedicación al tenis idéntico y un abanico de opciones más que factibles para proseguir con el objetivo de hacer realidad su sueño, como, por ejemplo, la participación en torneos Futures celebrados en suelo americano (y si no se cumple, al menos obtendrá la formación idónea para, una vez finalice sus estudios, seguir vinculado de por vida al deporte de la raqueta). Ha conseguido ese respaldo económico tan importante y necesario en un mundo tan plagado de inconvenientes como es el tenístico. Uno de ellos es la idea totalmente equivocada que se tiene de esta disciplina en el público, puesto que, como él mismo destaca, lo que se aprecia del tenis en los medios de comunicación se corresponde con, quizás, un 2% del total de jugadores que conforman este ‘mundillo’.

Ahora disfruta de la tranquilidad que genera la ventaja de disponer de una bala segura en la recámara, puesto que, al fin y al cabo, el hecho de poseer el apoyo de ciertos patrocinadores -contados con los dedos de una sola mano- que han visto en él una vía interesante para promocionarse no deja de ser una ayuda que, llegado el momento, puede arribar a su particular fecha de caducidad.

Yuri logró sus primeros puntos válidos para la clasificación de la ATP a finales de octubre del año 2016, alcanzando su punto más álgido justo un año después cuando consiguió posicionarse en el top 1000 del circuito. Con 7 puntos acumulados en su casillero en estos momentos, se sintió ‘diferente’ cuando tuvo la oportunidad de participar en la ronda previa de dos torneos Challenger gracias a invitaciones que percibió por los guarismos de los que presume en su ‘breve’ pero trabajado currículum.

Sevilla y Braunschweig fueron las ciudades que vieron al joven granadino tocar el que ha sido su particular ‘techo’ hasta la fecha (participar en un certamen que ya comienza a ser regido por la ATP y en el que compiten una gran cantidad de jugadores que ya son profesionales). En la capital andaluza (5/09–10/09/2016) llegó a superar la primera ronda, siendo derrotado en segunda por el australiano Christopher O’Connel (actual 394 del mundo), mientras que en la localidad teutona fue eliminado a las primeras de cambio por un top 900 como es el germano Lucas Ruepke. No obstante, el simple hecho de estar presente en un evento de esas características ya supuso todo un gran paso en la carrera de Syromolotov, el cual asegura que aún le queda margen para llegar a su particular tope, tanto físico como mental.

P: ¿Cuándo llegó ese momento en el que te propusiste el hecho de comenzar a prepararte para, en un futuro no muy lejano, llegar a ser profesional, ganarte la vida con lo que más te gustaba?

R: Hubieron dos puntos de inflexión en mi vida a la hora de dar ese paso tan importante en mi vida del que estás hablando. El primero tuvo lugar a los ocho años de edad, cuando le pedí a mi padre (un señor que estudió INEF y que, por medio de los libros y de los conocimientos que había obtenido en la Universidad, consiguió inculcarme la pasión por el tenis, a pesar de que en la vida había cogido una raqueta y de que su deporte preferido era y es el baloncesto) que me apuntara a un torneo escolar de tenis.

Fue en ese momento cuando él mismo se encargó de decirme que mi práctica tenística debía tornarse en algo más serio, y dejar paulatinamente de ser simplemente un pasatiempo. Entonces le dije automáticamente: “Vale, de acuerdo”. Y el segundo ocurrió en el período de transición entre cuarto de la ESO y primero de Bachillerato. Hubieron una serie de cambios en mi vida que me hicieron darme cuenta de que podía dar más de mí mismo, de que podía dedicarle más tiempo y esfuerzo y de que podía aspirar a más cosas de las que había logrado y obtenido hasta la fecha. Empecé a ser consciente de mi potencial y de mis capacidades y fue a partir de aquí cuando comencé a reservar más horas para el tenis y menos a los estudios. Si el primer punto y aparte se podría concebir como el salto de un pasatiempo/una distracción a algo más serio, el segundo se debería valorar como la profesionalización, como el momento en el que empecé a ser un poco más ‘profesional’, por llamarlo de alguna manera.

P: ¿Cómo se explica que jugadores tan jóvenes, con apenas 20 años, como es el caso de Alexander Zverev, se encuentren, con la edad que tienen, en lo más alto de la élite tenística, compitiendo con los mejores codo con codo?

