LOLITA -VLADIMIR NABOKOV

Miguel Valero
7 min readDec 7, 2018

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La historia de la obsesión de Humbert Humbert, un profesor cuarentón, por la doceañera Lolita es una extraordinaria novela de amor en la que intervienen dos componentes explosivos: la atracción «perversa» por las nínfulas y el incesto. Un itinerario a través de la locura y la muerte, que desemboca en una estilizadísima violencia, narrado, a la vez con autoironía y lirismo desenfrenado, por el propio Humbert Humbert. Lolita es también un retrato ácido y visionario de los Estados Unidos, de los horrores suburbanos y de la cultura del plástico y del motel. En resumen, una exhibición deslumbrante de talento y humor a cargo de un escritor que confesó que le hubiera encantado filmar los pic-nics de Lewis Carroll.

«Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta».

«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta»

Lolita es de esos libros que agradeces que alguien te lo haya recomendado en la vida. No importa si has leído 10 libros en tu vida o ya has leído 1.000 libros; Lolita se convertirá en uno de tus libros favoritos, y buscarás la manera de que esté en tu top 5.

He de decir que este es un libro difícil. he de deletrearlo, como deletrea Lolita el obsesionado de Humbert; es un libro sinceramente Di–Fí–Cil de leer. Por lo complicado del tema en cuestión, por tocar lo más hondo de tu moralidad y trastocar en ti ese lado perverso y morboso que llevamos dentro todo ser humano.

Quiero expresar que tener una opinión única de este libro resulta arduo, y esto hace que a lo mejor mi resumen de esta oscura historia sea más extenso que otros. Quiero tocar tantos temas aquí sin ánimos de alargarme ni de aburrir al jurado en cuestión; y es por ello señores del jurado que me he de permitir contar la traumática obsesión de Humbert por las niñas de 12 años, niñas a poco tiempo de entrar en la adolescencia y a las que él les ha puesto por nombre «Nínfulas». He de desglosar cada detalle y tratarlo con cierta minuciosidad y llevarles a ustedes un POR QUE DEBES LEER ESTE LIBRO ANTES DE MORIR. Lolita es la mejor obra literaria que es capaz de capturar todo un universo de belleza de uno de los actos más atroces de la humanidad. La pederastia o hebefilia (no confundir con pedofilia) se convierte en todo un arte en la novela de Vladimir Nabokov cuando logramos deslindarnos de nuestra moralidad. Ha de ocurrir dos cosas cuando leas este libro: Sentirte terriblemente asqueado por la locura que estás leyendo, o sentirte incómodamente fascinado, suplicando a los dioses no tener a nadie detrás de ti, espiándote, haciéndote sentir culpable por tu ausencia de moralidad. Lo transgresor y las sensaciones más incómodas acabarás notándolas en cada partícula de tu cuerpo.

Pero de esto ya nos advirtieron en su debido tiempo justo después de quitarle con cierta ternura el plástico a este maravilloso libro, olfatear con cierto encanto el olor a libro nuevo y devorar con cierta frivolidad el prólogo:

«…lo ofensivo no suele ser más que un sinónimo de lo insólito. Una obra de arte es, desde luego, siempre original; su naturaleza misma, por lo tanto, hace que se presente como una sorpresa más o menos alarmante. No tengo la intención de glorificar a «H. H.». Sin duda, es un hombre abominable, abyecto, un ejemplo flagrante de lepra moral, una mezcla de ferocidad y jocosidad que acaso revele una suprema desdicha, pero que no puede ejercer atracción. Su capricho llega a la extravagancia. Muchas de sus opiniones formuladas aquí y allá sobre las gentes y el paisaje de este país son ridículas. Cierta desesperada honradez que vibra en su confesión no lo absuelve de pecados de diabólica astucia. Es un anormal. No es un caballero. Pero ¡con qué magia su violín armonioso conjura en nosotros una ternura, una compasión hacia Lolita que nos entrega a la fascinación del libro, al propio tiempo que abominamos de su autor!».─JOHN RAY JR., Doctor en Filosofía, Widworth, Mass.

Si eres una persona abierta a todos temas controversiales, que incluso penetren en tu interior y te hagan remover cada átomo de tu ser y te lleven a cuestionarte tus moralidades y ferviente fe hacia Dios o a eso que consideres que creas, entonces este es tu libro y debes quedarte. Este es un libro que en lo personal no me afectó tanto como debería, ya que experimenté otras historias como “Game of thrones” de George R.R Martin, donde se destaca más cruelmente temas como el incesto, las violaciones, las orgías y entre otros muchos temas delicados en una sociedad donde predomina la fe en un Dios y donde se piensa que la iglesia es dueña absoluta y suprema de la moralidad en el ser humano y de los convencionalismos sociales.

