¿Quién es Bill Richardson? Un perfil del político estadounidense que visita Venezuela
En redes sociales se ha anunciado que el político demócrata Bill Richardson se embarcó en un viaje a Venezuela.
Según lo informado hasta ahora a través de su oficina, el objetivo público de su visita consiste en gestionar, ante el presidente Nicolás Maduro, la liberación de los gerentes detenidos de Citgo inmersos en hechos de corrupción en 2017 y de los dos mercenarios involucrados (y capturados) en medio de la fallida Operación Gedeón del pasado 3 de mayo, Airan Berry y Luke Denman.
La misión del político, según ha confirmado The Grayzone, es privada y a pedido de los familiares de los mercenarios de Silvercorp, quienes no han recibido ayuda por parte del Departamento de Estado. Según el medio, Richardson está en Venezuela desde el 13 de julio.
La periodista Anya Parampil ha escrito un exhaustivo reportaje sobre la familia de los estadounidenses contratados por Silvercorp y los motivos que impulsaron el viaje de Richardson.
Richardson, quien tiempo atrás ha sido embajador de EEUU ante las Naciones Unidas y gobernador del estado de Nuevo México por el Partido Demócrata, tiene un amplio recorrido como intermediario en gestiones de estas características a través de su organización Richardson Center.
Aunque públicamente se ha informado que la liberación de los estadounidenses sería el objetivo principal de su visita, datos aportados por el blog de investigación La Tabla ofrecen una mirada más amplia.
Richardson está vinculado al sector petrolero estadounidense al ser miembro de la junta asesora de Genie Energy, empresa petrolera fundada en 2011 por el magnate Howard Jones.
En esa junta, reseña La Tabla, “comparte con el vicepresidente Dick Cheney, el magnate de medios Rupert Murdoch y el ex jefe de la CIA, James Woolsey, así como el banquero Jacob Rothschild, de la familia Rothschild”.
Según Chicago Tribune, Richardson buscaría “un gesto de buena voluntad para suavizar las tensiones con Estados Unidos”, y aunque su misión es privada, ha sido coordinada “con el Departamento de Estado de EEUU y ha mantenido a las autoridades estadounidenses al tanto de sus planes”.
Luego de la muerte del presidente Hugo Chávez, Richardson afirmó:
“Creo que es una oportunidad para que entremos en una nueva relación con Venezuela (…) El candidato opositor Capriles es proestadounidense. El vicepresidente Maduro no es proestadounidense, pero creo que será más pragmático que Chávez”, exponiendo su línea moderada en comparación con los republicanos.
Según refleja la agencia AP, la relación de Richardson con Maduro
“(…) se remonta a cuando el venezolano viajaría a las Naciones Unidas como ministro de Relaciones Exteriores de Hugo Chávez. Los dos también se cruzaron en la inauguración en 2018 del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. Richardson también trabajó detrás de escena para traer a casa a otro estadounidense encarcelado en Caracas, el ex misionero mormón Joshua Holt, quien ganó su libertad en 2018”.
Ambos datos reflejan que Richardson es un político conocido por los líderes venezolanos, con quienes tiene una relación de tiempo y no tan lesionada como con los gobernantes actuales en EEUU.
En tiempos recientes, el político demócrata ha realizado gestiones similares a las anunciadas en Venezuela, Irán, Cuba y Corea del Norte, abriendo canales extraoficiales de diálogo entre el gobierno estadounidense y los líderes de estos países asediados por Washington de forma permanente.
Richardson fue secretario de Comercio durante la primera etapa del gobierno Obama. Aspiró con fuerza a ser el vicepresidente de Obama, pero la maquinaria del partido se decantó finalmente por Joe Biden.
Durante el gobierno de Bill Clinton se desempeñó como secretario de Energía, lo que confirma todavía más su relación orgánica con el sector petrolero de EEUU en la promoción de sus intereses, como reseña La Tabla.
Ahora mismo, Richardson combina sus misiones privadas en Irán y otros países rivales de EEUU con la asesoría externa a la campaña de Joe Biden. Richardson busca mejorar el discurso del candidato demócrata frente al voto latino, determinante en las venideras elecciones.
En mayo, le dijo al medio POLITICO: “El objetivo no es ganar el voto hispano (Biden lo hará), sino mantenerlo por encima del 65% y maximizar la participación latina (…) Si vamos al 58 ó 57% con los hispanos, estamos en problemas”.
Además, el ex diplomático comentó que “el esfuerzo hispano de Trump es mucho más activo”, un análisis que ha cambiado a la luz de las últimas encuestas que le dan una ventaja considerable a Joe Biden.
El anuncio de la visita de Richardson ocurre a tan sólo horas de que el presidente Donald Trump afirmara durante una entrevista en medio de su visita a Florida que Juan Guaidó “parece estar perdiendo cierto poder”.
“Queremos a alguien que tenga el apoyo de la gente. Apoyo a la persona que tenga el apoyo de la gente”, remarcó el jefe de la Casa Blanca, abriendo el marco de validación a nuevas figuras del frente antichavista.
Trump aprovechó para jugar a lo que mejor sabe: a la intriga y a la confusión. Afirmó, nuevamente, que algo pasaría en Venezuela y que EEUU estaría muy involucrado.
Sin embargo, la declaración de Trump marca un nuevo hito en el distanciamiento de la Casa Blanca con relación al diputado Juan Guaidó, sobre quien el tiempo corre en contra de cara a las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.
Esta declaración, sumada a la visita anunciada por Richardson, marca un matiz con respecto a la campaña de “máxima presión” encabezada por Washington y genera un nuevo canal de intermediación.
Lo que también puede leerse como un movimiento más general para aprovechar la desorientación estratégica del “proyecto Guaidó” tanto en Venezuela como en los decisores de Washington, y darle uso en medio de la campaña electoral.