R: Eso se puede explicar perfectamente con la influencia y la acción de los tres pilares básicos del tenis, que son el dinero (la posesión de un fondo económico capaz de proporcionarte una solvencia económica considerable), el hecho de pertenecer y de entrenar diariamente en academias prestigiosas de alto rendimiento, y, en ocasiones, sacrificar los estudios desde edades tempraneras, porque si no es muy difícil que llegues a ese nivel en ese momento concreto de tu vida.

Yo conocí en primera persona el caso de un chico medio australiano-medio japonés, Akira Santillán, con el que compartí entrenos durante un tiempo que me decía que desde los 14 años ya estaba entrenando cinco horas al día, ya había abandonado los estudios y había dejado de ir al instituto. Quieras o no, ese tipo de jugadores tendrán, pasados unos años, un camino más recorrido, por llamarlo de alguna manera, que el tuyo, que muy probablemente entrenabas dos horas diarias cuando eras más adolescente, y no precisamente todos los días de la semana, mientras otros ya estaban viviendo por y para el tenis. El dinero lo es todo. Pues para poder estar inmerso en la rutina de una escuela del tipo de las que hablaba antes tienes que tener unos medios y unos recursos más que suficientes para poder afrontar todo el gasto que ello conlleva, unos costes que son increíblemente altos.

P: ¿Se hace difícil, no, el vivir en esa disyuntiva constante de “Llegaré, no llegaré”, “tardaré mucho, poco”, “Tendré suerte, no la tendré”? En ese galimatías interno que hace que siempre te muestres escéptico e inseguro ante la posibilidad de que algún día des ese gran paso, de si tanto entrenamiento diario logrará que arribes a ese punto, o si al final no será de ninguna utilidad… Si ya de por sí la vida del o de la que es profesional al completo es complicada y se necesita de una fortaleza mental y física infinitas, cómo será la de alguien que aún está en proceso de dar ese salto de una escala a otra…

R: Es difícil, sobre todo al principio. Mi opinión personal es que todo se basa en una cuestión de confianza, en una cuestión psicológica. Tú a lo mejor comienzas una semana diciéndote a ti mismo: “Tengo que ganar partidos para conseguir puntos e ir escalando poco a poco en la clasificación”. Y así una semana, y otra semana, y otra semana, y la siguiente también… Y llegas a la simple conclusión de que sigues metido en la misma mierda.

Un panorama que se acentúa para jugadores como nosotros, que nos encontramos en la parte baja del ranking, solemos ser jugadores de primera/segunda ronda y que nuestra rutina, hasta el momento, siempre ha consistido en luchar por sumar uno o dos puntos. Se hace más complicado todavía cuando, además, conoces el límite de tus posibilidades. Si por ejemplo yo jugara unas 25 semanas al año, a un punto sumado por cada una de ellas, serían 25 puntos logrados en total, o quizás 20, va dependiendo. Eso como mucho te da para tener posibilidades de situarte en el puesto 800 del mundo.

Pero claro, si te encuentras en esa posición que, evidentemente, representa un ascenso significativo con respecto a cómo estabas antes, pero no has conseguido salir de ese círculo vicioso de aguantar hasta primera o segunda ronda, y de hacer una media de uno/dos puntos por torneo, se sigue haciendo más complicado el seguir escalando, el seguir subiendo. Entonces, ¿en dónde reside la clave? Pues en disputar una gran cantidad de partidos en los que te veas las caras con jugadores de mayor nivel, a gente muy buena, que esté uno o dos escalones por encima de ti, con el objetivo de ir aumentando tu nivel, adaptarte al de los que están por encima de ti. Exigirte cada vez más y más.

Todo se basa en la confianza que tenga uno en sí mismo, porque puede darse el caso de que no hayas ‘hecho nada’ durante todo el año y que, de repente, cambias el chip y haces una semana o un torneo de locos, y asciendes de golpe varias posiciones en el ranking. Una vez te encuentres en ese estado es cuando el camino se te ‘abre’ un poquito más. Pero no siempre las cosas se dan así. Para poder llegar a ese punto, a ese momento en el que tú digas: “Por fin soy profesional y por fin estoy viviendo al 100% del tenis” necesitas pegar un salto increíble.