El libro comienza con la narración de Humbert Humbert, y toda esta historia está relatada bajo el punto de vista de este hombre enfermo y obsesionado y que ha visitado innumerables sanatorios como él mismo reconoce al principio del libro. Pero es sumamente complicado saber qué historia nos cuenta Lolita : ¿El retrato de un pederasta obsesionado de sus propios horrores que encuentra en Dolores el objeto perfecto para saciar toda esa sed de oscuros deseos? o, ¿La historia de una niña que nace corrompida en un ambiente disfuncional y sobrevive a los terribles deseos de un pervertido? Dos almas complementarias.

Humbert Humbert, un profesor de literatura europeo, llega a la casa de la viuda Charlotte.

Haze y su pequeña hija de doce años, Dolores Haze quién hospedará al profesor H.H por un tiempo luego de enterarse del incendio de la casa de la familia MCcoo, donde inicialmente se hospedaría.

Humbert, que en una forma mirando hacia su tortuoso pasado nos muestra cuando se enamoró a los 14 años de Annabel, su primer amor, que a los pocos meses murió de tifosis. Humbert queda traumado de por vida, incapaza de superar jamás la magnitud de aquella tragedia; y es allí cuando reconoce que “Lolita empezó con Annabel”

«…el néctar y el dolor quedaron en mí, y a partir de entonces ella me hechizó, hasta que, al fin, veinticuatro años después, rompí el hechizo encarnándola en otra».

Lolita, no es más que una construcción en la mente perversa de Humbert Humbert, aún si cabe, una construcción más perfecta, ideal, sublime de su antescesora, Annabel, la verdadera nínfula. ¿Es Lolita exactamente como nos la describe Humbert? ¿Es verdadera esa inocencia casi inocua de la preadolescente que irrumpe de forma asombrosa a nuestro protagonista? o es Lolita tal cual la describe su madre: «La personalidad de su hijo»: Agresiva, ruidosa, desconfiada, disconforme, impaciente, irritable, curiosa, desatenta, obstinada y mordaz…»

Lolita es una fascinante historia, y no quiero contarte más para que no dañarte los verdaderos desenlaces de esta “historia de amor” que hacen del libro una obra de arte. Que aunque sea cierto que el libro es toda una hazaña literaria, también he de reconocer es que tiene sus partes bajar, pesadas y engorrosas, como muy bien señalan en el prólogo; Humbert en algunos tramos de la historia tiende a aburrir con su exagerada forma de describir minuciosamente cada detalle del paisaje, las personas y de todo lo que le rodea, y varias veces te causa la sensación de darle un portazo al libro.

Leer Lolita de cierta manera me ha hecho evocar un torbellino de imagenes pasadas donde encontré por vez primera en una apacible y calurosa mañana en un edificio de mediano tamaño, alejado hacia el este de Caracas, rodeado de una hilera de casas bien organizadas con un tejados de color sanguina y en cual se encontraba mi Lolita, en la sala de una oficina que solía usarse como espacio para una iglesia cristiana internacional; Allí donde impartían un curso de inglés con pastores provenientes de E.E.U.U por esas vacaciones y que me dio la oportunidad de verla allí, sentada frente a mí. La reconocí al instante, la construí en sueños pasados, como una flor que florece en su máxima expresión; a mi nínfula, allí intranquila, con aquellos ojos hermosos expresivos, cabello negro, maravilloso, cutis impecable, perfecto, inmaculado; ronrisa arrolladora, iluminadora de ciudades oscuras, franela de Italia, brazos delicados, sensuales, juveniles, brazos de nífula deseada.

«Era la misma niña: Los mismos hombros frágiles y color de miel, la misma espalda esbelta, desnuda sedosa, el mismo pelo castaño. Un pañuelo a motas anudado en torno al pecho ocultaba mis viejos ojos de mono, pero no a la mirada del joven recuerdo, los senos juveniles…»

Mi Lolita, mi dulce Lolita… oh, ¡Qué nombre tan extraordinario para una nínfula!
pero he de acotar que mi Lolita tenía en aquel entonces ¡16 años! y no entraría en los parámetros exactos del término <Nínfula> por lo que yo era su igual, como lo expresa Humbert Humbert, Yo era su faunúnculo por derecho propio.

PUNTUACIÓN

4/5

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