Manuel Montalvo Hidalgo, tenista semi-profesional granadino de 20 años de edad. Posible futuro miembro del ranking ATP

“La Federación Española de Tenis da menos apoyo del que realmente se puede permitir. Podría hacer mucho más por nosotros”

El semi-profesionalismo, la cara oculta del tenis: ínfimos recursos económicos, escasa atención por parte de los medios, partidos a cara de perro…

Miguel Ángel García Rodríguez
6 min readNov 14, 2017
Manuel Montalvo se dispone a realizar un servicio en un encuentro disputado en Alcalá la Real (Jaén), correspondiente a un torneo del Circuito Nacional de Tenis. Fotografía: padre del protagonista.

Tan solo los primeros 100 o 150 miembros del ranking oficial de la ATP o la WTA (Asociación de Tenistas Profesionales) son los únicos afortunados que pueden presumir de ganarse la vida con el deporte al que se dedican día sí y día también. El resto del pastel se lo reparten cerca de 1000 tenistas que, mientras más abajo se encuentran en la clasificación, más complejas son sus situaciones. Manuel Montalvo Hidalgo es un ejemplo representativo de ello.

Un joven semi-profesional veinteañero que, como otros muchos españoles, no recibe ayudas de la RFET y tiene que costeárselo absolutamente todo (viajes, alojamiento, material…) cuando va a disputar un torneo Future, los de menor importancia en el circuito tenístico mundial. No obstante, la pasión, la ambición y la confianza en uno mismo pueden derribar cualquier barrera. Y en el largo y arduo camino hacia el profesionalismo en el tenis son muchos los obstáculos y los filtros que todo aspirante ‘mortal’ debe superar.

Manu (Granada, 12/01/1997) comenzó desde muy pequeño en el ‘mundillo’. A los cuatro años de edad fue cuando se vio fascinado por este deporte gracias a la influencia familiar de la que su hermana y su padre fueron los principales responsables. Su allegada asistía a entrenamientos y jugaba de vez en cuando algún que otro partido, mientras que su progenitor era y es un enamorado de la disciplina tenística que en su momento hizo de gala de la condición de jugador amateur. Todo quedaba, pues, en familia.

No fue hasta los doce años cuando Montalvo Hidalgo empezó a concebir el tenis como algo más que un hobby en el que, eso sí, invertía horas y horas a la semana. Veía como una necesidad el hecho de mejorar sus capacidades y prestaciones. Eso sumado a que en su Granada natal el nivel se estaba quedando muy bajo le llevó a desplazarse hasta la capital de España. “Cuando entras en esa dinámica de disputar torneos de forma frecuente siempre te vas a ver motivado a ponerte a prueba y a querer aumentar tu nivel. Me vine a un complejo deportivo a Madrid porque consideraba que podía hacer algo más en el tenis que participar en un par de torneos de vez en cuando”, explica.

Es ese el primero de los muros que un futuro profesional tira abajo, el de arribar a ese momento en el cual toma la decisión de dedicarle infinidad de horas a la práctica deportiva como si de una profesión se tratase. La única diferencia reside en que esa rutina de entrenamientos y esa disputa frecuente de competiciones se compagina con los estudios -una obligación que unos pocos sacrifican para llegar lo antes posible a lo más alto- y en que pierden más dinero del que ingresan: el semi-profesionalismo.

Son los denominados Futures, los eventos tenísticos de menor relevancia jerárquica en el escalafón de torneos ATP en los que participan jóvenes jugadores con poca experiencia en el circuito, aquellos en los que mejor se puede apreciar esa dura realidad que tanto Manuel como la gran mayoría de los miembros de este deporte viven diariamente.

Apenas recibimos apoyos, nadie nos conoce. Viajas solo a lugares muy lejanos y el nivel es bastante alto. Ni mucho menos es tan bonito como lo que se emite por televisión… Los 100 primeros son los únicos que se pueden costear todos los lujos. A los 1000 y pico que estamos detrás nos corresponde sufrir y luchar por estar ahí, en la terna”, asevera.

Un joven que, como cualquier otro jugador del deporte de la raqueta, ha sacrificado aspectos fundamentales de la vida adolescente como la presencia de las amistades y la cercanía con la familia solamente por intentar llegar a ese día en el que por fin pueda afirmar que es profesional de pleno y que se está ganando la vida haciendo aquello que más le apasiona.

Asevera Montalvo que, por mucha incertidumbre existente, por muchos ‘palos’ que el tenis pueda propinar y por mucho esfuerzo en vano que haya podido realizar, el hecho de que el mismo haya acaparado su vida también le ha hecho ganar en madurez y autonomía, además de vivir cantidad de experiencias gratificantes en países como Egipto o Portugal. Dos naciones que en más de una ocasión ha visitado para lograr estrenarse como miembro del ranking oficial de la ATP y conseguir sus primeros puntos. Es el amor incondicional a una pasión y la confianza en las posibilidades y el potencial de uno mismo lo que impulsa a seguir hacia delante.

La situación podría ser completamente diferente gracias a la acción de dos actores que juegan un papel más que esencial en esta película: la RFET y los medios de comunicación. Los primeros, en palabras de la promesa granadina, no están a la altura de su condición de organismo regidor y promotor de dicho deporte en el país. Ayudas prácticamente inexistentes que solo cuatro o cinco “elegidos” perciben debido a que desde muy pequeños destacaban y disfrutaron de un respaldo económico suficiente como para darse a conocer.

“A los 1000 y pico tenistas que estamos por detrás de la élite nos toca sufrir y luchar por estar ahí”

Ser conocido, hacer gala de un talento colosal o haber pertenecido a una academia de prestigio son los únicos motivos para ser tenido en cuenta por la Federación. Mientras, los mass media serían los responsables de que este panorama se hiciera público fuera de lo que es el mundo del tenis y que, por lo tanto, la gente tomará consciencia de ello. “Dentro de este ‘mundillo’ la que manda es la Federación, es la que lo maneja todo. Si la disconformidad solo se conoce dentro del del tenis, poco se puede hacer. Dan mucho menos de lo que realmente se pueden permitir”, declara.

La complejidad en los Futures es abismal. Jugadores que van a morir en la pista. Si se gana en una ronda, solo se ha dado un diminuto paso. Si se pierde, no se recibe ningún tipo de incentivo económico y el regreso a casa y la imposibilidad de sumar puntos es una realidad. El contraste con respecto a los torneos Challengers es considerable (los siguientes en jerarquía). En ellos el apoyo monetario es mayor y gastos como el alojamiento pueden ser cubiertos por los organizadores. Otro filtro más que se ha de superar, Manuel Montalvo se establece como límite los 22/23 años de edad para comenzar a adentrarse en una escala desde la cual el salto a los eventos ATP es mucho más fácil debido a que el sistema de puntuación es notablemente beneficioso.

No obstante, en el ámbito semi-profesional del tenis no se pueden establecer muchos objetivos de fondo. Las consecuciones a corto plazo son las que mandan. “Yo voy torneo a torneo. Ver más allá del que tengo más próximo es perder el tiempo, ‘comerme la cabeza’ innecesariamente”, expone.

Egipto, el destino más próximo. La meta, hacerse un hueco en el ranking oficial y ‘rascar’ el primer punto, un sueño que puede hacerse realidad en breve para Manuel Montalvo. Y en el futuro, quién sabe si entrenador. “Actualmente estoy sacándome un título de técnico de tenis para que el día de mañana pueda tener una forma de seguir vinculado a este deporte. Me ha marcado mucho. Y seguramente estudiaré una carrera”. Disponer de una alternativa en la recámara es siempre un seguro de vida.

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