El conseguir dar ese paso tan crucial puede llegar o no puede llegar; puedes tomártelo como una carrera de fondo, de larga distancia, o no… Cada cual tiene su manera de verlo, y cada cual sabe cuáles son sus límites. Hay algunos que creen que han llegado a su límite, otros que no; otros que, a pesar de las dificultades, lo siguen intentando; algunos ya aceptan la situación en la que se hallan, se conforman con ello y se amoldan a ese ‘estatus’…

P: Y tú, ¿consideras que te queda poco para llegar a tu límite?

R: Sí es cierto que en el aspecto mental tengo bastante por mejorar, no he alcanzado mi límite y ni mucho menos estoy cerca de él. No obstante, en lo que se refiere al aspecto meramente deportivo sí considero que me he acercado lo suficiente a ese techo como para poder decir que me queda poco para ‘tocarlo’. Al final, el hecho de situarte en el puesto número 800 del mundo, aproximadamente, te abre muchísimas puertas, las facilidades se incrementan con creces, la motivación y la actitud de la que haces gala es otra, porque te dices a ti mismo: “Contra, sí estoy aquí es porque me he enfrentado a esta gente, a estos determinados jugadores, y he conseguido vencerles, ¿por qué no puedo aspirar a más?”. Todo se hace un poco más sencillo que sí estás aún en la zona del 1200 o 1300 del ranking ATP. No obstante, si pasas mucho tiempo estancado y anclado en las mismas posiciones se te hace todo más cuesta arriba.

Al final esto depende también del aguante que tenga cada cual. Nosotros en concreto, muchos de los que nos encontramos en la parte baja del ranking y cuya trayectoria tenística se ha desarrollado casi en su totalidad en los torneos Futures, nos vemos bastante influenciados por la presión. No vamos a los eventos con la tranquilidad con la que sí acuden otros jugadores. Una presión cuyo acto de presencia se puede explicar en uno de esos tres pilares de los que hablábamos antes, el dinero. Ponte en el lugar de un jugador que a lo mejor llega a la conclusión de que solo tiene caudal económico para afrontar un año de competición. Ese tenista se va a ver presionado en todos y cada uno de los duelos que dispute durante esos doce meses, y condicionado por la solvencia económica de la que disponga para ese año. El fallo y la derrota deben ser mínimos.

Al final, todo reside en la fortaleza mental que poseas, porque eso va a ser lo que luego te ayude en parte a afrontar el reto a través del cual vas a estar más cerca de llegar a ser profesional de pleno el día de mañana, que es pasar ese filtro de 200/300 posiciones que te van a colocar en otro estado, en otra situación totalmente distinta. Hay gente que lo consigue muy fácilmente, hay jugadores y jugadoras que se saltan las etapas muy fácilmente. Algunos tardan dos años en lograr ese objetivo, otros que lo alcanzan en tan solo tres meses… Tenistas que en medio año acumulan puntuación suficiente en Futures para comenzar a competir e introducirse en la realidad ‘Challenger’, y que luego se pasan un año entero jugando torneos correspondientes a este escalafón del circuito tenístico mundial, obteniendo grandes logros, para luego colocarse en el top 100. Todo en muy poco tiempo…

Luego puedes apreciar otros casos de competidores que se pasan tres o cuatro años jugando en Futures, el tiempo que tardan en conseguir superar ese obstáculo, esa frontera entre una escala y otra. Y durante cuatro o cinco años más disputando encuentros correspondientes a los eventos ATP Challenger. Te acabas haciendo viejo.

P: La abismal diferencia entre los Futures y los Challenger.

R: Hay muchísima diferencia entre uno y otro, sobre todo en cómo te tratan. Cuando vas a proceder a resolver los trámites y las signaturas inherentes a un torneo Future en la oficina correspondiente te das cuenta y eres consciente de que no les importa, en absoluto, nada de lo que a ti te implique, ni a qué hora juegues, ni los descansos de los que debes disfrutar para comer… A la hora de jugar un partido te dan las bolas y la escena que se te pone delante es como si fuera: “Venga, comiencen a jugar y yo me voy que no quiero saber nada más”.

Asimismo, muchas de las pistas no están en buenas condiciones. Son buenas pistas, sí, pero las que se disponen para el siguiente escalafón del circuito tenístico mundial son mejores. Yo mismo he jugado encuentros en terrenos en los que, por ejemplo, la bola patinaba mucho, u otras en las que incluso había agujeros; se podría decir que los árbitros en las fases finales (semifinal y final) son pésimos; te dan bolas usadas; ponen muchos partidos seguidos, uno tras de otro, sin apenas interrupciones, de nueve de la mañana a ocho de la tarde; y dar gracias a que están obligados a proporcionarte agua… En los Challenger el panorama es totalmente diferente.

Al estar ya regulado por la ATP, el panorama es otro. El tratamiento que te da la organización no tiene nada que ver con lo que te encuentras en un Future. Se preocupan más por ti, te ven como a un profesional y no como a uno cualquiera, que es lo que sucede en los Futures. En todos y cada uno de los aspectos habidos y por haber todo es mejor. En primer lugar, te dan la acreditación que a ti te corresponde. En la dinámica de un partido, cada siete/nueve juegos puedes cambiar de bola, en un Future eso se produce cada 11/13 juegos. Te conceden bebidas isotónicas, los jueces presentes en los torneos son de los mejores del mundo, también hay líneas que están cantando durante el transcurso de un duelo y posibilitan observar con más atención todos y cada uno de los entresijos de un partido; te ofrecen toda el agua que tú quieras, al igual que las toallas.

P: ¿Cómo es posible que haya ese abismo entre una escala y otra?

R: Pues básicamente la razón reside en que a la gente no le interesan los torneos Futures, no les generamos interés y curiosidad, casi que se podría considerarlos como torneos nacionales y no internacionales. A lo mejor hay un certamen que se disputa en cualquier pueblo perdido de un país en concreto y la gente que merodea por los alrededores no tiene ni la más mínima idea de que ahí se está jugando una competición valedera para puntuación ATP y WTA. Y para más inri, una parte de los participantes de una edición de Future no son ni profesionales.

La razón que explica que estén ahí es que gozan de un buen posicionamiento en el ranking nacional, en el de sus respectivos países. Jugadores que están en el puesto 1500 y aproximados del mundo y que en estos torneos juegan contra los que merodean la zona del 1200 del ranking. Al final también eres consciente de que, por mucho que duela decirlo y asumirlo, el aficionado no va a pagar por ver un partido entre dos contrincantes de ese calado y en ese contexto. El público paga o se ve más atraído por los mejores del mundo.

P: ¿Cuál es la opinión o el punto de vista que puedes ofrecer acerca de lo que has conocido del ‘mundillo del tenis’, en concreto, del apartado semi-profesional del mismo, que es él que te está tocando vivir actualmente? Ese lado oculto de este deporte que es el que menos (por no decir ninguno) tratamiento y atención recibe por parte del aficionado, los medios de comunicación y la sociedad en sí, pero es el que está compuesto por la mayor parte del espectro tenístico.

R: Ni mucho menos. Lo que se puede observar por televisión se puede corresponder perfectamente con el 2% del total de jugadores que componen el conglomerado tenístico mundial. A nosotros ni se nos menciona. Y ello genera un desconocimiento en la población, en la gente que no se dedica al tenis, que no está metida en el ‘mundillo’, que les hace tener una idea equivocada de la situación real. No sé es consciente del esfuerzo, el sacrificio y el trabajo que hay detrás de todo ello. Yo de hecho hasta los 16 años, más o menos, no sabía que todo estaba separado por escalas, que había escalafones. Luego, cuando ya comienzas a preguntarte el porqué de las cosas y empiezas a indagar por tu cuenta es cuando te das cuenta de ello y cuando te dices a ti mismo: “¡Ostras!”.

Estamos hablando de que los primeros 100/150 miembros de los rankings ATP y WTA son los que pueden afirmar tranquilamente que viven del tenis de forma cómoda. El que está en el puesto número 300 del mundo también es profesional de pleno y se gana la vida con la práctica tenística, pero no de forma cómoda… Le da para percibir un poco más de lo que pierde, pero no para disponer de un colchón económico que le permita jubilarse de forma tranquila y sin preocupación alguna.

P: ¿Consideras que la Federación española de tenis podría ofrecer más y mejores prestaciones de las que ya proporciona, teniendo en cuenta sobre todo que el tenis no es un deporte menor, ni mucho menos, en nuestro país, tanto en lo que respecta a seguimiento por parte del espectador como por el alto nivel tenístico existente en nuestra nación plasmado en la figura de personajes como Rafa Nadal, David Ferrer, Feliciano López, Roberto Bautista, Garbiñe Muguruza, Carla Suárez…

R: Sí, lo considero así. Lo que sucede con la RFET es que los jugadores que están en mi situación no les interesamos, no les parecemos rentables, ser objetos de una inversión productiva y factible. A lo mejor, si de niño conseguiste unos resultados muy buenos, destacaste y te diste a conocer, puede ser que recibas un pequeño apoyo, pero no sé de qué forma se traduce esa ayuda, si a través de becas… Sobre todo, esa ventaja de recibir ese apoyo se produce en los casos de aquellos tenistas que, estando por debajo de la mayoría de edad, eran muy buenos, hacían gala de un gran talento. Chavales que siendo muy jóvenes eran de los tres mejores de su país y que vencían en los torneos Futures de categoría Junior, que comprende a los que tienen menos de 18 años. Desde que no rindas, o desde que ellos consideren que no estás rindiendo lo mínimo como para que tengas posibilidades de que te tengan en cuenta, dejan de prestarte atención. Al final, va a recibir más ayuda aquel o aquella que, con entre 15 y 18 años, ya se ha situado en el puesto número 500 del mundo. Eso es una consecución a tener presente.

Sí, claro que no estoy conforme con esta situación. Conozco de primera mano por lo que me han comentado algunos compañeros y colegas del deporte que existen casos de países como Francia, en el cual a los 10 mejores tenistas de cada generación se les proporciona, por un lado, un entrenador personal y exclusivo, mientras que, por otro lado, se les cubren todos los gastos relativos a alojamiento, viajes, material, etc., todo ello hasta los 25 años. Cosa que aquí en España no tenemos, pero vamos, ni de lejos. Son ejemplos que te hacen darte cuenta de lo mejorables que son las circunstancias en las que vive y se desenvuelve el tenista semi-profesional en nuestro país.

P: ¿Crees que puede mejorar el panorama?

R: No no, qué va, para nada. Sinceramente, veo imposible que ello pueda ocurrir. De ellos no puedes esperar nada. Lo único que te puede salvar es el hecho de que consigas quedar campeón de España en tu respectiva categoría o en algún torneo importante a nivel nacional, logros que tengan una repercusión considerable, la suficiente como para que puedas ser susceptible de ser tratado y dado a conocer por los medios de comunicación. Entonces ahí, cuando eres visto, cuando eres susceptible de ser observado por una parte del público, es cuando ellos muestran algo de interés, cuando puedan salir en las fotos contigo.

En mi caso concreto, además de costearme parte de mi carrera con mi dinero propio, recibo el apoyo -que no el respaldo, pues un respaldo es aquello que, aun viéndote privado o perdiendo un fondo económico de garantías, sabes que va a estar ahí siempre- de patrocinios que me permitan tirar adelante, como una fundación que se encuentra en el pueblo de Granada del que provengo, además de una empresa de la que he recibido algo de ayuda a lo largo de este último año. Asimismo, también he logrado el soporte de una marca deportiva como es Joma, la cual me viste, me proporciona equipamiento, y también me brinda productos de nutrición deportiva. Sustentos muy importantes, esenciales, pero que no dejan de ser simples extras que no tienen un plazo de sostenimiento indefinido, que a lo mejor de aquí a cuatro años ya no están.

P: ¿Crees que los que están en tu situación deberían recibir más atención por parte de los medios de comunicación y de la gente en general?

R: Por supuesto porque con ello se conseguiría que la gente comenzase a ser más consciente de la situación en la que nos encontramos muchos como yo. Y, al conocerla, las posibilidades de que se mostrasen dispuestos a colaborar para cambiarla aumentarían. Pero la cuestión reside en que no les interesa, no les renta. Lo que ellos buscan, al igual que la Federación, es sacar provecho de todo. Y saben que, por ejemplo, obviamente le sacarán más rédito a un Nadal vs Federer que a dos chavales disputando un partido de un evento Future. No obstante, dentro de lo negativo, siempre hay algún resquicio positivo. Por ejemplo, Teledeporte está emitiendo en estos momentos un programa que se llama “Tierra de campeones”, en el que hacen un resumen, un mini-reportaje de los ganadores y de lo sucedido en las fases finales de los últimos torneos nacionales disputados, que hay como unos 30 aproximadamente al año, casi uno por semana.

P: Uno de los grandes problemas (bendito problema, dicho sea de paso) que tenemos en España es el gran nivel y la fuerte competitividad existente…

R: Por supuesto. España es históricamente una de las naciones con mejores niveles en lo que al tenis se refiere. Sim embargo, hay otros países, los típicos que están perdidos por el mundo, en los que la calidad desciende bastante, como por ejemplo Finlandia. A ver si me entiendes: el nivel sigue caracterizándose por ser bastante elevado, pero no llega al estado, al punto en el que se encuentra el español. En patrias como esa a lo mejor podría estar entre los 5 mejores de mi edad, y aquí actualmente no me hallo ni entre los 30 primeros.

P: ¿Existe la posibilidad de que te puedas desplazar asentar en ellos? ¿Pasar el mínimo período de tiempo exigido para que puedas tener derecho a nacionalizarte y, una vez arreglado todo, competir como ‘uno más’?

R: Muy complicado. No podría permitírmelo puesto que no tengo los suficientes recursos económicos como para poder costearme todo lo que ello conlleva. Lo que sí podría hacer es desplazarme hasta ellos para disputar torneos nacionales profesionales y, a partir de ahí, tratar de hacer lo mismo que estoy tratando de lograr ahora, que es acumular toda la puntuación posible. Pero para que voy a estar viajando a otros lugares si ya aquí en España también se juegan eventos de ese calado, también disponemos de torneos de sobra.

P: ¿Con qué actitud afrontas cada partido, cada torneo? ¿Se hacen complicados los denominados “Futures”, no? Pues tienes que ‘verte las caras’ con tenistas que están en la misma o en peor situación que tú, que deben sacar el máximo provecho/exprimir al máximo cada mínima oportunidad que tengan para conseguir puntos y avanzar en la clasificación.

R: El panorama que se vive en la dinámica de los torneos Futures es el siguiente: vas condicionado por el pensamiento de que, si no consiguo vencer los partidos que me he propuesto ganar para esta semana, no voy a poder cobrar y, por tanto, no voy a disponer del dinero suficiente para costearme la estancia en el lugar donde se lleve a cabo el torneo. Porque siempre vas a actuar en base a realizar el gasto mínimo. También es verdad que, al fin y al cabo, la mayor parte de los costes los voy a tener que afrontar yo mismo con mi dinero propio, pero no viene nada mal tener en la recámara un extra, una ayudita.

Nos vemos con bastante presión, sí, porque vamos a jugar los partidos pensando en que, si por ejemplo pierdo, tengo que estar pendiente de a partir de qué hora tengo que dejar libre la habitación del hotel en donde me estoy hospedando, visualizar “x” opciones de vuelo y reservar el que mejor me venga según el resultado que haya obtenido… Luego tienes los casos de jugadores que tienen un caudal económico de sobra y que no les importa gastarse mucho, poco dinero… Aquellos a los que les da igual perder o no y que afrontan los enfrentamientos con mayor tranquilidad, sin preocuparse, van con otra mentalidad. Pero, para los que están en la misma situación que yo, no nos da igual, obviamente. Sabiendo además que el que tengamos en frente en la pista va a ir también a muerte. No estamos luchando en el terreno de juego solo contra nuestro rival, sino también contra otros muchos factores.

Me pones el ejemplo de un duelo entre Nadal y Nishikori. Es la cara opuesta a lo que nosotros vivimos. A esos niveles el contexto es totalmente diferente. Porque, al final, en muchas ocasiones acaban percibiendo más dinero a través de los contratos de patrocinio que hayan acordado con determinadas marcas que del oficio tenístico. La preocupación económica para ellos es inexistente, como si se tienen que marchar de un torneo o una competición a los dos días de que haya empezado. Si se ven derrotados, prosiguen con su rutina habitual. No les importa pagar de más, sim embargo a nosotros sí. Es un lastre con el que tenemos que lidiar constantemente, cosa que ellos no tienen.

P: ¿Cómo te sentiste cuando participaste en aquellos dos torneos Challenger? ¿Cómo otro jugador completamente distinto, no?

R: Sí, claro. Te sientes otro tenista absolutamente diferente. Sentía que podía jugar libremente. Juegas más tranquilo. Solo te preocupas por jugar y ya está. Enfrentas los partidos con muchísima más tranquilidad. No te ves en la obligación de inquietarte por recoger tus propias bolas para sacar, pues en un Challenger tienes de sobra. No obstante, en un duelo de Future tienes que estar pendiente de todo, hasta del más insignificante detalle. Pendiente de que cuando se te acabe el agua pedir que te traigan otra botella; pendiente de que el rival no te ‘robe’ alguna bola que previamente era de tu propiedad, tuya; pendiente de ir a buscar una que se haya perdido después de un intercambio de golpes; estar alerta para que no haya ninguna pelota que estorbe en medio de la pista… En un Future no lo tienes todo a mano para poder encontrarte a gusto en el transcurso de un partido.

P: Además, en los Challenger la retribución económica y el sistema de puntuación son mucho más beneficiosos, productivos, gratificantes, que en un torneo Future…

R: Sí, pero solo en la fase de los cuadros finales. En la fase previa el panorama es el mismo que en un Future. Yo he participado en dos Challenger, y en los dos fue gracias a invitaciones que me concedieron por los buenos resultados que había logrado. En el que se llevó a cabo en Sevilla el año pasado pude estar presente debido a que, dentro de lo que es la región de Andalucía, soy uno de los mejores tenistas en estos momentos. Y en el otro, que tuvo lugar en Alemania, acudí por influencia del club germano en el que estoy, al que pertenezco. Normalmente, con el ranking y el puntaje que ostento yo no tengo posibilidades ni cumplo los requisitos mínimos para poder asistir a un evento de esas características, pero ni de lejos. Por lo menos a lo que son los cuadros finales puros y duros no podría. Tendría que estar 300 o 400 del mundo. Otro ‘rollo’ totalmente diferente sería si habláramos solo de la fase previa.

Mi opinión personal es que en el ámbito tenístico se debería proporcionar más apoyo a los que estamos abajo que a los que se hallan en la cúspide, en lo más alto, que ya tienen recursos de sobra, más que suficientes, para costearse todos los elementos y aspectos de su carrera. Sin embargo, parece que el mundo del tenis está creado, establecido de la siguiente manera: “Vamos a mantener a los de arriba, y que a los de abajo les cueste la vida”. Cosa que, como digo, debería cambiar. Si no dispones de un respaldo monetario de garantías y no haces gala de un talento descomunal, lo normal es que te resulte muy muy muy complejo ser profesional al completo el día de mañana.

P: ¿Cuál es el objetivo que tienes en mente ahora mismo?

R: Pues, debido a que se ha producido un cambio de normativa que expone que, a partir de enero del año 2019, hasta el puesto número 750 del mundo se considerará profesional al tenista (una medida que, en consecuencia, refuerza, beneficia e incentiva a los primeros setecientos cincuenta tenistas del ranking pero que hace que se nos acabe el chollo a los otros tantos que nos hayamos por detrás de esa posición), la meta para el próximo año es tratar de conseguir la puntuación suficiente para poder alcanzar esas cotas.

Fíjate, si antes hablábamos de que da la sensación de que esta disciplina deportiva está pensada para sostener a los que se hayan en los puestos altos de la clasificación, ahora los responsables de todo este tinglado han hecho el camino más cuesta arriba. Si no logro tal propósito, tengo la opción de irme a estudiar a Estados Unidos gracias a una beca que me proporciona la institución universitaria de allá. Estudiaría lo que en España vendría a ser INEF, es decir, lo equivalente a Ciencias de la Actividad Física y de la Naturaleza. Pero, obviamente, sin dejar de lado el tenis.

Lo menos que quiero es que, lo que se podría considerar una profesión actualmente, se convierta en una simple distracción o pasatiempo más tarde. Seguiría dedicándole y reservándole la misma cantidad de tiempo, pero, evidentemente, no jugaría ni competiría a nivel internacional, sino nacional, aprovechando que desde hace un tiempo se está potenciando bastante el tenis al otro lado del Atlántico. Es la alternativa que tengo en mente en el caso de que no se consiguiera lo primero.

P: Eso sí, que te quiten lo bailado. Muchos son los palos que te has podido llevar y muchas han sido las dificultades que se te han puesto delante. Pero el hecho de viajar, conocer otros países, otras costumbres, otras gentes, otros lugares de interés, tener cultura al fin y al cabo… No te lo puede negar nadie.

R: Por supuesto. Está claro que, en primera instancia, piensas en lo estricta y meramente deportivo cuando reflexionas o haces balance de tu carrera, pero, por encima de todo, este tipo de experiencias te posibilitan formarte como persona antes que como cualquier otra cosa. Te permiten aprender cosas de cara al futuro, mirar para atrás y poder decir que la trayectoria que arrastras te sirve de ayuda para un montón de cosas.

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